Imaginarios de café
Anotaciones de Diana Martínez, mayo de 1986
La cafeomancia nunca fue algo que a las Martínez nos funcionara, aunque tengo la firme creencia de que nada tiene que ver con nuestro talento para la desgracia. Seamos sinceros: ¿a quién se le ocurrió terminarse de tomar un cafecito, ver que quedaron rastrojos de café sin disolver y decidió que ahí se encontraba la clave del futuro? Aparte, si hay algo complicado de definir son las formas que se dibujan al fondo de una tacita de cuatro centímetros de diámetro. ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es la súper imaginación que tengas en ese momento exacto. La realidad es que seguro uno vea lo que quiere o necesita ver, pero no lo que hay. La gente de ciencia lo llama paral... parel... pareidolia. Eso. Reconocemos figuras debido a nuestro sesgo perceptivo y ya.
Pero cuando una es bruja, se pone a leer hasta el polvo que se acumula en la alacena y las manchas que quedan alrededor de las hornallas de la cocina. De todas las cosas que una podría probar, la lectura de las borras es una de las más inocentonas y seguras. Y si sale justo a la hora de la merienda, mucho mejor.
El siguiente problema que se presenta es el de decidir qué significa cada figura. Al igual que la mayoría de las herramientas que se usan para echar un vistazo al futuro y entender lo que ocurre en el presente (de una forma cero directa y alineada con lo espiritual), las interpretaciones son variadas y dependen de un millar de cosas. Es una adivinanza dentro de una adivinanza dentro de una adivinanza. Dicen que la práctica hace al maestro, pero el café cada vez está más caro y con el correr del tiempo la acidez que provoca está más fuerte. Así que, en general, solo tengo del instantáneo disponible en mi aparador, aunque reservo una bolsita de cuarto de kilo de café de filtro que debe tener ya unos cinco o seis años.
Y se notan, porque ya se me está humedeciendo por más que lo guarde en un frasco hermético. Esta tarde tomé dos tragos y apuré lo que quedaba cerrando los ojos y sin respirar, solo para poder ver lo que quedara pegado a la porcelana. Si fuera por mí, hubiera tirado ese poquito que sobraba, pero así no funciona la cosa. Uno tiene que tomarse todo el líquido amargo y fuerte como trompada, sin ponerle azúcar ni nada. Dicen que al que quiere celeste que le cueste. Pues al que quiere ver el futuro, que el café le pegue duro.
De buenas a primeras, solo vi un poso de partículas desperdigadas. Prestando atención y poniéndole muchas ganas, distinguí la figura de algo parecido a un trono. O a una silla alta. Capaz era una banqueta, no lo sé. Si le hago caso a las interpretaciones tradicionales, se supone que debería conseguir un nuevo puesto de trabajo.
Debe estar muy graciosita la borra, porque del trabajome echaron esta misma semana y en el diario no vi ningún aviso que me sirviera.Pero, en una de esas, la que le pifió fui yo y no era un trono, sino un tenedorgigante. Ahí tendría sentido la lectura posible. Todo el sentido del mundo, dehecho, para cualquiera de las Martínez. El tenedor simboliza un conflicto queno está en nuestras manos poder resolver. ¿Y no es esa la perfecta definiciónde nuestras vidas?
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