Navegando en el Río Paranóiorar

En esta oportunidad les traigo un arma muy poderosa para infiltrarse en la sociedad: el humor. ¡Un tutorial sobre cómo escribir escenas cómicas!

Mi gran sueño como escritora siempre fue crear una comedia romántica de esas que no dejan respirar a los lectores por tantas risas. Y, después de varios intentos fallidos, lo logré con mis «Agentes del desastre», que posteriormente se convirtieron en la trilogía «Agencias de Cupido».

Esto me permitió comprender qué es lo que estaba haciendo mal antes, y conocí algunas fórmulas muy útiles. Así que ahora procederé a compartir lo que aprendí.

EL PREÁMBULO TEÓRICO...

Antes de empezar con la práctica, me encantaría bombardearlos brevemente con estos datos curiosos que encontré.

Como ya sabemos, las escenas de humor tienen un solo objetivo: hacer reír a los lectores o, en su defecto, arrancarles una sonrisa. Para algunos resultan sumamente complicadas, y la verdad es que lo son porque el humor es muy subjetivo y variado, depende de cada persona, del público al que va dirigido, de la cultura, etc.

¿Se han preguntado alguna vez por qué algo nos causa gracia? Pues aquí encontré estas teorías:

La teoría de la incongruencia: sostiene que nos reímos cuando se produce una contradicción entre nuestras expectativas y la realidad. Por ejemplo, nos da risa que a nuestro compa se le trabe la lengua al hablar con su crush porque lo que esperábamos era una invitación a salir confiada y tranquila.

La teoría de la identificación: sostiene que nos reímos de las cosas con las que nos identificamos o hemos tenido experiencia. Por ejemplo, a los jóvenes actualmente nos dan risa los memes sobre querer morirnos o escapar de Latinoamérica porque es algo que vivimos diciendo.

La teoría de la liberación: sostiene que nos reímos cuando liberamos tensiones o emociones reprimidas. Por ejemplo, cuando alguien hace un comentario con doble sentido, nos causa gracia porque en la vida cotidiana tenemos que mantener una reputación de corderos inocentes de mente pura. Un chiste picante nos brinda libertad de expresión.

La teoría de la superioridad: sostiene que nos reímos de los demás porque nos sentimos superiores. Por ejemplo, disfrutamos de ver a los protagonistas cometer errores y pasar desgracias porque nos hacen sentir mejores que ellos.

La teoría del juego: sostiene que el humor es una forma de juego. Se cree que la diversión al jugar se produce porque experimentamos incertidumbre, desafío y control.

La verdad es que todas esas teorías pueden ser ciertas al mismo tiempo (mis favoritas son las primeras tres). El humor implica varios factores.

Ahora sí, no divago más y comienzo aquello por lo que vinieron... Ah, no se crean, todavía falta un poquito más de teoría.

PASO UNO: ¿DE QUÉ TE RÍES?

Un error muy común es tratar de forzarnos a hacer algo de un modo que no encaja con nuestra personalidad. Para solucionar esto, lo primero que deben hacer es identificar qué sentido del humor poseen en su interior.

Antes de que digan que están secos, les advierto que ¡todos pueden ser divertidos! El humor no es solo saber contar chistes. En algunos es más evidente, en otros resulta más sutil. ¿Tienen un sentido del humor del tipo tímido y torpe; sarcástico e ingenioso; picante y cargado de dobles sentidos; tan retorcido que nadie más lo entiende...?

En mi caso mi humor es muy retorcido y extraño, pero aprendí a canalizarlo de forma que los demás también consiguieran disfrutarlo. Así empecé a dominar el fino arte de ser una malpensada.

He aquí una lista de los tipos de humor más frecuentes:

-Humor físico: Es muy visual. Se basa en situaciones físicas exageradas, como caídas, golpes o accidentes. Es el clásico momento en el que el personaje llega tarde al trabajo así que empieza a correr, pero olvida que la puerta es de cristal así que se estampa de frente y cae sobre su trasero mientras sus papeles vuelan como palomas. O este ejemplo: «Furiosa, la joven levantó una porción de pizza de su plato y lo abofeteó con ella».

-Humor de observación: Este consiste en señalar algún detalle o situación de la vida diaria de un modo ingenioso. ¿Recuerdan cuando estaban en clases y un compañero les comentaba algo del salón que no habían notado antes pero ahora les obligaba a contener la risa? Se trata de ver lo gracioso en un momento cotidiano y normal. Es fácil para quienes son más observadores y optimistas. Como al decir «Ese vestido está horrible. Cilíndrico y apretado. Luciría como un arrollado de pollo, y no de los sabrosos».

