El Pensamiento en la Narración
Como escritores, tenemos que saber que la voz narrativa, el diálogo y los pensamientos son tres formas de dar información al lector sobre el argumento de nuestra historia. Las dos últimas, además, refuerzan más la personalidad a los personajes, además de la que ya los define a través de sus acciones.
¿Alguien se imagina qué hubiera pasado si Neville se hubiera parado delante de Voldemort sin más? Es cierto que la escena en sí, tanto en el libro como en la película, es potente, pero la respuesta que le da al Señor Tenebroso cuando este le invita a ser mortífago remarca todavía más la valentía del chico.
Ahora bien, ¿cómo podemos hacer para escribir el pensamiento de un personaje?
Depende de si la voz narrativa está en primera o tercera persona. Dado que la mayoría de la literatura se narra en tercera persona, empezaremos con esta.
La escritura de pensamiento en narración de tercera persona se puede realizar de tres maneras: con un pensamiento directo, con estilo indirecto libre y con el fluir de conciencia.
1. Pensamiento: se escribirá entre comillas angulares «» y en letra normal —también llamada redonda—.
«No puedo», pensó Ana.
«No puedo. —Ana se sentó derrotada en el sofá—. Es demasiado para mí».
—Anda, pero si el jersey estaba aquí encima. —comentó Marco con inocencia. «Y pensar que lo he estado buscando media tarde».
Los pensamientos también pueden contener monólogos, escritos en primera persona o soliloquios, donde la voz del pensamiento del personaje se combina entre primera y segunda persona.
Ejemplo de monólogo interior en pensamiento:
«No voy a llegar al sobresaliente. Me he esforzado tanto para nada. Seguro que pondrán una pregunta muy difícil para que no pueda sacar la nota. Pero ¿y si sí? Entonces podré irme de viaje a Ibiza con mis padres, como me prometieron. Vamos, un último empujón. Seguro que lo saco».
Ejemplo de soliloquio en pensamiento:
«No voy a llegar al sobresaliente. No seas tonta, desengáñate: has estudiado mucho. Ya, pero pondrán una pregunta muy difícil que no sabré contestar».
2. Estilo indirecto libre
En este caso se quitan las comillas angulares, fundiéndose el tono del pensamiento con la voz del narrador. También puede contener un monólogo interior. Para transformar un pensamiento en estilo indirecto hay que modificar las partes del pensamiento a una perspectiva de tercera persona.
Ejemplo de un pensamiento transformado en estilo indirecto libre:
Lily contempló el rostro de James. Había cambiado mucho. Ya no era el chico arrogante de hace unos años. Y pensar que antes no lo soportaba.
Ejemplo de pensamiento:
Lily contempló el rostro de James.
«Cuánto ha cambiado —apartó la mirada—. Antes no lo soportaba».
Ejemplo de estilo indirecto libre:
Lily no iba a variar un ápice su comportamiento hacia Severus. No la iba a recuperar. El insulto había sido muy dañino para ella. Si el chico pensaba que con unas disculpas iba a bastar, se equivocaba mucho.
Ejemplo de estilo indirecto libre con monólogo:
Nuria se acercó a la ventana. Estaba harta de tanto estudiar. Tenía que hacerlo. Para qué, si no lo iba a conseguir. Seguro que el profesor que tanto la odiaba ponía una pregunta muy complicada en el examen y no la iba a saber contestar. Pero se lo debía a sus padres. Le habían prometido ir a Ibiza de vacaciones si conseguía todo sobresalientes. Alejándose de la ventana con un suspiro, se sentó nuevamente frente al libro.
3. Fluir de conciencia: Este apartado creo que todos lo hemos vivido en primera persona. Hace alusión a cuando tenemos muchos pensamientos de golpe en la cabeza, con lo cual, para escribirlo, tendremos que desordenar la puntuación y la sintaxis. Para diferenciar la voz del narrador del fluir de la conciencia se escribirá la primera en redonda y la conciencia en cursiva. Conviene que el fluir de conciencia empiece y termine en un párrafo, para no generar confusión en el lector. Puede contener monólogos o soliloquios.
Ejemplo de fluir de conciencia:
Nuria se acercó a la ventana. Tenía que descansar un poco. Se dedicó a observar un par de perros que jugaban alegremente en el parque.
Tengo que seguir estudiando o no ¿para qué? Se lo debes a papá y mamá. Pero seguro que hay una pregunta difícil, así que ¿por qué he de estudiar? No lo hagas te arrepentirás. Sí, seguro. Piensa en positivo ¡lo puedes hacer! Yo sí.
Ejemplo de fluir de conciencia con monólogo interior
Nuria se acercó a la ventana. Tenía que descansar un poco. Se dedicó a observar un par de perros que jugaban alegremente en el parque.
Tengo que estudiar. Sí, ya sé que puede haber una pregunta difícil pero ¿acaso no sangramos si nos pinchan? Nadie ha dicho que esto fuera fácil, pero se lo debo a mis padres. Yo aquí pensando en negativo y ellos haciendo un esfuerzo por ir de vacaciones a Ibiza. ¡Vamos, hay que pensar que puedo! Sí, eso es, a por ellos.
Ejemplo de fluir de conciencia con soliloquio (acordaos, partes en segunda persona):
Nuria se acercó a la ventana. Tenía que descansar un poco. Se dedicó a observar un par de perros que jugaban alegremente en el parque.
Tengo que estudiar. Pero te puedes encontrar una pregunta difícil. Sí, lo sé, pero como dijo el sabio: ¿acaso no sangramos si nos pinchan? Pero el profesor te tiene manía. Puede, pero se lo debo a mis padres. Van a hacer un esfuerzo por ir de vacaciones a Ibiza. ¡Eso es, tú puedes! Ponte ahí y demuestra tu valía. ¡Sí! Voy a sacar ese sobresaliente.
Espero que estos ejemplos y explicaciones os sirvan de ayuda.
Nos vemos en el siguiente.
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