Celebrations

El tiempo avanza cual enemigo implacable consumiendo todo a su paso. No hay reversa que permita volver en el.

Gerard y Frank lo habían comprobado en incontables ocasiones en el mes que había transcurrido. Ahora juntos el tiempo aburrido y agotador se iba transformando en alegre y agradable.

Junto al tiempo llegaban las festividades para celebrar en familia.

  ✿ Día de San Patricio.

Las calles de la ciudad se habían teñido de verde. De los altos edificios y de los ventanales de los negocios colgaban largas banderas color verde. Por doquiera que se viese abundaban las decoraciones llenas de tréboles, monedas color oro y más verde.

A tempranas horas de la mañana había habido un desfile con carros alegóricos alusivos a la festividad. Todo hermoso y colorido.

—¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! —gritaban todos alrededor de la mesa. Gerard estaba a la cabeza, con una enorme jarra de cerveza en sus manos.

Terminó de ingerir todo el líquido amarillento y golpeó el cristal contra la mesa.

—¡Ese es mi chico! —le elogió Frank a su lado y le dio un pequeño golpe en el hombro. Gerard le vio con ojos achinados pero sonrió y se encogió de hombros.

Habían decidido salir a beber a un bar y colarse a la fiesta que estaban dando. La música sonaba fuerte por todo el lugar y las jarras de cerveza se rellenaban a cada segundo. La serpentina verde brillante adornaba las paredes y largas luces LED formaban tréboles en las columnas. Todas las personas llevaban algún distintivo alusivo a la festividad. Gerard y Frank no eran la excepción.

Gerard recogió su largo cabello en una moña y colocó sobre el una peluca que le llegaba hasta los hombros en color verde, tenía un flequillo que cubría su frente. Decidió usar una camisa verde olivo acompañada con unos jeans celestes. Aquel color hacía que su piel se viese más blanca. Frank por su parte únicamente estaba usando algunos collares largos de color esmeralda en su cuello y un sombrero blanco con estampado de tréboles, una camisa negra manga larga, la cual dobló hasta la altura de sus codos. Simple.

Cuando las personas que estaban tomando en la mesa con ellos comenzaron a dispersarse, Gerard notó a unos pocos metros de distancia, una cabellera color castaño oscuro que bien conocía.

—¿Arthie? —habló Frank. Gerard vio a Frank confundido.

—¡Ay mierda! ¡No es cierto! —exclamó el menor de los hermanos Way. Tomó la mano de Maya y se acercó rápidamente a Gerard y Frank.

—¡Hermano que carajo! ¿Cómo estás? —saludó Frank extendiendo su mano.

—Hola —Arthur correspondió el saludo con alegría.

—Esperen —intervino Gerard—. ¿Ustedes se conocen?

—Espera —Frank vio a Gerard y luego a Arthur—. ¿Ustedes se conocen? —repitió.

—Si. Él es mi hermanito. —Gerard le dedicó una pequeña sonrisa en saludo a su hermano y a sus cuñadas, puesto que Kristin también estaba con ellos.

—Es que Frankie lleva más de un año dándome clases de golf —dijo Arthur.

—¿Juegas golf? —preguntó Maya sorprendida.

—Desde que me conoces solamente. —Maya sonrió y besó la mejilla de Arthur—. Frankie, ella es mi prometida, Maya.

Frank extendió su mano y le dio un leve apretón a la mano de Maya.

—Ella es mi otra cuñada, Kristin y su esposo invisible, Mikey —dijo Gerard. La rubia se acercó a ellos y saludó de forma amable—. ¿Dónde está Mikey?

—No pudo venir. Ya sabes como es él, no le gusta confiar las niñas a una niñera.

Conversaron por unos minutos más hasta que Frank y Arthur se ofrecieron a ir a l barra a pedir más tragos. Gerard y Kristin buscaron una mesa libre y se sentaron en unas altas butacas.

—¿Es el del centro comercial? —preguntó Kris emocionada.

—Si.

—Es lindo.

—¿En serio? —Gerard borró la sonrisa de su rostro. Kristin lo notó e inmediatamente le empezó a atacar con preguntas sobre Frank.

—¿Qué sucede? ¿Son algo así como amigos con beneficios?

—No. No hay beneficios. Apenas y somos amigos —respondió Gerard viendo a lo lejos la amplia espalda de Frank—. Solo nos vemos en las fiestas.

—¿Y cuál es el punto? 

