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Es peligroso enamorarse
Pero quiero arder contigo esta noche
Hazme daño
Somos dos
Estamos seguros con el deseo
El dolor y el fuego del placer
Quémame

Fire meet gasoline — Sia



Llegar a la ciudad sin tener que ir a la tienda de su padre fue difícil. No conocía más que el camino hacia ese lugar que tanta monotonía e infelicidad le había dado. No tenía un teléfono celular, no tenía efectivo. ¿Cómo podría comunicarse con Minho?

Y Kyungsoo… ¿Cómo decirle a Kyungsoo que finalmente huyó?

No le daba miedo hablar con las personas, pero sabía que su aspecto no era el más pulcro. Estaba sudado y sucio de tanto caminar. La comunidad estaba muy lejos de la ciudad, pero entre el llanto y el coraje, el tiempo ni se sintió. Solo se dio cuenta de lo mucho que había caminado cuando sus pies pidieron un poco de descanso.

El centro de la ciudad para él era un misterio. ¿Hacia dónde caminar? Cuando sus pies ya no lograron dar un paso más, se sentó donde pudo.

Cuando su mente estuvo lo suficientemente fría, sacó la tarjeta de su pantalón y miró el número una y otra vez. Tendría que buscar alguna forma de localizar a Minho.

🌌

Kyungsoo aún estaba en las nubes, el programa era totalmente suyo y su felicidad era inmensa. Salió a festejar con sus amigos para celebrar las buenas nuevas, y bebió hasta la última gota.

Baekhyun fue quien lo llevó a su casa y lo acostó.

—Estoy ebrio. —Un ataque de risa se hizo presente, para dejarle paso a un llanto—. Duele, duele mucho.

—¿Kyung?

—Lo extraño, Baek.

—Lo siento. No tienes idea de cómo me duele tener que verte así. Sé que mañana usarás el pretexto de haber estado borracho, porque no tienes el valor de decirlo en tus cinco sentidos.

Abrazó a su mejor amigo y lloró hasta quedarse dormido. Dicen que mientras más ocultas, los sentimientos se hacen más grandes, y precisamente eso es lo que había sucedido con Kyungsoo. Calló y seguirá callando su enamoramiento por el gitano de piel morena. Jongin.

Al despertar, su cabeza palpitaba y su cuerpo dolía como si un carro lo hubiera arrollado. Para su buena suerte, ese día no tenía que presentarse a trabajar, así que aprovecharía para dormir todo el día.

Se dio un baño y salió en toalla hasta su habitación para vestirse. Al abrir los cajones de la cómoda, encontró la ropa que Leticia le había comprado, entonces, un sentimiento de nostalgia inundó su corazón y no pudo evitar ponérsela.

Decidió hacer una locura, la más grande tal vez, porque aunque ya no tenía necesidad de ir a la comunidad, volvería a ella para ver cómo se encontraba Jongin.

El camino fue silencioso, ni siquiera puso la radio o música de su playlist. Lo único que Kyungsoo estaba escuchando eran sus pensamientos y todos ellos trataban de cómo el moreno reaccionaría al verlo. Al llegar, bajó de su auto y se acercó a la casa de Raehee, pero cuando estuvo a punto de tocar, la puerta se abrió bruscamente.

—Joven Payo. —La madre de Jongin fue quien lo recibió por coincidencia.

—Señora, ¿se encuentra Jongin?

El cambio de expresión en el rostro de la mujer no pasó desapercibido por el reportero, quien fue invitado a pasar con un ademán. Se sentó en la sala de estar y miró todo a su alrededor. El recuerdo de entrar a esa casa y sentir la calidez del hogar, lo alcanzó. Sin embargo, esta vez se sentía distinto. El ambiente se sentía tan frío y apagado.

—¿Pasó algo? —preguntó.

—Jongin se ha ido, dijo que él es homosexual.

Aquella respuesta le había caído como un balde de agua fría. La mujer comenzó a llorar y él solo se quedó en su lugar, sin saber qué hacer o decir. Tenía miedo.

Entendió que Jongin no estaría ahí. Entonces, ¿en dónde podría estar?

—¿Sabe dónde está?

—Solo tomó sus cosas y se fue.

—Lo buscaré en todos lados. No se preocupe. Vendré a verla para decirle que está bien.

La mujer se acercó lentamente a él y tomó sus mejillas con afecto.

Hazle feliz, joven payo.

—¿Cómo dice?

—Mi madre siempre tuvo razón.

—Lo siento, no comprendo...

