Without You
Gerard regresó solo a casa de su madre con las compras para la cena. Antes de entrar se mentalizó la situación con normalidad, para poder fingir que todo estaba bien.
Dejó las bolsas en la cocina y se dirigió al área del comedor. De camino se topó con Kristin.
—Oye Gee, ¿dónde está Frank?
—No lo sé, ni me importa.
—¡Lo sabía! —gritó Donna emocionada—. ¡No será necesario colocar la mesa!
—¡Ay Gee! ¿Qué hiciste? —preguntó su cuñada.
—No hice nada. ¿Qué te hace pensar que fui yo?
—Bueno cariño, no tienes la mejor reputación —dijo Donna.
—Talvez puedas disculparte —intervino Maya.
—Si Gee, Frank es un buen chico —apoyó Arthur.
—Whoa whoa, esperen, ¿porqué piensan que todo es mi culpa?
—Bueno si quieres sé honesto con él —le dijo Kristin. Ella al igual que el resto de la familia estaba cansada de la situación, además ella sabía bien que Mikey estaba de acuerdo con cada cosa que pudiera decir sobre la situación.
—¡Ja! ¿Quieres que sea sincero? —ironizó Gerard.
—Si. Talvez por primera vez podamos pasar la noche sin que tu vida personal arruine la ocasión —dijo con seriedad.
—¿Mi vida personal?
—¡Es un desastre! Siempre lo es.
Quizás hablarle con firmeza y seriedad hacia a Gerard recapacitar.
—Talvez lo sea, pero al menos yo no besé a Black Panther.
—Que perra eres —le dijo molesta.
—¿Qué es un Black Panther? —preguntó Donna.
—¿El amigo de Frankie? —preguntó Maya en un susurro.
—Espera ¿Qué? —interrumpió Mikey. Gerard se tapó la boca con sus manos arrepintiendose inmediatamente por haber gritado lo que su cuñada le contó en confianza—. Te dejé ir a una fiesta mientras yo pedía dulces con las niñas.
—Amor...
El sonido de un golpe seco contra el suelo les hizo sobresaltarse a todos. William se había caído sobre las sillas con su rojo totalmente rojo, respiraba con dificultad y apretaba su brazo izquierdo.
—¿Qué pasa?
—Llamen a una ambulancia, está teniendo un ataque al corazón.
La ambulancia no tardó en llegar. Colocaron a William en una camilla y lo llevaron al vehículo. Todos los miembros de la familia Way observaban con pesar como se llevaban al hombre.
—Venga con nosotros señorita —le dijo un paramédico a Marie.
—¿Qué? ¿Porqué? No somos pareja.
—Tía Marie, ve —le dijo Gerard empujándola a la ambulancia.
—¡Debes venir conmigo!
—¡No!
—Si, vas a venir.
Su tía lo jaló de la mano con un poco de fuerza y lo obligó a entrar y sentarse a su lado.
Estuvieron sentados en la sala de espera por casi cuarenta minutos, esperando recibir noticias.
—Ya está bien Gee. Vámonos.
—No tía, no puedes irte. Él acaba de tener un ataque al corazón.
—Apenas lo conozco. Tuve que escribir su nombre en mi brazo, mira. —Marie levantó la manga de su camisa de satín y le mostró a Gerard las grandes letras con el nombre de Will.
Gerard la vio con ojos expectantes, su tía nunca acabaría de sorprenderlo.
—Es mi culpa, ¿sabes? —dijo ella—. Tuve oportunidades, hubo tantos hombres que me amaron siempre. Cuando se acercaban yo me alejaba. Ahora estoy aquí a mis 49 y ya es muy tarde.
—William Taylor, ¿Hay alguien aquí por el señor Taylor? —preguntó una voz conocida.
—¿Brian? —Marie se puso de pie inmediatamente.
—Marie.
—¿Trabajas en día de Gracias?
—¿Estás aquí por William Taylor?
—Ehhh...
Era tarde para cualquier excusa que Marie quisiera dar. Brian ya había visto el nombre que ella tenía escrito en su brazo.
—No.
—¿Estás segura? —preguntó señalando el brazo.
—¡Ah! Es amigo de la familia. ¿Cómo está?
—Fue un pre infarto pero estará bien. Fue lindo verte —dijo antes de darse la vuelta y retirarse.
—Di algo... —susurró Gerard una vez que ella se sentó a su lado nuevamente. Brian no estaba muy lejos, revisaba un expediente con una enfermera, por lo que Marie no despegaba su vista de él.
—No puedo... vámonos.
—Tienes que decirle, lo que sea —insistió—. Solo hazlo.
Marie se levantó de un salto, corrió los pocos metros que la separaban de Brian y abrió sus brazos.
—¡Me equivoqué! —dijo en voz alta—. Eres el más increíble del mundo.
—¿Por eso me terminaste?
—Eso hago cuando me asusto. —Acortó la poca distancia, colocándose frente a frente—. Perderte fue el peor error de mi vida. Dime que puedo arreglarlo.
—No puedo... —Brian sonrió—. Imaginarme una vida siendo feliz sin ti. Marie...
—¿Si?
—Yo te amo.
—Y yo a ti —susurró con lágrimas escapando de sus ojos color cielo.
Él la tomó de las mejillas y plantó un pequeño beso en sus labios. Ella se colgó de su cuello y envolvió sus piernas en la cintura de Brian, él la cargó y se fueron del lugar.
Brian abandonó su guardia. Por Marie valía la pena.
Gerard les observó contento. Sintiéndose orgulloso por la valentía de su tía.
*
La noche buena llegó más rápido de lo imaginado. Gerard no estaba de ánimos para nada así que decidió que no iría a casa de sus padres. Después de todo, sabía que sería más de lo mismo.
Se quedó en sus cómodos pantalones de pijama sentado en un sofá en su pequeña sala. Intentó comer chocolates pero simplemente no tenían buena apariencia. Nada lo tenía...
Los dejó en la mesa de centro y tomó un libro, lo abrió por la mitad y extrajo la tira de fotos que tenía guardadas en el.
Con los fuegos artificiales explotando a lo lejos palpó el papel con melancolía. Las fotos eran del cinco de Mayo, en aquella fiesta mexicana que disfrutó tanto con Frank.
No podía recordar mucho de lo último que hicieron esa noche porque habían bebido mucho alcohol. Pero esa foto era la testigo del primer dulce beso que habían compartido dentro de la cabina.
Sonrío un poco y la apegó a su pecho mientras tomaba una decisión. Debía ser valiente como su tía Marie.
A la mañana siguiente salió muy temprano de su apartamento, se cubrió con tres capas de ropa por el frío intenso que se había apoderado de las calles. Subió a un taxi que le llevó al departamento de Frank.
La confianza que había acumulado durante toda la noche se esfumó apenas pisó las gradas de la entrada.
Todo ocurrió muy rápido. Cuando él intentó marcar el número del departamento de Frank, escuchó su voz despidiéndose de alguien. Se giró a tiempo para verlo mientras se colocaba un gorro sobre su cabeza pero no fue valiente para ir tras él y hablarle.
Con un suspiro cansado se devolvió sobre sus pasos hacia su hogar.
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