Capítulo Veinticuatro
VEINTICUATRO
31 de mayo, 2011
He hablado al menos seis veces por teléfono con mamá y todas esas veces he pedido con Harry Daniel. Después de ver a Jake el día de ayer tengo ese miedo, puedo compartir a mi hijo, dejarlo querer y ser querido por las personas que buscan su bienestar, pero no estoy dispuesta a compartir a Harry Daniel con Jake.
No puedo evitar respirar hondo y mirar fijamente la pantalla de mi laptop en donde he transcrito las diversas anotaciones de la biografía de BG.5 que tiene cinco capítulos de borradores, de los cuales tres ya han sido aprobados por Amelia. Me gusta lo que estoy haciendo con este proyecto.
Google alerta me envía una notificación de un nuevo artículo sobre la banda, pero al abrirla me doy cuenta de que se trata de Harry... Nuevamente.
Es la misma noticia desde una diferente narración.
«¿Jenny y Harry lo retoman?» leo el título más que un par de veces y estoy segura de que la expresión de mi rostro no es feliz.
Leo cada línea. Lo abordan como una especie de cuento de hadas en la que el príncipe y la princesa se reencuentra en un amor más fuerte que nunca y estoy suponiendo de que si así es el cuento, mi papel tiene que ser el de la bruja, como la villana que los separa.
Afortunadamente para mí no estoy en el radar de la prensa y prefiero que se mantenga así.
Admito que me molesta este articulo y que estoy tentada a escribirle a Harry, pero mi orgullo me lo impide.
Hay fotos de ellos desayunando esta mañana, más de las que ya había visto a tempranas horas, también se especula que ella asistió a su ensayo y hago zoom en la foto.
—Obviamente eres preciosa, Jenny, no puedo ser una idiota quejándome de ti —murmuro detallando su piel dorada, el cabello abundante castaño con destellos rubios, la sonrisa perfecta y un cuerpo por el que quiero aplaudir y preguntar cómo lo logró.
No me gusta compararme con otras mujeres, dejé ese hábito hace mucho, pero no puedo evitar tocarme los pechos al ver los suyos tan firme.
Amamanté todo un año y durante siete meses me encargué de una agotadora lactancia materna exclusiva. Mis pechos no cuelgan, pero no son tan turgentes como en el pasado, quedaron más grandes, pero tienen una ligera caída. Sí, disfrutó de no usar sujetadores con ropa ajustada que los lleva más firme y me encantan mis tetas en general, pero ¡Joder! Aun puedo recordarlas respingonas y alegres.
—Mis tetas son increíbles —digo en voz alta dándole unos apretones antes de respirar hondo y cerrar el artículo.
No sé qué me molesta más, el hecho de que su exnovia luzca perfecta, el que él se reuniera con ella, que lo atraparan en ello o conmigo por recluirme en esta habitación de hotel cuando hace unas horas leí el primer artículo. Concluyo en que cada punto expuesto anteriormente me hace sentir molesta.
Pero tengo más rabia conmigo misma.
—Muy bien. Kaethennis, ella es ex novia y tú eres... —Me detengo porque no conozco la respuesta—. ¡Mierda! Como me joden estas preguntas existenciales.
***
2 de junio, 2011
Estoy impresionada de la casa que se alza frente a mí ¿O debo llamarla mansión?
Es la definición de dinero, comodidad y lujos. Se alza con una fachada que imita a un castillo y antigüedad con un jardín delantero precioso que mi hijo amaría por la diversidad de flores. Hay ventanales que en este momento se encuentran protegidos y escalones pequeños a los que llegas con un camino de piedra que parece sacado de un cuento de hadas.
—Deberías de cerrar la boca —Se burla Doug, a quien me ofrecí a traer para que me guiara hacia la casa de los padres de Harry.
¿Este es su hogar de infancia? ¡Dios mío! Debió pasarla increíble jugando e imaginando aventuras. Abro mi boca con sorpresa en cuanto detengo el auto. La casa frente a la que aparco parece una casa salida de un anuncio publicitario de "lleve su casa perfecta".
Como sigo mirando con impresión, Doug me toca la barbilla simulando que me hará cerrar la boca y en automático le doy un manotazo que lo tiene riendo.
—Parece de película o un cuento de hadas. No pensé que realmente este tipo de mansiones existiera.
—Harry y Dexter son unos niños ricos —bromea, caminando detrás de mí hacia los escalones.
