6
Hoy por primera vez
Me enfrento a mi corazón honesto
Incluso mirarme en el espejo es difícil
¿Por qué esta expresión facial es tan incómoda?
That's okay - D.O.
La alegría que inundaba la comunidad se había vuelto nada. La ropa de fiesta estaba siendo cambiada por ropa negra. Las mujeres mayores preparaban las flores que ofrecerían al ataúd de Leticia, los más jóvenes preparaban los cantos que entonarían, y la familia simplemente estaba preparando todo lo que tuviera que ver con su próximo luto.
Jongin era un fantasma en vida, veía como su madre estaba destrozada y cómo su padre intentaba no perder la compostura, y luego estaba él, simplemente viendo a la nada y evitando caer más de lo que ya había caído.
Estaban esperando la carroza llegar, porque efectivamente Junmyeon se hizo cargo de toda la situación y no podía estar más agradecido.
Pensó en Kyungsoo, en cómo lo dejó en la comunidad para darle la noticia a sus padres y dijo que regresaría, que solo se iría a cambiar para mostrar sus respetos.
Cuando vio a su madre soltar un grito de dolor tuvo mucho miedo. Él había tomado una decisión, pero ¿cómo decirle ahora a sus padres?, ¿esperaría el año de su luto? Toda su cabeza era un lío en esos momentos.
La puerta de su casa sonó, así que fue a atender, encontrando a Junmyeon en la puerta, quien pidió que saliera para recibir el cuerpo de su abuela. Sintió como si de una pesadilla se tratara porque dentro de esa caja se encontraba un pedazo de su corazón.
—Lo lamento tanto. —Junmyeon le dio un abrazo y después se acercó a reverenciar a los señores Kim.
El ataúd fue puesto en medio de la sala de su hogar y poco a poco los integrantes de la comunidad pasaron a dar sus respetos. Jovanka entró con lágrimas en los ojos y se aventó a sus brazos de manera dramática, su llanto era fuerte y desgarrador. Esa escena fue lo primero que vio Kyungsoo al llegar, cosa que le hizo sentir muy incómodo, pero después de todo él no era nada de Jongin y aquella mujer seguía siendo su prometida.
Baekhyun también entró y lo hizo de la mano de su novio, quienes no tardaron en recibir malas miradas de la gente, sobre todo de RaeHee.
—Jongin —gritó el hombre.
El moreno caminó hacia su padre.
—¿Qué pasa? —le preguntó.
—¿Quiénes son esos homosexuales que han venido a deshonrar el funeral de tu abuela?
—No les digas así.
—Es lo que son, unos homosexuales.
—Lo dices con tanto desprecio.
—Porque es despreciable. Dios ha creado al hombre y a la mujer, eso es anti natural.
—Son personas que mi abuela conoció y apreció. Espero que los respetes.
—No me hables así.
Apretó los puños y dejó a su padre con la palabra en la boca, odiaba que su mente fuera tan pequeña y no le entrarán más ideas. No se dio cuenta en qué momento había llegado Kyungsoo, pero ahí estaba, a un lado de su abuela de rodillas haciendo una oración. Quiso acercarse, tocarlo, abrazarlo y besarlo porque de repente sentía que era lo único que necesitaba para sentirse un poco mejor, necesitaba a ese hombre para poder vivir. Se acercó lentamente hacia él y tocó su hombro.
—Jongin, ¿cómo estás?
—Mal, estoy mal.
Al contrario de Jongin, Do Kyungsoo no dudó y lo abrazó. Quería ser tan valiente como él, odiaba ser tan débil, odiaba tener tantos miedos.
—Ella estará siempre en tu corazón.
Pero Jongin no la quería en su corazón, la quería tomando su mano, haciéndolo reír, cocinándole y leyéndole las cartas.
