2. Café bajo el cielo.

Fly pertenece a  soske16   .
Ahí está tu Fly cafetero uwu✨.

...

El Café Moonlight era uno de los lugares más circulados por los turistas que pasaban por la autopista a descansar de sus vehículos después de 8 horas de manejo sin descanso, también siendo un sitio recurrente para los pocos residentes que se hallaban por esas zonas remotas.

El aire era fresco y favorecía a la imagen del Café, como si la luz mañanera de otro día de trabajo iluminara toda la estructura clásica y de tonos bajos. El techo de tejas rojas acogía al grupo de plantas que descansaban en macetas a los ventanales, posiblemente habían sido colocadas allí por el jefe que incitaba a sus trabajadores a estar más cerca de la naturaleza, apesar de tener su negocio a kilómetro y medio de un bosque.

Adentro como afuera contaba de mesas redondas y sillas para la clientela, el piso era madera sólida y pulida. El ambiente olía a pinos y frutas secas y los primeros clientes habían llegado al sol rayar el pavimento. El sonido de la alegre campanita indicaba que un cliente había cruzado la puerta, y Ccino sabía de quienes se trataba.

—¡Fly, sirve a la mesa número 2!

—¡Voy!

El llamado sonrió sutilmente al asomar su cuerpo por el mesón de madera y alcanzar a ver una cabellera blanca inconfundible junto a una escopeta recargada en la silla. Sabía que su otro amigo no había venido sólo, la conversación distante y desconocida a sus oídos se trataba de dos personas, pero ni siquiera podía ver bien desde ese ángulo.

Recibió un sutil golpe en su cabeza distraída.

—¡Hey! —se tocó la zona afectada y se volteó a ver a Ccino, quién lo miraba con una ceja alzada y un periódico en mano.

—Concentrado hoy, el jefe no querrá verte muy amistoso con los clientes, ya sabes lo que dice, "la amistad no debe interferir con el trabajo" —con exageración hizo imitación de una voz grave.

—Si, pero creo que a tí te interesa mucho más que a mí seguir las reglas de Nightmare, ¿no es así? —Ccino enrojeció encogiéndose, Fly alzó ambas cejas con incertidumbre y se apoyó en el mesón.— ¿Aún no puedes superarlo? ¿En serio?

Calló toda palabra que pudo salir de su boca encogiéndose en sí mismo como un gatito, fué suficiente para darle una respuesta a Fly.

—Sé que esto no me debería afectar tanto, pero... —con la mirada perdida se abrazó a sí mismo, buscando protección que aún no lograba encontrar— es muy difícil para mí t-todo esto...

—Lo sé, Ccino... —el pelinegro con puntas rosas se puso frente a él y lo tomó por los hombros queriendo su atención.— pero oye, la falta más grande que pudo haber podido hacer él fué perderte, nada de lo que sucedió fué tu culpa, ¿sí? —lo abrazó al escucharlo esnifar, suspiró... ¿cuántas veces había tenido que presenciar el mismo escenario? Odiaba lo idiota que Nightmare llegara a ser, pero esa noche sus límites se cruzaron por completo.

Cuando Ccino llamó para avisarle que ese día no se presentaría al Café pensó que se trataba de el resfriado de la semana anterior que había regresado, pero la ruptura entre Nightmare y Ccino, ciertamente no lo había imaginado. Habían sido una pareja tierna y ejemplar, de esas que con sólo verlos te llenaban con su dulzura melosa, tal vez demasiada. Se denotaba el apoyo emocional que ambos se tenían, lo tomó por sorpresa; no podría imaginar el dolor que su compañero y amigo de trabajo habría estado pasando esa noche de insomnio, al día siguiente no volvió a ver a Nightmare con los mismos ojos, y todos los trabajadores se percataron de ello.

—Gracias... amigo... —el menor no tardó en separar con delicadeza a Fly con la cabeza baja, cansado de haber repetido tantas veces esa misma ocasión, no podía dejar que hoy pasara de nuevo, con la simple mención del nombre de quién fué su amante y pareja, dolía, como miles de dardos que apuntaban a su corazón, aunque el pequeño grado de orgullo en su alma hacía que su voz aún no sucumbiera. Cerró sus ojos con fuerza y con la acción se deslizó una lágrima— pero no puedo dejar que esto me deprima... en verdad pensé que N-Nightmare podría llegar a ser un tipo de puerta de salida para mí, sin embargo, me equivoqué... aunque duela pensarlo —limpió sus ojos y mejillas rojas por las lágrimas caídas y volvió a sonreír levemente, o al menos a intentarlo, como a principios de la mañana.— debemos continuar y tú debes llevarle su café a Fatal y a Error.

