Consejos de Romance
Empezamos esta tanda de consejos con el romance, pues es una de las tramas que más se usan al escribir.
Las tramas amorosas no son en la vida real como las pintan en las películas, por norma general. Para escribir una buena historia o subtrama de romance, un buen punto de partida es que os evaluéis a vosotras mismas como personas. Os dejo una lista con preguntas.
1. ¿Cómo me he comportado cuando he estado enamorado o enamorada?
2. ¿Qué sentimientos tenía?
3. ¿Cómo me he sentido cuando me han rechazado?
4. ¿He estado en pareja? Si es así, ¿qué era lo que me apasionaba más de la otra persona?
5. ¿Cómo es el tipo de persona que casa más con mi forma de ser?
Esto es una base que podéis incorporar a vuestros personajes en función de cómo sean. No es lo mismo un personaje que sea un ligón que uno tímido, por ejemplo.
Luego existen diversos tipos de tramas de romance.
-Trama de enemigos a pareja: Se trata de dos personajes que al principio parece que no tienen una relación buena entre ellos, a menudo con discusiones, pero que al final acaban enamorándose el uno del otro. Por ejemplo, las historias de Jily.
-Trama de pareja a enemigos: Justo al revés. Es una pareja que empieza la trama junta pero que, por diversas vicisitudes, termina odiándose y rompiendo. Típica trama de comedia de enredos, aunque al final puede todo volver a su principio.
Ahora, ¿cómo escribir un buen romance?
En primer lugar, cread una buena tensión narrativa, que haya acercamientos y distanciamientos entre ellos, para que, cuando parezca que van a acabar juntos, pase algo que los aleje de nuevo.
Que haya una buena química entre los dos personajes a la hora de empezar como pareja, ya sea por aficiones, personalidad, etc.
Que el romance se desarrolle poco a poco, en el amor las prisas no son buenas consejeras.
Que sea sutil, esto es, que se demuestre mediante gestos, palabras o acciones. Generalmente cuando nos importa alguien lo demostramos con pequeñas acciones, detalles, etc. No vamos por ahí gritando "¡Te quiero!".
Os dejo un ejemplo del capítulo 21 de mi segundo fanfic, "Bajo la Luna", para que comprobéis el resultado.
La joven apartó la mirada, turbada. Esperaba que James no se diera cuenta de sus miradas discretas, pero el muchacho estaba tan pensativo que no atisbaba ninguno de los fugaces vistazos de la pelirroja. Por fin, James agitó la cabeza, como si saliera de un trance y con voz firme dijo:
—Lo siento.
Lily se quedó congelada en su lugar, pues aquello le había pillado por sorpresa. Abrió la boca para contestar pero no pudo articular palabra.
—Siento haberme puesto celoso por lo que dijo Mulciber. —se disculpó—. Fue muy infantil.
—Sí, lo fue. —corroboró Lily.
—¿Me perdonas?
Lily clavó sus ojos verdes en James. Por primera vez desde que lo conocía, James carecía de aquel porte de seguridad sobre sí mismo. Al contrario, parecía un muchacho tímido, vacilante, como un cervatillo recién parido cuyas delgadas patas tiemblan al intentar sostener su propio peso. Y es que James temblaba. El frío se colaba por el ventanal del despacho, y debido a ello el muchacho castañeteaba los dientes y se convulsionaba.
Lily buscó en los bolsillos de su túnica. Tras unos minutos, encontró lo que buscaba. De uno de los bolsillos laterales extrajo una bufanda hecha de lana roja que le habían regalado sus padres hacía tres Navidades y que siempre llevaba en el bolsillo para abrigarse en los días que más frío hacía en el castillo. Se la tendió a James con una sonrisa.
—Ponte esto. —le dijo—. Mitigarás el frío.
La mano de James rozó la de ella al ir a agarrar la bufanda. La muchacha notó un cosquilleo que le subió por el brazo, pero no mutó el rostro. James se colocó la bufanda alrededor del cuello.
—¿Mejor?
—Gracias. —dijo él.
