CAPÍTULO 4

HUGO

Estoy buscando el estúpido libro que me hace falta para la clase de historia cuando escucho un golpe a lo lejos. Saco la cabeza de la taquilla y veo a James tocar a Ángel y susurrarle, para que después ella lo bese apasionadamente y él saque su mano de debajo de su falda. Ángel enfadada le grita a una alumna del pasillo que, como yo, ha visualizado toda la escena y James se la lleva.

Decido seguirlos desde la distancia y entro rato después que ellos al vestuario. La oigo gemir y automáticamente me enciendo, es tan sexi verla así. Cuando pienso en tocarme escucho la puerta del gimnasio y me escondo en el baño del vestuario, sin que me vean, sin lograr ver aún a Ángel, pero sí observando a Marc desde una rendija, lo veo masturbarse mientras lo mira y me entran ganas de matarlo.

Oigo a Ángel gemir por última vez y exhalar un suspiro de satisfacción.

–Sabía que te iba a gustar esto– escucho decir al gilipollas de su novio sin verlos.

Veo a Marc sonreír y con su entrepierna mojada y juro que lo mataría. Aprieto mis puños con furia, intentando contenerme.

Escucho a gente moverse y sé que Ángel se está vistiendo por la prisa que lleva.

–Me daré una ducha–dice Marc con una sonrisa.

Oigo a Marc moverse y el agua oírse.

–¡Que me sueltes! –dice Ángel con la voz rota. –¡Tendrías que haberme dicho que él estaba mirando!

–Está bien, no te ha gustado, lo entiendo. No volveré a hacerlo, te lo prometo. –escucho un beso y me da asco.

–Tendrías que haberme dicho que él estaba mirando

–Quería probar cosas diferentes.

– Pero no con él. Él es el abusón de mi curso, James.

Salgo del escondite cansado de esta muestra de mimos, me mira y hablo no muy contento.

–Tu madre está ya fuera

Asiente y después de que se despida de James con otro beso que me hace rodar los ojos, salimos y nos montamos en el coche. Tamara evidentemente se da cuenta de lo que ha pasado porque su hija no es demasiado cuidadosa con sus cosas. Lleva la camisa arrugada y el pelo revuelto, por no hablar de la falda.

–¿Dónde estabas? –cuestiona.

–Con James.

Le pega una patada al asiento del conductor con furia y este deja de reírse. Se peina en cuanto su madre deja de mirarla y me observa y dejo de hacerlo, ya que esa era su intención.

Cuando llegamos ella sale y cierra de un portazo, yo me despido dándole las gracias a Tamara y subo a mi habitación. Me deshago de mi mochila y desabrocho la corbata y la camisa, simplemente tres botones , y me dirijo a la ventana.

Ahí la veo, pasmada viendo hacia mi habitación. Abre la ventana y frunce el ceño para que yo haga lo mismo. Cuando lo hago me apoyo contra ella.

–¿Me has estado observando todo este tiempo?

–¿Te crees de mi agrado? – cuestiono con ironía.

Es evidente que sí, pero eso ella no lo sabe.

Bufa y cierra la ventana me saca el dedo y cierra las persianas.

Le mando un mensaje vía Instagram.

@hugoambani : No te enfades Ángel, necesito tu ayuda con mates ¿puedo ir a tu casa luego? ¿O si quieres vamos a tomar un helado y después me enseñas....?'

Tiro el teléfono a la cama y a los cinco minutos o así me llega su respuesta. Sonrío porque sé que esos cinco minutos han sido simplemente para hacerse la dura, para que esperase.

@ángel.edevane: En tus sueños. Pregúntale a otro, no quiero problemas.

@hugoambani: ¿Con tu novio? Creo que por enseñarle mates a un amigo no va a pasar nada.

Sonrío porque sé que se lo está pensando, me acerco a la ventana y miro el teléfono, viendo que me ha dejado en visto.

@hugoambani: Mira la ventana, por favor.

Cuando aparta un poco la cortina le hago una súplica y la veo reír, rodar los ojos y negar levemente, dejando caer otra vez la cortina.

@angel.edevane: Está bien, pero sólo por esta vez, y tienes que invitarme tú al helado.

@hugoambani: Hecho.