Fly sonrió genuinamente ante ese positivismo y puso su mano en el hombro de su amigo para transmitir confianza y el apoyo que estaba totalmente dispuesto a regalar.

—Por supuesto.

Fly era aún muy joven, su vida consistía en más desgracias que oportunidades, pero sí experimentó el amor una vez, y tras ello también su pérdida. Pero no perdió el corazón de la chica de quién creyó cuidar, sino la vida de ella que se quebró como un cristal delicado entre sus manos que no pudo salvar. Comprendía ese dolor, y era una lastima que el buen y tierno Ccino pasara por tal calvario, pero Nightmare aún vivía, lo tenía como su jefe y lo veía todos los días, y en esas circunstancias, era doloroso verlo caminar frente a él como si lo suyo hubiera sido un simple desliz.

Pobre y desdichada alma, se decía Fly, sin saber si se refería a Ccino, o a él mismo.

—Fatal y Error Crayon... lo mismo de siempre, ¿hm? —dejando los pensamientos negativos a un lado para acercarse a sus amigos con una sonrisa de antaño los recibió, y ambos hermanos sonrieron a su manera. Fly le lanzó una mirada rápida a una de las escopetas recargadas en la sillas de ambos— ¿Temporada de caza?

—Así es —el que se hacía llamar Fatal asintió regalandole una de sus mejores sonrisas al peli azabache, Error sólo gruñó y no se molestó en entrometerse en la conversación.— la demanda por las pieles están subiendo y nuestro jefe nos cortará la cabeza a ambos si no complacemos a sus clientes. Cazaremos algo más que conejos para esta vez.

—Fatal... —se quejó por segunda vez el peli azabache con su cabeza entre sus brazos, al ver por dónde iba la conversación. Fly sólo soltó una pequeña risa sin saber a lo que se refería el albino. A veces las conversaciones que mantenía con ambos hermanos, cualquiera de los dos, terminaban confundiendolo.

—Tengan cuidado con los osos esta vez si quieren capturar algo "grande". Ya les traigo su café —negó con una sonrisa mientras se alejaba a pasos largos para servirles.

—Y chocolate.

—Y chocolate —gritó desde la cocina sonriente al escuchar la voz demandante de Error que si no era su delicioso pedido habitual, no tomaba nada más.

Siempre le pareció curiosa esa obsesión por el chocolate de su parte, o su extraña forma malhumorada de tratar a los demás pero nunca había mencionado nada al respecto o sólo creía que preguntarlo de repente sería algo tonto, ya que conocía a ese par más de lo que él mismo se reconocía al mirar todas las mañanas el mismo reflejo. Ellos se habían negado a hablar sobre detalles pasados, y Fly se había cansado de insistir con la incógnita del por qué persiguiendolo. Tal vez no era de su interés.

Eran distantes cuando querían o no los llegaba ver por un largo tiempo, a veces Fatal llegaba al Café sin Error o viceversa con un marcado ceño fruncido en sus rostros y un humor de mierda.

Le abrumaba ver a sus conocidos entrometidos en sus propios problemas que a veces no veían a su alrededor a las personas que intentan dar apoyo, con esa realidad fué creciendo en su trabajo en ese solitario y encerrado Café, acostumbrado a recibir a no sólo ellos, sino todos los cazadores intrépidos que se detenían a desayunar antes de salir y adentrarse por esos caminos llenos de peligros.

⋘ ──── ∗ ⋅☾⋅ ∗ ──── ⋙

—No podemos demorarnos más tiempo.

Error habló con voz demandante mientras cerraba el capó de la camioneta; siendo el menor de los dos siempre ha tenido esos pensamientos autoritarios, y a veces, aunque a Fatal le molestara, accionaba por ambos. Incluso teniendo sólo dieciocho años, la caza comenzaba a ser una maestría, su escopeta su cómplice más preciado y ver a sus presas derrumbarse ante él le daba una satisfacción que no era comparada con ningúna otra emoción, como un dulce manjar de la victoria.

