Extra: Tercer bebé Karry
Nota de autora: este extra transcurre en el tiempo de la historia de Andrew "La inspiración de Andrew" por ello se ubica en el 2016 y tranquilo, no da spoilers de los libros que transcurren después de este puesto que se enfoca exclusivamente en Karry.
Tercer bebé Karry.
Harry.
6 de junio, 2016.
—Papi, papi, papi.
Alzo la vista del teléfono para ver a Halle viniendo hacia mí gateando, no es que mi pequeña no sepa caminar, es que todo el tiempo hace cosas medio raras o cosas que por supuesto hacen los bebés de casi cuatro años, aunque tengo la certeza que al ser una mini Kae está adelantada para su edad.
Sonrío viéndola gatear hacia mí, canturreando una de sus palabras favoritas para decir "papi", una palabra que me llena el pecho incluso si hay días en los que quiero esconderme de ella, hay que admitir de manera secreta que mi hija es un tornado. Dirijo la mirada a Dan que la ve, sonriendo, desde un lugar del suelo en donde dibuja luego su mirada se topa con la mía y le guiño un ojo.
Si hay alguien realmente paciente ese es Harry Daniel, creo que nadie amará o será tan paciente con Halle cómo mi hijo.
—¿Qué haces, dulzura? —pregunto sonriendo y haciendo el teléfono a un lado.
Ella ríe y continúa gateando hacia mí, alcanzándome y apoyándose de mis rodillas para ponerse de pie aun cuando puede hacerlo sola, luego alza los brazos para que la cargue lo que me hace entrecerrar los ojos.
Tengo esta sospecha de que poco a poco está cayendo en cuenta de que viene un nuevo bebé y no será la menor, porque últimamente quiere ser tratada cómo una bebé que requiere muchísima atención. La idea de tener un hermanito no ha sido la favorita de Halle, cuando se lo explicamos tan bien cómo se lo puedes explicar a una niña de tres años, lloró desconsoladamente antes de determinar que el bebé nuevo sería muy feo, luego pasamos a la etapa en dónde le parecía divertido ver la panza de su nani moverse y retrocedimos a que quisiera dormir con nosotros, acurrucada contra las tetas de Kaethennis —esto último lo entiendo, también amo acurrucarme contra las tetas de mi esposa— y finalmente estamos en la etapa en donde vuelve a ser una niña pequeña que se siente amenazada de la atención.
La alzo y la siento sobre mis piernas, sonriéndole cuando me da su propia sonrisa con dientes pequeños. No puedo evitar pasarle una mano por el cabello que ahora es más rojizo que castaño. No sé si es mi amor de padre, pero mi hija es preciosa con esos lindos ojos azules, mejillas sonrojadas y cabello rojizo, mamá dice que parece una muñeca y a Ethan le encanta joderme la cabeza diciéndome que tendré dolores de cabeza en el futuro y para angustiarme más, me hace saber que serán dolores de cabeza intensos porque Dan aparentemente también hará de las suyas.
Ahora puedo entender completamente el excelente trabajo que hicieron mis padres criándonos, no es un trabajo fácil y admito que la única que no fue tan difícil —énfasis en tan— fue Hilary.
—Soy tu bebé —Me dice agarrándome las mejillas y apretándolas en sus pequeñas manos llenas un poco de chocolate.
—Eres mi bebé, también lo es Dan y lo será Heath.
—Nu-uh —canturrea—. No es tu bebé.
—Sí, dulzura, Heath es mi bebé, tu hermanito que pronto saldrá de la panza de mami.
—No quelo.
Riendo le beso la frente y la abrazo.
—Es nuestra familia y lo queremos, seremos un equipo más grande y papi te va a amar por igual.