—Mi hijo amaría este lugar.
—¿La mansión?
—No, las flores, el césped bien cuidado. Es como su paraíso, por eso mi hermano lo llama jardinero pobre.
—La verdad es que pese a ser adinerados, los Jefferson siempre han sido bastante agradables y no ostentosos, te encantarán tus suegros.
Me detengo y giro para mirarlo.
—¿Qué? No finjas que no quieres comerte enterito a su hijo mayor.
—No digas eso frente a ellos.
—Pero no lo niegas.
—Me reservo mi respuesta —Sonrío, sintiéndome cómoda con él, como si fuese mi amigo desde hace mucho tiempo.
Subo los escalones con la mirada en el suelo para apreciar los detalles de la pedrería y cuando finalmente nos detenemos frente a la puerta, Doug vuelve a hablar.
—La casa de los Jefferson es algo muy impactante, la primera vez que vine me sentí como en un mundo paralelo, me daba miedo dañar su césped o tocar cualquier cosa, pero Hannah y Carter fueron geniales haciéndome saber que estaban bien, que no les molestaba que curioseara. Y Hilary —Hace una pausa sonriendo—, me convenció en medio de balbuceos y un sonrojo epíco que no me odiarían si dañaba alguna flor, pero me advirtió que no ensuciará los sofás crema porque a su mamá le gustaban muchos.
—Entonces ¿Te llevas bien con Hilary Jefferson?
Se rasca la parte baja de la nuca.
—Podría decirse que sí. La quiero y supongo que me quiere. Ella es genial, ya no balbucea, pero aun se sonroja y... Sí, nos llevamos bien.
—Cuánto entusiasmo —Dejo caer dándole una mirada de reojo.
—Solo te respondía —Me hace saber a la defensiva y tarareo, pero me hace a un lado en broma y presiona el timbre.
Poco después la puerta de abre y una chica de grandes ojos azules parecidos a los de Harry, aparece. Es solo algo más baja que yo, pero apenas unos centímetros, tiene una piel que parece de porcelana con rasgos definidos en pómulos altos, barbilla delgada, un labio inferior carnoso y uno superior con un arco de cupido increíble. Pensé que Harry tenía las mejores pestañas, pero ella al parecer le ganó y sus cejas gruesas se arquean de manera perfecta completando un rostro jovial y precioso. Trae el cabello oscuro en ondas armadas por alguna tenaza y un pantalón colgando de sus caderas que pone la atención en su abdomen plano con un top tipo suéter arriba.
Creo que es de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida, en fotos se veía hermosa, pero en persona abruma un poco.
Y ella no me ha puesto atención porque esos grandes ojos azules miran a Doug antes de sonreírle y cuando volteo, el rubio se encuentra devolviéndole el gesto.
Entonces me siento por fuera porque se miran por largos segundos en los que la piel de ella se va sonrojando.
—¿Recordaste el camino a mi casa? —Le pregunta y Doug ríe.
—Nunca lo olvido, si lo perdiera en mi memoria, entonces ¿Cómo vendría a verte?
—Mentiroso, nunca me visitas porque te da miedo.
—¿Miedo de qué?
—Quién sabe.
Tiene agallas en su inofensivo coqueteo incluso si el sonrojo no desaparece.
—Entonces ¿Vas a saludarme? —pregunta Doug.
—No con un abrazo, tú y yo no hacemos eso.
—Podríamos hacerlo ahora, princesa Jefferson.
Ella se muerde el labio inferior y mira a Doug sin perder el sonrojo, cuando bajo la mirada a las manos del rubio me doy cuenta de que los dedos de una de ellas se mueven de manera inquieta.
Ella le gusta y a ella le gusta él.
—Hola, Doug —Le extiende la mano y él ríe estrechándola con la suya antes de llevársela a los labios y besarle el dorso—. Ahora estás tratándome como a todas tus chicas.
—No es cierto, solo lo mejor para ti.
—Eso es porque me tratas como la hermanita de tus mejores amigos —Lo acusa con una sonrisa que se tambalea y recuperando su mano antes de finalmente mirarme—. ¿Kaethennis? Guau, qué impresionante eres, mejor que la descripción de Harry y eso que él hizo una muy buena.
Sonrío y extiendo mi mano hacia ella.
—A ti las fotos no te hacen justicia, Hilary.
—¿Salgo fea en ellas?