—Tenemos todo el tiempo del mundo, Error —opinó Fatal con fastidio mientras daba otra calada a su cigarrillo y el humo se dispersaba por el aire. Su hermano tenía una obsesión con el orden y que todo saliera como él lo planeaba en el tiempo exacto. Se separó del árbol al que estaba apoyado y caminó al vehículo observando a su hermano que había cerrado la puerta estrepitosamente.

—¿Con esa actitud quieres buscar a ese lobo el cuál ni sabes si existe? —se burló el azabache mientras encendía la camioneta recibiendo un gruñido de parte del albino, molestarlo con dicho tema era su parte favorita del día.

—¿Ah, sí? Seguro que te importa tanto que yo consiga lo que quiera y que no se trata sólo por miedo al jefe.

—En primer lugar, Hate y yo nos encontramos en buena posición —le recordó encarandolo en el asiento mientras lo apuntaba, Fatal sólo se divertía al ver las venas que remarcaban la sien de Error. Odiaba que sacaran el tema de Hate en medio trabajo, mucho más si vienen de su descanso en la cafetería Moonlight. —. Y si vuelves a mencionar la palabra "jefe" de tu maldita boca todas las balas de mi escopeta no serán usadas en animales sino en algo más, ¿entiendes? ¿Bien? Bien.

Fatal soltó una pequeña risa mientras sentía el vehículo bajo ellos avanzar y alejarse de los caminos perdidos de aquella cafetería. Apoyó su brazo en la ventanilla y arrojó su cigarrillo lejos, Error le disgustaba que fumara dentro de su camioneta, o que lo hiciera de cualquier forma. Apesar de que su hermanito era un pequeño malhumorado que sólo parecía ver por sí mismo, se preocupaba por su bienestar, aunque nunca lo admitiera abiertamente. Siempre habían sido ellos dos contra el mundo.

El viento veraniego azotaba y los animales deambulaban libres por los prados abiertos, se refugiaban en el bosque Aokigahara o pastaban en el campo cerca de la civilización, era suficiente para una buena oportunidad de trabajo. Ambos, siendo jóvenes sin experiencia previa pero con la suficiente fiereza para tener un futuro prometedor trabajando para alguien como Hate, aprovecharían cada centímetro de esa tierra rica en vida silvestre para conseguir lo que su amado jefe deseaba: pieles de los más exóticos animales, cuernos y todo lo que puedan aprovechar de alguna especie en peligro de extinción.

Fatal y Error Crayon nunca se habían involucrado en negocios que tuvieran que ver con la caza ilegal, pero si deseaban alcanzar la vida que añoraban y creían merecer desde que tenían memoria, la opción se fué convirtiendo en esperanza, y no mucho después en futuro.

La vida nunca ha sido fácil para ningún ser humano, ni mucho menos comenzarla desde cero en el momento que más crees estar en la cima del mundo.

Recién sus padres habían muerto y en el testamento no había nada más que libros viejos, la casa y trapos rasgados. Con el poco dinero que tenían al alcance, Fatal y Error se instalaron en un apartamento en alquiler cerca de la casa de sus padres que fué pasada a las manos de Fresh, sin intenciones de abandonar la residencia familiar.

Las encuestas de trabajo en la ciudad de Tokio, las proposiciones de Fresh para explorar otros terrenos en los que podían tantear alguna oportunidad, ninguno de los dos se sintió cómodo con lo que se les presentara a la puerta de su casa o les proponían en cada visita que Fresh llevaba mínimo a dos personas a su apartamento; abogados, diseñadores web... no sabían cómo conseguía pasantía de dos meses para trabajar con esas personas, pero lo único que tenían en cuenta era que nada de aquello era su campo.

Sin embargo, se habían visto acorralados económicamente de un momento a otro y terminaron por dejarse convencer de Fresh en realizar una pasantía de tres meses para una gran empresa en el departamento de diseñador web, a lo que a Error creyó que había encontrado su puesto en la oficina, tuvieron que sacarlo a patadas del área por problemas de ira al descubrir que no iban a compensar la pasantía. Se dió cuenta de la falsa verdad que lo cegó durante esos tres meses y vió que estar sentado frente a una computadora durante ocho horas no era lo suyo.

Perdieron su apartamento al mes siguiente y vivieron con Fresh durante cuatro meses más, pero no pudieron quedarse demasiado tiempo porque la vida conyugal de su hermanito florecía mientras su crisis también lo hacía; sin desear molestar asegurándole que ya tenían en la mira alguna residencia, brindándoles sus mejores deseos a su hermano pequeño abandonaron el hogar con el primerizo sentimiento de no tener un techo dónde recostar la cabeza.