-Humor sarcástico: El sarcasmo es decir algo dando a entender lo contrario, a veces de forma exagerada o agresiva. Puede parecer difícil por escrito, pero es obvio para quienes tienen un buen detector de sarcasmo, como al decir «¿Así que te molesta que ponga límites? Oh, ¡cuánto lo lamento! Nunca podré seguir con mi vida ahora que he ofendido a su majestad».

-Humor satírico: La sátira es un tipo de humor que critica la realidad actual, las instituciones, la política o la sociedad de un modo ingenioso e irónico. Suele tener algún mensaje en el fondo. Por ejemplo: «¿Cómo los trata la juventud hoy? ¿Ya se quejaron del dolor de espalda y la explotación laboral a la que son sometidos?», «Envió a su hija rebelde a una escuela religiosa y a su hijo amante de los zapatos a la escuela militar. Ya todos sabemos cómo va a terminar esto».

-Humor absurdo: Este es mi favorito. Como su nombre lo indica, son situaciones donde la lógica y el sentido común se escapan por la ventana. Normalmente empiezan como una situación normal y de repente toma un giro muy loco e inesperado. Por ejemplo...

«—¡¿Cómo pudiste olvidar nuestro aniversario?!

—¿De qué rayos estás hablando? ¿Aniversario de qué?

—¡De dos años, seis meses, veintinueve días y doce horas!»

-Humor negro: Esta forma de humor es más macabra y puede resultar ofensiva. Implica hacer comentarios sobre temas sensibles, dolorosos, tabúes o incómodos con intención de hacer reír. Hoy en día, para evitar la funa, recomiendo elegir con cuidado las palabras si van a recurrir a este humor. No conviene hacer chistes sobre la muerte de un ser querido, pero no hay drama si aparece un «Qué caro es vivir, pero más caro está morirse, ¿has visto el precio de los ataúdes?», «Le parecía linda, pero se conocían desde la primaria y eran como hermanos... No, quizá como primos norteños».

-Humor de palabras: Este también me encanta y requiere de ingenio. Implica recurrir a juegos de palabras, dobles sentidos, malinterpretaciones o confusiones que suceden por decir algo de la forma que no debían. «Lamento interrumpir su fiesta privada pero ¿me invitan? Sé que no es el Día de la Independencia pero para mí siempre es un mes pa... trío».

-Humor inteligente: Este se basa en referencias culturales, literarias o científicas. Hay que tener conocimientos previos del tema para entenderlo, y a veces es tan sutil que provoca sonrisas pero no risas. Por ejemplo, «Si me preguntan por mi situación amorosa, diré que se ilustra a la perfección con el gato de Shrödinger». [Contexto: Existe un experimento/paradoja/teoría cuántica en el que un gato está en una caja cerrada con veneno. Mientras no abramos la caja, el gato estará, literalmente, vivo y muerto a la vez. Recién al abrirla se sabrá su estado definitivo. Como que algo no existe hasta que lo observamos]. Ay, qué épicamente nerd me quedó esta referencia.

¿Reconocieron su tipo de humor? Hay distintas formas de clasificarlos, y podemos poseer más de uno.

PASO DOS: LOS PERSONAJES

He aquí la clave mágica para crear historias humorísticas: ¡los personajes!

Un día me di cuenta de que si continuaba haciendo protagonistas realistas, serios, reservados, tristes, impecables, melancólicos y tranquilos... nunca me saldrían comedias. Porque ese perfil de personaje no sirve para el humor.

Si lo que pretenden es escribir una comedia, necesitan crear desde el primer capítulo un protagonista un poco caricaturizado y exagerado, que sepa reírse de sus propias desgracias (o al menos resistir sin caer en un abismo de amargura).

Esto es algo muy importante: si los personajes y el autor se ríen, los lectores lo harán. Así que siempre asegúrense de ser los primeros en disfrutar la escena.

Según mi propia experiencia, estos son los mejores perfiles:

-Loquillo: es un personaje extrovertido, dramático, hiperactivo, que vive riendo y haciendo cosas inesperadas. Suele ser el mejor amigo payaso, pero como protagonista sabe lucirse.

-Elegante: este personaje suele ser un profesional con título universitario, un jefe, el amigo aparentemente serio del grupo, etc. No va con su personalidad hacer algo torpe o salvaje. Se defiende con su ingenio y sarcasmo. Puede poseer un humor más oscuro e intelectual.