Sacude la cabeza frunciendo el ceño y ruedo los ojos tirando de una de sus colas y dándole besos sonoros en la mejilla que la tienen riendo y retorciéndose. No puedo creer que esta pequeña sea la bebé pequeñita que sostuve hace tres años, de una manera egoísta me encantarían que no crecieran y disfrutar más de ellos, solo ver a Dan tan grande e independiente me dan ganas de llorar; el niño que me decía papi azul, comía todo el chocolate y tendía a ser odioso, ahora tiene siete años —en un mes ocho—, dibuja, me llama papá o papi y lee sus cuentos solo. A veces quiero decirle "¡Vamos, pequeño Jefferson! Vuelve a depender de mí" pero la verdad es que amo el niño en el que se ha convertido, verlo crecer es nostálgico y hermoso.
—No es tu bebé —concluye Halle y lucho contra la risa.
El teléfono comienza a vibrar así que estiro la mano para tomarlo, viendo que se trata de Kaethennis, no dudo en contestar.
—¿Necesitas algo, nena?
—Sí, que vengas —dice con voz calmada, cómo si no tuviese ya los nueve meses de embarazo y se encontrara cansada.
—Estaré ahí —digo, pero ya colgó.
Intento bajar a Halle de mis piernas, pero se aferra con sus brazos alrededor de mi cuello y sabiendo que despegarla tomará tiempo, decido simplemente cargarla y subir las escaleras, Dan nos sigue decidiendo que haremos un tour familiar hacia mi habitación en donde dejé a Kaethennis acostada.
—¿Nani está enferma? —Me pregunta Dan tomando mi mano, no queriéndose quedar atrás en la muestra de afecto en tanto subimos las escaleras.
—Nani está esperando que el bebé decida nacer.
—Ah, él es impuntual cómo tío And —dice y ni siquiera preguntaré de dónde mi hijo escuchó eso porque hay demasiados sospechosos.
Cuando llegamos a la habitación, encuentro a Kaethennis caminando con lentitud, con una mano en su espalda baja y otra en el vientre, sus mejillas están bastante sonrojadas y trae algo de ojeras, pero nos sonríe.
—Ah, fui premiada y mi esposo vino con mis bebés.
Dan libera mi mano y corre para abrazarla haciéndola reír, él recarga la mejilla contra su vientre crecido y cierra los ojos de la manera en la que siempre lo hace cuando está entre sus brazos, es algo bonito que espero no cambie ni siquiera cuando sea un adolescente.
Me acerco a ella porque quiero y porque Halle me implora que lo haga, estirando sus brazos en cuanto nos acercamos, pero Kaethennis se limita a tomarle una mano y besársela.
—No puedo cargarte ahora —Le dice con suavidad y luego me ve—. Tienes las mejillas llenas de chocolate.
—Ya sabes por quién —respondo, dejando a Halle, en el suelo, que trepa a la cama junto a Dan y lo abraza.
Dan suspira y se deja abrazar en tanto finge estar durmiendo y Halle intenta despertarlo, esa es básicamente su dinámica de siempre.
—Son lindos —Me dice mi esposa.
—Y por eso debemos tener más.
—No tientes a tu suerte, Harry Jefferson.
Riendo, acorto la distancia entre nosotros y luego le tomo el rostro entre las manos para besarla con suavidad o eso pretendo, pero Kaethennis es demasiado apasionada cómo para conformarse con ello.
Besarnos de esta manera me hace bastante consciente de cómo terminamos con un tercer bebé, los años pasan y la sigo deseando, siempre quiero tenerla desnuda debajo, encima, a un lado, de cualquier manera, estar dentro de ella es de mis pasatiempos favoritos. Cuando decidimos tener el tercer bebé es muy posible que fuese procreado esa misma noche, tal vez la canción de Dexter sobre semen potente es real.
Heath pudo ser procreado en la cama, el baño o cualquier rincón de esta casa en donde lo hacemos cada vez que no hay alerta de nuestros hijos apareciendo incluso pudo ser creado en la camioneta o en el baño del estudio de grabación.
Mientras nos separamos tras el beso y la veo sonreírme con su mirada cansada, pienso en cómo esos ojos grises me conquistaron desde el principio y cómo aun me sorprendo al verlos cada mañana. Sí, Kaethennis no es una persona fácil y claramente tenemos nuestras discusiones, con ella aprendí de paciencia y espera y conmigo ella aprendió de confianza y entrega, hacemos un buen equipo y somos esa sorpresa del amor y pasión que no se desgasta.
