Capítulo 3.
Durante toda la semana, habíamos estado yendo Emiko y yo, a ver al equipo de Voley entrenar. Ni si quiera Kageyama nos lo pedía, pero era de las pocas cosas que durante el día, hacia que se me pusiera la piel de gallina de emoción. Creo que lo más sorprendente fue eso, que fuera yo quien tomara la iniciativa para ir el resto de días.
Habíamos hecho buenas migas con todo el equipo, sobre todo con Hinata y los de tercero, los de segundo parecían más ausentes, y Tanaka simplemente era abrumador en ciertas ocasiones.
Y si, Nishinoya Yuu también parecía ausente, sobre todo cuando la presencia de Emiko y mía era activa en las conversaciones, porque lo cierto es que jugando o relacionándose con sus compañeros, volvía a ser él, al igual que el primer día que me lo encontré por el pasillo.
No podía negarlo: me molestaba. Y creo que nosotras a él, también. Pero disfrutaba tanto viendo al líbero jugar, que creo que después me resultaba complicado intentar intimidarle con mi mirada. Cuando lo intentaba mi amiga rubia se reía de mi, y tenía que abortar misión en eso de plantar cara al castaño porque se me subía la sangre a los mofletes. Mi cuerpo tampoco cooperaba.
Creo que lo que más me molestaba era su cara, sus ojos, no conseguía distinguir que pasaba en ellos cuando nos sentía, se oscurecían. Su cara parecía apagarse. Era desagradable provocar eso en una persona, no os voy a mentir. Y más cuando no has hecho nada para que eso este justificado. Y más cuando piensa que eres bonita.
También había podido confirmar mis sospechas: Nishinoya era ese tipo de baboso con las chicas. Cada entrenamiento le veia intentar coquetear con su manager en varias ocasiones. Y lo cierto es que era algo entendible, Shimizu-Senpai era una chica preciosa y amable. Suspiré.
Mientras yo divagaba entre mis pensamientos nos encontrábamos en uno de los entrenamientos. Ya no subíamos a las gradas, nos sentábamos en el suelo en una esquina del gimnasio. Yo siempre me sentaba a lo indio, y Emiko siempre me decía que le recordaba a una niña.
Dirigí mi mirada a la cancha, y casi en un pestañeo Nishinoya había corrido de una punta a otra parando un remate de Asahi.
Adoraba como brillaban sus ojos en esos momentos. Me encantaría que me gustará algo con tanta pasión como para que le mirada se me encendiese así.
Puse mi mano en mi barbilla y apoyé mi codo en mi rodilla, reclinandome y suspirando.
Ojalá Nishinoya me mirase como mira al balón.
—¿Te gustaría que Nishinoya-kun te mirase así?—La voz de mi amiga me hizo saltar, yo me eche hacia detrás espantada.
—¿Acaso lees los pensamientos como Edward Cullen?—Podia notar como mi sangre bajaba hasta mis pies del susto, seguro que estaría pálida.
La cara de mi amiga se volvió sería y ahí de verdad me asusté, creo que era la primera vez que la veia así desde que nos conocimos. Miré hacia los lados buscando una salida, pero me agarró de la mano con fuerza. Tragué saliva.
SOCORRO.
—Shioria-chan.—Dijo, mirándome a los ojos. Sus ojos bien abiertos.—No grites.—Mi boca estaba abierta apunto de pedir ayuda a los jugadores de Voley, cuando la risa de mi amiga y su rostro alegre volvió.—Lo dijiste en alto.—Ladeo su cabeza, sonriente.
Yo suspiré sonoramente y me quedé en silencio mientras regulaba mi respiración. Emiko era rara a veces.
Cuando al fin me tranquilice, caí en la cuenta de que había dicho aquello en alto, y mi corazón volvió a dar un vuelco.
—¡Quería decir que me gustaría que alguien me mirase como él mira al balón! ¡Pero no justamente él!—Hablé con los ojos cerrados y los músculos del cuerpo notoriamente tensos, intentando justificarme. Cuando los abrí, mi rubia amiga me miraba sorprendida pero con su mueca alegre. Giré algo mi cabeza al darme cuenta de que los balones habían dejado de caer.
Todos los del club del Voley me miraban.
Mierda, creo que grité demasiado.
Tras unos largos minutos de silencio, simplemente siguieron entrenando.
