22 | Desesperación, injusticias y miedo.

Hablándole a la luna de ti

Ruidos de llaves cerrando el local, manos frotándose entre si para obtener un poco de calor y mechones de cabellos flotaban por el aire debido al viento. Hoy el bar cerraba temprano, pues es un día feriado. Al parecer la gente decidió quedarse en sus hogares y no salir a explorar la ciudad. Eso indicaba que tenía toda una tarde para ella sola y poder hacer lo que quisiese.

Tomo aire y emprendió camino hacia su casa, pero el clima se sentía raro, algo no estaba bien. Guardo sus manos en los bolsillos y su cabeza miraba hacia ambos lados un tanto preocupada. Fijo que su ropa estuviera tapandole lo suficiente, no por que estuviera mal. Sino que últimamente hubo una serie de extraños sucesos, sucesos que la dejaron un poco perturbada y que tenía a medio país en estado de alerta. Las noticias está última semana no eran para nada alentadoras, las mujeres debieron reforzar sus métodos de seguridad y algunas tomaron la decisión de no salir de sus casas si no estaban acompañadas.

Una mujer, sola, en una vereda. En estos tiempos no se podía confiar en nadie. Eva esperaba que en el futuro ninguna mujer viva con miedo.

Suspiro y empezó a caminar más rápido. Pero unos gritos la dejo inmóvil en el sitio. De reojo intentó ver hacia los costados, pero nada había. Dio algunos paso con miedo hasta que otro grito la asustó. Aunque está vez giro su cabeza hacia una entrada que se encontraba entre dos casas. Sus ojos se abrieron enormemente, su corazón comenzó a latir deprisa y su cuerpo se puso en alerta. La imagen que estaba viendo la dejo sin aliento, con miedo, con pánico y muchísimo temor.

Una joven se encontraba paralizada entre los brazos de un hombre. Un hombre robusto y de espalda ancha, aunque no lo podía ver bien. Tenía una boina que tapaba la mitad de su frente, haciendo que una sombra tapara su rostro. En su mano se encontraba un cuchillo y la punta filosa de este pinchando el estómago de la joven, sin lastimarla, pero sin dejarla mover. Mientras que la mano libre rozaba su falda para subirla y tocar su muslo indebidamente. La joven no paraba de sollozar, sus ojos se encontraban cerrados igual que sus puños. Eva podía sentir el miedo. El miedo de las dos. Abrió los ojos para querer gritar nuevamente, pero estos se encontraron con los de Eva y en ese momento sintió que le pedía a gritos ayuda, que la sacara de los brazos de este hombre y así poder aferrarse a ella.

Eva en su modo de pánico no sabía bien que hacer. Pensó en llamar a la policía, pero no van a venir rápido. Sus ojos vagaron por el pasto mojado debido a una vieja lluvia y se encontró con una piedra más o menos grande. Sintió como una rara adrenalina corría por sus venas, junto con el miedo y la desesperación.

Si dejaba a la chica sola, quizás una madre perdería a su hija. Eso la destrozaba por dentro.

La tomó entre sus dedos y por algunos segundos perdió el equilibrio. Al tomar fuerza y suspirar hondo dio unos pasos sin llamar mucho la atención del hombre robusto. Cerró sus ojos, contó hasta tres y escucho un grito que hizo que los abriera.

Lo hizo, golpeo al hombre. Ahí estaba tirado e inconciente.

-¡Gracias!

Los brazos de la joven se aferraron a ella, tanto que sintió sus dedos clavarse sobre sus costillas y perdió un poco la estabilidad. El llanto desgarrador de la joven la sacó de su pequeño trance y sus dedos fueron hacia su cabello para darle confort. Estaba temblando, angustiada y llena de pánico.

-¿Te encuentras bien?- Al sentir como está se aferraba todavía más volvió a preguntar- Necesito que me hables o algo, ¿cómo te llamas?

-Fra-francis...- Entre sollozos pudo decir su nombre.- Sacame de acá por favor, sacame de acá -Sus ojos está al cerrados, dejando que una voz desgarrada se escape de sus labios.- Aún...aún siento sus ásperas y horribles manos tocandome.

-Shh, tranquila- Tomó el rostro de la joven entre sus manos y con sus dedos quito sus lágrimas. -Estas aquí. Conmigo. Pudiste salvarte, no pienses cosas horrendas- Eva no sabía muy bien como consolar a alguien, así que solamente la volvió a abrazar para poder tranquilizarla.

-Te lo voy a agradecer toda la vida- Susurro entrecortado en el hombro de Eva.

Entre las dos decidieron que era buena idea salir de esa escena, pues aún el hombre se encontraba desplomado en el suelo y con una herida en la cabeza. Antes de que se despertara escaparon rápidamente. Lo más razonable sería ir a una estación de policía, Eva recordó que había una aquí, pero que estaba a unas cuadras.

-Tengo miedo, no creo que tomen mi denuncia- Se notaba lo preocupada que estaba, todos sabíamos que las mujeres no la teníamos fácil aquí.