Las calles se volvieron frías tempestades de soledad y amargura para ambos, acostumbrados a tenerlo todo al alcance de sus manos y perderlo de un momento a otro sin la menor advertencia de ello, ¿por qué la vida era tan injusta? El dinero movía al mundo, y ellos no tenían el suficiente para siquiera comprar una manzana en algún mercado. Siempre desearon esa independencia completa, y ahora que la tenían, no habían podido quedarse con algún trabajo decente porque los sacaban a patadas, ni tampoco deseaban ocupar espacio en la familia que Fresh formaría en un futuro no muy lejano en la casa de sus padres.

Hasta que una noche donde la lluvia reinaba, saliendo de una cafetería con nombre inusual a poca distancia de un bosque conocieron a Hate hablando con quién parecía el dueño del local.

Desde entonces fueron acogidos por su mafia y las cosas surgieron de forma fácil, todo lo demás vino con el paquete completo: apartamento propio, ropa, calzado, camioneta, protección a cambio de un poco de trabajo para su propio lucro y unas cuántos amigos de Hate que les mandaban encargos.

Las ruedas fueron deteniéndose en el asfalto del pequeño pueblo, al sol del mediodía el bullicio era enorme y el movimiento de ventas, carpas y gritos por encima de los murmuros de la ola de personas que deseaban vender su mercancía se perdían en el aire.

—Recuérdame para qué vinimos.

—A comprar suministros para que tú no estés quejándote en medio bosque "tengo hambre" "tengo hambre" —bufó el albino de ojos heterocromáticos haciendo imitación de un niño malcriado e irritado, se ganó un gruñido y un vacito de plástico volador que azotó su rostro.

—¡Cómo sea, ve y apúrate, joder! —Fatal rodó los ojos mientras azotaba la puerta avanzando entre las personas con ambas manos en los bolsillos de su pantalón— ¡Y yo no hablo así! —el moreno le gritó asomando la mitad de su cuerpo afuera de la camioneta aún sabiendo que estaría lo suficientemente lejos como para no escucharlo.

Era fácil sentir cómo las personas chocaban con él, sentía que iba contra la corriente de algún río ya que pocas personas parecían ir a la dirección dónde él iba caminando y tropezaba a menudo. Fatal nunca había sido un hombre demandante, todo lo contrario a su hermanito, no había sido un corazón de oro pero sí apreciaba la humanidad en cada ser humano. Nunca denegaba una orden, y agradecía que Hate los hubiera considerado para conseguir sus pieles y no para encargarse de asuntos más riesgosos dentro de sus negocios.

—¡Era más grande que un lobo ordinario y negro como la noche más espesa! Me arrebató el bolso mientras corría.

Encima de las conversaciones del bullicio a su alrededor, la voz de una joven llamó su atención a unos metros a la derecha de él. Vió un puesto de naranjas a su lado y fingió ver el estado de algunas para escuchar la conversación.

—¿Y a dónde fué? —murmuró la voz de una señora mayor.

—Se desvaneció en medio de la noche, cuando la Guardia llegó ya el desastre estaba hecho. ¡Pensé que era mi fin!

La nostalgia de unas páginas, unas leyendas y un objetivo volvió a él como algún labrador que obedece fielmente a su amo. Amaba la voz de su madre a la hora de contarle algún relato mágico a la hora de dormir, y siempre recordaba el de aquél lobo que fué bendecido con el amor de una humana. La bufanda que dejaba en su testamento tenía nombre y apellido, y le fue conferido a él y sólo a él. Su madre confiaba en que lo cuidaría con todo su amor como si ese objeto fuera ella misma materializada, esa tela rasgada que tuvo tanto valor para ella en vida.

Volvió a la camioneta sin nada en las manos, al verlo, Error le preguntó incrédulo.

—¿Y las manzanas?

Parpadeó con la boca abierta sin una respuesta realmente, se quedó perplejo escuchando la conversación de ambas mujeres y había olvidado el por qué vinieron aquí en primer lugar.

—Sólo arranca, unas horas sin comer no nos hará daño. —apoyó su brazo en la ventanilla mirando hacia el bosque ya dentro del vehículo, sintió la camioneta avanzar y la voz de Error no muy convencido a su izquierda.

—Si tú lo dices... allá vamos.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top