13. Selfcest

Este relato contiene spoilers de la novela futura "Estrellas en la oscuridad". Aún está en proceso de estructuración,  así que lo olvidarán cuando haya salido.

Dedos largos en guantes de cuero jalaron la mejilla izquierda del adolescente, arrancándole un quejido de dolor. Todavía rellenas de los últimos vestigios de la adolescencia, la piel era suave y elástica. Aún así, el joven en simples prendas tan blancas como su piel arrojó un manotazo a la mano altanera cubierta en guantes negros, su expresión llena de irritación. La situación era lo suficiente extraña para incomodarlo, no hacía falta agregar el contacto físico con... 321 tragó, su cerebro incapaz de igualar la situación a una palabra específica. En su corta vida enfrentó muchos terrores, no así similares al par de hombres frente a él. El joven frunció los labios en una mueca.

—«Doppeltgänger» es la palabra que buscas, pequeño. —Igual si hubiera leído la mente, su versión adulta en uniforme blanco y dorado sonrió de esa forma dulce que ocultaba profundas falsedades. Ladeó la cabeza, sus hombros caídos en una postura abierta a conversaciones—. Soy Pax, una versión de tu futuro.

321 tomó nota del vacío en su mirada incluso en esa expresión amable, sus gestos calculados para causar buenas impresiones a su alrededor. Su cabello algo desordenado y largo a los lados, rubio igual a los ángeles, tenía algo intencional. La apariencia suave de su presencia atraería a débiles y a fuertes por igual para prestarse a su servicio. Uniforme de punta en perfección, ni una sola mota de polvo. Aún así, ni el propio hombre se creía su disfraz, claro, y tanto él como el otro doppeltgänger podían oler al lobo bajo la apariencia de la oveja. En su sonrisa podían adivinar los colmillos velados y el deseo de sangre, las telas conteniendo un cuerpo diseñado más para matar que para negociar.

—Puedes dejar el acto, Pax. Estás entre depredadores. Soy Rashnu, por cierto. —La versión en negro de su futuro era el opuesto. Si en Pax encontraban el equilibrio, Rashnu era la personificación del caos. Su cabello rubio estaba depilado a los lados, el resto largo en una coleta de aspecto desordenado. 321 contó tres piercings en cada oreja, uno en su lengua. Su uniforme era una sola pieza que apretaba la forma de sus músculos, el lobo orgulloso al mostrar su mordida llena de sangre. Una ceja rota aumentaba la fiereza de sus ojos verdes, tan muertos como los de su contraparte tras los lentes oscuros de aviador.

El joven cruzó los brazos, los caminos frente a él sin interesarle en lo más mínimo. Dejó sus ojos vagar por las paredes sin colores, los pisos púlidos. Solo existía una razón para hablarles y era encontrar una salida de ese laberinto de vuelta a su mejor amigo, su compañía, su...

—¿Puedes dejar de pensar en 320 un segundo, niño? —Rashnu interrumpió, otra vez acercándose a 321 y agarrándole de las mejillas—. ¿No puedes pensar en otra cosa cuando tienes a tu futuro frente a ti? Me irrita de sobremanera cuando la gente desperdicia las oportunidades...
El más bajo intentó soltarse del ataque a las mejillas, incapaz de pelear más que con quejas. El adulto era incluso más fuerte de lo que parecía en su intimidante forma.

—Anda, como si tú y yo fuéramos mejores... Seguro solo piensas en Mitra a todas horas. —Pax rodeó los hombros de Rashnu con sus brazos, atrapándole de atrás con una sonrisa algo traviesa—. Cáritas es lo único que llena mi mente incluso en mis sueños... No puedo culpar al pequeño.

Rashnu suspiró, acariciando los brazos que lo envolvían tras al fin soltar a 321, quien dio un par de pasos a una distancia fuera de su alcance. Sus mejillas parecían tomates de lo rojas que estaban tras el ataque.

—Mm. Eres muy poco estricto. Cáritas debe jugar contigo como un monigote. —Pax pareció brillar por la sonrisa mientras el gesto de Rashnu se volvía más grave—. ¡Sé algo menos patético! ¡Eres un comandante!

La voz hizo eco en la estancia, un ronquido respondiéndole desde el fondo de la sala. Los tres se quedaron quietos, sus ojos deslizándose hasta la fuente del sonido. Al descubrir lo que allí descansaba, se acercaron unos a los otros, 321 en medio de los adultos. Sus respiraciones parecieron detenerse. Rashnu palpó sus costados por su pistola.

En un revoltijo de sábanas manchadas en distintos fluidos, la forma de un niño no mayor a cinco años dormía. Sus uñas negras, rotas, en dedos largos. Su cuerpo desnudo era un mapa de golpes y de heridas a medio curar. Cabello rubio ceniza desordenado, rostro igual al de un muñeco y una boca pequeña, rosada, manchada de sangre seca. Experimento 18573 descansaba tras una pelea y una buena comida, los restos de huesos grandes y pequeños alfombra a su alrededor. No estaba en una celda, solo la distancia separándolos de los otros.

