Se oían los llantos de una pequeña criatura en el cuarto, entretanto, un hombre trataba de calmar aquellos quejidos a través del balanceo delicado en la cuna y el susurro de una melodía.

Sus ojos grisáceos veían con dolor a la pequeña, su corazón gritaba y se ahogaba en la pena.

La cicatriz en su ojo derecho, que enmarcaba todo su lateral, hacía que vistiera un temple sólido y apesadumbrado.

Su memoria enmarcaba todos aquellos recuerdos de la muerte de su amada, casi palpables aún en el alcance de su fría piel; desviando su mirada hacia los iguales ojos de su pequeña, solo conseguía aumentar la culpabilidad que cargaba su corazón. El dolor, la soledad y la pena amarga del recuerdo pasado, se atascaban en el fondo de su garganta.

Observó hacia el frente; el reflejo mostraba un paisaje nevado, precioso y triste. La nieve caía con pasividad en pequeños copos que relucían con los pálidos rayos del albor, transluciendo bajo las grisáceas nubes.

Sabía que después de lo sucedido, una parte de él, había muerto.

Enterrada bajo la tierra árida, arrancada como el tallo de un bello jardín y aplastada como las hojas bajo las botas. Quedando en su vida, únicamente, su pequeña criatura.

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✧ Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. ✧

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