—Tengo mucho calor —Me hace saber— y creo que contracciones bastante leves.
—Espera ¿Qué? —Me enderezo y doy un paso atrás para evaluarla, llevando las manos a su vientre— ¿Ya va a nacer?
—Ahora mismo no, pero quizá en unas horas si sigue así... Hace tanto calor —Intenta recogerse el cabello.
Tomo la goma y lo hago por ella, descubriendo que de hecho transpira y el clima no está para nada caluroso.
Presiona la frente de mi hombro y se agarra de mi cintura en tanto la escucho suspirar mientras le masajeo los hombros. Un rápido vistazo a la cama me hace descubrir que los niños se quedaron dormidos: Dan de costado con las manos debajo de la barbilla y Halle básicamente sobre él, aferrándose a la camisa de su hermano con ambas manos incluso en sueños buscando su cercanía.
—Así que... ¿Va a nacer? —pregunto.
De inmediato mi esposa me da un golpecito en el brazo que me sobresalta y me hace quejarme aunque no me duele.
—No empieces y no, no va a nacer en este momento, pero creo que será mejor que lleves a los niños con tu mamá.
—¿Llevarlos? No te dejaré sola, llamaré para que Dexter venga por ellos y los lleve con mamá.
—Lo que sea, solo haz que estén con ella.
Me pide todo esto, pero no me suelta, de hecho se aferra más a mí, lo que me hace sonreír.
—Oye, Kae —susurro.
—¿Humm? —Alza el rostro para verme y le sonrío— ¿Por qué es esa sonrisa comemierda?
—¿Te acuerdas cuándo no me podías decir que me amabas y me dijiste que no tendríamos más hijos? Mírate —Me rio por lo bajo y obtengo un pellizco.
—Qué idiota, tal vez debería divorciarme —asegura liberándome.
—¿A dónde vas?
—Tomaré un baño, tengo mucho calor. Encargarte de que los niños lleguen con Hannah... ¡Dios! Qué maldito calor ¿Qué tan difícil puede ser nacer, Heath? Me haces pasar esta larga espera.
La veo refunfuñar y entrar al baño en donde pienso alcanzarla en un momento, pero primero le marco a Dexter que no tarda en responder.
—¿Qué puede querer el bastardo de ojos azules de su hermanito?
—Creo que el bebé nacerá hoy —Suelto y sonrío cuando murmura una de sus palabrotas—. ¿Puedes venir por Halle y Dan para llevarlo con mamá?
—Pero por supuesto, esa jodida pregunta ni siquiera deberías hacerla.
—Bien, ahora están durmiendo, pero les armaré las mochilas, no les diré que el bebé nacerá, no quiero que se preocupen.
—¡Maldita sea, Harry! ¿Cómo es que naciste para ser este papá perfecto? Eres un jodido fastidioso que hace que los demás tengamos que esforzarnos mucho más.
—Es mi don —Alardeo con diversión—. Ven por ellos en una hora y media para que duerman su siesta tranquilos y se silencioso, Kae no se queja, pero sé que quiere tranquilidad mientras comienza todo este proceso.
—¿Estás listo para volverte un imbécil? —Se burla mi hermano—. Es el único momento en el que no eres inteligente, Hottie te odia en esos instantes.
—No es cierto.
—Claro que sí —Se ríe—, pero no te juzgaré. Te veo en un rato.
Finalizo la llamada y dejo el teléfono en total silencio para que su vibrar no despierte a los niños en tanto me saco la camisa y verifico que duermen, yendo al baño para encontrar a Kaethennis de pie con los ojos cerrados y la espalda apoyada de la pared. La tina ya se encuentra con suficiente agua por lo que cierro el grifo antes de ir hacia ella.
No hablo, en lugar de ello la ayudo a desvestirse captando su pequeña sonrisa y acariciándole el vientre bastante crecido, aunque fue es más pequeño que durante el embarazo de Halle, sin embargo, este ha dejado más huellas: algunas estrías, un par de manchas y el cambio en su ombligo que detesta bastante. Una vez está desnuda, hago lo mismo y pronto estamos sentados en la tina, con ella entre mis piernas en tanto le masajeo los hombros.
