08
JiMin expulsó todo el aire que había estado reteniendo por largos segundos. Incluso había olvidado que era importante respirar, pero sus nervios no podían dejarlo tranquilo.
Hace unas semanas, sus padres le habían pedido conocer al hombre que se había robado su corazón. Pues según ellos, JiMin estaba lo suficientemente enamorado de aquélla persona como para estar pegado al celular tanto tiempo.
El problema es que, le había comentado a su mayor sobre eso, sus padres querían conocerlo, reunirse con él y hablar. JiMin ya les había dicho que estaba en una clase de relación con un hombre mayor que él, claro que ellos no se opusieron, pues aunque les tomó con la guardia baja, tampoco podían prohibirle a su hijo con quién estar.
Sin embargo, eso no quería decir que no quisieran conocer al hombre que -ahora- formaba parte de la vida de su hijo.
Claro que ellos exageraban, JiMin realmente no sabía en qué clase de relación estaba con Min YoonGi, habían permanecido juntos desde aquélla vez que lo ocultó en su casa, pasó alrededor de dos días ahí mientras el pelinegro arreglaba sus problemas.
JiMin nunca preguntó como fue que terminó por "deshacerse" de la basura, no quería saberlo.
Fue ese mismo día que YoonGi le dijo que podía irse ya que el peligro había pasado, que JiMin eligió no irse sin antes dejarle en claro que no estaba dispuesto a dejar pasar su encuentro como un error. Y comprobó que para YoonGi tampoco fue un error, cuando al día siguiente volvió a encontrarlo en su departamento.
Para esta ocasión, JiMin ni siquiera se inmutó ante su presencia.
Al parecer, por muy raro que sonara, ya se había acostumbrado a tener a YoonGi irrumpiendo en su departamento como si fuera el suyo.
El caso es que así lo parecía ahora. Milagrosamente, YoonGi se había estado quedando con él en su departamento desde aquélla vez, ahora se quedaba a dormir y cuando despertaba al día siguiente, lo tenía acostado a su lado, sin indicios de querer irse. Desayunaba con él, comía con él e incluso cenaba con él, y aunque no se veía todo el tiempo, ya que JiMin tenía que trabajar, siempre que llegaba su departamento ahí estaba, sobre el sofá en el que se sentó la primera vez.
Pero ahora, había otro problema, y tal vez era el problema más grande hasta ahora.
YoonGi no había accedido a conocer a sus padres. Incluso habían tenido una pequeña discusión, la cual provocó que el mayor desapareciera de su hogar por varios días.
JiMin quería pensar que YoonGi estaba reconsiderando las cosas, pero para ser sincero, el rubio temía que no fuera así. Y es que, ¿en qué estaba pensando? YoonGi no era solamente un tonto hombre que lo persiguió un día hasta su departamento, no. YoonGi era un mafioso, encargado de traficar armas y de deshacerse de todo aquel que quisiera interponerse en su camino.
No era fácil simplemente llegar y decir; "mamá, papá, les presento a Min YoonGi, quien no es mi pareja porque no hemos hablado acerca de eso, pero mantenemos una relación de follar sin compromisos, ah, y es un traficante de armas."
Imposible decirles eso.
En todo caso, no importaba mucho ahora. Pues el mayor había desaparecido tan fácil como vino, y una parte de él se sentía triste. No, no una parte, todo en él gritaba tristeza y tal vez, algo de desilusión. Pero lo sabía, sabía que algo así pasaría porque no estaba bien relacionarse con una persona como Min YoonGi, YoonGi era diferente, eran completamente de mundos diferentes.
Pero en ese momento, tenía la pequeña esperanza de que el mayor quisiera formalizar algo en su relación.
Ahora sabe que fue una idea estúpida.
Cuando su jornada de trabajo terminó, caminó tranquilamente a su departamento, la verdad es que no tenía ganas de llegar, no tenía ganas de absolutamente nada. Su semestre estaba por terminar y tenía todo encima, trabajos, proyectos, entrega de calificaciones, todo era tedioso para él, pero lo era aún más con sus problemas estúpidos y amorosos.
Cuando pasó por una tienda de conveniencia compró un par de sopas instantáneas para cenar algo y un par de cervezas sólo para él, dudaba tomar mucho pues estaba cansado, pero aún así las compró.
Al abrir la puerta de su departamento, tardó en hacer reaccionar su cerebro, porque para empezar, la puerta no tenía seguro, no había utilizado las llaves para abrirla, y sobre todo, escuchó más voces en aquel lugar.
—¡Hijo! ¡ya era hora!— la voz de su madre lo sacó de su trance, parpadeó rápidamente tratando de procesar la situación y observó a su familia en su departamento.
Y no sólo eso, YoonGi también estaba con ellos.
—¿Mamá? P-pero...
—¿Cómo que Mamá? ¿Acaso no estás feliz de vernos?— preguntó la mujer, abrazando a su hijo por la fuerza, JiMin envolvió sus brazos alrededor de ella lentamente, aún sin entender lo que estaba pasando.
—Debo admitir que no me esperaba llegar a tu departamento y encontrar a tu pareja cocinando, pero vaya que la comida fue buena.
Está vez fue su padre quien habló, el rubio sonrió algo confundido, miró al pelinegro, quien los miraba con una ligera sonrisa en sus labios. JiMin no sabía qué hacer o qué decir.
—Sabes, deberías buscar otro trabajo, sales demasiado tarde de la cafetería. Pero gracias al cielo tienes quien te espere en casa. — su madre halagó al mayor, quien sonrió ante sus palabras.