Sin embargo, Lily se percató de que todavía seguía sintiendo frío, pues se había hecho un ovillo sobre sí mismo. Con un gesto de la cabeza le indicó que se sentara cerca de la chimenea. James pensó que era una acción totalmente improductiva, pues la chimenea estaba apagada y no tenían forma de encender un fuego sin una varita.
Pero el joven capitán de quidditch, de sangre pura, no contaba con los conocimientos que Lily había adquirido en el mundo muggle. La prefecta se sentó a su lado y tomó del suelo de la chimenea dos trozos de madera y los hizo entrechocar. No pasó nada. James pensaba que era una pérdida de tiempo, pero prefirió mantenerse en silencio para no discutir. Finalmente, después de cinco intentos, Lily consiguió que saltaran chispas y se formase un pequeño fuego en una de las maderas. Volvió a colocarlas en la chimenea y en un lapso muy breve de tiempo se había originado un fuego que calentaba la estancia.
James observaba a Lily con la boca abierta. La joven se rio al ver la expresión de estupefacción de su compañero y respondió a la pregunta que no se había formulado.
—De niña pasaba veranos con mi familia de acampada y, bueno, si queríamos comer caliente, teníamos que hacer un pequeño fuego. Hay personas que llevan una pequeña bombona de gas, pero nosotros no nos lo podíamos permitir.
La larga mirada de James hizo que Lily se ruborizara.
—No me has respondido a lo de antes. —comentó suavemente.
Lily sabía a qué se refería James. No pudo controlarse y prorrumpió en carcajadas. Era una risa nerviosa, pero no exenta de alegría. James arqueó una ceja, escéptico, al ver cómo la prefecta rodaba por el suelo. Una vez que se calmó, Lily se sentó nuevamente, y James contempló el rastro perlado de lágrimas que habían brotado a causa de la risa y que surcaban las mejillas de la prefecta.
—Claro que te perdono, Potter. —respondió, y se puso muy seria súbitamente—. Pero no vuelvas a hacer caso de las habladurías de los Slytherin.
James asintió. Su boca se curvó en una media sonrisa, muy típica de él y que lo hacía irresistible, y estaba claro que él lo sabía. Alargó la mano para limpiar con infinita ternura una lágrima que corría por la blanca piel del rostro de la prefecta. Lily se estremeció al sentir el contacto de la mano de él sobre su piel. Era una mano grande, firme y con la piel suave, algo que Lily no se habría imaginado, pues pensaba que tendría la piel más curtida por los entrenamientos. Qué tonta había sido, pensó, pues los jugadores llevaban protecciones. James la observaba con un amor puro en sus ojos, escudriñando cada detalle de su fisonomía. Pasó el dedo pulgar suavemente por sus labios y con infinita ternura le hizo alzar la cabeza.
El calor de la chimenea hizo que le ardieran las mejillas. ¿O era ella misma? Notaba las piernas como si fueran mantequilla, los intestinos se plegaron sobre sí mismos y sintió cosquillas en el estómago. En los últimos tiempos había soñado con una escena parecida en la que James y ella se besaban. Y, sin embargo, ahora se veía a sí misma como una chiquilla insegura. No estaba segura de lo que sentía por James. Haciendo un esfuerzo enorme, se alejó de él.
—Yo... no estoy preparada.
No había enfado en los ojos de James. Ni siquiera tristeza o decepción. Simplemente la miraba con entendimiento.
—No te preocupes. —la tranquilizó.
Ahora era Lily la que temblaba. James se acercó despacio, con cuidado, como quien se acerca a un animal que se siente amenazado, y la abrazó. Lily no opuso resistencia a aquel movimiento, se sentía cómoda y segura entre los musculosos brazos de Potter. Apoyó su cabeza contra el pecho de él y cerró los ojos, escuchando el rítmico latido de su corazón, lo que también le infundió calidez. Y es que, aunque había tenido amigas desde el principio de la escuela, por fin sentía el amor de verdad, sin condiciones.
Y hasta aquí los consejos de romance. En los próximos días iré subiendo de otros tipos de historias.
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