UN PASEO ESPECIAL


Desafío: #3 Aniversario

Puesto: #1

Disparador: Terror en el Cementerio de la Recoleta

Título del cuento: "Un paseo especial"

Autora: Claudiadequilmes


Noche de luna llena y, sobre el pucho, luna de sangre. El espectáculo ideal para el marco de una velada mágica. La recorrida nocturna al Cementerio de La Recoleta es un punto de interés y visita obligada a la Ciudad. El grupo al que nos unimos estaba formado por 15 personas a cargo de una guía que nos contaba la historia del lugar y nos advertía desde el inicio que no debíamos separarnos; si el gigantesco monumento podía confundir de día, cuanto más podríamos perdernos en medio de la noche. Yo había ido con mis compañeros de estudio, era la única argentina. Ana era de México; Fernando, español; Luisa, de Perú y Francisco, una incógnita. Cada vez que preguntábamos algo sobre su origen, evadía la respuesta con ambigüedades. Por todo esto, no sabíamos casi nada de nuestro compañero. Compartíamos habitaciones de una residencia universitaria y, desde su arribo, Francisco manifestó una particular fascinación por este lugar y, cuando desapareció repentinamente, tuvimos que informarle a nuestra guía.

—¿Dónde pudo haber ido? ¿Se habrá asustado?

—¡Imposible! Si quería venir desde que llegó al país —contestamos al mismo tiempo.

Y luego recordamos su interés por la historia de Elisa Brown, hija del gran almirante, cuyo prometido muriera en una batalla en la campaña contra el Brasil. Su mismo padre entregó en sus manos el reloj que su novio le dejara a manera de legado. La muchacha, con apenas 17 años, no soportó el dolor y, vestida de novia, se perdió en las oscuras aguas del Río de la Plata. Se cuenta que sus urnas fueron realizadas con el bronce fundido de un cañón del navío. Avivados por ese pensamiento, pedimos ir hasta el lugar donde ella descansaba.

Tomamos entonces por el callejón que conducía al mausoleo de la familia Brown y divisamos la figura de Francisco, sentada al pie del monumento. Nos extrañó que no se moviera al acercarnos, pero pronto comprobamos que no podía hacerlo, ya que su cuerpo estaba pálido y helado. En su mano derecha sostenía un reloj de bolsillo con las iniciales F.D. Menudo susto y complicaciones sufrimos esa noche con el infortunado suceso, pero peor aún fue el día siguiente, cuando, en la habitación, buscando documentos para su entierro, encontramos su pasaporte a nombre de Francisco Drummond, el mismo nombre que el prometido de Elisa. Seguramente fue una casualidad. ¿O no?


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