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• El llanto de una perra triste •







El crujido levantó a Mina de un salto.

—Rápido —entró Uraraka para irse de nuevo. No lo dudo un segundo y preocupada la alcanzó. —Manten ocupada a Tsuyu, encuentrala.

●●●●

De un saltó cayó sobre ella, romperle el cuello era una buena acción pero optó por patear fuerte su vientre.

—No eres tan valiente sin tus guardias atrás de ti —susurró con odio tomándola del cabello y tapando su boca. La euforia la hizo liberar ácido y Tsuyu comenzó a patalear muy fuerte.
Miró confundida, era más fuerte que ella obviamente pero jamás se dio cuenta de eso hasta ahora. Era verdad después de todo ahora es un arma de guerra, sabía lo que tenía que hacer.
Los labios de Asui se pegaron entre sí debido al ácido. Dejó de mirar hacia ella y apretó su mano contra los labios lo más fuerte que pudo, si estuviera Uraraka sería más fácil romperle una pierna o un brazo para que no se moviera tanto.

El aroma a metal la hizo saber que guardias de turno se acercaban, así que la abrazó fuerte para que no emitiera ni un sonido y la arrastró hasta los pasillos C y D, los cuales estaban abandonados por el último accidente.

Estaba haciendo las cosas a ciegas, a dónde rayos se había ido Ochako.
Tenía miedo de que los guardias la encontrara.
Comenzó a urgar la ropa de Tsuyu por mera pérdida de tiempo: lapiceros, borradores, llaveros y una pequeña grabadora. Curiosa presionó el botón.

" Quiero huir, no pienso morir aquí "

Apagó la grabadora de inmediato, el sonido fue alto y aterrada miró a todos lados, rezó por todos los cielos que alguien no haya escuchado.

¿Bakugou quiere escapar? ¿Eso era verídico? ¿Ochako era quien lloraba al principio? ¿Huir, a dónde? Sí no hay nada afuera.

En el frenesí del momento no notó cuando alguien se coló detrás del escombro.

Se maldijo internamente al ver que había sellado los labios de Asui, pero aun así ella se movía demasiado.

De la confusión se fue al enojo ¿Ochako se iría dejándola ahí?

—Mght— Tsuyu gozaba de una poderosa fuerza en las piernas y logró arquear las piernas para patear a Mina. Ella gruñó y ni siquiera le dió tiempo de pensar cuando esta comenzó a patearla.

Descargó toda su frustración en ella.

—Maldita perra, asquerosa hija de puta, ojalá te coman viva las ratas —decía entre dientes mientras pisaba con fuerza una y otra vez el estómago de la rana una y otra vez. Se abstenia de hacerle algo en la cabeza, no quería adormercerla. El coraje inundaba su pensamiento y recordó todo lo que les hizo. Con el tobillo dio una fuerte patada en la entrepierna de la mujer.
Ver como se revolcaba cual miserable gusano por el dolor le dio rienda suelta a sus más bajos instintos. La arrastró del cabello por todas partes y la lanzaba contra las rocas de forma enérgica.

—Estoy disfrutando esto como no puedes imaginar —le susurró. Estaba a punto de dar otra patada cuando las manos de Asui la rodearon en el suelo y la abrazaba de los pies con evidente desesperación.

—Mnghto, mnghto —quizá pedia clemencia, quizá decía que parara por favor. Mina chasqueó la lengua y comenzó a producir ácido en la palma de su mano.

—¿Recuerdas que tanto te rogamos que no metieras esas cosas? —dijo seca mirando como en su palma se formaba un pequeño charquito de ácido. Ella asintió con la cabeza de forma rápida, la rosa miró como la sangre nacía desde su entrepierna, seguro que había destrozado a patadas sus labios vaginales. —No te preocupes —miró con falsa clemencia al suelo donde estaba Asui, —yo no te violaré. —Suspiró algo triste —me pregunto si podré tener hijos ahora, siempre quise tenerlos para darles lo nunca tuve.

Asui se aferraba a las piernas de Mina.

—Todoroki dijo que sería mi sueño frustrado por siempre —se agachó— tu me lo arrebataste, mi sueño, sabes.

Dejó caer el líquido sobre la mitad del rostro, el cabello verdoso se caía y resbalan por la piel derretida de su lado derecho. El musgo se mezclaba con el olor ferroso de la sangre.

Mina volteó a mirar como Ochako se acercaba con dos niños a rastras, con la boca llena de cinta gris. Los lanzó frente a Tsuyu quien se tragó su dolor y se arrastró a intentar consolar a sus hermanos que la miraban aterrados por el ácido en su rostro.

Ochako se acercó y destrozó con fuerza la grabadora de una patada.

—Quiero una explicación después de esto —dijo Ashido neutra sin mirarla.

