32.

Salgo de la escuela a las nueve y media de la noche, me había quedado dormido en el sillón y mi siquiera hice el trabajo. Me quedé a hacer un poco de ejercicio y luego regresé a casa para bañarme ya que no tenía ropa en la escuela y no había llevado en la tarde.

No tenía una vida tan interesante, después de Nam, Jin y Hoseok, casi no tenía amigos. No me sentía triste para nada, simplemente sentía una soledad. Desde que me fui comencé a controlar mis ataques de ira y pánico, me acostumbré a estar solo. Pero al regresar a casa todo se fue a la mierda, necesitaba a mis amigos y a mi familia, aunque casi todos me odiaran por mi mal carácter y mi poca tolerancia, ellos siempre me hicieron sentir en casa.

Pero justo en ese momento me sentía solo y no tenía nada que hacer, solo dejar la televisión prendida con el volumen bajito y dormir hasta las dos de la madrugada.

La resaca se había ido con suerte para cuando desperté. Me dolía un poco el cuerpo y aún tenía esa sensación de vacío, pero lo único que podía hacer era jugar Mario Kart, componer, escribir, hacer ejercicio y comer.

Hice un poco de pasta y albóndigas, comí y luego bajé al sótano para hacer un poco de ejercicio. Había conseguido configurar el piano/teclado al ordenador y ahora podía componer a gusto, expresar como la música me hacía sentir aunque no fuera algo claro.

Para cuando terminé de hacer todo lo que podía apenas eran las tres de la tarde. Mi celular suena cuando cambio los canales de televisión y me estiró lo más que puedo con tal de no levantarme.

—¿Qué?

—Uh... ¿Mal día? —dice Nam del otro lado.

—Aburrido... Creí que tenían que estar en Incheon mañana.

—Sí, tomamos un tren en la noche*. Estamos empacando pero Jin y yo queríamos practicar una última vez, ¿Quieres venir o tu soledad te lo impide?

—Cállate, te veré en una hora —le digo y cuelgo sin esperar respuesta.

Tomo una chaqueta, me pongo loción y salgo de casa, notando que comenzaría a llover dentro de poco. Decidí caminar rápido y esperar que la lluvia pare para cuando regrese a casa, porque cuando llego con Jin y Nam la lluvia parece tormenta.

—¿Nerviosos? —pregunto—. Han tocado en muchos bares y locales, lo hacen genial.

—No es eso. Jin está de mal humor y quiere tocar un poco para distraerse —me dice.

—¿Qué tiene? —pregunto a la vez que ambos bajamos por las escaleras, pero no veo a Jin en el sótano.

—Hace días que JiMin no viene, además de que casi a diario se escuchan unos gritos de algún hombre en su casa, incluso a veces los de una mujer —comenta con una mueca.

—Oh... ¿No han hecho nada ustedes? —¿Por qué pregunto eso?—. Llamar a la policía o algo así.

—Lo hizo Jin. Pero Jimin habló con la policía, jurando que su padre era muy tranquilo. No sé... —se encoge de hombros—. Siempre inventa algo.

—¿Y que hay de la mujer?

Ambos nos sentamos en el sillón y olvidamos el equipo de música.

—Nunca está. O al menos nunca la hemos visto... Ni salir ni entrar.

—¿La viste en la cena? —¿Por qué me involucro tanto?

—Sí, por unos momentos. Estaba en la cocina, le dije que fuera a comer pero solo se negó desde allá.

—¿Y por eso está triste Jin? ¿Por una familia desconocida?

—Ya sabes cómo es... —sonríe un poco—. Siempre se involucra, la empatía y carisma es lo suyo. Solo deja que Jimin venga a visitarnos y los verás sonreír de nuevo —me asegura y comienzo a sentirme mal.

—¿Cuánto tiempo lleva sin venir? ¿Tres días?

—Ah... Ni idea, pero tampoco lo vemos entrar ni salir, solo sabemos que está por lo gritos. Aunque estos días pararon, ya no se escucha nada. Solo se ve las luces prendidas o apagadas y una que otra silueta.

