48.-
—¿Qué más quieres saber? Es maltrato familiar, no hay más. —digo simple.
—Una cosa es que lo golpee, Joel. Y no te estoy dando la razón, p-pero... ¿No crees que es como es por alguna razón en específico? —pregunta Zabdiel del otro lado de la línea.
—¿Estás admitiendo que está enfermo?
—Me lleva la puta contigo... —murmura—. No, Joel. Puede ser normal que quiera ser así, pero me refiero a que... Ni siquiera yo lo sé. Tendrás que preguntarle tú.
—¿Preguntarle qué? Ya me metí demasiado en su vida, un poco más y terminaré adoptándolo yo de tanta pena que me da.
—No sé si golpearte o darte una palmadita en la espalda.
—¡Pues no te entiendo, estúpido!
—Solo hazle preguntas al azar. Natti y Christopher saben un poco sobre leyes, ya veremos qué hacer.
Tallo mi cara con frustración y miro por la ventana de mi oficina, ¿qué mejor vista que la de unos lockers grises? ¿Qué demonios tenía en la cabeza el que diseñó el lugar?
—No, Zabdiel. Perdón, pero esto ya no es de mi importancia. Quieres que lo haga por Chris, solo eso. Las necesidades de él no son mi prioridad, y mucho menos cuando sus necesidades son las necesidades de otro.
—Joel...
—No, basta —hablo firme—. Estoy intentando soportarlo por ustedes. Tienes razón, es un buen chico, un poco infantil, tal vez. Pero no es tan malo convivir con él. Sin embargo, no tengo porque preocuparme de su vida privada, él no lo hace con la mía y no lo espero ni quiero. Cada quien aprende a vivir con su mierda.
—En eso tienes razón, pero nosotros no tenemos que soportar tu mierda.
—Pues parece que soportando la de Erick te va muy bien, ¿no? Créeme que tiene más mierda y problemas que yo.
—Es diferente, tú tienes la culpa.
—¿Aún crees que esto es por mi homofobia? Pues eres un maldito imbécil —digo molesto apretando el celular entre mis dedos.
—¿Por qué más sería?
—¿Esa es tu pregunta? ¿En serio? Me estoy metiendo en su vida, en la vida de un estudiante mío. En la de un niño que parece tener un retraso. Zabdiel, te diré de lo que me entere siendo su amigo. Pero no investigaré con el propósito de encontrar algo. Es su vida, y si él quiere seguir así, que lo haga.
—¿Y si tiene miedo?
—Que huya.
—Como tú con Emilia, ¿sabes? Puede que Erick no sea tan cobarde como tú —lo dice porque sabe que me lastimará.
—Me juzgas por lastimar a Christopher. Pero a tí te fascina joderme con eso, ¿no? Eres un hipócrita. Christopher y tú son los únicos que saben lo que pasó, aún cuando a Chris es al que estoy lastimando, él no me lastima de regreso. Él no se defiende a sí mismo y tienes que hacerlo tú, suena miserable.
—Al menos nosotros tenemos con quien contar, ¿tú a quién tienes, Joel?
—Pues supongo que ahora a ustedes no.
Quito el teléfono de mi oreja y antes de que cuelgue, él ya lo ha hecho, mostrándose una barra roja sobre nuestra foto juntos en año nuevo.
—Gracias, Erick. Tu vida de mierda no solo te jode a ti, ahora también a mí —murmuro dejándome caer en el respaldo de la silla.
He peleado con Zabdiel tantas veces que no me sorprendería que alguno de los dos nos llamáramos de vuelta en menos de media hora. Pero sabe que el tema de Emilia no debería tocarse como el tema de él engañando a su esposa una vez o Christopher sufriendo abuso emocional con una ex pareja. Todos tenemos secretos, somos muy unidos, pero, ¿usarlos para atacarnos? Yo nunca volví a mencionar esos temas.
—Ya deberíamos irnos —susurra una voz conocida.
—Que no, Erickin. Ven aquí —la voz firme y clara de Sebastián resuena en el lugar.