Gerard sonrió falsamente y tiró con sus manos las mechas de cabello verde hacia los lados.

—El punto es que estoy aquí, acompañado y me estoy divirtiendo mucho. Y lo mejor de todo es que ustedes no me están paseando por aquí, forzándome a dar mi número a cualquiera con un cromosoma Y. —Kristin negó.

—Hablando de eso, si recibes un mensaje extraño, es un tipo llamado Steve, es el de seguridad.

Gerard rió verdaderamente ante la broma de su cuñada, ella le acompañó. Era una broma tonta que se había originado por culpa de Donna. Siempre que salían en familia, la madre de Gerard le daba su número a cualquier par de pantalones con tal de que su hijo tuviese una cita. Kristin había encontrado la manera de sacarle el lado chistoso aquello para que Gerard no se sintiera mal. 

Frank volvió con ellos y les entregó sus copas llenas de vodka. Luego Arthur y Maya llegaron con las demás bebidas y así dio inicio a una amena tarde entre tragos y risas.

 ✿ Día de Pascua

Casi a las diez de la mañana del día de Pascua toda la familia Way se había trasladado al campo verde donde por costumbre cada año iban a recoger huevos de chocolates.

Los niños corrían por todo el lugar intentando recolectar cuántos huevos pudiesen. 

—En honor a la Pascua, Frankie disfrutara su primer chocolate decorado con colorante azul. —Gerard llevaba en su brazo un pequeño canasto color celeste, en el llevaba varios huevos que había recogido, extrajo uno y e quitó el envoltorio. Frank caminaba a su lado así que le acercó el dulce a los labios.

—No —Frank empujó con suavidad la mano de Gerard—. Han hecho experimentos con eso y no se descomponen en diez años al sol.

—¿En serio?

—Si.

—Como antiarrugas. —Gerard vio con amor al dulce y se lo comió. Frank suspiró y negó. No había manera de apartar los dulces de la vida de Gerard,eso era seguro.

Para antes del mediodía todos volvieron a la casa de los padres de Gerard. En el patio había una larga mesa con un mantel blanco y celeste, pequeños conejitos de peluche formaban parte de la decoración y los platos blancos estaban colocados de forma pulcra en cada lugar.

 Rowan y Kennedy fueron las más felices ya que habían colocado un enorme castillo inflable para que ellas jugaran.

Gerard invitó a Frank  tomar asiento junto a él para comer. Maya se sentó frente a ellos mientras los demás saludaban o iban en busca de lo que comerían.

Frank estaba admirando las guirnaldas de papel colocadas en las barandas de la casa cuando mujer extravagante bajó las pequeñas escaleras que separaban la casa del patio.

Era Marie. Llevaba puesto un corset negro con una cola pequeña y redonda en los glúteos. sobre su cabeza unas largas orejas de conejo y en sus piernas unas medias negras. Iba tomada de la mano con un muchacho de cabello negro y largo vestido completamente de blanco.

—Felices Pascuas conejitos —dijo animada—. Él es Jesús.

—Entendí la referencia —gritó Frank alegremente.

Donna suspiró y se tomó la cabeza con ambas manos, luego se acercó rápidamente a su hermana.

—En el nombre de Dios, ¿qué llevas puesto? 

—Soy un conejo —le respondió encogiéndose de hombros.

—Esto es un brunch de Pascua. No es la época para disfraces tontos.

Al tiempo que Donna terminaba de hablar otra persona disfrazada se unió a la celebración. Entró saltando por la puerta que unía sus patios y al estar casi frente a ellos quitó la cabeza de conejo de su cara.

—Creo que a alguien más no le llegó el memo... —susurró Gerard en voz alta.

—Oh Brian —dijo Donna, su rostro se iluminó al ver al chico ojiazul—. Estoy feliz de que pudieras venir. —Se acercó a él y lo abrazó por los hombros.

—Gracias. Lamento venir tarde, estaba visitando a los niños en el pabellón de oncología.

Marie colocó una mano en el pecho de Brian. El mirar de ella, sus labios pintados de rojo y el suave tacto de aquella mano, lo dejó sin palabras. 

—Me gustas con disfraz —le dijo en un tono seductor.

Donna no le dio tiempo a Brian para pensar o responder. Empujó a su hermana y arrastró a Brian hasta donde estaba Gerard.

—¿Recuerdas a mi hijo? Gee...

—Por supuesto —extendió su mano y se la ofreció a Gerard—. Eres más lindo en persona.