321 se estremeció, el recuerdo de la carne humana subiéndole por la garganta junto a las nauseas. Al sudor en el aire llegó el aroma del miedo. En silencio, acordaron una tregua por la duración de ese encierro. Los dos hombres eran adultos y él mismo era fuerte, pero ninguno podría ganar una pelea contra un descansado Experimento 18573. Los peores años eran un recuerdo para los tres, sus instintos oxidados permitiéndoles existir entre los seres humanos como uno más. En cambio, Experimento 18573 estaba tan cerca a su verdadero potencial que casi podían colocarlo como el vínculo entre el humano y la bestia.

No, ninguno deseaba enfrentarse al monstruo dormido que llevaban adentro.

Sin dejar de ver el bulto, el trío ocupó la única zona que podría considerarse fuera del territorio del niño. Ninguno dio la espalda a la amenaza, sentándose lo más cerca posible uno del otro. Con el instinto afilado, Pax intentó calmarlos con una sonrisa y susurros.

—Así que, 321, ¿tú y 320 ya han dado el paso?

321 abrió la boca en incredulidad, Rashnu soltando una risa socarrona en voz muy baja. El oído de los cuatro era excelente, así que sus palabras llegaban a los otros sin problemas.

—Menuda pregunta.

—Porque tienes razón, debe aprovechar de preguntar. —Pax animó la conversación, su sonrisa más amplia mientras su expresión estaba iluminada por la curiosidad—. Nadie conoce mejor el cuerpo de 320 que nosotros.

321 cerró las manos en puños, las uñas clavándose en la piel. Las orejas le ardían. Los adultos intercambiaron una mirada, Rashnu silbando mientras Pax ensanchaba la sonrisa en burla.

—Lo siento, no volveré a mencionar su nombre. —Su expresión no coincidía con su disculpa.

El joven gruñó.

—Hum, ¿entonces, qué van a enseñarme? Ya lo hemos hecho... Pero no es tan fácil... —Bajó la cabeza a su regazo—. No sé cuándo se siente bien...
Esta vez no hubo risas, solo manos tomándole de la barbilla y de los hombros. El aliento de Pax llenó sus labios mientras Rashnu besaba su cuello, bajando por su torso. Su aliento cosquilleó su piel al hablar, el frío de la habitación contraste del calor de los doppeltgängers al desnudarle.

—Recuerda todas las sensaciones. No pierdas de vista lo que haremos...
En completo silencio, 321 asintió mientras se rendía a las caricias en su estómago, al movimiento de labios contra su boca que pronto aprendió a imitar. Soltó un quejido cuando la boca de Rashnu tomó su erección en la boca, la humedad confundiéndole y agradándole.

—Siempre estimula los pezones, acaricia aquí y aquí. Muerde un poco. —Pax imitaba sus palabras, mostrándole con mordiscos y caricias los puntos delicados a aplicar en su amante. Torso, nuca, pecho, cuello, espalda. 321 jadeaba, las sensaciones envolviéndolo en una nube de placer.

De vez en cuando, Pax apartaba el cabello de la frente de 321 para que memorizara la habilidad de Rashnu. Memorizaba la manera de usar la lengua, de estimular con caricias y movimientos, la razón de ese piercing en específico.

—Agarra mi cabeza y jala un poco el cabello. A Mitra le gusta un poco la rudeza cuando está muy caliente. —Sugirió Rashnu, golpeándose la mejilla con el órgano—. También le gusta esto, y algo de arcadas. Nuestro chico es sádico, pero no nos hará daño aunque se lo pidamos.

El hombre hizo un gesto al caballero de blanco.
—Anda, que practique contigo.
—Pero...
—321, tienes que practicar.
El joven suspiró, sentándose mientras Pax quedaba frente a él. Rashnu se separó de su entrepierna, guiándole a manejar la forma de Pax y dándole consejos de cómo dar placer antes de que 321 comenzara.
—No eres nada malo. —Halagó Rashnu, apartándole el cabello de la frente a Pax.
—Lo mismo digo.
En silencio, intercambiaron una mirada antes de romper la distancia entre sus bocas. Pronto, los tres se volvieron una forma donde 321 era el centro. Probó el interior de ambos adultos, aprediendo a usar su fuerza bruta en favor del placer más que del dolor. Mordiscos, gemidos, jadeos, sus cuerpos bailaban en estasis hasta que los tres satisficieron la curiosidad de percibirse más allá de sus sentidos.

Sin embargo, cuando la puerta cayó y las cuatro versiones de 320 entraron en medio de una nube de polvo, los tres rubios estaban en plena negociación con Experimento 18573 para no ser otra comida más.
—¡321!
—¡Cáritas!
—¡Mitra!
Sus voces espantaron al diminuto y letal niño, no así suficiente para que se mantuviera alejado de los recién llegados, en especial al más pequeño de ellos, quien se cubrió la nariz y le apartó de los hombros.
—Apestas.
Experimento 18573 lo abrazó con fuerza, ignorando el grito de:
—¡Apestas!

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