¿Realmente era lo correcto? ¿No sería lo mejor simplemente decirle que no a todos? ¿Por qué el amor era tan injusto?

Ahí, con la cabeza gacha y sentado una pequeña banca intenta resistir las ganas de llorar. El pecho le latía fuertemente.

Él lo sabía, ¿pero a qué costo?

Y ahí, sintiéndose tan débil, aparecía.

— Gold, ¿Qué te pasó? ¿Todo bien?

Gold reconoce esa dulce voz, no necesita levantar la mirada. Incluso puede imaginar sus facciones preocupadas. Por eso solo se levanta y lo abraza, sin mirarlo.

— Ruby yo... No puedo evitarlo.— Intenta explicar su sentir entre balbulceos y la mente desordenada, falla estrepitosamente— Si tan solo... Maldita sea.

Ruby no necesita palabras para entenderlo, ya no. Solo decide abrazarlo con igual o más fuerza con lo que lo hace el ojidorado.

Es el momento.

— Está bien. Lo entenderán, yo lo entiendo. Es tu decisión. No llores, a pesar de todo te seguiré queriendo, no me voy a alejar de tí. Sin importar el cielo al que vueles.— Su voz es comprensiva, suave, amable y cargada de todo el amor del mundo.

Pero también llora de miedo, su corazón llora de la incertidumbre.

Gold se separa ligeramente, decide que es momento de verlo. Entonces el tiempo se detiene.

Ese brillo tan especial se lo dedicaba a él, ese brillo que tenía miedo de mostrar.

Porque mientras que iluminaba a Ruby, opacaba al resto.

Gold no quería eso, los quería a todos, de una forma u otra.

Y todo estaba perfectamente decorado como para nunca decírselo.

Pero ahí estaba, diciéndolo.

Cautivo y cautivado, de tí y por tí.

Gold se acerca con cuidado hacia Ruby, como si el más mínimo movimiento pudiera despertarlo de un sueño.

Ruby termina de acortar la distancia entre sus labios, lo besa con cautela. Acerca su mano a la mejilla de Gold. Siente como el contacto lo lleva al cielo.

Pronto esa cautela se olvida de los miedos, esa cautela se vuelve decisión y esa decisión se vuelve amor.

Porque esa era su elección, el amor. Amarlo a él.

Su corazón había hablado, y ya no había marcha atrás.

Su final era Ruby.