—¡Nam! ¿¡Dónde esta el cacao!? —grita Jin desde arriba, pero su voz se escucha vacía y triste.

—¡Arriba del refrigerador! —responde.

No se escucha respuesta, solo como mueven cosas y después de unos segundos el sonido de una licuadora encendida.

—Al menos no ha dejado eso de los smothiees, ¿No? —le sonrío.

Nam sonríe pequeño y se encoge de hombros.

—Como sea, sólo espero que Jimin venga cuando regresemos de Incheon. No me importa dar conciertos ni para el presidente si mi amigo está triste —me dice a la vez que se para para acomodar su equipo.

—¿Quieres tocar para Moon Jaein? —pregunto, frunciendo el ceño.

Nam ríe y niega con disgusto.

—Mejor cantar en los bares y festivales locales —toma su micrófono—. Oye... Dijiste que Jimin dejó de ir a las prácticas pero, ¿No has sabido nada de él? —pregunta algo preocupado y mi pequeña sonrisa se borra.

—Sí, sobre eso... Ya está dentro del equipo.

—¿Quién está dentro del equipo? —pregunta Jin, que viene bajando con un vaso lleno de smothiee morado.

—Jimin —sonríe Nam para animarlo.

—¿En serio? Podrías...

—¿Pueden tocar ya? —pregunto malhumorado—. Me prometieron un último concierto —comento, intentando cambiar de tema.

Ambos me miran confundidos, pero saben que hay algo mal, así que se limitan a acomodar el equipo y tocar todas las canciones.

Para I Need U le quito el micrófono a Nam y rapeo su parte mientras este sube al sillón y brinca con la música. Aprovecho y miro a mi derecha, sintiéndome feliz de ver a Jin sonreír por la música. Entendía que fuera un chico sensible y que se encariñara rápidamente, pero no entendía por qué extrañaba tanto a Jimin. El chico ni siquiera era tan agradable.

—¡Salió increí...!

—¿Jimin era tu novio? —pregunto sin pensarlo y al mismo tiempo interrumpiendo a Nam.

No quité mi mirada de Jin durante la pregunta ni durante los siguientes segundos. Siento el cambio de tensión en la habitación al instante y las miradas de ambos sobre mí. Ambos viéndome con sorpresa y una sonrisa recién borrada.

—Que asco, Yoongi —dice Jin—. Es un niño.

—Tiene dieciocho, según su expediente.

—¿Por qué viste su expediente? —pregunta Nam y se baja del sillón.

—Está en el equipo, necesito ver sus expedientes. Ya sabes... Si tiene alergias, su historial académico y así... Jin —le hablo.

—No, Yoongi. No era ni es mi novio. Simplemente... Tú olvídalo, ¿Si? No es como que él te preocupara —me dice de mala gana.

—Pero tú si —le afirmo, acercándome a él.

—Será mejor si te vas —me dice tomándome desprevenido.

—¿Qué?

—Que te vayas, Yoongi, por favor.

—Pero...

—Yoongi... —interviene Nam, poniendo su mano en mi hombro y llevándome a las escaleras—. Será mejor que le des tiempo —me dice una vez estamos arriba.

—No entiendo por qué...

—Jimin es muy abierto sobre su vida una vez toma confianza. Quiero decir, es mi amigo, pero creo que tomó más seriedad con Jin —se encoge de hombros y mira su reloj—. Ya es tarde, tenemos que tomar el tren en tres horas y ya sabes que tenemos que estar una hora antes del viaje.

Pongo los ojos en blanco.

—Estúpidas estaciones —digo y camino a la puerta—. Sólo cuida a Jin por mí.

Él asiente y yo abro la puerta para salir. Pero antes de cerrar la puerta detrás mío, el remordimiento me golpea y me hace meter un pie en la casa, viendo a Nam empezando a bajar las escaleras.

—Namjoon —se detiene y voltea a verme confundido—. Te prometo que cuando vuelvan Jimin los estará esperando.

Y salgo sin esperar respuesta, agradeciendo que la lluvia disminuyó y apenas siento pequeñas gotas chocar contra mi piel.

.

* Incheon está conectado a Seúl mediante el metro, pero es una ciudad independiente.

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