Pongo música en mi altavoz feliz de que todo vaya según lo planeado. Me quito la camisa y voy a ducharme, miro mi cuerpo, con algunos tatuajes, uno de una manzana, roja en mi imaginación, una cruz, un pájaro y una calavera, simbolizando la muerte y una pequeña frase dedicada a mi madre.

Mi madre...

Sacudo la cabeza y me meto en la ducha, pienso en Ángel, mi dulce Ángel. Lo que daría porque estuvieras conmigo en vez de con ese gilipollas. ¿Por qué no ves que yo soy mejor que él?

–¿Por qué no lo ves Ángel? ¿Por qué?

Empieza a salir el agua fría y con eso yo salgo de la ducha calmándome. Me visto con mis típicos vaqueros y una camiseta blanca, que deja ver un poco algunos de los tatuajes.

Bajo y salgo a la puerta, viéndola en su porche hablando con James, instintivamente frunzo el ceño. Ella está cabreada, su compostura me lo indica. Sus puños están cerrados y su ceño fruncido, además de que su mandíbula está apretada.

Aun así la sigo viendo sexi en ese vestido suelto desde la cintura y ese escote en forma de V. Necesito que sea mía tan pronto como sea posible.

Cuanto más me acerco su postura se relaja y James se gira para mirarme, frunciendo su ceño y mirando otra vez a Ángel en busca de respuestas. Ella se encoge de hombros y baja las escaleras hasta llegar a mí para depositar un beso en mi mejilla. Este gesto me pilla por sorpresa y agarro su cintura con mis manos, evitando que ella se separe de mí. Me sonríe cuando se separa y le sonrío de vuelta. Me parece la chica más hermosa con la que he estado y me encantaría tenerla ya, pero soy consciente de que todo debe de ser a su debido tiempo, de que por más que fuerce las cosas, debo ganarme su confianza, para separarla totalmente de James.

–¿Nos vamos? –cuestiono y ella mira a James.

–Sí–contesta volviendo su mirada hacia mí desafiante. –Adiós James.

Ella empieza a caminar y sonrío, loco por ella, después miro a James y niego levemente, siguiéndola más tarde.

Está enfadada y la sigo desde un poco de distancia, viendo cómo necesita estar sola un momento. Para de caminar y me mira, frunciendo su ceño, acompañado de una sonrisa genuina que me sorprende.

–¿Sueles caminar así de lento? – Sigo caminando hasta ponerme a su lado. – No me hace falta estar sola si es lo que piensas. Estoy acostumbrada a pelear con James.

–No deberías– seguimos caminando y miro hacia la carretera– Hay chicos mejores que él. –carraspeo y ella me mira.

–¿Es una proposición?

–Puedes tomártelo como quieras.

Ríe y mete un mechón de pelo detrás de su oreja, la veo tan relajada que me hace sonreír solamente con verla.

–No es tan fácil ¿sabes? –me mira.

Sus ojos azules me fascinan y sonrío.

–Nada es fácil, eso es lo divertido.

Rueda los ojos y río levemente. Ella asiente más tarde y suspira. Sé que no es fácil para ella hablar de su relación, que con el tiempo se ha vuelto tóxica hasta para los que están a su alrededor. Seguimos caminando en silencio hasta llegar a la heladería favorita de Ángel. Su cara se ilumina nada más entrar y pide un helado de avellana.

–Por si te lo preguntas, es mi favorito. – sonríe mirándome cuando se lo extiende la dependienta y lo coge. –¿No vas a pedir nada?

–Tranquila, déjame tiempo. – río y pido mi helado de manzana.

La señora nos mira mientras prepara mi helado y sonríe levemente.

–Hacen muy buena pareja.

Ángel me mira abriendo sus ojos y ríe, señalándome.

–No es mi novio.

La dependienta se disculpa y nos sentamos en una mesa, apartados del resto de personas, se sienta y me mira, riéndose otra vez.

–No sé qué es lo que te hace tanta gracia. –bufo y como de mi helado.

–Tú y yo siendo novios, y yo soy rubia– ríe y observo su cabello marrón.

–No es gracioso. Acéptalo, en algún momento vas a ser mi novia, y si no, apostemos.

Me mira y después de un rato pensando extiende la mano sobre la mesa, se la estrecho y sonrío, sabiendo que va a perder.

