66.-

"Creo que la emoción más poderosa que podemos sentir es el miedo. Incluso dentro del amor que sentimos por alguien, siempre hay miedo."

Esa típica tensión invade la cocina cuando Christopher y Zabdiel se van a la sala a elegir una película mientras yo me quedo en la cocina para hacerle el estúpido smoothie a Erick.

—Joel... —empieza, pero yo abro una bolsa de espinacas y provoco todo el ruido posible para que se calle.

Por ahora el smoothie solo lleva agua de coco, mostaza, cacao, chía, espinaca, aguacate, banana y miel. Creo que es suficiente.

—Me dejas... —enciendo la licuadora y el sonido hace que se calle. Yo solo miro por la ventana que tengo enfrente sin hacer ningún comentario.

—Provecho —murmuro después de vaciar el smoothie en un vaso, dejándolo a un lado de Erick.

—Joel. Basta. —dice y toma mi muñeca cuando me giro, pero fácilmente me zafo de su agarre—. Creí que estábamos bien.

—Pensé lo mismo, Erick —contesto, acercándome a él—. Pero, ¿cómo quieres que reaccione si después de todo aún crees que estoy contigo por lástima? —pregunto con voz baja—. ¿Tendré que repetirte que no es así a diario?

—¿Y cómo quieres que yo reaccione si sé que estando aquí no es lo mismo? —lo miro confundido— ¿Sólo íbamos a llegar y les dirías sobre... nosotros? Por supuesto que no, tú no eres así.

—¿Qué? —pregunto—. ¿Quieres que les diga que soy gay? —sonrío molesto—. Mierda, Erick, ¿tú crees que siempre haremos lo que tú quieres y como lo quieras al momento? Tal vez ellos te quieran y por eso te ayudan. Pero no significa que yo también solucionaré todas tus incomodidades. Madura, niño.

—¡Deja de hablarme como si fuera un niño pequeño! —exclama entre dientes, molesto.

—¿Para tí fue tan fácil admitir que eres gay? —abre la boca, pero continuo sin dejarlo hablar—. ¿Lo fue? Qué bien. Pero entiende que no todos son como tú. No todos nos atreveríamos a salir a la calle vestidos de lo que realmente les gusta, no todos besamos a alguien cuando nos sentimos mal, no todos tenemos una vida de mierda y aún así sonreímos por alguna estúpida razón, Erick. Por una vez deja de actuar como la víctima. Soy yo el que está siendo lo que por tanto tiempo odió y tú ni siquiera quieres darme tiempo para asimilarlo, ¿entiendes que no serás el único al que le sorprende esto? Me siento demasiado abrumado y tus comentarios no ayudan.

—Joel...

—No te conviertas en mí, Erickin. Deja de ser un maldito egoísta un momento y piensa fuera de ti mismo. Sé que éstos días nos encargamos muy bien de esto, pero regresa a la realidad, no todo eres tú, tú, tú y tú...

—Joel, mis smoothies son nutritivos —habla Christopher entrando animadamente a la cocina—. ¿Por qué el smoothie de Erick lleva aceite de cocina y cheetos? —olvidé que le había agregado eso.

—Uhm, los saqué porque estaba buscando algo más —miento—. Jamás agregaría eso en el smoothie del niño —miento de nuevo—. De hecho, Erick estaba por probar su smoothie. El cual hice con mucho aprecio y sé que no se negará a probarlo, ¿verdad, Erick? —digo ocultando mi enojo y fingiendo una sonrisa.

Erick mira el smoothie y luego a Christopher. Asiente con la cabeza algo nervioso y toma el vaso con el licuado de color verde oscuro.

Me cruzo de brazos y lo observo llevarse el vaso a la boca con una sonrisa falsa. Bebe un poco y suelta una arcada casi al momento, escupiendo el smoothie en el fregadero y tirando el resto del vaso también ahí.

—¿Estás bien, Erick? —pregunta Christopher acercándose a él y acariciando su espalda para que termine de escupir.

—Sí, solo no me gusta mucho la chía —dice y termina de escupir—. ¿Qué película veremos? —pregunta, intentando cambiar el tema.

—Oh, alguna de terror que Zabdiel escogió... pero, ¿en serio estás bien o quieres dormir?

—¿El niño no puedo perderse su siesta vespertina? —le pregunto con un puchero falso haciendo que Erick me mire molesto.

—¿Puedo sentarme junto a ti, Christopher? —pregunta Erick con voz dulce—. Quiero abrazar a Cry Baby cuando me asuste.

—Irónico —comento.

—Claro, pequeño —sonríe y pasa su brazo por los hombros de Colón—. Pero te recuerdo que ese gato es mío —comenta mientras camina a la sala con Erick abrazado a su torso.

Aprieto los dientes, pero no digo nada. Sé que quiere ponerme celoso, pero con Christopher no servirá.

