31.Petplay
Silbaba mientras caminaba por el sendero franqueado de flores naranjas. Era viernes, el sol bajo en el horizonte tras la cabaña en los límites de sus terrenos. El viento silbaba entre las hojas, los pájaros acompañaban su caminar mientras subía la última de las colinas y abría el espacio entre los arbustos. Sus pasos eran muy suaves, calmados, pero su corazón estaba lleno de los sentimientos contradictorios de los sucesos dentro de la cabaña.
Tragó al rozar la puerta, sus manos temblorosas al apretar los botones de seguridad. El calor de su cuerpo era demasiado al cerrar tras él, la penumbra de la habitación solo interrumpida por un par de puntos rojos en el fondo de la habitación.
—Te tardaste.
La voz era ronca, tan profunda como un rugido de olas dentro de las cavernas. Lo atraía y lo llevaba, sus pasos sin ser suyos a medida que andaba sin ver. Solo el roce de los barrotes de la jaula lo impidieron caer, garras como manos acariciándole los brazos.
—No me podía salir antes, sino van a sospechar...
Un beso lo calló, una lengua cálida rozando la suya unos instantes antes de separarse de nuevo.
—18573, debes huir a donde vivían tus primos...
Los puntos chispearon, un gruñido de un gato grande agitando hasta el propio centro.
—Mis primos están muertos, Mazzini. Tu gente los mató. Robaron todo, cada trozo de información, cada centavo de mi fortuna. —Los barrotes se agitaron—. Me dejas libre y acabaré con cada gota de sangre terrestre.
—No me importa... Van a venir, por ti. Vete, vete y no vuelvas.
Sin dejarlo terminar, se alejó de nuevo a la puerta, su cuerpo estremeciéndose por el miedo y el terror de estar cubriendo la destrucción de la humanidad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top