01



—¿Para quién trabajas?

JiMin abrió la boca confundido, tratando de encontrar palabras para decir, pero nada salió de su boca, sobre todo porque no entendía de lo que hablaba ese tipo. 

—Yo... b-bueno... 

—Habla bien, niño, no tengo todo tu tiempo. — YoonGi extendió sus brazos por lo largo del sillón, viendo con determinación al chico sentado frente a él. 

Se le veía confundido y un poco asustado, desde luego que sí, a YoonGi no le gustaba que se metieran en sus cosas, y cualquier persona que intentara tomar lo que es suyo, siempre recibiría las consecuencias. 

—No trabajo para nadie, señor — JiMin balbuceó —, b-bueno sí... pero dudo mucho que a usted le interese saber que sólo trabajo en una cafetería. 

—No seas tonto, ¿creés que voy a pensar que fue una coincidencia? estábamos en el aeropuerto, en el mismo vuelo, a tres asientos de distancia, que extraño que llevaras un maletín idéntico al mio, y que por casualidad terminaras tomando el equivocado. 

JiMin tragó con dificultad, no sabía que responder pues al parecer este tipo no tomaría en cuenta sus palabras.

—Co-con todo respeto señor... yo no sabía que estábamos en el mismo vuelo y tan cerca de usted — una gota de sudor resbaló desde su sien —, y es verdad, sólo tome su maletín porque pensé que era el mío, después de todo, nadie me buscó ni me avisó que había tomado el equivocado hasta que ya estaba en mi departamento.

YoonGi alzó una ceja. —¿Abriste el maldito maletín?

—¿Cómo cree que me di cuenta de que no era el mío?— devolvió la pregunta JiMin —, escuché... yo no sé que cosa hace, tampoco me interesa, pero listo, su maletín está ahí, puede tomarlo e irse. 

—¿Y crees que es tan fácil?— inquirió el mayor, una fina sonrisa se dibujó en sus labios, y le dio una mirada cargada de cinismo al rubio frente a él. 

JiMin desvío la mirada de un lugar a otro, viendo a los otros tipos en la habitación, ciertamente todos eran más altos que él, con más músculos y tatuajes, podía jurar que uno de ellos tenía hasta tatuado los dientes. De acuerdo, estaba cagado del miedo, pero, en su defensa, realmente había sido despistado en agarrar un maletín que no era suyo. 

Jodida suerte se cargaba. 

—Ehh... ¿si? ¿por qué deberíamos complicarlo?— JiMin alzó una ceja con cierta pena. 

El pelinegro bufó, hizo una seña y el tipo que estaba detrás de él con su arma, incrustó esta en su nuca de manera fuerte, gimió bajito por el dolor, escuchó como quitó el seguro del arma, listo para disparar a la primer orden de su jefe. 

A JiMin le tembló el labio. 

Tenía pésima suerte, realmente la peor de las suertes. Y es que, conocer a Min YoonGi no debía ser otra cosa que una desgracia, sobre todo si le terminó robando un maletín que resultaba ser de suma importancia para el mayor. 

En su defensa, sus maletines era idénticos y él se había confundido de las prisas que llevaba por salir del aeropuerto. 

Ahora, tenía a un tipo de metro setenta y nueve, ojos oscuros, semblante arrogante, extremadamente caliente, divirtiéndose con la situación en su departamento. 

Y algo le decía a JiMin que no debía tomarse eso a la ligera. 

No debía excitarse porque aquel tipo se había sentado frente a él, con las piernas abiertas dejando que la cosa entre sus piernas se marcará bien acomodada entre sus pantalones. 

Debía quitarle la mirada de encima, tenía que hacerlo, pero es que, no podía enfocar su mirada en otra cosa que no fuera en ese punto, porque ya era demasiado con tener a otros cuatro tipos en la habitación, uno apuntándole con un arma a la nuca y otros tres con sus armas de fuera.

Sí, definitivamente tenía la peor de las suertes. 

—Dime para quién trabajas niño, o voy a matarte. — YoonGi se cruzó de brazos. 

El menor se pasó la lengua por sus resecos labios rápidamente, estaba nervioso, pero no sabía como actuar delante de esta situación. Sus manos temblaban un poco y ni hablar de que sus ojos comenzaron a picar. 

—Y deja de verme la verga, si me dices quién te mandó a robar mi maletín, te daré el placer de probarla antes de morir. — YoonGi sonrió, la arrogancia y el descaro reluciendo su rostro. 

La risita de los otros hombres se escuchó en la habitación, JiMin se indignó. 

Bien, podían pensar de él lo que quisieran, pero odiaba que lo avergonzaran frente a otros, era como pisotear su confianza debido a que se cohibía en segundos. 

Sí, había estado fijando su mirada en ese hombre, no podía evitarlo, era atractivo, demasiado a ser verdad. Su cuerpo estaba bien trabajado, nada exagerado pero podía jurar que tenía buenos bíceps, sus manos grandes, dedos largos y huesudos, y las jodidas venas que se le marcaban sin fuerza alguna. 

