OO2 | CITA
Donghee no podía dejar de observar a aquel hombre que tenía el semblante serio, mientras miraba a las personas a su alrededor dándole un sorbo a su copa de champagne. Podía notar con una gran facilidad que Jungkook le llevaba años, pero eso lo hacía más atractivo ante sus ojos aunque lograba intimidarla demasiado.
Sentía que se olvidaba cómo hablar y su estómago estaba revuelto de los nervios que le provocaba, porque temía más que nada que se diese cuenta que no era nada más que una adolescente que no sabía nada de la vida.
En ese momento, detestaba más que nada tener que darle la razón a Misoo, pero es que el tener al frente de ella al multimillonario, Jeon Jungkook, le hacía darse cuenta de que no todo era cómo lo veía. Le hacía darse cuenta que, quizás, lo mejor era que volviese a su casa y se echara en el sofá a ver una película, para luego dormirse porque debía levantarse temprano, además, que había quedado en ir a la Clínica Veterinaria donde trabaja su tío. Pues, le gustaba ir algunas veces y que él le enseñara ciertas cosas, ya que quería estudiar algo relacionado.
Jungkook volvió la mirada a ella, bajándola a la copa que tenía en su mano, la cual seguía igual de llena. Se había olvidado por completo de eso por más que llevase varios minutos allí, por lo que la llevó a sus labios dándole un sorbo, intentando no hacer ninguna mueca que la delatara y le hiciese saber que no le gustaba para nada.
—Hacen linda pareja, ¿no crees? —preguntó la fémina, intentando que la tensión desapareciera.
—¿Quiénes? —arrugó levemente la frente.
—Jimin y Saerok —respondió soltando una ligera risa.
—Oh, ellos...—hizo una mueca de rechazo que llamó su atención—. La verdad es que no lo creo para nada.
—¿Y eso por qué? —cuestionó alzando una ceja, como si le molestase, lo que a Jungkook le asombró—. Ella es mi amiga.
—Claro. Por eso estás aquí y no te conocía —comentó asintiendo—. Pues, lamento decirlo, pero no creo que Saerok sea la "mujer" que mi amigo necesita a su lado.
—¿Por qué dices "mujer" de esa forma?
—Porque siquiera lo es —respondió con simpleza—. Apenas está comenzando a vivir. Creo que Jimin hizo mal en fijarse en ella de esa forma y va a darse cuenta tarde.
Donghee se encontraba demasiado tensa, intentando ignorar el enfado que le había provocado las palabras de Jungkook, pero este podía notarlo con gran facilidad, lo que llamó su atención.
—¿Qué?
—¿Así que ella no es una verdadera mujer por tener veinte años? —inquirió alzando una ceja.
—Eso dije. La edad es algo muy importante.
—¿Y qué si te digo que soy menor que ella? —examinó acercándose, mientras este soltaba una risa socarrona, acercándose más a ella.
—Pues, en ese caso, te diría que vayas a tu casa a estudiar —respondió conectando sus miradas—. Pero dudo mucho que lo seas y estés aquí.
Donghee, para evitar el contacto visual e intentar seguir reprimiendo el enfado, decidió acabar su copa de un gran sorbo, olvidándose por completo del hecho de que no le gustaba para nada. Mientras tanto, Jungkook la observó algo confundido por su comportamiento, pero no la conocía para nada.
—¿Está todo bien?
—Claro, ¿por qué no lo estaría? —preguntó con una media sonrisa falsa.
—Supongo que no te agradó para nada lo que dije de tu amiga.
—Supones bien, pero ya no importa. Jimin decide con quién estar, ¿no?
—Lamentablemente —dijo por lo bajo, lo que borró por completo la sonrisa falsa de Donghee—. ¿Hace cuánto son amigas?
—Casi un año —respondió restándole importancia, dejando la copa en la mesa—. Creo que es mejor que me vaya.
—¿Por qué?
—Creo que sobro aquí. No conozco a nadie.
—Pues, estamos conociéndonos.
—Lo siento. No me siento tan cómoda aquí —confesó haciendo una mueca.
—En ese caso, ¿por qué no vamos a mi casa para seguir conversando y conociéndonos? —preguntó acercándose a ella.
Donghee no pudo evitar abrir los ojos a la par por la sorpresa, ya que no se había esperado para nada una propuesta así, mientras que Jungkook medio sonreía. Volvió la mirada a sus orbes oscuros brillantes, tragando con dificultad al sentir cómo los nervios volvían a ella y un cosquilleo aparecía en su estómago al pensar en estar sola con él.
—¿En verdad?
—No tiene nada de malo, ¿cierto?
—No lo creo.
—¿Entonces? ¿Qué dices? ¿Aceptas? —preguntó animado.
—E-Está bien.
En ese momento comenzó a detestarse por haber aceptado, porque lo que más quería era marcharse y poder ir a su casa para así sentirse tranquila. No le importaba para nada que su madre no estuviese en su casa, al contrario, tan sólo quería estar sola y relajada por primera vez. Pero la forma de mirarle y de hablarle de Jungkook, provocó que acabase aceptando su invitación.
—Perfecto. ¿Deberíamos ir a despedirnos? —arrugó levemente la frente.