- Todo va a estar bien.

Trato de tranquilizarla, pero ella también sentia miedo.

-Solo espero que no me hagan muchas preguntas. Los policías suelen ser muy crueles. Mi prima una vez intentó hablar con uno, pero no tuvo mucha suerte. Este la trato muy mal, la denigro solamente por ser mujer- Suspiro con tristeza la joven.

Tomo su mano para darle seguridad y algo de confianza, a los metros se encontraba la estación de policía.

-Buenos tardes, señoritas- Un hombre con bigote se les acercaba y asentía con su sombrero, en modo de saludo y cordialidad. Pero desde ese momento a Eva no le dio buenas vibras, parecía ser alguien con muy malas ondas -¿Qué necesitan?

Luego de presentarse con nombres, explicaron su situación. Eva, ya que Francis no podía hablar, se animo a contarle que venían a hacer una denuncia y reportar al abusador de la joven. En todo momento las chicas se sintieron incómodas e inseguras, sentían que los policías no le estaban prestando atención y cuando el primer policía se iba a consultar con otros, sentían las risas de fondo. Y tal como dijo Francis, los policías eran unos mediocres machistas.

-Bien señorita Francis, necesitamos que nos diga que llevaba puesto en el suceso- Pregunto un descarado señor con bigotes y Eva lo miro con enojo.

-¿Disculpe?- Preguntó incrédula y elevó una de sus cejas. Sentía que le estaban tomando el pelo.

-Necesitamos saber que atuendo llevaba puesto.

-Usted no necesita saber que atuendo llevaba ¡Usted necesita saber quién fue su abusador!

Eva perdió toda paciencia y la rabia comenzaba a surgir en ella.

-Le voy a pedir que se calme señorita- Habló el policial anotando unas cosas en su libreta sin prestarles mucha atención.

-Sus preguntas son realmente descaradas ¿Desde cuándo tiene que importar el largo de la ropa y no la cantidad de mujeres desaparecidas en estas semanas?

-La mitad de mujeres desaparecidas llevaban vestidos y faldas por arriba de sus rodillas.

-Pero ¿¡Qué demonios!?

-Tranquila Eva...-Le susurró Francis posando una mano sobre su rodilla.

-Señorita le voy a tener que pedir que se retire...

-Hace unos días salió en las noticias que una niña de 10 años, escucheme ¡Diez años! fue secuestrada y asesinada ¿Usted cree que una niña que lleve falda y una muñeca en su brazo va a provocar a alguien?

-Las mujeres nacieron para provocar con sus piernas desnudas y escotes pronunciados- Escupió con ironía provocando las risas de sus compañeros del fondo.

Sólo era una niña de diez años! ¿Qué te puede provocar una nena que sólo quiere vivir su niñez? Son unos psicópatas.

-Se perdieron los valores. Ahora las mujeres quieren tener voz y voto- Se burló un agente que allí estaba también.

-No tienen ni el voto femenino y quieren tener voz. Vayan a la cocina o a lavar ropas mejor.

-Cuando en el país las personas se preocupen por los números de violadores y no por el número del largo de la falda. Avanzaremos como sociedad- Dijo una Eva totalmente enojada con los policías. No podía creer lo crueles y nefastos que estos podían ser. No estaban seguras ni a salvo en ningún lado. Todo estaba en mal en peor y Eva comenzaba a tener miedo.

Mientras ve y haceme un cafe!- Dijo el policía de bigotes con una sonrisa siniestra- ¿Quieren la denuncia o no? -Río elevando una de sus cejas.

Todo estaba mal, todo se encontraba peor y esperanzas no habían. Fueron por unas denuncias y terminaron siendo denigradas y con preguntas que sólo hicieron que se sintieran mal. La sociedad era una completa mierda, los abusadores se les trataba como reyes y a las víctimas eran cuestionadas por su vestimenta, peinado y como iban en el momento del acto.

No estábamos protegidas para nada, todos estaban en contra y se protegían mutuamente. Eva sólo quería que todo mejorará. Quería ser libre, vivir sin miedo, caminar en la calle y no encontrarse con ninguna Francis más.

Volvió llorando a su casa, con el corazón desgarrado y llena de pánico. No se sintió cuidada por las personas que tenía que ser cuidada. Se sintió lastimada y cuestionada. Les importó más las ropa que llevaba puesta, que las marcas que el abusador dejo en la joven que se encontró.

Eso no era lo peor. En un momento dado, cuando acompaño a la chica hasta su casa para que nada le pasará, se animo a preguntar su edad. Y fue ahí que perdió la fe en toda la humanidad.

15 años. 15 años recién cumplidos tenía la chica.

El mundo se volvió una mierda desde que a la víctima se le cuestiona y no se le cuida.

-Quiero vivir sin miedo...- Susurro mirando a la luna mientras que con sus brazos se aferraba a si misma.

Todo estaba mal aquí.

¿Será que en el futuro todo esto cambiará? ¿Las mujeres estaremos más seguras?

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