—Amm gracias.

—Hola, soy Frank, un gusto. —Frank pasó su brazo detrás de Gerard para darle la mano a Brian—. Me gusta tu disfraz de conejo.

—Gracias.

Donna sentó a Brian al lado de Gerard, estaba visiblemente molesta por la presencia de Frank y no se contuvo para decirlo en voz alta.

—Lo siento Brian pero no sabíamos que mi hijo traería un invitado adicional.

—¿En serio? Porque yo explícitamente dije que traería un invitado.

—¿Qué estás haciendo? —susurró Donna.

—¿Qué estás haciendo tu? —Gee susurró en respuesta.

Brian los vio a cada uno a la cara mientras discutían, sintiéndose un poco incómodo se disculpó y les dijo que iría jugar con las niñas. Donna se sentó a un lado de Gerard y le vio con reprobación pues él y Frank continuaban comiendo con tranquilidad.

—¿Vistes lo que hiciste? Ahora Bri pensará que no estás interesado.

—No estoy interesado —replicó—. No puedo creer que trates de elegir a mi pareja. Por Dios, es un conejo.

—Lo hago porque me importa tu futuro. Quiero que encuentres a alguien con potencial real —dijo la indirecta con respecto a Frank, luego se sentó de manera correcta en su lugar, viendo hacia el frente justo donde Marie saltaba de un lado hacia otro y hacía que su acompañante lanzara dulces dentro de su escote—. No quiero que estés como tu tía con esa mierda de holidate.

—Ella se está divirtiendo. —Gerard también miraba en su dirección.

—Va a morir sola en una silla de ruedas con un pañal —Donna le miraba con una mezcla de enojo y desprecio—. ¿Eso es lo que quieres para ti?

—¿Al menos tendría un enfermero? —Gerard le preguntó a su madre con una sonrisa en su rostro. La mujer se levantó de la mesa hecha una furia, murmurando maldiciones.

Frank no pudo evitar chocar su botella de cerveza con Gerard mientras reían. Había sido excelente escucharlo defenderse así de su madre. Ella  no podía obligarlo a nada.

—¿Hace cuánto tiempo estás solo Gee? —después unos minutos Frank preguntó, sentía curiosidad por saber más sobre Gerard. Y aunque Gee no lo reconociera él también quería saber más sobre Frank—. ¿Un año?

—¿Algún problema? Necesito tiempo para procesarlo. A los chicos suelen no importarle los sentimientos, se van y olvidan simplemente.

—¿Sabes? Hay chicas que también son así. Fingen preocuparse, fingen que sus amigos le agradan, sus hobbies como cricket y backgammon. Tal vez empezaron a explorar un par de puertas sexuales que nunca habían explorado antes —Frank se miraba afectado por aquello que indirectamente quería contar, incluso sus ojos estaban llorosos. Su historia con Belén aún le dolía—. Y un día, sin aviso, el baño estaba vacío y ella cambió su número y se escapó con mi plancha para paninis.

—Esas planchas son realmente caras.

—Lo sé, yo la pagué.

Gerard sonrió y dio un par de palmaditas en el hombro de Frank, siendo comprensivo al escuchar su historia.

—Oye, ¿de qué tipo de puertas sexuales estamos hablando?

—¿En serio?

—¿Qué? Tu lo dijiste, soy curioso.

Frank se carcajeo y negó. No le contaría aquello definitivamente.

Quizás no aún.

  ✿ Fiesta Mexicana

Las luces del local cambiaban sus tonalidades constantemente. Verde, amarillo, rojo y azul. Los mariachis tocaban sin parar. La comida y el tequila en bandejas abundaban.

Gerard le había pedido a Frank que lo acompañase esa noche a una fiesta organizada en su empresa. No quería estar olvidado durante toda la noche, solo en una mesa con gente bailando y gozando a su alrededor. Claro que no. Frank por supuesto aceptó encantado

—Oye Frankie, jamás respondiste lo de las puertas...

—Talvez porque no te incumbe —le dijo Frank luego de darle un sorbo a su margarita.

—Vamos dime... ¿Había objetos? ¿Disfraces? ¿Invitaban a alguien?

—Ya basta, por favor, solo porque no tengas una vida sexual propia no significa que te muestre la mía.

—Tengo una vida sexual —replicó rodando los ojos y moviendo su cabeza de un lado a otro.

—¿De verdad? ¿Cuando fue tu última vez?