—Siento que explotaré —susurra—. Hacia el final del embarazo siempre me estoy volviendo loca.
Si hay algo que aprendí durante el proceso de parto de Halle es a no decir "tranquila, estarás bien" porque eso la vuelve diabólica e irreconocible, la ofende y me deja a mí cómo un idiota al que le promete que nunca más la tocará y a mí me encanta demasiado tocar a mi esposa por lo que me limito a continuar con el masaje.
—¿Por qué no hablas?
Ah, el silencio también la enfada.
—No vas a explotar...
—Sé que no voy a explotar, Harry, gracias por decirme lo obvio.
»Tengo los pies terriblemente hinchados, me duele la espalda y hace semanas que no sé lo que es dormir bien. Siempre romantizan los embarazos y sí son algo bonitos, pero en un punto también son insoportables, esta es la parte en donde me digo "no volveré a hacer esto", pero es tu culpa.
—¿Mi culpa?
—Sí, porque eres un papá maravilloso y cuando te veo solo pienso en tener más, aparte eres súper caliente y atractivo razón por la que siempre quiero estar teniendo sexo contigo ¡Y además de ello! Te gustan los bebés, por lo que termino así.
—¿Te parece un excelente argumento para hacerme culpable?
—Me parece —asiente, recargando la espalda de mi pecho.
»Extraño el sexo, verme los pies, que no me duela la espalda, poder depilarme a mí misma, no ser tan gruñona y no odiarte un poco.
—Pero... —insto a continuar y ríe por lo bajo, estirando una mano hacia atrás para acariciarme el cuello.
—Pero amo que creamos otra personita de los dos, que planeamos este embarazo, que lo amaremos, amo sus movimientos en mi interior, que nuestra familia crezca y que pronto lo conoceremos. Estos nueve meses han valido la pena, no me arrepiento.
Tampoco lo hago aunque mi labor no se puede comparar con la de ella, es una reina, fuerte y tan valiente. Tengo todo un revoltijo de emociones en mi interior, no me puedo creer que pronto podremos cargar a nuestro tercer bebé, me parece irreal que dos personas que el destino reunió hoy estén aquí.
Cuando le declaré mi amor y le hice saber que la amaba y que esperaría por ella, no imaginé que años después estaríamos aquí, no me consideré lo suficiente afortunado para saborear esta felicidad, una con altibajos, pero una que no cambiaría por nada.
***
7 de junio, 2016.
—Harry... —Escucho a lo lejos—. Harry...
Me remuevo, girando de costado y acomodando con una mano la almohada antes de sentir una ligera sacudida.
—¡Maldición! Abre los ojos, Harry Jefferson.
Es como si fuese una orden, porque abro los ojos clavando la mirada en el techo, pero ¿Qué demoni...?
—¡Maldita sea, Harry! Esta fue tu idea, abre los jodidos ojos.
Si no fuese por el tono de voz más suave y que sé que es de mi esposa, pensaría que se trata de Dexter con sus malas palabras, pero habrá que recordar que Kaethennis tiene una boca bastante sucia cuando se altera o los niños no están cerca.
Me incorporo con rapidez, parpadeando varias veces antes de voltear a ver a Kaethennis, que me ve con molestia y está sudando, un gemido profundo escapa de ella antes de que maldiga.
—Nena ¿Qué...?
—Va a nacer.
—¿Ahora?
—No, Harry, en diez años —Me dice con acidez.
No me lo tomo como algo personal y aprieto los labios para no preguntar lo que quiero y que va a estresarla: ¿Va a nacer?
—Muy bien, vamos a la clínica —digo bajando de la cama y poniéndome rápidamente los zapatos.
Sabiendo que esto era una posibilidad, me acosté a dormir con un jean y camisa en caso de que tuviera que salir a toda prisa. Un rápido vistazo al teléfono me hace ver que son las dos de la madrugada.
Rodeo la cama haciendo una mueca ante el sonido de queja y dolor de Kaethennis que me ve de una manera no muy amistosa en tanto la ayudo a ponerse las pantuflas y a ponerse de pie.