—Ella sabe que sale hermosa en todas —Rueda los ojos Doug avanzando y pasando convenientemente a su lado por lo que sus costados se rozan mientras entra a la casa.
—Me refería a que eres incluso más hermosa.
—Gracias —Me sonríe—. Dex dice que soy la hermana linda de los tres, pero creo que solo intenta consolarme por condenarme a tener dos hermanos que medio mundo se quiere devorar.
»Pero dejo de distraerte, pasa, te estábamos esperando —Se hace a un lado y tras cerrar la puerta camina a mi lado—. ¿Te gusta Londres?
—La verdad es que sí, he venido varias veces y la paso bien.
Me gusta Liverpool, pero tengo que admitir que de pequeña fantaseaba con vivir en Londres de una manera típica con su ajetreado tráfico, los pubs, la movida turística y su clima frío, quizá lo romantizaba, pero a mí me sonaba genial.
Ella no es tímida para hablarme con su voz suave y la mayoría de sus frases salen con una sonrisa amigable mientras reparo en las hermosas paredes y los cuadros artisticos. Creo que sus fotos familiares le dan el toque cálido.
Cuando llegamos a la sala, descubro que es una casa de concepto abierto lo que la hace ver aún más grande y todo luce tan elegante y de buen gusto, pero se siente cálido, vivo, te hace saber que es un lugar habitado y que ha dado vida familiar.
—Qué casa tan hermosa —No puedo evitar decir.
—Sí, mamá y papá lo hicieron bien, siéntete bienvenida, es genial que finalmente te conozcamos.
—¿Harry ha hablado mucho de mí? —Me pica la curiosidad.
—Harry es intenso cuando algo lo apasiona y hablarnos de ti lo hace. Lo hizo en el pasado cuando nos contó sobre la experiencia al conocerte en el hospital y lo hace ahora que has reaparecido en su vida. Me gusta cuando se pone así porque sus ojos brillan y dice cosas impresionantes. No sé, es mi hermano y debería de estar acostumbrada, pero no sé si has notado que Harry tiene un don de convocatoria, de atraparte mientras habla.
—Me he dado cuenta.
—Cuidado, él podría convencerte de cualquier cosa con un discurso.
—Gracias por la advertencia —Le sonrío mientras nos guía al jardín trasero.
Me cuesta creerme que estoy en la casa en donde Harry creció.
Es la primera vez que vengo a la casa de los padres de un hombre que me gusta en donde ellos estén presentes. Solía colarme en el pasado o ir cuando no estaban. Y aunque esta visita en parte es por la biografía, Harry también me invitó con otro propósito incluso si estoy enojada.
Si pensaba que el jardín delantero era precioso, el trasero es una fantasía.
Parece decorado para algún evento con columpios ubicados estratégicamente, una casa del arbol, flores, bancas y mesas. Es muy grande y tan bonito.
El primero en verme es Dexter, quien acorta la distancia para darme un exagerado abrazo que me tiene sonriendo.
—¿Ya conociste a mi increíble hermana? —pregunta pasando un brazo alrededor de mis hombros y otro en los de Hilary, guiándonos hacia los demás.
—Sí, tu hermana me cae muy bien.
—También me caes bien, Kaethennis.
Doug ya se encuentra junto a los demás, intentando molestar a Ethan que me da un saludo con la mano mientras se lo quita de encima. Andrew me sonríe y cuando miro a Harry, parece indeciso sobre como abordar el hecho de que estoy molesta con él, cosa que he dejado en claro al ignorar sus mensajes o responderlos de manera cortante.
Desvío mi mirada hacia sus padres y ¡Santa mierda! El papá de Harry está que arde.
El señor Jefferson es tan alto como Harry, tiene los ojos azules y su complexión no es la de un hombre perezoso, tiene que hacer algún tipo de ejercicio porque, aunque no está marcado como sus hijos, su cuerpo habla de fuerza y buenos hábitos. Aunque su cabello es oscuro como el de Hilary con algunos toques grises, el parecido de Harry con él es marcado de una manera sutil, veo más de Hilary en él que de Harry.
Luego miro a la señora Jefferson, es muy bonita. Su sonrisa es cálida, con un toque travieso que brilla también en la mirada de sus cálidos ojos marrones. Su cabello es del tono exacto del castaño de Harry y ella es la dueña de las pestañas que heredó a sus hijos. No es de complexión delgada, de hecho, tiene curvas y es alta cuando se pone de pie.
Los señores Jefferson juntos lado a lado, son todo un cuadro.
