87.

La risa de Hoseok es lo que más se escucha en la mesa. La tarde tiene pesadas nubes grises, casi puedo apostar que comenzará a nevar. Pero después de todo, el local es bastante cálido, casi no hay gente y todos podemos hablar con comodidad.

Aunque me he contenido varias veces por golpear a alguien de la mesa, todo por estar contando anécdotas o momentos vergonzosos de mi pasado, intentando dejarme mal ante Jimin, quien se limitó toda la tarde a sostener mi mano por debajo de la mesa. Yo, acariciando sus nudillos y riendo un poco cuando soltaba mi mano para limpiar su sudor, lo cual se me hacía algo tierno, ya que sus mejillas enrojecían y me comentaba cualquier cosa para que no me dieran cuenta, lo cual no lograba y murmuraba un ligero 'perdón'.

Después de un rato, todos queríamos aclaraciones, y para entonces Jimin ya se estaba quedando dormido en mi hombro, aunque yo no era muy cómodo, pues me muevo cada dos por tres, reacomodándome o quitándole el celular a Soonhi o Jin, que quieren tomar una foto.

Soonhi y Hoseok apostaron que acostarme con Jimin sería lo primero que haría si él volvía, y por supuesto Soonhi le devolvió el dinero al decirles que lo primero que hicimos fue hablar.

Jin se disculpó por ocultarme que Jimin había vuelto, y Nam se disculpó por interrumpir nuestro "momento" de manera tan inoportuna. Pero defendiéndose con que varias veces lo he atrapado así con su esposa, y que "es justo" que me haga lo mismo. Ahí lo único que gané (aparte de una disculpa), fue una buena humillada al tener que aceptar que ya había estado en los zapatos de Nam unas cuantas veces. Porque si. Ya lo había visto coger con Haneul un par de veces.

Hoseok solo dijo que él era inocente de todo cargo y se acabó mi cerveza, acurrucándose en mi otro hombro y diciendo que si me movía, le contaría a Jimin la vez que mi pie se atoró en una reja y tuvieron que llamar a los bomberos para sacar mi pie de ahí. Lo peor es que tiene fotos, así que solo me quedé callado.

—Que lindo hablas de ellos cuando no están —dice, riendo un poco y dejando que lo abrace por la espalda, suspirando sobre su hombro y sintiendo como mis ojos arden un poco.

Estoy cansado, mis párpados se cierran lentamente y sé que el alcohol que tome con los chicos tiene mayormente la culpa, pero no me quejaré de haber bebido, así que solo tomo la mano de Jimin y lo giro para que me mire.

—¿Me cargas? —pregunto, haciendo un puchero y dejando mis ojos cerrados.

—Te iba a pedir lo mismo —ríe un poquito y rodea mi cuello con su brazos, recargando su cabeza en mi pecho y enredando sus dedos en el cabello de mi nuca—. Por favor —pide con voz somnolienta.

Dejo caer mi cabeza para atrás, suspirando y sintiendo como mis ojos arden un poco más. Tal vez bebí un poco más de lo debido.

Bajo mis manos por toda las espalda de Jimin, intencionalmente por su trasero y luego tomando sus muslos para indicarle que de un pequeño salto para rodear mi cadera con sus piernas y yo comience a subir los escalones.

—Abusivo —susurra con una pequeña risa cuando doy un ligero apretón en su trasero.

—Lo dice el que me hizo subirlo cargando —respondo, soltando sus piernas de repente cuando ya estamos hasta arriba.

Yo lo suelto, pero él a mí no, deja sus brazos en mi cuello y yo me decido por abrazarlo por las costillas, dejando mi barbilla en su cabeza y rogando por no quedarme dormido. Aunque bien podría hacerlo, no habría mejor lugar que el de ese momento, en brazos de Jimin y con un buen día detrás mío.

Siento calientes mis mejillas y luego un frío sabor a agua salada en las comisuras de mis labios. Frunzo el ceño.

—Está lloviendo adentro —es lo único que se me ocurre decir y luego suelto una estúpida risa, logrando que Jimin se separe de mí y me mire confundido.

Pasa sus manos por mi rostro y siento el agua de mis lágrimas mojar más partes de mi rostro por los dedos de Jimin pasando libremente por mi cara. Mis párpados pesan, difícilmente puedo ver como me mira con seguridad, como si supiera que todo estará bien. Y me encanta, me encanta que me haga sentir seguro, me hace sonreír pequeño, como un completo estúpido.

Uno fielmente enamorado de un chico.

—Debes descansar —comenta y yo sonrío un poco.

—No, ¿Cómo crees? ¿No ves mi energía mañanera? —mi voz ahora suena más somnolienta y bajita que antes.

—Es de noche.