Ambos fijaron la mirada en Jimin y Saerok, los cuales seguían juntos. Este con su brazo colocado en su cintura, hablándole al oído provocando que ella sonriese con picardía. Donghee se preguntaba cómo hacía para actuar con tanta normalidad estando con alguien varios años mayor que ella, utilizándolo sólo por dinero.
—Supongo que sería lo correcto.
Jungkook la observó por un momento, para comenzar a caminar siendo seguido por ella, la cual ignoraba las miradas que causaban más su inseguridad por cómo estaba vestida.
—Hey, ¿Jimin? —habló Jungkook, capturando la atención de la pareja.
—¿Qué sucede? —preguntó curioso, observando por un momento a la fémina, lo que hizo que Saerok también lo hiciera, pero sorprendida al verla junto a Jungkook.
—Nosotros nos iremos, ¿está bien?
—¿Qué? ¿Juntos? —examinó con los ojos abiertos a la par.
—Vaya, creí que Taehyung se fijaría en ella —comentó Jimin, reprimiendo la risa.
—Oh, créeme que lo hizo —confirmó mirándola por un momento, por lo que ella desvió la mirada nerviosa.
—Ven aquí —ordenó por lo bajo, Saerok, tomándola del brazo—. ¿Cómo es que te iras con él y tan rápido?
—No sé. Él sólo me invitó —respondió encogiéndose de hombros.
—Creí haberte dicho que te fijaras en el más joven porque era más fácil. Tan sólo tenías que buscar una manera de que Taehyung no te utilizara una vez y ya.
—Es demasiado...desesperado —hizo una mueca.
—Pues, a Jungkook no le gusta las jóvenes como nosotras, así que no comprendo qué rayos...—dejó de hablar, observándola con una ceja alzada como si estuviese analizándola—. No le dijiste tu edad, ¿verdad?
—Creo que se lo di a entender...
—Donghee...
—¿Vamos? —intervino Jungkook, llamando la atención de ambas.
—Diviértanse —comentó con picardía, Jimin.
—No seas idiota, ¿quieres? —Jungkook lo miró con el semblante serio.
Ambos pudieron escuchar a la pareja reír, aunque Donghee pudo notar que Saerok había quedado algo tensa. Al ver a Jungkook que la esperaba para comenzar a caminar, lo hizo, sintiendo cómo él lo hacía a su par.
Las palabras de su amiga resonaban en su cabeza, lo que le hacía preguntarse si acaso no estaba cometiendo un grave error al no haberle confirmado que sí era menor que Saerok. Pero aun así, no era capaz de detenerse y hablar, porque el pelinegro la intimidaba de gran manera como nunca antes le había pasado con otro hombre.
(...)
Cuando la adolescente vio aquel Mercedes Benz, quedó boquiabierta, mientras que Jungkook le abrió la puerta del lado del copiloto para que subiese y, además, tomó su mano para ayudarla. Donghee intentaba actuar normal, pero en las últimas horas estaba viviendo momentos que jamás esperó poder.
Una vez que ambos estaban dentro del coche, él le preguntó si quería que colocase música, y asintió ya que necesitaba que se esfumara un poco la tensión que se había formado. En cuanto escuchó la música, sintió cómo se relajaba un poco, pese a que ambos se mantuvieron en silencio.
Jungkook conducía tranquilamente, concentrado en el camino mientras que ella observaba por la ventanilla, repitiéndose una y otra vez que debía mantener la calma.
¿Qué tan malo podría ser ir al departamento de un multimillonario y soltero que, además, era varios años mayor que ella?
El único hombre mayor con el que había estado, fue con su exnovio, el cual conoció en el restaurante y se había mostrado demasiado agradable. La conexión fue casi inmediata, al punto de que compartieron un par de palabras cuando ella estaba por irse, hasta le pidió su número sin timidez alguna, sorprendiéndolo. Mientras que con Jeon Jungkook no era capaz de hablar porque sentía que cualquier cosa que saliese de su boca, podría llegar a ser algo incorrecto que provocase que él pudiese actuar mal al saber de su edad.
El portón mecánico se abrió sorprendiendo a la fémina al ver aquella mansión lo que hizo que se inclinara más hacia adelante, boquiabierta. Estaba tan concentrada en eso, en el hecho de que fuese en su mayoría de cristal, pudiendo ver el interior, que jamás se dio cuenta cuando el pelinegro aparcó el coche, para así bajarse y abrirle la puerta, estirando su mano, lo cual hizo que sintiese su rostro enrojecer.
Rápidamente tomó su mano al reaccionar, para así bajar del coche agradeciéndole. Cuando comenzaron a subir las escaleras, ella aún tomando su mano, Donghee sentía cómo se le dificultaba respirar y su estómago se revolvía de los nervios, mientras que Jungkook actuaba con normalidad como si no sintiese la tensión asfixiante que se había formado.
La fémina suspiró aliviada cuando este soltó su mano, para así abrir la puerta indicándole que pasara primero, por lo que obedeció, asombrándose por su gran tamaño y lo lujosa que era.
—Bien, la servidumbre debe estar durmiendo, así que me encargaré....
—¿Servidumbre? —repitió asombrada, pero este no le prestó atención.
—¿Whisky?
—¿N-No tienes que trabajar mañana? —lo observó insegura, deseando con todo su ser que no le diese algo así de beber.
—Sí, pero...