—Te odio, Harry Jefferson.
—No es cierto, me amas.
—No tanto.
—Sí, bastante —digo, escondiendo la sonrisa y guiándola fuera de la habitación.
—Cárgame, no quiero caminar.
—Nena, tu médico dijo que debías caminar para ayudar con la dilatación.
—Pura mierda. Cárgame.
—Vamos, te ayudaré a caminar.
—Te odio —repite.
—Hieres mis sentimientos, nena.
—No me importa.
Esta vez rio y maldice, pero me dice que me ama cuando la cargo en el tramo de las escaleras, para reafirmar que me odia cuando la vuelvo a dejar sobre sus pies. No me molesta cargarla, pero genuinamente su médico dijo que le haría bien caminar.
Hago una llamada rápida a dicho doctor para hacerle saber que vamos en camino y envío un mensaje en difusión para nuestras familias y amigos. Poco después estamos en la camioneta en donde ya se encontraba el equipaje del pequeño y de ella. Trato de conducir con calma, de mantenerme razonable y ser una mejor versión de mí que el parto de Halle, no es fácil y digamos que mi esposa está siendo especialmente difícil.
—Este es el último, Harry. Se cierra nuevamente la fábrica.
—¿Te duele?
—Un poco, pero sé que se pondrá peor, solo date prisa, hagamos esto rápido.
Estoy seguro de que algunas multas me llegarán a la casa porque conduzco por encima del límite de velocidad, pero eso hace que ella se queje menos y de hecho vuelve a ser una persona amable para cuando en la clínica la trasladan en una silla de ruedas.
Pero eso no dura demasiado.
A medida que las contracciones se hacen más fuertes, vuelve a ser malvada, no verbalmente, pero esas miradas que me lanza dicen muchísimo y en este momento estoy lejos de ser su persona favorita.
Salgo un momento de la habitación y lo primero que me recibe es la sonrisita burlona de mi hermano.
—¿Qué tan enojada está? —Me pregunta Dexter viendo a la puerta detrás de mí.
—Muy parecido al parto anterior —digo y él ríe.
—Entonces Hottie en este momento es un demonio escupiendo fuego.
—No es una persona feliz —Me limito a decir y ríe aún más—. Debo volver con ella, avísales a todos que estamos bien y que aun esperamos que dilate lo suficiente, hasta el momento seguimos con parto natural y no hay ninguna amenaza para ellos.
—Está bien, bastardo de ojos azules, vuelve con Hottie y háganme una vez más tío.
Me da un breve abrazo y cuando entro, de nuevo me lavo las manos hasta los antebrazos antes de ir con Kaethennis.
Las siguientes horas son un sube y baja. Es Kaethennis con contracciones, momentos cariñosos y otros es ella estando furiosa, son quejas de que el bebé no se da prisa y luego disculpándose con él por ser tan impaciente, pero que ya lo queremos conocer. En algún punto nos permiten que ella camine afuera y descubrimos que Katherine, Keith y Bridget se encuentran con mi hermano, es dulce que la animen con palabras, pero a mi esposa la estresa y se silencian cuando les advierte que o se callan o se van.
—No necesito ni quiero que me alienten, si van a estar aquí hagan silencio —Les gruñe y me muerdo el labio inferior para no reír ante la conmoción de sus rostros.
»Estoy por tener a un bebé no en un juego de futbol pidiendo porras —Masculla apretándome la mano y continuando con la caminata para acelerar el proceso— y el que se ofenda se va.
—Perra cómo siempre —Comenta Bridget tomando asiento y riendo.
Ella también ríe, pero luego gime doblándose un poco y clavándome las uñas en el brazo.
—Te odio, Harry.
Ya se estableció que me ama mucho y que es el calor del momento, por lo que asiento.
—Acepto tu odio.
—No más bebés.
—Claro.
—Hablo en serio, Harry.
—Muy en serio —digo y me clava aún más las uñas.
—No te hagas el gracioso... ¡Maldita sea! ¿Cómo pensé que pasar por esto otra vez era buena idea?