Besa la punta de mi nariz y yo podría ver ese pequeño gesto desde miles de diferente ángulos, un ángulo diferente por cada estúpida mariposa loca que vuela en mi estómago y pecho.

—Ya basta, Minie —hipo, dejando mis ojos cerrarse, sintiendo un par más de lágrimas caer ante el acto—. Ya deja de hacerme tan feliz, basta. Si yo fuera tú ya te estaría dando un boleto directo a la mierda —me encojo de hombros y me lamo mis labios—. Pero no. Tú más un boleto tortuoso a una nueva vida, una feliz. Y... —hipo—. Y sé que tus padres no son los mejores. Pero sé algo de ellos: Tienen... —hipo—. Tienen al mejor hijo. Tienen un hijo con la mentalidad más hermosa que la de cualquier persona, un hijo simplemente hermoso.

—...

—...

—Que cursi...

—¡Oye! —le pego suavemente en el pecho—. E-Estoy llorando, tómalo más en... —hipo—. ...serio.

—Estás más ebrio que llorando, apuesto a que tus lágrimas saben a alcohol —toma mi brazo y abre la puerta del cuarto.

—El poeta, te dicen —bromeo, dejándome caer en la cama.

—Ya duérmete —pide, empujando mi cuerpo para levantar la cobija y cubrirme con ella.

—Duerme conmigo, Minie —estiro mi brazo al lado sobrante de mi cama—. Quiero... —hipo—. Quiero protegerte de las pesadillas.

Siento sus labios presionando suavemente mi mejilla, siento como la cama se hunde a un lado mío, indicando que se acostó como pedí. Así que levanto la cobija hasta que mi pecho toca su espalda y puedo rodear su torso, tomando su mano para entrelazar nuestros dedos y dejarlas al nivel de su abdomen.

—¿Eres muy cariñoso estando borracho o...? —pregunta, suspirando y riendo un poco.

—Me... —hipo—. Me encantas, Minie —dejo un pequeño beso detrás de su oreja, acomodando mi cuerpo para quedar más cerca suyo—. ¿Quieres ser mi novio?

Espero
Espero
Espero
Espero

Y espero

×

—Mi tío me va a matar —es lo primero que dice Jimin después de salir del baño, cubriéndose el cuello, dónde hay una gran marca con los colores rosa, morado y negro que se combinan.

—Eso es por tardar en responderme —me burlo, tomándome la una pastilla para el dolor de cabeza.

—¿Ah, sí? -toma una almohada—. Pues esa pastilla era un laxante —me golpea en la cabeza con la almohada.

—Hijo de...

—Que lindo tratas a tu novio —me golpea de nuevo y yo tomo otra almohada para golpearlo igual.

—¡No me puedo enojar si dices que soy tu novio, tonto! —lo vuelvo a golpear con la almohada-. ¡Ven acá!

Suelto la almohada y él la suya, dándose la vuelta para comenzar a correr, pero para cuando está en el inicio de las escaleras, yo lo tomo por la cadera y lo pego a mí , rodeando sus brazos y torso con mis brazos y cargándolo hasta la cama con él pataleando y gritándome que lo suelte.

—¿Con qué laxantes, eh? Vas a joderte mas tú, cuando tu tío vea todas las marcas que te dejaré —me burlo, lanzándolo a la cama para tomar sus manos rápidamente antes de que se vaya, dejándolo inmóvil debajo mío.

—¡Era broma, era broma, ni siquiera hay laxantes aquí! —grita y con mi otra mano comienzo a picarle las costillas, haciéndolo reír—. ¡Basta, basta, perdón, perdón! —dice difícilmente entre risas.

—Te soltaré con una condición —digo, deteniéndome un momento para dejarlo respirar, suspirando con una sonrisa estúpida en mi rostro.

—No pienso volver a cargarte de caballito, ni de broma —entrecierra los ojos.

Niego y sonrío mientras me inclino para besar la punta de su nariz y luego su frente para luego volver al nivel de sus ojos.

—Bésame.

—¿Qué? —sonríe y yo tomo sus costillas para, en un rápido movimiento, dejarlo encima mío, con sus piernas a los lados de mi cadera y sus brazos apoyados a los lados de mi cabeza.

—No estoy borracho, y tampoco tengo resaca, estoy bien —trago saliva y miro los detalles de su rostro—. Recuérdame de quién soy y quién es mío. Dime con tus labios que me perdonas y que me quieres, bésame como las primeras veces. Tráeme de vuelta a la realidad, bájame de esta nube antes de que caiga.

—¿Y qué pasará después?

Me encojo de hombros.

—Golpearé a cualquiera que no acepte mi realidad, porque tú eres mío, Jimin. Eres mi novio, mi realidad, mis miedos y mis retos. Real.

—Real.

Entonces me besa. Y podría jurar que la melodía más dulces y perfecta comenzó a sonar de fondo.

Fin.

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