—Algo más suave, ¿no crees?
—¿Algo como qué?
—¿Cerveza?
Donghee lo miró insegura, mientras que Jungkook abrió los ojos a la par ya que no era para nada algo que se esperara, lo que hizo que ella sintiese su rostro arder por la vergüenza, preguntándose cuál hubiese sido una respuesta correcta. En ese momento, necesitaba más que nunca la ayuda de su mejor amiga.
—Creo que...tengo algunas en la nevera. Ya vuelvo —habló algo extrañado aún, mientras comenzaba a caminar hacia la cocina—. ¡Toma asiento!
La fémina soltó todo el aire que contuvo sin saber cuenta, para acercarse al sofá negro que estaba sorprendida por el gran tamaño, pues sentía que allí cabían más de diez personas. Y como si eso no fuese suficiente, tenía otro a un lado pero más pequeño donde podrían caber unas tres personas.
Observaba a su alrededor el gran tamaño, comparándolo con el departamento de Hoseok, pensando que en aquella sala de estar podría caber por completo. Al dirigir la mirada a algunos cuadros que estaban en las paredes, como también en los muebles, comenzó a sentir curiosidad por la pelinegra que salía en algunas junto a Jungkook, notando un gran parecido entre ellos.
Jungkook se veía con sus facciones más suaves, lo que le hacía saber que era de más joven, hasta era demasiado sonriente lo que le llegaba a dar ternura. Pero al escuchar la música sonar se relajó, hasta que escuchó unos pasos que le hizo levanar la mirada, encontrándose con aquel hombre de traje oscuro, que se había quitado la chaqueta y llevaba sin abrochar los primeros tres botones, enseñando demasiado su pecho. Sus mangas estaban dobladas hasta sus ante brazos, lo que permitió que Donghee pudiese apreciar uno de sus brazos tatuados. Algunos mechones de su cabello oscuro y rizado ahora caían por su frente, lo que le hacía saber que probablemente había pasado sus dedos desacomodándolo, pero su mirada seguía siendo tan oscura como peligrosa. En ese momento, sentía que ella no sería la que lo cazara sino que él lo haría, lo que provocó que se removiera en el sofá.
—Aquí tienes tu cerveza —habló entregándole la botella.
—Gracias.
Donghee soltó un suspiro cerrando los ojos por un momento, repitiéndose que debía estar tranquila y seguir con el plan si acaso quería poder lograr lo que su amiga. No tenía nada que temer, pues podría llegar a ser alguien agradable, así como había notado que Jimin lo era.
Pero es que Jungkook la hacía sentirse más pequeña de lo que era, y no sólo de madurez, también físicamente, lo que hacía que quisiera huir cada vez que se acercaba.
Le dio un gran sorbo a su cerveza, deseando que beber pudiese ayudarla a actuar con más normalidad. Pero cuando sintió cómo tomaba asiento a su lado, apoyando uno de los brazos en el respaldo y cómo la miraba con intensidad, un escalofrío recorrió su espina dorsal.
—¿Ya no sigues molesta por lo que dije de tu amiga? —preguntó burlón, antes de llevar la botella a su boca para así darle un sorbo.
—¿Quién se acuerda de eso? —arrugó levemente la frente, girando la cabeza a verlo, observando cómo una pequeña sonrisa se formaba en sus delgados labios rosados y ahora húmedos—. Además, Jimin se nota muy enamorado de ella.
—Quizás es sólo...calentura —opinó alzando una ceja—, ¿no crees?
—Para nada.
—Es lo que le sucede a la mayoría de hombres.
—¿Y a ti también te sucede? —examinó para luego darle un sorbo a su cerveza.
—No.
—¿No?
—Nunca he estado con una mujer varios años más joven que yo, por más ardiente que pudiese estar ante mis ojos—respondió tranquilo—. Además, ellas nunca saben lo que quieren.
—¿En serio piensas eso?
—En realidad...sí hay algo que saben —asintió con la mirada perdida cómo si estuviese pensando—. Buscan cazarnos.
—¿Qué? —preguntó con voz débil, sintiendo que podría vomitar aunque no haya comido.
—A los hombres solteros, con dinero, poder, ya sabes, así tendrían toda su vida resuelta —respondió encogiéndose de hombros—. Y no sólo aquellas jovencitas lo intentan, también mayores. Por eso es tan complicado conseguir una buena mujer que no sólo se fije en lo que tenemos, y llevamos tanto tiempos solteros.
—Vaya, no lo había visto así —dijo intentando que su voz saliese normal—.¿Cuántos años tienes, Jungkook?
—Cumpliré treinta pronto.
Donghee sintió cómo se estremecía al pensar que podría llegar a estar con un hombre doce años mayor, por lo que sentía que aquel juego de seducirlo podría tornarse más peligroso. Podía notar en sus orbes oscuros intensos y por sus palabras, que no era para nada estúpido, por lo que podría darse cuenta con gran facilidad de lo que estaba intentando. Eso quería hacerla dar marcha atrás por más que ya se encontraba en su casa.
Saerok tenía toda la razón en decirle que debía enredar al soltero más joven.
—Oh...
—¿Creías que era más viejo? —preguntó divertido, soltando una ligera risa.
—No, al contrario —respondió rápidamente—. Aparentas menos.