—Por eso yo no tendré hijos —comenta Katherine desde una silla— y si cambio de opinión, siempre puedo adoptar.
—Es una buena decisión, Fiver, adoptar es malditamente increíble —Le asegura Dexter, quien le pasa un brazo alrededor de los hombros y comienza a explicarle cómo es que adoptar es algo que todo aquel que pueda debería hacer.
Incluso yo lo escucho por encima del odio proclamado hacia mí de mi esposa.
El parto de nuestro bebé número tres toma más tiempo que el de sus hermanos y eso conlleva a largas horas en las que Kaethennis camina por los pasillos, se agacha, queja, suda y espera; nos sugieren apresurarlo todo con una cesárea, ella se niega diciendo que puede con esto y yo estoy de los nervios porque no quiero verla pasar más dolor y también porque la admiro demasiado.
La ayudo a hidratarse, caminar, le limpio el sudor y aguanto sus declaraciones de odio y amor. A las siete y media de la mañana, sin dormir, atendemos la vídeo llamada de Halle y Dan que quieren hablar con nosotros. Dan es cauteloso sobre que a su mamá parece que algo le duele y que, desde su perspectiva, el bebé no está siendo amable y Halle insiste que ese bebé no es nuestro, solo le falta pedirnos que lo regalemos.
—Será nuestro bebé —Le dice Kaethennis con dulzura, ocultando su agotamiento y dolor—. Lo amaremos mucho, cariño.
—Nu-uh no es de aquí —Insiste Halle—. Ven, nani, ven.
—Vendrá pronto —Le dice Dan—. Debemos esperar.
—No quelo.
—No seas tonta, Halle —Veo la manera discreta en la que Dan le tira un mechón de cabello.
Pero el llanto de Halle no es nada discreto cuando dice públicamente que su hermano le ha jalado el cabello y lo mucho que le duele, que no creo que sea tanto. Para no estresar a Kaethennis me alejo dando una de las tantas charlas de "amamos al nuevo bebé" "no le tiramos el cabello a nuestros hermanos", agregando el "no pateamos a nuestros hermanos" cuando Halle lo hace en venganza. Me sorprende querer más hijos aun después de esto.
Me despido de ellos deseándole un lindo día en el kínder y en la escuela, me acerco de nuevo a Kaethennis que regresa a la etapa de odio y nos quedamos en esa etapa al menos cuatro horas más porque casi a las once de la mañana, finalmente cuando ya estaba por volverme loco, y tras más de siete horas de labor de parto, el bebé decide que quiere nacer.
Tengo este instante de Deja vu, en donde el doctor le pide a Kaethennis que puje, sus internos presentes y dos enfermeras, la habitación preparada, ella en la camilla quejándose, pujando y su agarre mortal en mi mano.
Así nos conocimos y así recibimos a nuestro segundo bebé.
Sus uñas se clavan tan fuerte en el dorso de mi mano que hago un sonido de protesta en voz alta.
—¡Te aguantas! —Me ordena— Porque esto es tu culpa.
Recuerdo perfectamente que este bebé lo hicimos lo dos, pero sabiamente no lo menciono.
—Tú puedes, nena, un poco más —Le digo sonriéndole y me da el intento de una sonrisa antes de pujar de nuevo.
Sorprendentemente nuestro bebé decide que ya agotó lo suficiente a su mamá y apenas un par de minutos después el doctor está anunciando que la cabeza ya se encuentra casi afuera y otro par de minutos después, ese llanto que de inmediato me llena los ojos de lágrimas y el corazón de emoción, llena el lugar.
Es un llanto enfadado y fuerte, la primera impresión de que Heath Donovan Jefferson acaba de nacer.
Volteo, viendo cómo lo atienden y apenas rio, las lágrimas comienzan a caer en tanto giro hacia Kaethennis, ella luce exhausta, pero infinitamente feliz sonriendo entre lágrimas.
—Lo hice, una vez más lo hice —Me dice con voz enronquecida.
—Lo hiciste, nena, eres asombrosa —Me inclino besándola.
—No te odio, te amo mucho y sí me gusta que tengamos bebés.