JiMin soltó una risita nervioso. —Sí, tengo... suerte.
—Debes estar cansado, dame eso y cena algo. — la voz del mayor llamó su atención, YoonGi se acercó a las bolsas que había comprado y al bolso que siempre llevaba al trabajo para quitárselo y llevarlo a su habitación.
Durante las siguientes dos horas, sus padres estuvieron muy preguntones acerca de su día y su escuela, lo cual le causó mayor comodidad al ver que no preguntaban sobre YoonGi o su relación.
Además, YoonGi se veía muy cómodo y normal estando ahí, lo cual le hacía preguntarse que cosas les había dicho a sus padres para que ellos estuvieran tan a gusto en esos momentos.
Poco tiempo después de recibir largos abrazos y besos por parte de su madre, y un medio abrazo por parte de su padre, los adultos se habían ido, dejando a ambos hombres completamente solos.
JiMin dio media vuelta, observando al mayor que se encontraba recargado en el sofá de su sala.
Caminó a paso lento, estaba algo nervioso por haberse quedado a solas con él, y no sabía la razón si ya habían estado más que solos alguna vez. Pero ahora se sentía diferente, sabía que algo iba a pasar.
—Exactamente... ¿qué fue todo eso?— preguntó el rubio, estaba parado frente al mayor, quien lo miraba desde abajo sentado en el sofá.
—¿Qué fue qué?
—Todo eso, esto de... llegar y verte a ti aquí, con mis padres y además, cocinaste para ellos. ¿Qué planeas Min? — dijo, cruzándose de brazos y alzando una de sus cejas.
—¿Qué crees que planeo?— volvió a preguntar.
El rubio bufó. —Ya estoy harto, habla claramente, no me respondas con preguntas tontas esperando que yo responda mis propias dudas, sólo... quiero saber por qué hiciste todo esto. Te enojaste, discutimos y te fuiste, te fuiste durante varios días sin decirme nada, te vas cómo si no te importara la situación en la que estás, y lo entiendo, porque sé la persona que eres, pero no está bien que juegues con mis emociones de esa manera.
JiMin se alejó, queriendo ir a su habitación rápidamente.
—Es mi culpa por enamorarme de un tipo como tu. — murmuró el rubio antes de cerrar la puerta de su habitación y esconderse en ella.
Se metió en su cama, esperando no volver a pensar en aquel hombre, el cual claramente no se iba a ir de su casa. Pero, no podía evitar sentirse herido, él ya había caído bajo los encantos de Min YoonGi desde hace mucho tiempo, aunque estaba seguro de que no tenía muchos encantos, pero si los necesarios.
Además, ¿estaba loco? le había dicho la palabra prohibida, había confesado sentir amor por él y no debería ser así, se supone que no debía serlo.
Y ahora se acababa de poner en vergüenza, seguramente YoonGi entraría en cualquier momento y cortaría cualquier clase de relación que tuvieran ahora mismo, o probablemente sólo le diría cómo...
—También estoy enamorado de ti.
JiMin se puso rígido ante la ronca voz que se escuchó sobre su oído, la gran mano de YoonGi se paseaba por su pierna, dejando leves caricias sobre aquélla zona. Su corazón latía con fuerza, demasiado para soportarlo.
Había estado tan sumido en su desgracia, que no se había dado cuenta cuando el mayor había entrado en su habitación. Ahora, estaba terriblemente avergonzado por haber pensado en tantas cosas en tan poco rato.
Pero él... él había dicho lo mismo.
—N-no juegues con eso. — JiMin respondió, haciendo un leve puchero con sus labios.
—No estoy jugando, te estoy diciendo la verdad — el pelinegro recargó su blanquecina mejilla sobre su hombro, respirando tranquilamente —, la razón por la que volví para hacer esto, es la misma razón por la que no me voy a ir de aquí.
—... Nosotros, somos completamente diferentes, no tenemos cosas en común y, creo que no podríamos ocultarle por tanto tiempo tu verdadero tú a mis padres.
YoonGi sonrió inconscientemente.
—JiMin, acabo de decir que estoy enamorado de ti — el pelinegro suspiró con fuerza —, ¿podemos dejar de lado tus preocupaciones y concentrarnos en lo que dijimos antes?
El rubio apretó con fuerza sus labios, se sentía nervioso, ansioso sobre todo. Sí, quería hablar con YoonGi y decirle la verdadera forma en la que se sentía por estar con él, pero no quería arruinarlo, ya no más.
—Bien... — JiMin cerró sus ojos durante largos segundos —, te extrañé, no vuelvas a irte sin avisar.
El pelinegro negó, dejó un beso sobre el hombro del chico.
—No necesitaré avisarte, porque no pienso irme de nuevo — YoonGi murmuró —. No esperes mucho de mí, nunca nadie me dio algo a cambio, así que no sé lo que es el amor mutuo. Pero, si me dejas, quiero tratar de darte ese amor.
JiMin abrió sus ojos, se removió en la cama con lentitud, quedando frente a Min YoonGi otra vez. Con cuidado subió sus manos por todo el pecho del mayor, hasta llegar a su cuello, donde dejó suaves caricias.
Se acercó lentamente, pero no a sus labios, sino a su frente, dejando un beso en aquélla zona, un largo beso a labios cerrados, tratando de transmitir sus emociones al mayor.
—Si no sabes lo qué es el amor mutuo, no te preocupes, yo puedo enseñarte.
Fin.
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