CAPÍTULO 8

El bullicio matutino de la secundaria envolvía a Wen y Mary mientras caminaban juntas por el pasillo, sus mochilas colgadas despreocupadamente sobre sus hombros. La conversación giraba en torno a un tema que ambas compartían en sus pensamientos: la ausencia de Tn en las clases de ese día. Una preocupación sutil pero persistente se reflejaba en sus rostros, mezclándose con el cariño y el interés que ambas sentían por él.

Wen: ¿Has oído algo de Tn? -preguntó Wen, su voz cargada de curiosidad y una pizca de inquietud.

Mary: No, nada. Es raro que falte así -respondió Mary, su tono denotando el mismo nivel de preocupación.

A lo lejos, divisaron a Gwen, quien caminaba con su habitual aire tranquilo, una pequeña sonrisa asomando en sus labios. Mary alzó la mano en un saludo, llamando la atención de Gwen, quien se acercó con pasos ligeros.

Mary: ¡Hola, Gwen! -saludó Mary con entusiasmo.

Gwen: Hola, chicas -respondió Gwen, deteniéndose junto a ellas.

Wen, con una chispa de picardía, aprovechó la oportunidad para preguntar:

Wen: ¿Cómo fue tu cita con Tn?

Gwen dejó escapar una pequeña risa, encogiéndose de hombros.

Gwen: No pudimos hacer nada. Le surgió un imprevisto y se fue -explicó, aunque no parecía demasiado molesta.

Mary suspiró, su mente divagando con gracia.

Mary: Ese Tn... a veces no sabe cómo tratar a las chicas -comentó, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.

Wen soltó una risita, recordando situaciones similares.

Wen: No te preocupes, Gwen. Siempre es así. Nos ha dejado plantadas a nosotras también -agregó, compartiendo una mirada cómplice con Mary.

Gwen se unió a la risa, sintiéndose parte del pequeño grupo de complicidad femenina que se formaba entre ellas.

Gwen: ¿Saben por qué no vino a clases hoy? -preguntó Gwen, su curiosidad despertada al notar la ausencia de Tn.

Mary se detuvo, una ceja levantada en señal de sorpresa.

Mary: ¿Tn no te dijo nada? -preguntó, su tono un poco más serio.

Gwen negó con la cabeza, y tanto Wen como Mary intercambiaron miradas de entendimiento y preocupación. La ausencia de Tn y su silencio respecto a sus planes no era algo común, y las tres chicas se encontraron unidas por un mismo pensamiento: ¿qué podría estar pasando con él que lo mantuviera alejado de la escuela y sin comunicación? Mientras continuaban su camino, las preguntas no formuladas flotaban entre ellas, fortaleciendo el vínculo que compartían a través de su preocupación común por Tn.

Maxime se encontraba en el pequeño y acogedor baño del departamento de Tn, el vapor del agua caliente envolviendo el espacio en una niebla cálida. Se había despojado de la ropa que llevaba y, ahora desnuda, se enfrentaba a su reflejo en el espejo empañado. Su cuerpo era delgado, casi frágil, con pequeñas cicatrices esparcidas como constelaciones sobre su piel pálida. Cada una de ellas contaba una historia de supervivencia, un testimonio de los desafíos que había enfrentado a su corta edad.

Mientras el agua tibia caía sobre ella, Maxime cerró los ojos, dejando que el calor relajara sus músculos tensos. Sin embargo, a pesar de la calidez del agua, sus manos temblaban, un reflejo de la ansiedad que aún luchaba por controlar. El sonido del agua era tranquilizador, pero las sombras de sus miedos aún acechaban en su mente.

De repente, sintió cómo el pánico comenzaba a asomarse, su respiración se hizo más rápida y superficial mientras su corazón martilleaba en su pecho. Se apoyó contra la pared de la ducha, tratando de encontrar un ancla en medio de la tormenta interna. Fue en ese momento de vulnerabilidad cuando una imagen fugaz cruzó su mente: la sonrisa de Tn, cálida y genuina, un faro de esperanza en la niebla de su ansiedad.

La simple evocación de su sonrisa comenzó a calmarla. Su respiración se volvió más lenta, más profunda, mientras el recuerdo de Tn comenzaba a actuar como un bálsamo para su agitación. El pensamiento de que alguien se preocupaba por ella, alguien dispuesto a darle una oportunidad, comenzó a llenar el vacío que el miedo había dejado. Sintió cómo su corazón, que antes latía con desespero, ahora lo hacía con un ritmo más calmado, acompañado de una sensación de gratitud y una chispa de afecto que no había anticipado.

En las oficinas del Daily Bugle, Tn se encontraba sentado frente al imponente escritorio de J. Jonah Jameson, quien, como de costumbre, estaba en medio de uno de sus habituales discursos sobre la incompetencia generalizada del mundo y, más específicamente, de Tn. Las paredes vibraban con el eco de su voz atronadora, y los empleados a su alrededor parecían inmersos en su trabajo, aunque muchos no podían evitar lanzar miradas furtivas hacia la oficina del editor en jefe.

JJJ: ¡White! -bramó Jameson, golpeando la mesa para enfatizar cada palabra-. Por milésima vez, ¿por qué insistes en traerme estas fotos de paisajes aburridos y basura que no le interesa a nadie?