—Bienvenida, Kaethennis, qué gusto finalmente conocerte —Ella avanza hacia mí sonriendo y con los brazos abiertos que me atrapan en un abrazo inesperado.
Huele increíble y es cálida.
—Puedes llamarme Hannah y el guapo fundador de los ojos azules de esta familia, es mi esposo Carter.
—Mamá, ya lo conquistaste, no necesitas adularlo —Le hace saber Dexter y ella se encoge de hombros.
—Mientras yo viva mi esposo siempre sabrá que es el más guapo —dice con una mirada traviesa y sonriéndole al señor Jefferson.
Y puede que Dexter sea adoptado, pero la crianza hace cosas maravillosas, porque veo en los gestos de Hannah y su mirada, mucho de él.
—El placer es mío —aseguro estrechando la mano del señor Jefferson.
—También puedes llamarme Carter. Hemos escuchado muchas cosas buenas sobre ti.
—Tienen una casa muy hermosa.
—Le hemos puesto corazón y el mejor ingrediente fue llenarla de tres niños traviesos y juguetones que le dieron vida —Me asegura Hannah pasando un brazo alrededor de la cintura de su esposo—. Luego si quieres podemos darte un recorrido.
—Qué tomará horas —asegura Ethan y Hannah entrecierra los ojos hacia él—. Sabes que es verdad.
—El lo está exagerando —Me hace saber Hannah al tiempo que Dexter me gesticula un "Ethan dice la verdad."
Me encantan estas personas, con ellos siempre estoy sonriendo.
—Pero siéntate, Harry irá por bebidas ¿Cierto? —pregunta Carter a su hijo que asiente y me mira.
Trago.
Quiero besarlo, pero me recuerdo que estoy enojada y arqueo una ceja hacia él.
—¿Qué quieres beber? —Me pregunta con una sonrisa suave.
—Pero dile qué ofreces —Lo reprende Hilary y él rueda los ojos antes de tomar aire y recitar un montón de bebidas.
Espera por mi respuesta y al final digo lo único que recuerdo que mencionó en tan extensa lista.
—Limonada con poca azúcar, por favor.
—Eres una mujer ácida —dice Doug sentándose a mi lado.
Harry va por la limonada y comienzo a conversar con sus padres y Hilary, tomando notas, pero también atrapada por sus palabras.
Los tres hermanos Jefferson son afortunados y amados, sus padres se expresan de ellos con amor y orgullo, como lo más bonito de sus vidas, su mejor creación y el amor entre ellos como esposos es evidente en las sonrisas y miradas que comparten, los toques, las bromas y complicidad. Me recuerdan a mis padres, que, aunque son más reservados sobre sus toques en públicos, se miran con corazones en los ojos.
Los matrimonios idílicos no existen, todos atraviesan baches y lo hermoso es superarlos, atreverse a seguirlo intentando y fortalecer ese amor que aún puede floreces o al menos eso es lo que siempre me dice la abuela Kim ante mi impacto de la cantidad de años que tiene casada con el abuelo Luca.
Harry vuelve con la limonada y nuestros dedos se rozan, compartimos una mirada, pero vuelvo mi atención a Carter que me habla con un nuevo relato.
Los chicos se despliegan por el jardín y más de una vez pillo a Hilary Jefferson sonriendo hacia ellos o mirándolos, intento notar si su atención está más enfocada en Doug, pero me sorprende que es buena en su estrategia en la que no logro darme cuenta del todo.
Conversamos por muchísimo rato y confirmo que la familia Jefferson me gusta. Me termino mi limonada y luego como de unas galletas caseras que Hannah me hace saber horneó con Ethan y que francamente están deliciosas.
Finalmente, cuando creo que ya he sido demasiado intensa, les hago saber que he acabado, que es cuando Harry se deja caer a mi lado con la mirada clavada en su hermana que ahora salta sobre la espalda de Dexter haciéndolo maldecir riendo.
—Pensé que no vendrías —rompe el silencio entre nosotros.
—¿Por qué? Dije que vendría.
Habíamos acordado esta visita ayer en una llamada teléfono que mantuve corta y profesional. Cuando volteo a verlo, puedo darme cuenta de la frustración en su mirada y sus cejas que me resultan expresivas lo confirman.
—Hablemos de lo que te molesta, no puedo arreglarlo si no conversamos.
Es obvio que tiene razón, pero me enfada que de esa manera pareciera que soy el problema.