—Ha sido por tu culpa, Emiko.—Dije, hinchando mis mofletes.
Ella rio.
—Seguro que nadie lo recuerda. Además, podríamos estar hablando de los del club de baloncesto, por ejemplo.—Me encantaría ser tan positiva como lo era la de ojos castaños.
Yo suspiré de nuevo.
Después de un hora más, el entrenamiento acabó. Emiko y yo, nos levantamos de la cancha y nos dirigimos a la puerta, dónde durante esta semana, esperábamos a Kageyama para irnos.
Emiko y yo charlábamos de cualquier cosa, pero yo no podía concentrarme, notaba una intensa mirada en mi nuca, y la vibra de alguien algo tenso.
Me giré lentamente, y me encontré a Tanaka mirándome.
—Tanaka-Senpai, ¿Que estás haciendo?—Pregunté dejando caer mis hombros. Creo que había puesto demasiadas expectativas en lo que me encontraría al girarme.
—Intento mirarte como miro al balón, Shiori-chan.—Sonrio triunfante y yo me di una palmada en la frente mentalmente. Sabía que esto no iba a olvidarse para todos.—Si te gusto solo dilo, te correspondere.—Dijo poniendo su mano en la barbilla y guiñandome un ojo.
Lo cierto es que me costaba tomarme a Tanaka enserio.
—Gracias por tu consideración, pero nuestra relación solo entorpeceria tu carrera como jugador.—Dije todo lo sería que podía, pero se me escapaba la risa entre las palabras.
El se quedó unos instantes ahí.
—Tienes razón pequeña Shiori, iré al vestuario. No llores mucho esta noche por mí.—Sabia que Tanaka entendía esto también como una broma personas nuestra, así que hice como que me limpiaba las lágrimas dramáticamente y él se rió sonoramente, marchándose.
Sin embargo, seguía notando esa vibra tensa, así que volví a echar un ojo a la cancha. Kageyama y Hinata seguían entrenando mientras el resto recogía el material sobrante.
Nishinoya Yuu se encontraba en la puerta del almacén de equipamiento deportivo mirándome.
Cómo siempre, sus ojos se habían oscurecido, y su rostro era neutro.
Casi de manera inconsciente mis pies se dirigieron hacia él, y comencé a caminar, de manera decidida, aunque mi cerebro no parecía procesar mis acciones.
Mordí mi labio, mientras la figura de mi Senpai se hacía más grande por la cercanía.
Me quedé frente a él y le miré atentamente, levantando algo mi mentón, ya que era más alto que yo por unos centímetros.
Caían gotas de sudor por su frente. Su pelo estaba más desordenado que durante el resto del día escolar y sus brazos se cruzaban sobre su pecho, marcando sus músculos. Realmente, Nishinoya era alguien atractivo. Estire mis brazos hacia abajo cerrando mis puños.
Lo cierto, y aunque me costará admitirlo, es que mi cuerpo había comenzado a arder tras analizarle. Noté una gota de sudor caer por mi frente.
—Nishinoya-Senpai.—Dije al fin. Mi voz sonó algo frágil pero contundente.—Me gusta su cara cuando juega, pero cuando me mira tiene cara de culo, y eso no me gusta.
Tras decir esas palabras me quedé de piedra pensando en lo idiota que era.
¿Enserio había dicho algo así?
Algunas risas se escucharon cerca nuestro. Pero dado mi nerviosismo, era incapaz de mirar algo que no fuera al castaño en ese momento.
El pareció tan sorprendido como yo, y pude observar como una de sus comisuras labiales luchaba por no formar una sonrisa.
El líbero abrió la boca para decir algo, pero la voz de Kageyama le interrumpió.
—Shiori, hoy no podré ir con vosotras, me quedaré entrenando hasta más tarde.—Me giré hacia donde provenía su voz. El peliazul estaba detrás de mí, común balón en sus manos. Pude observar como en la puerta se encontraba el resto del equipo, observando mi conservación con Nishinoya, e incluso alguno riéndose aún por llamarle cara de culo. Por alguno me refiero a Tanaka.
—¡Shiori-chan, el cara de culo y yo os acompañaremos!—Dijo el rapado entre risas.
¡Muchas gracias por leer!
Espero que os esté gustando, y me encantaría leer vuestros comentarios. ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top