Podría estar siendo amenazado por ese tipo, pero quería admirarlo un poco, después de todo, si lo iban a matar, al menos debería disfrutar un rato. 

Sin embargo, eso no significa que quisiera chuparle la polla a ese tipo, por lo menos no en esas circunstancias.

JiMin soltó un quejido en el momento en que se dio cuenta de que sería inútil tratar de librarse de eso. Pero al menos debía intentarlo. 

—Digo la verdad, la única razón por la que te veo la entrepierna es porque no hay nada más interesante que ver, tampoco creas que quiero chuparla — bufó abrumado —, y si quieres matarme entonces hazlo, realmente trabajo en una cafetería, viajé a Australia porque visité a mis abuelos con mis padres, ellos llegarán dentro de unos días,  yo tuve que regresar porque tengo que asistir a clases mañana. La cafetería en la que trabajo es de un amigo de la universidad, estudio en universidades de Yonsei en la facultad de Administración de Empresas, y no, no soy un maldito loco contratado por alguien para robar tu maletín. Aunque creo que tú ya debes saber todo esto.

YoonGi entrecerró los ojos ante su respuesta, admiró todo el departamento del chico, definitivamente el lugar donde trabajaba debía pagarle demasiado bien si tenía un departamento así de grande y caro, era muy probable que sus padres tuvieran dinero, la universidad de Yonsei era demasiado cara, además de ser privada. 

—¿Qué viste en el maletín?— pregunta el pelinegro, JiMin alza la mirada y sonríe. 

—¿Maletín? ¿qué maletín? 

YoonGi le devuelve la sonrisa, a pesar de que sabe que está mintiendo, el chico es listo, sabe captar indirectas cuando se le da la oportunidad. Era un punto a su favor.

El chico, Park JiMin, mentiría si dijera que no lo había visto demás en el avión, era la clase de chico que le gustaba. Cuerpo definido, cintura estrecha, buen trasero y además, unos labios perfectamente carnosos. 

Su rostro era llamativo, poseía una belleza encantadora y una sonrisa cautivadora. 

Sólo fue la suerte la que los llevó a encontrarse, que casualidad que el tipo en el que había fijado su atención en el avión, era el mismo chico que había tomado su maletín por error. 

Si estuviera loco, diría que no era suerte, más bien el destino. 

Bueno, tal vez estaba un poco loco. 

YoonGi suspiró con cansancio, miró a los cuatro tipos en la habitación y les hizo de señas, uno de ellos tomó el maletín, lo abrió y lo revisó, confirmando que todo estaba bien y que nada faltaba. 

Otros dos comenzaron a buscar en la computadora de JiMin y en su celular alguna información que hubiera guardado, revisaron su cuarto buscando cualquier dispositivo que sirviera para almacenar información que ellos tenían en el maletín. 

JiMin había leído los papeles, claro que sí, no era tonto, sabía que estaba enfrentándose a una clase extraña de mafia. Ese tipo frente a él, Min YoonGi, era un traficante de armas profesional, manchado de sangre ajena de la cabeza a los pies, fraudes, contrabando y blanqueo de capitales. 

Pero por alguna extraña razón, JiMin no estaba asustado por eso, solamente le asustaba que realmente lo mataran. 

Cuando sus hombres comprobaron que JiMin estaba limpio, que no había escondido nada y que todo estaba en orden, se levantó de su lugar y caminó hasta el chico. 

—Pueden irse, esperenme en el auto.

Les hizo una seña, haciendo que todos ellos se fuera de ahí, YoonGi soltó un fuerte suspiro cuando sus cuatro chicos abandonaron el lugar. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y miró con atención al pobre chico, el cual ya se veía un poco mejor después de que le dejaran de apuntar con un arma. 

A YoonGi se le escapó una risita. 

Tomó entre una de sus manos la mandíbula de JiMin, obligándolo a verlo, apretó con un poco de fuerza, logrando sacarle un quejido. 

—Vamos a olvidar que esto pasó, pero para eso... tendrás que hacer un pequeño trabajo — YoonGi sonrió de lado —, vas a prestarme tu linda boca un momento. 

Y a JiMin se le fue la respiración. 

Después de eso, no recuerda cuanto tiempo pasó en el que se quedó en blanco, pues cuando menos se dio cuenta, aquel tipo ya había desabrochado sus pantalones y dejado a la vista su grande y largo miembro. 

JiMin juró que no haría eso, de verdad, lo había dicho hace un instante pero... maldición era grande, grande y se veía exquisito ante sus ojos. 

El menor mordió su labio inferior con algo de duda. 

Pero bueno, al menos no lo habían matado, podía disfrutar aunque sea un momento, después de todo, no es como si lo fuera a ver de nuevo. 

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