—Gracias, supongo. Eres la primera en decirlo —confesó ladeando la cabeza—. Siempre me dicen que aparento más edad. Supongo que es por mi cara de amargado.
—Pues, yo no te veo con cara de amargado.
—Soy distinto fuera de horario de trabajo —aclaró con una pequeña sonrisa—. ¿Tú cuántos años tienes?
—¿Cuántos me das? —preguntó conectando sus miradas, sintiendo estremecerse cuando Jungkook comenzó a recorrer de manera lenta con la mirada, su cuerpo entero.
—Eres mayor que Saerok, ¿verdad?
—¿Seguro de eso?
—Me hubiese dado cuenta si sólo eres una chiquilla. No estarías aquí, Donghee—aseguró con seriedad—. Dime tu edad. No me gustan los juegos.
Ella mordió el interior de su mejilla, pensando en que si le decía la verdad, lo más probable sería que recibiese malos tratos de su parte, como también que la echara, por lo que tragó con dificultad. No sabía qué decir, hasta que recordó la identificación falsa que le había dado Saerok, una vez que ella quería entrar a un club para ver a Hoseok.
Quizás podría utilizar esa edad.
—Tengo veinticuatro —respondió intentando actuar con normalidad.
—Veinticuatro —repitió por lo bajo, observándola de pies a cabeza otra vez, lo que hizo que ella quisiera volverse pequeña en su lugar, pero luchó consigo misma para soportarlo.
—¿Los aparento?
—Es extraño. Pareces más joven, pero a la misma vez no —dijo haciendo una mueca.
—¿Conoces hace mucho tiempo a Jimin?
—preguntó decidiendo cambiar de tema para intentar relajarse.
—Hace varios años...
Así los minutos comenzaron a pasar, Donghee llegando a sentirse más cómoda al hablar con él, aunque pensaba que quizás se debía a la cerveza. Ella había acabado la suya antes que Jungkook, pidiéndole otra lo cual lo sorprendió, pero aun así buscó dos más para ambos.
Para él era bastante cómodo que ella pareciese ir soltándose más, porque había notado lo tensa que estaba desde que llegaron y cómo su voz parecía temblar al hablar. No iba a mentir y decir que no le gustaba cuando las mujeres se ponían nerviosa por su presencia, lo disfrutaba demasiado y, a veces, hasta solía aprovecharse de eso, pero estaba interesado en conocer a Donghee.
Cuando el tiempo fue pasando, la cerveza fue haciendo algo de efecto en el sistema de la pelinegra, lo que hizo que ahora -olvidándose por completo de la timidez y cuánto la intimidaba- no pudiese apartar la mirada de él. Apreciaba su cabello rizado y desordenado, con unos mechones cayendo por su frente, su pecho desnudo que comenzaba a querer recorrer con sus dedos, como también los tatuajes en uno de sus brazos. El que vistiera de negro le daba un aspecto más intimidante para Donghee, pero a la misma vez, lo hacía verse jodidamente ardiente.
Sin timidez alguna, Donghee rozó su pierna con la de él al acomodarse, lo que hizo que este mientras hablaba, la observara con una media sonrisa. Era muy fácil para él saber lo que estaba pasando por la mente de ella, podía leerlo en su mirada, en aquel destello de lujuria.
Jungkook volvió a observarla de pies a cabeza, deteniéndose en sus piernas desnudas, como su vestido parecía estar más arriba, enseñando sus gruesos muslos como tanto le gustaba a él, lo que hizo que humedeciera sus labios como si estuviese saboreándolos. Siguió subiendo la mirada, deteniéndose a sus redondos y grandes senos que resaltaban demasiado, sintiendo sus manos arder por las ganas de poder jugar con ellos.
Aun así, carraspeó la garganta recordándose que ya no era el tipo de hombre que llevaba mujeres solamente para follárselas. Tratando de quitar esos pensamientos, llevó su mirada al reloj de su muñeca.
—Ya es algo tarde, ¿no crees? —preguntó interrumpiéndola.
—¿Qué hora es?
—Ya es de medianoche. Olvidé por completo que debo levantarme a las seis —comentó haciendo una mueca—. ¿Te llevo a tu casa?
—No —respondió rápidamente, desconcertándolo—. Es que...una amiga está esperándome. Yo...estoy quedándome con ella por unos días...
—¿Y...?
—Sólo...prefiero ir en taxi.
—No es una buena excusa, pero lo aceptaré —asintió provocando que ella se tensara—. Despiertas más mi curiosidad.
—Llamaré un taxi.
—Está bien. Deberíamos salir.
Luego de unos minutos, cuando salieron y Jungkook la ayudó a bajar las escaleras, Donghee sentía que la tensión entre ellos había aumentado, lo que le hacía preguntarse si acaso no estaba comenzando a sospechar de sus mentiras. Mientras que Jungkook la observaba por unos momentos, preguntándose porqué parecía tan tensa todo el tiempo, aun después de que haya estado cómoda con él.
Esperaban en silencio, la pelinegra deseando que llegase de una vez y así no tener que volver a ver a Jungkook. Pero es que comenzaba a darse cuenta de que quizás se había equivocado al mentirle.
—¿Me das tu número? —preguntó llamando su atención.
