•1: Síntoma de lector
No dejó la costumbre de ir en el micro con ese libro en mano, era como si le hiciera falta la mismísima botella de agua siendo un deportista. Sólo buscaba la manera adecuada de no dejarse llevar por los gritos, ofensas y onomatopeyas que la ciudad y toda la gente que la conlleva emitía a diario, era una verdadera jungla de personas pelearse por llegar cada quién a su destino a tiempo, incluyéndolo.
A pesar de la gente que le aplasta por sus costados, llevaba la mano derecha con el libro abierto y procurando que no se cerrara con el sangoloteo, mientras con la izquierda, controlaba su torzo esbelto y azulado al ritmo de los frenos que propiciaba el conductor.
Llegó a donde tenía que buscar su próximo destino: una clase de expresión gráfica. Tomó la mochila para revisar dentro de ella sin antes colocar el separador personalizado en la página afortunada que da freno a su viaje mental...Es tan hermoso Juego de tronos para él que, no duda en tener la portada de tormenta de espadas como separador, ¡Que le mola bastante!
Confiado, camina con seguridad hacia su salón, buscándolo pero, al tardar y ver el reloj de pulso en su muñeca con minutos de retraso, se preocupa y busca más a prisa por ambos extremos del pasillo. ¿Ingresar con calma? Ni porque previsualiza que ya hay algunos estudiantes dentro le impide correr a los asientos medios.
—¡Ey! ¡Ey! ¡Ya llegué! —gritó barriendose por su banca para evitar que se la fueran a robar. Como si aquello fuera posible.
Las miradas criticonas están de más. No le importa armar dramas, todo eso le produce felicidad a sus clases.
Por alguna razón los nervios le llegan al no ver a nadie conocido, ni siquiera a su hermano, ¿Ha decidido faltar? No sería una sorpresa. Pero toda esa avalancha de emociones debe de ser normal; mira a los costados, respira y golpea la cubierta de madera fría con sus dedos...no lo piensa dos veces al sacar su libro de la mochila y proseguir con su lectura.
—¿Ahora qué lees, Cielo? —Tardando en elevar sus ojos a su amigo, coloca el separador y sonríe al peloblanco más relajado.
—Leo una novela de terror, ¡El protagonista se lo llevara la..!
—¡Alto ahí! Sea que digas una mala palabra o que me sueltes un adelanto que no deseo oír. —Cerrando los párpados, el joven se sienta a su costado izquierdo para depositar la mochila entre ellos, queriendo ver la portada del libro.
—No iba a decir nada malo, Silver, igual seguro ya lo has leído, encontré la sugerencia en tu bloc.
—¿De cuando acá entras a ese sitio polvoriento? —Rie de su propia crítica.
—Jajaja ya deberías darle una retocada. Estuve desesperado el fin de semana por algo nuevo que, opté por revisar hasta en el peor sitio de internet. —Tomandose todo con juego, ambos comienzan a reírse por tirarse bullas, más se vieron interrumpidas por la entrada de la profesora.
Seguirían su platica en el descanso, si es que aquella sabueso mayor les permitía uno, pensar en tantas formas, medidas y cosas más podía quemar sus cerebros.
—¿Coincides en que cuando terminas un libro es demasiado imprudente ponerte a expresar lo que te pareció con toneladas de detalles que arruinan la trama?
—¿Coincides en que debes cerrar la boca? Siempre te quejas de todo. —Tails se ríe con Silver por lo que ha dicho. Los ojos verdes de Sonic se molestan, pero todo en esa característica sintonía de broma que se llevan.
Pasado medio día y el almuerzo/comida comienza a sentar abrumador por el calor en el campus. Sus horas han coincidido para que se alegren viéndose las caras.
—¿Tienes clase hasta tarde, Silv?
—No, mi día ha terminado, inscribí solamente dos materias el día de hoy así qué...
—¿Y tú, Sonic? ¿Te marcharás ya? —Dice Tails ahora esperando tener compañía.
—Metí lo mismo que Silver, así que también ha terminado mi día por hoy.
—Rayos, parece que soy el único que se queda. —Agacha las orejas, desconsolado.
—¿Cuántas tienes?
—Cuatro, más un taller. —Empieza a recoger las cosas de la mesa de plástico para meterlas a su mochila. El par de erizos suelta un monosílabo desalentador.
—¿Qué pasa siempre por tu cabeza para torturarte así? —cuestiona entrecerrando los ojos Sonic.
—Es ingeniería, amigos, hay muchas cosas que no sé y debo saber para estas alturas o los maestros me la van a dejar ir.
—Entonces disfruta tu tortura. —Silver se despide al igual que Sonic, quedándose muy cómodos en las sillas blancas mientras ven marchar a su pequeño amigo amarillo.
—¿Nos vamos?
—Voy a ver a Scourge, tengo que asegurarme de que no se haya metido en problemas este primer día. —Rueda sus ojos con cansancio, golpeando con sus dedos las bolitas de papel servilleta que dejaron tras comer un par de quesadillas.
—Eres el hermano menor, ¿No te cansa tener que cuidarlo tú?
—Si no lo cuido yo ambos podemos terminar en problemas...en fin, hablamos al rato, ¿quieres?
Dejando su asiento, toma sus cosas chocando las manos en forma de despedida —Te veré mañana, Cielo.
—Bye, albino~ —Y marcha a espaldas del cobalto, dejándolo sólo...
...por segundos.
—Ay si, Adiós, Cielo, bu, bu~ —La sarna de su voz y la risa castrosa junto a un bajón de su cabeza por el golpe que le da le hacen gruñir a Sonic—. No dejarás de ser un marica.
—Sabes que me lo dice por el color del Cielo, es una relación por lo de...¡Ugh! En fin, no tiene caso. —Peina sus púas respirando hondo, no queriendo entrar en discusiones—. ¿Donde te has metido en todo el día? No pienso arriarte más con materias que tengan que ver con dibujo y formas.
—Sabes que puedo librarlas en final, soy un buenazo. Estuve con el Marica de Manic intentando encontrar una dirección. Fue más divertido que ver figuritas, evidentemente. —No le daría la razón, pero mientras uno es más responsable, el otro es tremendo.
—¿Todavía estás con Manic? Creí que habían roto su vínculo.
—Para nada, ese cabron no puede vivir sin mí. —Señaladose muy ufano, se sienta cruzando su pierna izquierda sobre su rodilla derecha—. Mañana iremos a la fiesta de medio año, ¿Vas o se te abre?
—Prefiero quedarme en casa y lo sabes.
—Leyendo tus libros esos de fantasía, que aburrido eres, hermano. —Reclama robando la última quesadilla que le quedaba en el plato a Sonic—. Si te digo que el cerebrito de Shadow va, ¿Te apuntas?
Ofendido, el erizo azul le clava los ojos con molestia —No, no irá y yo tampoco. Es mi decisión final.
—Pues te lo pierdes, imbécil. Ya vámonos al departamento, quiero comer algo del refrigerador. —Toma sus cosas y se levanta estrepitosamente, empujando la silla con su espalda.
—Comerás comida enlatada. —Es la ultima amenaza que le da su hermano menor para tambien ponerse en pie, empujando al verdoso.
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