Miro por la ventana y veo la espalda de Villalobos, está caminando en reversa. Debería salir a preguntar qué están haciendo aquí cuando el horario de escuela terminó hace casi cinco horas, pero no lo hago.
¿Erick mintió?
—P-pero... Auch, Sebastián —se queja en voz baja, pero no sé de qué. Me he escondido a un lado de la ventana.
—¿Por qué terminaste conmigo, babyboy? —pregunta Villalobos y miro un poco por el borde de la ventana.
—Sebastián, no. D-déjame —se queja Erick.
El más grande lo tiene sujeto por las muñecas, aunque Colón las remueve un poco con intensión de que lo suelte.
—Te dije que no quería jugar a esto —hace un puchero, pero parece tener temor.
Sebastián ríe con voz grave y de un momento a otro lo lanza contra los casilleros con demasiada fuerza.
Entonces salgo de mi "escondite", casi por inercia, pero por suerte Villalobos aún no me ve ya que está de espaldas. Por otro lado, Erick podría verme si despegara su visita del más alto o se inclinase un poco a la izquierda.
Está parado de puntitas, con la mano de Sebastián sobre su cara, tomándolo de la quijada y aunque no vea bien a Villalobos, sé que está sonriendo.
—No, babyboy. Te dije que tenías que obedecerme a mí, sin chistar. Creí que te gustaba que te tratara como una puta, ¿no? Así te gusta —sé que sonríe con descaro, casi puedo imaginarlo.
Erick niega, sus ojos están rojos.
—N-no y... n-no deberíamos estar aquí.
Villalobos se encoge de hombros. Mi cuerpo no reacciona, por un momento imagino a Christopher en el lugar de Erick y a su ex novio en el lugar de Sebastián. Mi sangre hierve al imaginar que alguien le hizo algo así a mi amigo, y ahora está pasando de nuevo. La gran diferencia es que Chris lo entendía, Erick no parece hacerlo.
—De rodillas —ordena Villalobos y Colón niega—. Ay, pequeño... —ríe y acaricia su mejilla—. No fue una sugerencia.
Quita sus manos del rostro de Colón y lo toma de los hombros para obligarlo a arrodillarse. Y ni siquiera pasan dos segundos cuando Villalobos ya está desabrochándose el pantalón.
Sebastián dice algo más, lo cual no escucho, estoy demasiado ocupado caminando a la puerta, abriéndola con tanta fuerza que choca contra la pared de atrás y hace sonar un eco en el lugar.
Ambos chicos voltean ante el ruido, pero no detengo mis pasos. Mi pecho duele al ver a Erick.
Tiene los ojos lagrimosos, las mejillas sucias y su labio inferior temblando. Me mira como si fuese un salvavidas en medio del mar, pero también parece que tiene vergüenza. Sé que se siente expuesto, débil, se siente como una mierda.
—E-entrenador... —dice Villalobos al verme caminar hacia él sin detenerme.
En cuanto llego a él mi rodilla golpea su entrepierna con tanta fuerza que el chico cae de rodillas al suelo. Y segundos después me doy cuenta de que también le he sacado el aire e intenta recuperarlo a bocanadas, pero no logra otra coas que ahogarse más.
—Erick... —me arrodillo a su nivel y pongo mis manos en sus hombros, después de acariciar su mejilla un poco—. Vete a casa, ya —ordeno y me vuelvo a girar hacia el otro chico.
Me mira con rabia, ha recuperado el aire y ahora tiene sus manos en su entrepierna. Quejándose y retorciéndose sobre el piso.
Mi cuerpo tiembla, siento rabia, ira, furia, asco, demasiadas cosas.
Erick se levanta con las piernas temblando y camina hasta la puerta trasera apoyándose en los lockers. Me siento igual, no siento que he hecho nada para ayudarlo. Y por alguna razón imagino a Christopher, no pude ayudarlo a él y ahora tampoco a Erick. Me siento como un inútil, cayendo de rodillas en el piso después de patear las costillas de Sebastián, dejando al chico retorcerse más, sollozando casi tanto como yo.
--------------------
—Gabbb.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top