Tn, sentado al otro lado del escritorio, luchaba por mantener una expresión neutral, aunque su mente corría salvajemente con réplicas ingeniosas que sabía que nunca podría pronunciar en voz alta. Quizás, en otra vida, le habría dicho a Jameson exactamente lo que pensaba de su "visión artística", pero por ahora, simplemente asintió, intentando no rodar los ojos.

JJJ: Lo que quiero, White, son fotos de Spiderman -continuó Jameson, su voz resonando con la autoridad de un general en el campo de batalla-. ¡Ese es tu trabajo! ¡Esa es la única razón por la que todavía tienes un trabajo!

Tn asintió de nuevo, mordiéndose el interior de la mejilla para evitar soltar una de las sarcásticas respuestas que bailaban en la punta de su lengua. Se imaginó a sí mismo lanzando una réplica rápida y aguda, algo como, "Sí, señor. Mis habilidades para capturar basura son solo superadas por mi habilidad para soportar sus sermones diarios", pero en lugar de eso, simplemente murmuró:

Tn: Lo tengo, señor. Fotos de Spiderman.

Jameson lo miró con una mezcla de escepticismo y exasperación antes de hacer un gesto de despedida con la mano.

JJJ: ¡Entonces, sal de aquí y consígueme algo que pueda vender! -gritó, volviendo su atención a otro pobre diablo que había cometido el error de cruzar la puerta de su oficina.

Tn se levantó rápidamente, agarrando sus cosas antes de que Jameson pudiera cambiar de opinión y decidir darle otra letanía de consejos no solicitados. Mientras salía de la oficina, no pudo evitar sonreír para sí mismo. Aunque trabajar para Jameson era como navegar en un mar de críticas interminables, había aprendido a encontrarle el lado cómico a la situación. Además, sabía que, al final del día, siempre sería Spiderman quien le proporcionara las fotos que mantenían contento al viejo gruñón. Con eso en mente, se dirigió a la salida, listo para enfrentarse al caos de la ciudad, cámara en mano.

Maxime estaba acurrucada en el sofá del pequeño departamento de Tn, envuelta en una de sus camisetas, el suave algodón impregnado con su aroma familiar y reconfortante. Cerró los ojos por un momento, dejando que su mente divagara hacia pensamientos sobre Tn: su esencia, su fuerza, ese chispeante encanto que parecía emanar de él sin esfuerzo alguno. Sentía un ligero hormigueo en su entrepierna, un efecto secundario inevitable de la mezcla de atracción y gratitud que sentía por él.

Justo cuando estaba completamente inmersa en estos pensamientos, un toque insistente resonó en la puerta del departamento. Maxime frunció el ceño, un poco molesta por la interrupción en su momento de tranquilidad. Se levantó, ajustando la camiseta de Tn que le quedaba un poco grande, y se dirigió hacia la puerta.

Maxime: ¿Quién es? -preguntó mientras giraba la perilla, abriendo la puerta solo para encontrarse cara a cara con dos chicas que no había esperado ver: Wen y Mary.

El aire se volvió denso por un instante, un silencio incómodo instalándose entre las tres. Mary fue la primera en romperlo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos y un tono que no podía ocultar del todo una pizca de celos.

Mary: Parece que Tn no pierde el tiempo -dijo Mary, sus palabras colgando en el aire con un peso evidente.

Wen, de pie junto a ella, asintió lentamente, su mirada claramente fija en la camiseta de Tn que Maxime llevaba puesta.

Wen: Eso parece -respondió Wen, su voz igual de cargada, mientras estudiaba a Maxime con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

Maxime, aún procesando la situación, se enderezó, adoptando una postura ligeramente defensiva.

Maxime: ¿Qué quieren? -preguntó, sus ojos moviéndose de una chica a la otra, su tono intentando ser firme.

Mary, con una expresión que mezclaba desafío y curiosidad, respondió rápidamente.

Mary: Estamos buscando a Tn. ¿Dónde está? -dijo, cruzando los brazos.

Maxime sintió un destello de celos atravesarla, y antes de poder detenerse, soltó:

Maxime: ¿Para qué lo buscan?

Mary alzó una ceja, y con un destello de picardía y desafío, respondió:

Mary: Porque somos sus novias.

La declaración colgó en el aire, provocando una reacción inmediata. Wen se giró hacia Mary, sorprendida por la inclusión inesperada en su declaración, mientras que Maxime parpadeó, aturdida por la posibilidad de que las dos chicas frente a ella pudieran realmente ser las novias de Tn.

La tensión se transformó momentáneamente en una situación confusa, con Wen intentando suavizar las cosas.

Wen: Bueno, tal vez no literalmente... pero somos cercanas a él -dijo Wen, tratando de corregir el rumbo de la conversación.

Maxime, ya un poco más relajada, dejó escapar una pequeña risa nerviosa.

Maxime: Oh, entiendo... -respondió, sin saber exactamente cómo proceder.

Las tres chicas se quedaron en el umbral, la mezcla de celos, confusión y humor creando una escena que, a pesar de su incomodidad inicial, comenzó a desvanecerse en una sensación de camaradería compartida por quienes se preocupan por la misma persona. En medio de la situación tensa y extraña, era evidente que Tn, de alguna manera, había logrado unir a personas de diferentes caminos bajo un mismo techo, aunque fuera solo por un momento.

CONTINUARÁ.

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