Le doy un vistazo a sus padres que no quieren escucharnos, pero es imposible que no lo hagan.
—Ven, te daré el famoso tour —Me dice poniéndose de pie y lo imito antes de seguirlo dentro de la casa.
Me guía hacia la sala principal, la sala de estar, la cocina y lo que llaman la sala Jefferson porque está repleta de todos los logros desde su niñez. Desde premios de primaria, hasta grammys y premiaciones de arte para Hilary.
Me explica todo como el mejor guía, pero nuestra tensión es evidente y debido a su rigidez y a que no me mira, me doy cuenta de que también está enfadado conmigo.
Esto es rídiculo, tiene razón, tenemos que hablar.
Me cuesta hacer a un lado mi orgullo, pero no quiero esta situación incómoda extendiéndose por más tiempo.
—Mira, lo siento ¿vale? Sé que estás molesto porque no deseé encontrarme contigo ni con los chicos hace dos días, pero debes entender que estaba alterada, acababa de toparme con alguien que me lastimó, necesitaba un tiempo para mí, para aclararme, no deseaba plasmar mi ira hacia ustedes...
—Eso puedo entenderlo —Me interrumpe guiándome por las escaleras—, pero me molesta que dices cosas como que te estás enamorando de mí y luego te cierras.
—Bueno no soy la única cerrada aquí.
Listo lo dije.
Él se detiene a mitad de las escaleras, girando para mirarme y yo me recargo de la pared.
—Jenny Fletcher —dejo caer y la comprensión es inmdiata—. No sé si te apetezca hablar de tu perfecta exnovia.
—¿Perfecta?
—Me escuchaste bien.
—Lo que escuché fue un tono irónico y cínico.
—No quiero discutir, Harry.
—Tenemos que discutir.
—¿Tenemos?
—Sí, porque eso es lo normal, lo sano. Algo no te gusta y me lo dices y viceversa, lo discutimos, lo arreglamos y seguimos, así es como funciona y si no lo sabías, entonces no me importa enseñarte.
Abro y cierro la boca sin saber que decir y avanza hacia mí, encerrándome con sus manos apoyadas en la pared a la altura de mi cabeza.
—Ahora, dime ¿Qué te enoja?
—No puedo creer que siquiera lo preguntes —Me irrito—. Amanecí leyendo artículos de ti con tu ex y viendo fotos llenas de insinuaciones.
—Podrías preguntarme.
—Deja de intentar sonar sensato si hubiese sido al revés no te hubiese gustado ni un poco.
—¿Estás celosa?
—¡Claro que lo estoy! Te dije algo importante, algo grande y significativo sobre mis sentimientos de los cuales nunca hablo, y al día siguiente tuve que verte lucir perfecto con ella y ¡Dios! Me comparé y yo nunca hago eso ¡Fue horrible!
Creo que esa fue una de las partes que más odié: el haberme comparado con alguien que es distinta a mí. Sentí que caía muy bajo y retrocedía en años de crecimiento, aceptación y un montón de amor propio.
—Lo siento —susurra y una de sus manos abandona la pared para tomarme la barbilla e inclinar mi rostro haciéndome mirarlo—. Lamento que te hayas sentido de esa forma y quizá suena obvio lo que diré, pero no tienes que compararte con nadie porque ser tú ya es increíble, eres especial.
Suelto un bufido y él rueda los ojos sonríendome.
—Eres tan terca.
—Solo quieres arreglar todo con palabras bonitas.
—No, solo quiero ser sincero y disculparme.
Suspiro y mi mirada lo insta a continuar.
— No sé qué es lo que esa bonita cabecita tuya está maquinando, pero no planeé encontrarme con Jenny. Se dio, nos encontramos en el local y decidimos compartir mesas. Somos amigos porque bueno, quise hacer una ruptura limpia y ella lo tomó muy literal. La prensa siempre está alrededor de mí, de ahí vienen las fotos. No hay nada romántico pasando con ella, no vamos a volver y me doy cuenta de que si esto fuese al revés estaría igual de cabreado que tú.
—Decían que fue contigo al estudio.
—Lo hizo porque estaba libre e insistió, supongo que debí ser más listo y menos permisivo, debí intuir que luego habría todo ese desastre mediático.
—¿No lo viste venir —Me río sin gracia—. Es tu exnovia, una despampanante modelo famosa, no se ve bien y no se siente bien que lleves a tu ex novia a tus ensayos, es como si yo invitara a Jake a mi apartamento, eso es jodido porque no te gustaría ¿o me equivoco?