—¿Qué? ¿Mi número? —abrió los ojos a la par por la sorpresa, lo que hizo a Jungkook soltar una ligera risa.
—Sí. Quizás podríamos hablar y encontrarnos otro día —respondió encogiéndose de hombros—. ¿Qué dices?
Donghee mordió su labio inferior, pensando si acaso había logrado despertar algo de interés en él, pues minutos atrás había querido más que nada que le quitase el vestido, pero acabó creyendo que todo le había salido mal.
—¿Tardarás mucho en pensarlo? —inquirió con una pizca de diversión que provocó el sonrojo de ella.
—Está bien. Te lo daré.
Jungkook y Donghee intercambiaron números, y cuando la tensión volvió a aparecer para ella, agradeció ver al taxi afuera. Quiso despedirse rápidamente, pero para su sorpresa, él comenzó a caminar hacia el taxi para así abrir la puerta y tomarla de la mano para que subiese. Pero lo que más le sorprendió, es el hecho de que él le haya dado dinero al taxista, sin importarle que sobrara, sólo por no haber aceptado que la llevara, lo cual provocó que sintiese su rostro arder.
Luego de eso, sólo le dijo un "cuídate y espero que nos veamos pronto" para cerrar la puerta, mientras que ella sólo medio sonrió sin saber bien qué decir al respecto. No podía comprender para nada la manera de actuar de Jungkook, ya que el hecho de que le pidiese el número y que le dijese que esperaba que volvieran a verse, la confundía demasiado por cómo actuó cuando estaban dentro de su casa.
Se sentía frustrada por sus mentiras, así como también por el hecho de que Jungkook no hiciese nada, porque realmente había sentido unas ganas incontrolables. Pensaba en que quizás si él la hubiese llevado a su casa, algo podría haber pasado, pero eso era realmente peligroso.
No quería que Jungkook supiese dónde vivía, mucho menos con quién, porque eso lo podría llevar con gran facilidad a darse cuenta de que estaba mintiendo acerca de su edad.
(...)
Los días pasaban con rapidez para Jungkook y Donghee, quienes no volvieron a verse, siquiera se mensajearon a pesar de tener el número del otro. Eso se les hacía demasiado extraño a ambos que esperaban un mensaje, pero con los días fueron dejando aquella ilusión, pensando que quizás no habían logrado llamar suficiente la atención del otro.
Ahora Jungkook se encontraba en un restaurante, almorzando junto a Saerok y Jimin, admirando la vista desde el balcón. Los escuchaba hablar, como también reír, intentando ignorar por completo la frustración que le causaba la pareja, ya que la mayoría de veces parecían no notar que había personas a su alrededor.
Además de que de por sí, Saerok no le agradaba para nada al pelinegro, así que todo lo que hiciese causaría una gran molestia en él, aunque no fuese nada que pudiese reprochar.
—¿Qué te sucede? —preguntó Jimin, llamando su atención, mientras tomaba un trozo de carne para llevar a su boca.
—Nada.
—¿En verdad? No lo parece.
—Sólo estaba pensando en el trabajo. Aún no recibí respuesta de Yoongi.
—¿Y crees recibirla? Yoongi se olvida completamente de nosotros, siquiera parece interesarle el trabajo con tal de no tener que hablar con nadie —comentó riendo, causando la de su novia, lo que hizo que el pelinegro rodeara los ojos.
—¿No lo has visto?
—Sólo pasar. Ni siquiera me saluda.
—Ya deberías estar acostumbrado a su manera de ser.
—Lo sé. Pero debería abrirse un poco porque a veces me olvido de su existencia —confesó haciendo una mueca.
—¿Por qué es así? —preguntó curiosa, Saerok.
—Sólo odia al mundo y ya —respondió Jungkook, antes de que Jimin pudiese contestar.
—Creí que tenía que ver con la cicatriz...
—Justamente por personas cómo tú que sólo se fijan en eso...
—Ya, Jungkook —intervino Jimin—. No ha dicho nada malo sobre eso. Relájate.
Jungkook tomó la copa de vino para darle un buen sorbo, diciéndose que debía relajarse aunque no la tolerara para nada. El hecho de que nombrase a su amigo, y aquella cicatriz en su rostro de la que todo el mundo hablaba cuando lo veía, había sido más que suficiente para que Jungkook tuviese un buen motivo para explotar en su contra. Pero es que no soportaba para nada cuando intentaban indagar en la vida de su amigo, y menos cuando hacían comentarios respecto a él al no estar presente.
—¿Y qué tal va todo con la amiga de mi prometida? ¿Han vuelto a verse? —Jimin decidió cambiar la conversación, para así intentar que la tensión entre ambos desapareciera.
—No hemos vuelto a vernos —respondió desviando la mirada.
—¿Y eso por qué? ¿No le pediste el número? —preguntó confundido—. ¿Desde cuando eres tan lento, amigo mío? Me decepcionas, JK.
—Intercambiamos números —aclaró sintiendo la intensa mirada de Saerok, que estaba seguro de que ella sabía todo lo que sucedió, por la amistad que tenían.
—¿Entonces? ¿Por qué no le has escrito? ¿No te gustó? —arrugó levemente la frente, pasando su brazo por el respaldo de la silla de su prometida.
—¿Podemos hablar de otra cosa?