—Lo sé, ya hemos hecho esta rutina antes.
Ambos reímos antes de que conozcamos finalmente a nuestro bebé cuando lo dejan sobre su pecho. Se encuentra rojizo, su pequeño rostro demuestra enfado porque continúa llorando y es más pequeño de lo que recuerdo de sus hermanos al nacer y tal cómo ellos, tiene un montón de cabello que en este momento es oscuro. No abre los ojos hinchados, el pequeño aun no nos quiere dar ese privilegio.
—Hola, mi amor, finalmente nos conocemos —Le susurra Kaethennis y luego ríe—. Hueles raro, pero se entiende y no te juzgamos.
—No seas mala —Rio y dejo que el pequeño me atrape el índice mientras lloriquea más calmado—. Es un placer conocerte, Heath, te estábamos esperando y te amamos.
—Y se cierra la fábrica —dice ella.
No respondo.
***
8 de junio, 2016.
—¡Ah! —dice Halle aferrada a mi cuello para ver mejor a su hermanito— ¡Un muñeco! ¡Me gustaaah! Es mío.
Kaethennis y yo compartimos una mirada sonriéndonos en tanto Halle canturrea que es su muñeco, de nadie más, que es un bebé, su bebé.
Bajo la vista hacia Dan que se mantiene en silencio observando a Heath entre los brazos de Kaethennis, quien lleva ropa abrigada color lila y se ve tan pequeño. Mi hijo mayor se quita rizos del rostro para después encogerse de hombros.
—Está bien —Se limita a decir.
—Tal vez no lo recuerdes, pero cuando Halle iba a nacer pedías un Adam —Le digo y me da una pequeña sonrisa.
—Ya tengo un Adam —Me hace saber volviendo la vista al bebé—. Él es un Heath, no pedí un Heath.
De acuerdo... Dan lo evalúa con intensidad, cómo si aún estuviese pensando cuál es el veredicto final.
Tal vez nos preocupamos demasiado por la reacción de Halle ante no ser la menor que no llegamos a pensar que podía ser Harry Daniel quien se sintiese extraño de no ser el único niño y tener que ser el hermano mayor de alguien más.
—¡Es mi bebé! —Hace saber Halle emocionada en mis brazos—. ¡Mi muñeco!
Y debido a su grado de efusividad me planta muchos besos en el rostro en tanto canta "mi bebé, mi muñeco."
—Es tu hermanito —dice Kaethennis.
—Nuh-Uh. Es mi nito —señala a Dan—. Es mi bebé muñeco —señala a Heath.
Kaethennis ríe y luego se baja el camisón para darle de comer al bebé, Dan frunce el ceño y Halle jadea.
—¡Nani, yo quelo! —Pide nuestra pequeña queriendo saltar de mis brazos a la cama, la sostengo con fuerza.
—Oh, no, dulzura, no volveremos a que te den pecho, esa es la comida de Heath —Me rio.
—¿Te duele? —Le pregunta Dan a Kaethennis, acercándose y estirando una mano para tocar la mano del bebé.
—Un poquito, pero luego no dolerá, lo prometo. También hice esto contigo y con Halle.
—¿Lo hiciste? —pregunta desconcertado.
—Sí, lo hice.
Nos quedamos en silencio viendo al bebé comer y luego Dan voltea a verme, quitándose rizos del rostro con una mano y finalmente sonriéndome.
—Es bonito —dice.
—Sí, mis hijos son muy bonitos e increíbles —Le hago saber devolviéndole la sonrisa y se acerca para abrazarme por la cintura—. Mis tres hijos.
—Lo hicimos bien, Harry Jefferson —Me dice Kaethennis viéndose hermosa aun estando tan cansada.
—Tú lo hiciste bien, Kaethennis Jefferson.
«Te amo» gesticula y le devuelvo las palabras en voz alta.
—Ti amu —canturrea Halle.
Pasan largos segundos antes de que Dan lo diga en voz muy baja, pero lo escuchamos:
—Ti amu.
Feliz San Valentín 2022. Los ti amu mucho.
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Un beso.
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