[...]

—¡Joel! —siento mi cuerpo sacudirse y abro los ojos de poco en poco, viendo a Zabdiel arrodillado a lado del sillón en el que me quedé dormido—. ¿Ya te vas de mi casa? Quiero dormir también —pregunta con una sonrisa tranquila.

Lo miro con molestia mientras me levanto y estiro mi espalda.

—¿Dónde está Erick? —pregunto cuando no lo veo por ninguna parte y noto que afuera ya está oscuro.

—Christopher lo fue a dejar a su casa hace un rato.

—¡Qué? —grito, levantándome de golpe y notando que es demasiado tarde para esconder mi exagerada reacción.

—Oye, tranquilo hermano —dice Zabdiel después de reír un poco y mirarme confundido—. Fue una broma. Erick está despidiéndose de Chris en la entrada, también se había quedado dormido.

—Ah —exclamo y camino hacia la entrada, viendo a Erick bajar los primeros escalones de la casa—. Oye, espérame niño.

—Adiós, Joelito —se despide Chris desde lejos ya que yo he bajado las escaleras sin siquiera voltear a despedirme—. Nos vemos luego, Erickin.

—Adiós, chicos —se despide Erick sin parar de caminar, aunque voltea y sonríe un poco.

—Los veo luego —me despido de la misma manera que Colón y escucho la puerta cerrarse detrás nuestro cuando llegamos a la mitad de calle—. ¿Por qué no me esperaste? —pregunto, tomando su muñeca para que se detenga y gire a verme.

No me preocupa que pase un auto, ya es noche y es un vecindario tranquilo.

Noto que hay charcos de agua en los hoyos de la calle, el suelo está mojado y si miro una farola de la calle, podré ver las pequeñas y finas gotas de agua caer, aunque sea solo llovizna.

—Creí que estabas molesto.

—¿Por qué lo crees específicamente? —pregunto.

—¿Por ser egoísta? —hace una mueca.

—¿Lo preguntas, en serio? —digo, recuperando un poco de molestia—. Erick... —tomo su mano y camino hasta la banqueta enfrente de su casa—. No tenemos que hacer esto. No tenemos que... —niego y miro su casa—. Eres el chico más joven y valiente que conozco, Erickin. Hablo en serio —digo y regreso mi vista a él.

—¿Por qué di...?

—Pero recuerda que no todos somos iguales —interrumpo sin disculparme—. Yo tendría miedo de vivir en esa casa, pero tú no. Tú tienes miedo de no poder sentir algo real por alguien y yo no —tomo aire—. Tenemos miedo a cosas diferentes, pero hay veces en las que encuentras a alguien que te ayuda a enfrentar esos miedos e inseguridades —intento sonreír—. Creo que logré darte a entender que le puedes gustar a alguien realmente, y que todo mejora a veces. Y tú... tú me ayudaste a superar mi ignorancia. Pero aún no estoy listo para decírselo a los demás. No nos conoces, no sabes por lo que pasamos por culpa de mi homofobia. No creo poder...

—¡Joel, basta! —me grita algo bajito—. Lo lamento, ¿bien? Tienes razón. Debí pensar más en el miedo que tendrías al hablar de ello. Fue diferente conmigo y creí... creí que sería igual de sencillo para ti.

—Bueno, al menos me alegra que lo entiendas —sonrío pequeño y acaricio sus nudillos. Sus manos son pequeñas y suaves—. ¿Crees poder dormir bien esta noche? No he visto el carro de tu padre.

—Erito l-lo perdió en una apuesta con unos tipos —habla intentando no tartamudear.

No me sorprende que su padre apueste, es un bueno para nada y de algún lado tendrá que sacar dinero para la renta y sus cervezas.

—¿Erito? —pregunto, intentando confirmar estúpidamente que es su padre.

—Mi papá —hace una mueca—. Solo no quiero volver a llamarlo así —mira a su casa nervioso—. Tengo que irme antes de que llegue o se despierte —me dice, comenzando a caminar a la puerta de su casa aún con nuestras manos juntas—. Te veo el lunes —intenta sonreír y suelta mi mano para entrar a su casa, pero yo lo detengo antes de que abra la puerta.

—¿Sigues molesto?

—No, ¿por qué? —pregunta, está sudando ligeramente. Realmente le tiene miedo a Erito.

—Antes me besabas con las excusas más absurdas y ahora que es un escenario tan cliché que un beso no estaría de más, ¿solo te irás?

—Joel...

—Perdón —me disculpo con una pequeña sonrisa, encogiéndome de hombros y tomando sus mejillas entre mis manos para besarle.

Él sonríe en medio del beso, pero cuando el ruido de la puerta abriéndose llega, lo siento alejarme lejos. Mirando a su padre con horror y miedo.

--------------------

Gabbb.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top