—¿No te ha dicho nada a ti sobre por qué tampoco le escribió, muñeca? —Jimin dirigió su mirada a Saerok.
—Quizás ella está esperando que tú le escribas, Jungkook.
—Cómo sea —musitó tomando nuevamente la copa—. Ahora sólo estoy concentrado en el viaje a Busan. Agradezco que vengas conmigo, hermano.
—No quiero que te vayas —confesó Saerok, mirando con un puchero al rubio que sonrió con dulzura—. Me vas a hacer falta.
—Y tú a mí...
—Oh, vamos, sólo serán dos jodidos días en el que no podrán follar —habló amargo, Jungkook—. Dejen el drama.
—¿Por qué tienes que ser así conmigo? —preguntó agotada, Saerok.
—Ya, muñeca...
—¿Así cómo? ¿Lo dices porque no me muerdo la lengua como los demás? —examinó inclinándose hacia adelante—. Si no quieres extrañar a Jimin, búscate un trabajo y deja de desperdiciar su dinero. Tan sólo serán dos días y yo cuidaré de que su bragueta se mantenga cerrada, así que no te preocupes. Nadie más va a quitarte tu oro.
—¡Ya, Jungkook, cállate! —alzó la voz, Jimin.
Saerok lo observó con sus facciones endurecidas y las lágrimas acumuladas por la rabia que le generaba, más que nada al saber que no podía decir nada porque podría empeorarlo para ella. Simplemente, se levantó dejando la servilleta en la mesa para comenzar a caminar alejándose, sin importar llamar aun más la atención de las demás personas que se encontraban en aquel piso del restaurante.
—¿Por qué carajos no aprendes a guardarte todo lo que piensas? —preguntó entre dientes.
—¿Y tú por qué no te das cuenta la clase de mujer que es? —cuestionó arrugando levemente la frente—. Sólo te quiere por tu dinero.
—Tú deberías recordarte que hay personas cómo Yoongi, que no nacieron en una cuna de oro como nosotros, pero eso no quiere significar que busquen aprovecharse de nuestro dinero —escupió inclinándose hacia adelante—. Sé perfectamente quién es Saerok, y si quiere derrochar mi dinero, ¿qué rayos te importa a ti?
—Por Dios, Jimin...
—Deja a mi prometida en paz si no quieres que nuestra amistad se vaya al carajo. La amo, así que no permitiré que nadie le falte al respeto, siquiera tú, Jungkook.
El rubio corrió la silla bruscamente para levantarse, tirando la servilleta en la mesa sin importarle que cayera en su plato de comida, para luego seguir a su prometida. Mientras tanto, Jungkook soltó un suspiro de frustración, ignorando por completo las miradas porque no era algo que le interesara en ese momento.
Sabía que era justo que Jimin la defendiese porque por algo iba a casarse con ella, y que a él, al contrario de los demás, no le importara para nada enfrentarlo, ya que los Park habían ayudado a los Jeon a levantar la Empresa. Pero aun sabiendo que era comprensible que la defendiera, detestaba que no le importara para nada que Saerok derrochara su dinero y sólo estuviese a su lado por interés.
Jungkook tomó el celular que había dejado en la mesa a un lado, mordiendo ligeramente su labio inferior y pensando si haría bien.
Buenas tarde, Donghee.
¿Te acuerdas de mí?
(...)
Donghee se había sorprendido de recibir el mensaje de Jungkook, pero más le sorprendió el hecho de que días después volviese a escribirle para invitarla cenar. Lo que fue realmente extraño para Jungkook, fue que luego de insistirle en pasar por ella, le dijese que podía pasar a buscarla en la casa de Jimin. Sabía perfectamente que él no se encontraba allí, así que tan sólo estaba con Saerok. No le gustaba la idea de tener que ir allí por ella, pero aun así aceptó.
La fémina necesitaba ayuda para prepararse, así cómo no quería que Jungkook supiese dónde vivía, por lo que aceptó rápidamente que Saerok la ayudase a elegir qué ponerse y que la maquillara.
Una vez que se hizo la hora y Donghee recibió un mensaje de su parte informándole que estaba afuera, salió intentando actuar con normalidad, capturando toda la atención de Jungkook. Pues, llevaba su cabello ondulado cayendo por sus hombros y un vestido de tirantes rojo, apegado a su figura, enseñando una de sus piernas.
Mientras que ella al verlo, abrió los ojos a la par al ver que tenía un ramo de rosas en sus manos, lo que hizo que provocase más sus nervios y su tobillo se doblara. Jungkook rápidamente llegó a tomarla del brazo cuando perdió el equilibrio, por lo que Donghee sintió su rostro arder por la vergüenza, maldiciendo mentalmente a su mejor amiga por obligarla a usar otra vez tacones.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
—S-Sí, lo siento —musitó sin ser capaz de mirarlo.
—Son para ti —habló entregándole el ramo de rosas, lo cual la hizo sonreír y olvidarse un poco de lo sucedido.
—Gracias...
—Estás preciosa, Donghee —confesó sin timidez alguna.
La fémina sintió cómo su rostro ardía y no sabía qué decir al respecto, pero Jugkook se acercó rápidamente al coche para abrir la puerta, estirando su otra mano para que ella la tomara. Como siempre, la ayudó a subir, esta vez atento a que no volviese a doblarse el tobillo, para luego cerrar la puerta y rodear el coche para subirse él.