–Si llegas a salir conmigo, me debes clases de todo lo que quiera, sin rechistar.

–¿Y si pierdes?

–Te dejaré en paz.

Estrecha más fuerte mi mano y la separa, sonriendo. Está muy segura de sí misma, cuando ambos sabemos que va a caer hacia mis encantos.

Estamos en su casa, ella me explica matemáticas, mientras que yo no puedo dejar de mirar sus labios gruesos, sus ojos azules, moverse mientras explica, observándolo todo. Suspira sonriendo y me mira inquisitiva.

–No me estás prestando atención.

–Lo hago.

Enarca una ceja y gira la silla para quedar de frente. Mira mis ojos y después pasa directa a mis labios y su sonrisa se desvanece, haciendo que la mía surja. Aparta su mirada de la mía y se levanta, estirándose.

–Creo que mejor seguimos otro día. –dice sentándose en la cama, lo más lejos de mí.

La miro y sé que algo le preocupa pero simplemente asiento y me giro a recoger las cosas. La oigo suspirar y de repente tengo su mano en mi hombro. La miro a los ojos y me sonríe.

–Mañana si quieres puedes venir otra vez. –asiento y sonrío.

Está cayendo en mi juego y eso la hace ver estúpida. Obviamente que sea tan tonta juega a mi favor y por dentro estoy que pego saltos.

Se aproxima hacia el espejo y se arregla el pelo, haciéndola ver lo creída que es. Pero qué esperaba, es animadora, una chica popular. Lo más lógico es que cuide su apariencia, que se vea irresistiblemente irresistible y que enamore con una sola mirada, como lo hace.

La puerta se abre en ese momento y ella bufa, sabiendo quién es exactamente. Verónica entra y nos mira a ambos, mientras que Ángel sigue mirándose en el espejo.

–¿Qué hace él aquí? –cuestiona su mejor amiga.

–Le estaba dando clases de matemáticas. – contesta la chica de ojos azules.

–James está abajo, así que sácalo por la ventana. –susurra.

Es entonces cuando Ángel se gira soltándose el pelo que llevaba entre las manos pensando en hacerse una coleta. Suspira y rueda los ojos, yendo hacia el armario, sacando un vestido y unos tacones.

–Y por si fuera poco aún no te has arreglado. –Verónica pone sus manos a los costados, haciendo una pose enfadada. –Y tú...– me mira y yo alzo las cejas, preparado para lo que pueda venir. – Deberías haberte esfumado ya.

–Déjalo en paz, Verónica. –miro a Ángel y se gira mientras se cambia.

Sonrío porque no tiene vergüenza de cambiarse delante de mí. Una vez está lista me mira y sonríe levemente.

–¿Quieres venir con nosotros?

Miro a su amiga que la observa con odio y río levemente negando.

–No quiero estorbar.

–No lo haces–contesta al instante.

Asiento y es entonces cuando James aparece por la puerta, Verónica lo agarra por el brazo cuando me ve y tiene intenciones de pegarme y Ángel se acerca, y me hace señas con la cabeza para que la siga. Pasamos por en medio de los hermanos y bajamos las escaleras. Su madre nos examina y enarca una ceja, la chica de delante se encoge de hombros y sale por la puerta, hasta llegar al coche de James.

Su novio le abre el coche desde la distancia y ella se sube, él mientras tanto se acerca a mí, cogiéndome de la camiseta.

–Atrévete a tocarle un pelo y te mato, cabrón.

Me suelto y sonrío levemente, está celoso, y lo está porque sabe que soy de los típicos que le gustan a su novia y eso me hace muy feliz. Me subo en el coche con la mirada atenta de James, quien conduce. Ángel se ha montado atrás conmigo y va mirando por la ventanilla, atenta. Me fijo en su rostro y veo que no lleva ni una gota de maquillaje como para ir a una fiesta. Verónica también se da cuenta y la obliga a pintarse un poco con todos los productos que ella lleva, sabiendo que esto iba a ocurrir.

Cuando llegamos a la fiesta bajamos y James agarra a Ángel de la cintura, mientras ella lo empuja para que se aparte.

Le susurra lo que parece una amenaza y ella se está quieta al fin.

Mientras entramos pienso en la relación tóxica que están teniendo ambos, una relación que llegará a su fin muy pronto. Por eso estoy yo aquí.  



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