El tiempo pasó y con ella la noche empezó a hacerse presente. La gente de la comunidad empezaba a irse y la familia tenía que hacer guardia durante la noche. De todos modos, Jongin no tenía planeado separarse de ahí, después de todo era la última noche de Leticia en casa. Eran casi las dos de la mañana, sus padres se habían quedado dormidos en el sillón, y Kyungsoo aún seguía a su lado.
—Es tarde. Deberías ir a descansar, Soo.
—No, Jongin. Me quedaré contigo.
¿Algún día sería lo suficiente bueno para ese hombre?
Cuando el sol salió, las mujeres mayores del pueblo regresaron para seguirle cantando a Leticia. Un par de horas después llegó la carroza fúnebre para llevarse a la mujer a su última morada, cosa que también fue pagado por el jefe de Kyungsoo.
El camino hacia el lugar fue silencioso en el auto de los Kim, pero en el carro de Kyungsoo la situación fue totalmente distinta. Jovanka lo miraba de una forma extraña, tanto así que estaba haciendo dudar al reportero.
—¿Tienes algo que decirme? —preguntó el joven.
—¿Por qué te has quedado con Jongin toda la noche?
—Porque era lo correcto.
—Jongin no se va a fijar en ti. —Esas palabras hicieron que apretara más fuerte el volante—. Jongin no me dejará.
Prefirió no contestar, y para su buena suerte el cementerio ya estaba demasiado cerca.
El entierro fue doloroso para todos, pero no pudo evitar mirar de más a Jongin y ver cómo se derrumbaba en silencio. Estaba siendo la roca que iba a sostener a su madre y le dolió. Sabía que no era lo que Leticia esperaba para su nieto, porque al parecer era como si ni siquiera tuviera permiso de llorar. Comparó ese momento con el Jongin que lloró en sus brazos esa tarde en el hospital o la vez que lo besó por primera vez. El joven gitano era apasionado, mostraba sus sentimientos sin dudar, ¿por qué en ese momento no lo hacía?
No hubo palabras de despedida, solo un último canto y el ataúd fue bajado.
—Adiós —murmuró Kyungsoo por lo bajo.
Él estaba feliz de haber tenido la oportunidad de convivir poco tiempo con la mujer, y saber que la hizo feliz con el viaje a la ciudad lo hacía sentir en paz.
La gente que los acompañaba salió poco a poco del lugar, y el moreno caminó al lado de Kyungsoo, quien había reducido el paso al sentirlo a su lado. Ninguno dijo nada.
En silencio, Kyungsoo se subió a su auto y esperó a que tal vez Jongin dijera algo antes de irse, pero no lo hizo, lo dejó marcharse así, sin más. Una pequeña punzada de decepción llegó al corazón del reportero, negó con la cabeza y emprendió el camino a su casa.
✨
Pasaron dos semanas desde la muerte de Leticia; Jongin no hizo ningún cambio en su vida, ahora simplemente vivía su luto. No música, no televisión, ni siquiera podía cantar o bailar, ya que según las tradiciones gitanas eso era una falta de respeto.
¿Dónde quedó el Jongin que dijo que lucharía? No lo sabía, se sentía tan avergonzado por eso.
Llamaron a la puerta y Jongin se apresuró a atender. Se quedó impactado cuando vio quién estaba detrás de ella.
—¿Minho?
—Jongin. —El nombrado se lanzó a los brazos de su amigo—. Dios, como te extrañé.
—Me has hecho falta.
Limpió sus lágrimas y lo invitó a pasar. De alguna manera, el joven se había enterado de la muerte de Leticia, y Minho le hizo una promesa que ahora tenía que cumplir.
—¿Qué haces aquí?
—Me enteré de lo de tu abuela. Lo lamento.
—Gracias, pero ¿cómo?
—Tu abuela y yo teníamos comunicación, no me preguntes cómo, simplemente la teníamos. —afirmó Minho con una expresión muy seria, cosa que comenzó a preocuparlo—. Hay algo que tienes que saber.
—¿Qué pasa?
—Estoy terminando mi carrera como abogado. Tu abuela lo supo y me pidió un favor. —De la mochila que llevaba en la espalda, sacó una carpeta—. Esto es tuyo.