La gitana hizo una cruz en sus dedos para después persignar al joven. Tomó nuevamente sus mejillas y depositó un beso en su frente. Por último quitó uno de sus collares y se lo puso.

Tienes mi bendición.

No entendió nada, pero aquel acto le daba la bienvenida a su familia, una donde solo serían aceptados por ella.

Cuando salió, varias preguntas se arremolinaron en su cabeza, pero la que más se repetía era "¿en dónde estás, Jongin?". No había un punto de partida, su corazón estaba acelerado. ¿Jongin había dejado todo por ser feliz?

Necesitaba encontrarlo y tener respuestas.

🌌

Los pies y el cuerpo dolían. Jongin había pasado la noche en un parque público, con el frío calando sus huesos. Además de adolorido, también estaba hambriento, pero no podía acudir a nadie y eso lo estaba desesperando.

Siguió caminando hasta que escuchó su nombre en un grito. Cuando volteó pudo ver a un chico de baja estatura corriendo hacia él. No estaba muy seguro de quién era, pero recordaba haberlo visto en algún lugar.

—¡Por Dios! ¿Estás bien? —asintió, aunque claramente mentía—. ¿Buscas a Kyungsoo?

—¿Lo conoces?

—¿No me recuerdas? —negó—. Soy Baekhyun. Estuve en el funeral de tu abuela, soy el mejor amigo de Kyungsoo.

—Necesito verle. ¿Podrías hablarle?

—Te llevaré a su departamento.

Se sintió incómodo. ¿Esa era la gente con la que se rodeaba Kyungsoo? Tenía un auto de último modelo, sabía manejar y vestía ropa moderna. y también un celular que se veía caro. En el transcurso, su celular, que se veía igual de caro como todo lo demás, sonó varias, de seguro por cosas de trabajo, las cuales no entendía.

Jongin se sintió abrumado, nuevamente se vio a sí mismo como poca cosa.

—No está en su departamento, pero irá ahí ahora mismo.

—Gracias.

Llegar al edificio del departamento de Kyungsoo no lo hizo sentir mejor. Él no tenía nada para ofrecer más que su corazón y poesía barata.

El chico llamado Baekhyun le indicó el piso y el departamento, así que se bajó no sin antes agradecer.

Solo tenía una maleta llena de sueños. Kyungsoo tenía sus sueños materializados.

Una vez que llegó, esperó en la puerta del apartamento. Quiso huir otra vez, no lo merecía. Estaba tan abajo y Kyungsoo tan arriba.

—Jongin…

La voz lo hizo detenerse y voltear para verlo. Allí, frente a él, estaba el motivo de querer salir adelante. Su corazón palpitó de una manera violenta y corrió hacia Kyungsoo. La emoción de tenerlo entre sus brazos lo invadió y dejó que sus labios demostraran cuánto lo había extrañado y, sobre todo, cuánto lo amaba.

Entraron al departamento besándose desesperadamente y dejando que el contacto se hiciera más atrevido. Su piel ardía por cosas que Jongin no entendía, porque su experiencia en esa área era nula. El cuerpo le exigía más cosas que no conocía.

Pronto se deshicieron de la ropa que solo estorbaba el camino de besos de dibujo sobre la piel del otro, y empezaron a medirse el cuerpo con caricias. Sintieron la amplia necesidad de ser uno, no solo en cuerpo sino en alma.

El deseo se hizo vaivén y el éxtasis les llegó en medio de declaraciones. Cuando fueron conscientes de lo que había pasado, no hubo arrepentimiento. Hubo ganas de seguir siendo uno.

Jongin, con algo de incomodidad, dijo que tenía hambre, a lo que Kyungsoo sonrió y le cocinó todo lo que pudo.

Así pasaron las horas hasta que la noche se hizo presente y el momento de hablar llegó.

—Vive conmigo —soltó Kyungsoo.

—Soo… Yo...

—Vive conmigo, seamos una pareja. Yo sé que te amo y quiero estar contigo.

—¿De verdad?

—Nunca había estado tan seguro de algo.

—Quiero trabajar.

—Te ayudaré a buscar trabajo. También podrías quedarte en casa. Yo gano bien, podría ser el sustento. Quiero que seas feliz.

—Yo no podría.

—Debes relajarte, yo puedo hacer todo por ambos. Déjame cuidarte, Jongin.

Todavía con dudas en la mente, aceptó.

Kyungsoo se sentía la persona más feliz del mundo, porque en su mente su historia de amor sería perfecta.

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