—¿Y la tuya?

—El jueves —respondió  Frank con simpleza luego de hacer memoria.

—¿El jueves? ¿Con quién?

—Conocí a alguien el día de San Patricio.

—Pero ese día estabas conmigo...

—Sí pero él subió conmigo en mi Uber.

—¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! —comenzaron a gritar.

Ellos tomaron los pequeños vasos de vidrio que les habían colocado en su mesa y de golpe ingirieron el trago de tequila. El líquido caliente quemó sus garganta y les hizo arrugar el rostro.

—¿Qué pasó con la regla número uno? Que era nada de críticas.

—Si es cierto. Lo siento Gee. Tu vida sexual no me importa. Me siento mal por ti, es todo.

—¿Te sientes mal por mi? —Gerard río mientras bebían ahora de unas botellas de cerveza—. Veo lo que tratas de hacer. Estás metiéndome ideas y asustandome para que tenga sexo contigo.

—No quiero tener sexo —le dijo Frank.

—¡Claro! ¿Cómo olvidarlo? No me encuentras atractivo... —lo último lo dijo imitando la voz de Frank.

—Yo no dije eso.

—Lo que sea. Tu te lo pierdes.

—Oh si... —ironizó Frank.

—En serio. Soy fantástico en la cama.

—Claro. Te desarrollaste antes. Hacías pajas a los doce y blah blah blah...

—Es como un talento natural. —Gerard colocó su mano derecha bajó el mentón y vio directamente el rostro de Frank, las pequeñas perlas de sudor que brillaban en su frente y o bonito que lucían sus ojos almendrados esa noche.

—Supongo que nunca lo sabré —le dijo Frank.

—Creo que no.

Luego de aquella pequeña discusión los tragos comenzaron a ser ingeridos con mayor rapidez. Los vasos colocados boca abajo en la mesa llenaron casi todo el espacio y para antes de la medianoche las luces de colores brillaban más ante los ojos de Gee y Frank, la música sonaba con mayor fuerza y el suelo bajo sus pies se movía de un lado a otro hasta que ya no supieron más.

Cuando Gerard abrió sus ojos, enfocó borrosamente el ventilador que giraba en el techo, luego el sol que se colaba por la ventana y por último el dolor que sentía en su espalda por estar acostado en el suelo.

Empezó a respirar agitadamente cuando el pie desnudo de Frank se asomó en el borde del sofá a un lado suyo.

—Hola —susurró Frank con voz pastosa.

—Hola —le respondió.

—Estás en el piso.

—Si... Recuerdo que me caí del sofá y parecía que era muy difícil volver a subir. —Con cuidado se incorporó, quedando sentado sobre sus glúteos en el suelo, se dio cuenta que solo tenía puesto su brallete rojo en el pecho y...

—Creo que... tal vez nosotros...

—No. No lo hicimos —le contradijo a Frank, se puso de pie un poco mareado.

—Tienes puesta mi ropa interior...

Los boxers oscuros de Frank cubrían la parte inferior de Gerard, su pequeña cintura y su plano vientre estaban expuestos así como también sus pálidos muslos.

—Eso no significa nada. Quizás en la noche me dio frio cuando mi ropa interior se cayó.

Encontró sus bragas negras tiradas a un lado de su mesita de centro. Las tomó y se colocó detrás de un sofá para cambiarse.

—Vamos hay forma de saberlo —dijo Frank. Se había acomodado mejor en el sillón, estaba semi sentado con su pecho al descubierto y una manta café cubriéndole de la cintura hacia abajo.

—Bueno... no hay mucha evidencia —dijo Gerard mientras se revisaba—. No hay nada seco en mis piernas. No hay condones en el suelo —lanzó con fuerza la ropa interior de Frank sobre él—.¿Tu no lo puedes saber?

Frank levantó la manta y observó su propio miembro ante al mirada asustada de Gee.

—Se ve un poco cansado pero no creo que este satisfecho.

—Te digo. No lo hicimos. —Salió de su escondite y se colocó una bata oscura sobre su cuerpo.

—Bien —Frank levantó sus pulgares, aceptando con duda aquella afirmación, todo con tal de evitar una discusión—. Pensemos así.

—Bien. ¿Café?

—Por favor.

—¿Crema?

—No gracias, negro.

—Okay. —Gerard caminó deprisa hacia la cocina de su departamento.

Después de todo, siempre una buena taza de café cura cualquier indicio de mal día.

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