Asintió con un movimiento de cabeza, se sentó frente a la pequeña familia. Y sonrió de forma asquerosa, hubiera querido darle dolor a Tsuyu pero vio ya se había encargado de eso.
Mina hizo lo mismo y se sentó a su lado, mirando de forma acosadora el dolor ajeno.

—¿Qué deberíamos hacer?

—Revienta el cráneo de la niña.

—Puedes hacer beber ácido al niño.

Ochako acercó su mano al rostro de la niña y arrastras Tsuyu se interpuso.
Hizo una mueca y tronó los dedos haciendo que ésta cayera al suelo por el peso invisible sobre su cuerpo.
Procedió y tocó el ojo derecho de la niña, éste reventó como un pequeño globo de agua.
Alejó su mano y un circo mórbido comenzó, de ahí fue el siguiente ojo mientras la pequeña tapaba su rostro inútilmente y pataleaba en busca de una salvación imposible. Su hermano lloraba a mares sin emitir ni un berreo, Asui intentaba gritar a pesar de tener la boca sellada por su propia carne.
El pequeño pecho se comprimió y un hueco sumido en su estómago alertó su creciente hora de muerte. La sangre salió por la nariz y el cráneo se fue comprimiendo en un crujido chirriante.

Crack, crack, crack y el cuerpo se desplomó en un charco de sangre que mojaba el pequeño short del niño que se había acabado de tragar su propio vómito, el líquido rojo se mezcló con su orina igual.

La piel se abría muy despacio en los labios de Asui que lloraba a mares.

Mina tocó el suelo y el ácido escurría formando una pequeña corriente que se dirigía al niño que intentaba alejarse de forma inútil. Sacudía la cabeza en señal de dolor mientras el ácido corroia sus piernas y ropa.

El escenario era enfermizo y Toga miraba desde el fondo del escombro. Habían perdido parte del alma en aquel acto, habían dejado que el limbo las tragar por completo. Sonrió al pensar que comería carne tierna, suspiró despacio y admiró lo pútrido del rencor.

Mina se desesperó y se levantó para dar el golpe de gracia. Una vuelta de 360 grados dio el fin a una vida joven.

—¡Nooooo! ¡Ahhhhhhhhh! —la sagren nacía enérgica de los labios de Asui— ¡¡¡ahhhhhhhh!!! ¡¡Ahhhhhhhghaaaaa!!

Berreaba inútilmente, su garganta parecía destrosarse y romper sus cuerdas bucales.

Ochako se recargó en el hombro de su amiga, ambas sonriendo tranquilas. Ashido tomó la mano de Ochako, sabía que estaba mal sentir esa paz pero no la iba a negar, escuchar los gritos de una perra triste las llenaba de paz.

Ella gritaba, desesperada, rota.
—¡¡Matenme!! ¡Por favor, matenme!

Las risas empezaron a inundar el lugar, en verdad que ella creían que la matarían así como asi.

La castaña abrió por la fuerza la boca de Asui, Mina metió su mano y apretó con sus dedos el nacimiento de la lengua larga de la rana, derritiendo la  carne y arrancando con fuerza, la lanzó al suelo antes de que la mordiera, no querían que se suicidara mordiendo su lengua arruinando la diversión.

Amarraron sus piernas, claro que antes rompiendo sus tobillos, apretaron muy bien y colocaron sus brazos detras de su espalda. Ochako rompió todos sus dedos y amarraron sus muñecas. Cubrieron sus labios con cinta y la arrastraron con facilidad hacia el fondo del pasillo, después arrastraron el cadáver de los niños. Ochako colocó vario escombro para cubrirlos.

Suspiraron cansadas. Era hora de dormir. Tranquilas caminaron por los pasillos hasta la habitación de Bakugou, quien estaba sentado a la orilla de su cama con preocupación. Mina le mostró los pedazos de la grabadora y pudo respirar tranquilo.
Ochako se tiró al suelo y no lo pudo mirar a los ojos, Mina se recostó al lado de ella y recargó su cabeza en sus piernas. La castaña comenzó a jugar sus rizos rosas con cariño.

—Deben dormir, mañana será un largo día.

El silencio inauguró una nueva etapa en sus vidas.

El crujido hizo a Asui mirar hacia arriba, con el alma rota miró como Himiko caminaba hacia ella, colocó un dedo índice sobre la cabeza de su hermano, sonreía tocando como si de un animal muerto se tratara. La rubia se relamió los labios y arrancó un pedazo de carne, masticó y escupió.

—Sabe asqueroso, putas ranas asquerosas —chilló molesta. —Hey Tsuyu, jamás pensé que esas niñas re fueran a joder así.

Caminó hasta ella y miró lo espantosa que era su apariencia hasta ahora. Morirá de hambre o los gusanos se la comerán desde dentro. Sonrió emocionada y la arrastró al sistema de ventilación para que nadie pudiera encontrarlos.

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