Donghee seguía demasiado asombrada por lo caballeroso que era Jeon, y no podía dejar de sonreír al ver el ramo de rosas que le había entregado. Pues, jamás ningún hombre tuvo ese detalle, más que Hoseok darle una rosa, pero jamás un ramo como hizo Jungkook.
Se sentía demasiado nerviosa, como también emocionada al darse cuenta que quizás sí había logrado llamar su atención, aunque la voz en su cabeza no la dejase en paz por mentirle sobre su edad. Pero si quería poder tener todo lo que tenía Saerok, entonces, tendría que continuar con su mentira al menos hasta que consiguiese a alguien mejor que Jungkook, al que no le importase aquel número.
Al llegar al restaurante, Jungkook dijo de la reserva, por lo que lo hicieron subir sorprendiendo a la fémina al no ver más mesas ocupadas como abajo. Los nervios volvieron a ella, porque creía que podría sentirse cómoda sabiendo que había más personas allí, pero tan sólo estarían ellos.
Jungkook corrió la silla para que la pelinegra se sentase, lo que la hizo sonreír nerviosa, pero le agradeció y él tomó asiento en frente. Ambos ordenaron pasta, mientras que el mesero les servía vino, por lo que Donghee hizo una mueca al saber que tendría beber por más que no le gustase.
Los minutos comenzaron a pasar, mientras que hablaban de cosas triviales y Jungkook le dio un sorbo a su copa, notando que ella no lo hacía y parecía algo tensa.
—¿Qué sucede?
—Nada.
—No te gusta el vino, ¿verdad? —preguntó con una media sonrisa.
—¿Es tan obvio?
—Lo siento. Debí preguntarte qué querías beber.
—Está bien...
Donghee al ver cómo él miraba a su lado, giró observando cómo el mesero se acercaba con los platos para ambos para colocarlos en frente de cada uno.
—¿Qué quieres beber, Donghee? —preguntó mientras el mesero la observaba, lo que hizo que abriera la boca sin saber qué decir.
—N-No es necesario...
—Si lo es.
—En verdad, puedo beber...
—Ya, relájate. Dile lo que quieres —dijo con una sonrisa tranquilizadora.
—¿Champagne? —preguntó arrugando la frente, mirándolos insegura, lo que hizo reír a Jungkook.
El hombre asintió para así comenzar a dirigirse hacia las escaleras, mientras que Jungkook seguía observando con una sonrisa a Donghee. Ella sentía su rostro arder por la vergüenza y desesperación que sintió, dándose cuenta que siquiera le gustaba el champagne, pero no supo qué pedir.
—Te pones nerviosa con demasiada facilidad, Donghee —habló tomando su copa de vino.
—Cállate —musitó sorprendiéndolo.
—¿Por qué? ¿Es por mi culpa? —examinó con una pizca de diversión como también de picardía.
Donghee quiso decir algo al respecto, pero el mesero se acercó con una nueva copa para ella, sirviéndole champagne, mientras que Jungkook le corría la copa de vino para acercarla a la de él.
—Gracias —dijo Donghee, intentando ignorar el hecho de que no le gustase aunque sí lo prefería antes de que al vino.
Ella pudo notar cómo Jungkook seguía mirándola con una pequeña sonrisa, lo que hizo que sus mejillas se tiñeran de un rosado, pero ambos decidieron comenzar a comer. Hablaban de temas triviales, aunque Jungkook era quien más hablaba permitiéndole que pudiese conocerlo un poco más a él, como también a las personas que lo rodeaban.
Así los minutos fueron pasando cuando terminaron de comer, Donghee estaba algo sorprendida de que ya no le sentía un mal sabor al champagne, al contrario estaba gustándole, por lo que ya había tomado más de la mitad, mientras que Jungkook iba por su tercera copa de vino. Este había comenzado a notar que lo que más hicieron fue hablar sobre él, lo que sólo lograba despertar más su curiosidad acerca de Donghee y su vida.
—Nunca te lo pregunté, pero ¿trabajas? —preguntó antes de darle un sorbo a su copa de vino.
—Sí —aquella respuesta hizo sonreír a Jungkook, y que se inclinara hacia adelante mostrándose interesado.
—¿De qué trabajas?
—¿Por qué tanto interés, Jungkook? —arrugó levemente la frente, mientras desviaba la mirada por los nervios.
—Tú ya sabes que soy CEO de la Empresa, ¿por qué yo no puedo saber de tu trabajo? —cuestionó confundido—. ¿Eres detective o algo así? —bromeó mientras ella negaba con la cabeza.
Jungkook soltó un suspiro para levantarse, llamando la atención de Donghee, pero este tomó la silla para acercarse a ella y volver a tomar asiento, mirándola curioso.
—Dime. Quiero saber de ti —habló inclinándose hacia a ella, provocando aun más sus nervios.
¿Qué podría decir? No sabía sobre trabajar, y no podría decir que era azafata como su madre, por lo que comenzó a pensar mientras mordía el interior de su mejilla y Jungkook la miraba con intensidad esperando una respuesta.
—Trabajo en una Clínica Veterinaria —soltó de repente, provocando su confusión.
—¿Qué?