—Bien, no sabía que tenías algún problema con eso y es porque jodidamente no dices nada. Sé lo que pretendes, estás esperando que lo arruine.
—No lo estoy haciendo.
—Sí que lo haces y lo entiendo —respira hondo y su otra mano me toma de la cintura arqueándome hacia él—. Admito mi equivocación, lo reconozco y te pido disculpas, no volverá a ocurrir, pero también tengo que decirte que me molesta que quieras retroceder los pasos que hemos dado, que seas tan dura. Hice algo que no te gustó y en lugar de hablarlo, me ignoraste, me tachaste como algo que no funcionará y ahora intentas sepultarnos sin siquiera comenzar bajo este pretexto.
»No soy perfecto, Kaethennis, pero tampoco es justo que estés tan decidida a encontrar mis defectos para usarlos en mi contra y alejarte. Me he disculpado, prometo que no volverá a suceder, entonces ¿Aun así vas a castigarme por ello y dejarme atrás?
Mi lengua se traba sin respuesta porque de una manera directa me ha dicho lo que me ocultaba a mí misma.
Aquí estaba yo, creyéndome valiente por decirle que me estaba enamorando de él y al día siguiente actuando infantilmente al ignorarlo sabiendo que debía haber alguna explicación, pero negada a exigirla porque era más fácil salir del juego.
Es la primera vez que tengo un genuino interés por un hombre que vaya más de la atracción, deseo o sentimientos efímeros. Estoy familiarizada con los celos, pero de una manera diferente, no con los que sentí que me llenaron de inseguridades que no me gustaron.
No sé cómo lidiar con relaciones amorosas, no sé cómo es dejarse enamorar y querer de tal manera.
—Lo siento —susurro—, me doy cuenta de que no fue justo. Estás reconociendo tu error y no tengo más por lo qué pelear... Solo...
—¿Si?
—Es raro para mí. No hablo de esta manera de mis emociones, no tenía citas hace mucho y no me enamoro —Lo miro a los ojos presionando mis manos de su pecho—. No me gusta sentir estos celos, no me gusta la inseguridad que trae consigo y nunca he tenido un novio o hecho todo esto de esperar por el sexo, ser lindos y dulces. Estoy aterrada de lo que sigue, lo ansío, pero también me asusta y sueno cómo una tonta porque soy adulta y tengo un hijo, pero es la primera vez para muchas cosas y bueno, eso es todo.
—¿Ves? Puedo escuchar y tú puedes hablar, eso me permite entenderte mejor. No se volverá a repetir lo de Jenny y comprendo que tengas miedo, te prometo que daré todo de mí para no hacerte daño —Acerca su rostro al mío.
—Me importas, y es porque me importas que estoy actuando así, no sé cómo controlar todo esto. Lamento estar haciendo todo este enredo.
—También estoy asustado, no es fácil estar a tu alrededor y por Dios que eso me encanta.
Dejo ir una profunda respiración dejando que la lucha me abandone y permitiéndome relajarme.
Podría pedirle que me bese, pero prefiero hacerlo.
Asi que lo beso con mis manos en su pecho, las suyas en mis mejillas y mi lengua en su boca.
Nos besamos con lentitud, él me deja guiarlo y saborearlo y su cuerpo me recarga con fuerza de la pared. Mis manos acarician y terminan en sus caderas apretándolo contra mí y él toma el rumbo del beso haciéndome ladear el rostro y trayendo su lengua a mi boca.
—Tengo dos invitaciones para ti —susurra contra mi boca—. Mañana es el cumpleaños de Hilary, ven conmigo.
—Sí —acepto sin pensarlo, persiguiendo a su boca por otro beso que no me niega.
—Y la segunda —dice cuando tomamos aire para respirar—. Ven a mi apartamento conmigo, hoy.
Abro los ojos para encontrarme con los suyos llenos de intensidad y promesas. Trago.
Quiero ir.
Quiero tanto esto.
Sus dientes tiran de mi labio inferior y sus manos se deslizan por mi costado tocando los laterales de mis pechos, mi cintura, mis caderas y luego clavandome los dedos en el culo.
—Sí —jadeo—. Iré contigo.
Oh Dios, mío, realmente sucederá.
Dormiré con Harry Jefferson.
Él finalmente cumplirá su palabra: verá su nombre tatuado en mi piel.
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