—¿Qué es esto?
—Es el testamento de tu abuela.
Jongin sintió un balde de agua fría caer sobre su cabeza. No podía ni siquiera contestar.
—Jongin, tu abuela te dejó el dinero de unas propiedades que vendió en España. No es mucho, pero tampoco es poco. Estamos hablando de miles de euros. —El moreno seguía sin poder decir algo del impacto—. Pero, hay ciertas condiciones.
—¿Condiciones?
—Tienes que estudiar. El abogado que está a cargo del caso llevará un seguimiento de tu carrera y se asegurará que no te des de baja de la escuela a la que decidas asistir. Mientras tú compruebes tu estudio, se te dará cierta cantidad mensual, lo suficiente para cubrir tus gastos escolares y otros.
—Pero…
—También ha dejado una carta hace poco tiempo. Parece que presintió su muerte.
—¿Qué haces en mi hogar? —La voz del padre de Jongin los hizo levantarse—. No quiero a un jodido homosexual en mi casa.
Minho sonrió de la lado y le entregó una tarjeta a Jongin.
—Te dejo mi número por si necesitas algo. Me tengo que ir, sabía que esto pasaría.
—No regreses a mi casa. Eres una deshonra para esta comunidad y una vergüenza para tu familia. ¡Vete! Maldito payo.
¿Por qué no abrió la boca para defender a su amigo? ¿Por qué aún tenía tanto miedo? Tal vez era porque de verdad no conocía nada más de allá afuera. Pensó en Kyungsoo, en realidad, llevaba dos semanas en las que no había podido sacarlo de su mente.
Sin decir nada entró a su cuarto. Miró el sobre y lo abrió. El testamento pasó a segundo plano, solo le interesaba la carta.
"Mi loco,
No sé porqué hago esta carta ahora, tal vez se deba a la aparición de ese joven payo, por eso se la he entregado a Minho, porque él va a saber cuándo dartela. Espero que no estés molesto conmigo por ocultarte este tipo de cosas.
Mis ocasionales viajes a la ciudad fueron para conocer a su novio, un precioso y amable, muy amable chico.
Recuerdo la última vez que te leí las cartas, tenía la fe de que no te casarías porque llegaría algo hermoso a tu vida. Entonces, llegó el joven payo.
La primera vez que viste a alguien bailar ballet tu carita se iluminó y tus ojitos se convirtieron en dos brillantes estrellas. Eso fue lo que sucedió cuando conociste al joven payo. Luego le leí las cartas a él y en ellas apareciste tú, mi joven Loco. Lo sé, yo sé que ambos aparecieron en la vida del otro para cambiar el rumbo que tenían, confío en que así será.
Te puede parecer algo loco el hecho de que tenga dinero, pero ese dinero siempre fue tuyo, desde que supe que algún día partiría y te dejaría desamparado. Ahora no tienes excusa, Jongin, ahora tienes que luchar.
Hazlo por ti y hazlo para que les cuente a todos en el paraíso, que mi nieto es el hombre que siempre quiso ser.
Puede que no termines de la mano del joven payo, pero tienes que agradecerle que haya aparecido en tu vida, y si logras tener algo con él, espero que sean muy felices, mi loco y mi mago.
Atentamente, tu abuela."
Se permitió llorar nuevamente, pero después de sentirse libre de dolor, sacó su maleta y empezó a empacar.
Cuando salió de su habitación vio que sus padres estaban comiendo en la mesa, pero al ver la maleta se pusieron de pie.
—¿A dónde vas?
—A la ciudad. A vivir mi vida.
—¡No puedes irte de aquí! Serás la deshonra de la familia, jamás podrás regresar —gritó su madre.
—No es la vida que quiero vivir.
—¡Tú no te vas!— su padre alzó la voz.
—Dijiste que no querías a un jodido homosexual en tu casa.
Sin decir más, Jongin salió de la casa.
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