—Sí, trabajo allí junto a mi tío —explicó masajeando su nuca, mientras este parecía asombrado—. No quería decirlo porque tu trabajo es muy diferente y, quizás, puedes pensar que...
—Vaya, me gusta —sonrió—. ¿Sabes? Yo tengo un perro...
—¿En verdad?
—Sí. Se llama Bam y es un Doberman. No pudiste conocerlo porque está en la casa de mi hermano. Estuvo enfermo y él tuvo que encargarse de llevarlo a la veterinaria porque yo he estado ocupado —explicó haciendo una mueca—. Pero si quieres, puedo hacer que se conozcan.
—Oh...—soltó una risilla nerviosa—, me gustaría.
—Bien. Entonces, ya sé a quién puedo llamar si Bam volviera a enfermarse.
—¡No! —exclamó rápidamente, provocando que él la mirara confundido—. Es decir, si ya tienes a alguien de confianza, no es necesario que lo cambies por mí.
—Tarde. Ya eres la nueva veterinaria de Bam —sonrió.
Donghee, por primera vez, pudo notar cómo una arruguitas se formaban a los costados de sus ojos y cómo sus paletas sobresalían un poco por su tamaño, lo cual le daba un aspecto más tierno, desapareciendo todo el peligro que ella le vio en sus orbes oscuros la primera vez que se vieron.
Tomó una bocanada de aire intentando relajarse, para así tomar su copa de champagne dándole un gran sorbo que hizo que la acabase por completo. Jungkook pudo notar con facilidad sus nervios, por lo que soltó una risilla por lo bajo, inclinándose para tomar su copa de vino y darle un sorbo.
Así él continuó hablando, intentando indagar más sobre ella para poder conocerla mejor, pero parecía ser que la fémina era alguien demasiado reservada.
(...)
Donghee se encontraba tan tensa que siguió bebiendo sin importarle que estuviese embriagándose. Hasta quiso pedir otra botella, pero Jungkook la sorprendió invitándola a su casa, lo que le hizo ilusionar de que pudiese pasar algo entre ellos. Pero cuando estuvieron nuevamente sentados en su sofá, bebiendo vino ya que Donghee por el efecto del alcohol siquiera le disgustaba, se dio cuenta de que Jungkook seguía actuando igual. Eso la llevó a concentrarse en su bebida porque le irritaba de gran manera el hecho de que, Jungkook no pareciese tener intención alguna de avanzar a algo más. Observaba su cabello rizado y desordenado, llevando un traje negro, enseñando un poco su pecho ya que llevaba los primeros dos botones sin abrochar. Se veía realmente atractivo ante sus ojos, y se había cansado de observar sus delgados labios, esperando en algún momento poder saborearlos.
Sentía que estaba jugando con su cordura, pues se acercaba demasiado al punto de hacerle creer que podría cortar toda distancia, pero luego volvía a tomar distancia con una sonrisa en su rostro como si se le hiciese divertido.
Donghee ya no sabía qué más hacer para llamar su atención, por lo que permitió que uno de los tirantes cayera por su brazo, fingiendo no notar cómo Jungkook al apoyar nuevamente la copa en la mesa, fijó su mirada.
Este pasó las yemas de sus dedos por su brazo, conectando sus miradas, lo que hizo que sintiese cómo un cosquilleo recorría su vientre, pero para su sorpresa, Jungkook acomodó el tirante sobre su hombro. Ella cerró los ojos intentando mantener la calma, porque nunca antes le había pasado que un hombre no quisiera follar en el primer encuentro.
Estaba deseando a Jeon Jungkook de una forma tan intensa como nunca antes le sucedió con alguien más, pero él parecía no tener intención alguna de que eso sucediera esa noche.
—¿Estás bien, Donghee? —preguntó por lo bajo con voz profunda.
La fémina apoyó la copa de vino en la mesa pequeña negra rectangular, la cual estaba en frente con la copa de Jungkook, apoyada también allí. Al volver a inclinarse hacia atrás, sintiendo su corazón golpear con fuerza, giró la cabeza para ver a Jungkook, el cual la miraba interrogante alzando una ceja.
Ya no podía soportarlo más.
Para la sorpresa de Jungkook, ella llevó la mano a su nuca, estampando sus labios en un intenso beso. Siquiera fue capaz de reaccionar en el momento, sólo podía sentir cómo sus labios se movían sobre los de él ejerciendo presión, la manera en la que su lengua pasaba por su labio inferior, pero acabó correspondiéndole al abrir la boca dándole acceso.
Jungkook intentaba luchar por el dominio, pero ella no se lo permitía, mientras se acercaba más intentando colocarse a horcajadas, pero él rompió aquel beso por falta de aliento. Observó sus mejillas sonrosadas, sus labios enrojecidos, hinchados y húmedos, como su pecho subía y bajaba, mientras los tirantes cayeron por sus brazos lo que le daba una mejor vista de sus senos.
—Fóllame, Jungkook —ordenó rozando sus narices, intentando mantenerse de sus hombros.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Creen que Donghee hizo bien en mentirle?
Hubo un pequeño cambio con el cabello de Jungkook por la nueva portada que me hicieron JAJSJSJA
Por cierto, muchísimas gracias por las 1K leídas, me pone muy contenta el apoyo que está recibiendo esta historia
Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, si es así, no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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