-Pastelito: Así llamo a mis personajes más dulces, tiernos, tímidos y torpes. Pueden ser malpensados y tener una imaginación hiperactiva, pero tienden a ser introvertidos. Justamente es su torpeza al moverse o al comunicarse lo que provoca malentendidos y situaciones graciosas. Es ideal para aquellos escritores que buscan crear algo más inocente. Eso sí, aconsejo que tenga un mejor amigo extrovertido para que haya equilibrio.

-Picante: Este me encanta por su desenvoltura. Es un malpensado que se la pasa haciendo comentarios con doble sentido, coqueteando con su coprotagonista y vive su sexualidad sin vergüenza. También puede disfrutar de ver el mundo arder. Ya sea hombre o mujer o no binario, suele ser muy amado por los lectores.

-Contradictorio: Este es un clásico, el que parece duro por fuera y es una ternurita por dentro. Suele ser un personaje tsundere y exagerado. Normalmente actúa con hostilidad o siendo muy estricto, intentando ser un profesional implacable, pero resulta ser tan torpe o tener tanta mala suerte que se le escapa su lado adorable y sensible.

Más o menos, esas son mis bases. Los perfiles pueden variar o mezclarse. Es muy importante elegir los actores ideales para un proyecto de humor. Mientras más exagerados o bien predispuestos a las desgracias, mejor.

Cabe aclarar que tampoco se trata de abusar de la exageración. No podemos descuidar el trasfondo, la profundidad psicológica, el desarrollo de traumas y sueños de los personajes. No son payasos todo el día, la idea es que sigan pareciendo creíbles.

Si ya crearon a los personajes y solo desean incluir una que otra escena graciosa, deben conocerlos bien, identificar sus peculiaridades y definir cuál es el tipo de humor que encaja con ellos.

PASO TRES: LA TRAMA

Si el objetivo es escribir una novela completa de humor, deben elegir una trama que dé pie a muchas situaciones cómicas. Es más fácil hacer una comedia sobre dos actores contratados para arruinar una boda que sobre una adolescente siendo atacada por lobos.

Ahora, si la historia es de otro subgénero pero desean incluir una que otra situación graciosa, deben tener en cuenta lo siguiente:

¿Esta escena es importante para la trama? ¿Servirá para desarrollar algo (como la relación de los personajes o mostrar la calma antes de la tormenta)? ¿Qué tipo de humor encaja con el ritmo general de la historia? ¿Será sutil o exagerado? ¿Puedo tratar esta escena con humor o requiere seriedad?

PASO CUATRO: LA SITUACIÓN

Ahora es momento de hacer reír o sufrir a las víctimas protagonista, establecer cuál será la situación cómica.

En general, en casi todas las situaciones puede surgir el humor, pero hay que evitarla en aquellos momentos que (por respeto y para evitar la funa) merecen seriedad.

Para crear una escena de humor natural, el personaje no debe pretender ser gracioso. Simplemente avanza en su búsqueda de resolver el conflicto que mueve la novela, y en el camino van sucediendo acciones, pensamientos o conversaciones que producen risa.

El humor a menudo se basa en la incongruencia. Esto es un choque entre lo que se espera y lo que realmente ocurre. Por ejemplo...

Si escuchamos el grito de un amigo, lo normal es cuestionarle qué pasó o si está bien. No preguntarle si un fantasma le lamió el pie.

Si vamos tarde al colegio, nuestro objetivo es llegar agitados pero pasando desapercibidos. No chocar contra un badboy y que los libros salgan volando hasta los pies del profesor.

Si entra un asesino serial a una habitación donde están una mujer de complexión pequeña y un hombre musculoso, uno espera que el macho alfa defienda a la damisela en apuros. Pero, si el hombre se esconde bajo la cama y la pequeña chica desenfunda su navaja suiza, ya desencadenan un momento cómico.

Si nuestro compa nos dice que se quiere morir, en vez de consolarlo podemos decir que nosotros también.

Un remate impredecible y original es la forma más fácil de hacer reír. Así que si buscan crear una escena graciosa, hagan una pausa mientras el protagonista trata de resolver algo y piensen en qué giro inesperado puede sucederle en ese instante.

PASO CINCO: LA REACCIÓN

Una vez que sucede, algo sumamente importante es que el personaje reaccione bien.

No es divertido que, tras una caída, rompan a llorar, tengan un ataque de frustración o entren en pánico. Sí es gracioso cuando ellos mismos se ríen, se sonrojan muertos de vergüenza pero adorables, lo toman con optimismo, incredulidad, naturalidad o desafío.

IDEAS

Algunas situaciones que pueden generar momentos cómicos podrían ser:

-Malentendidos (intencionales o accidentales).

-Coincidencias.

-Situaciones incómodas y vergonzosas (mientras los personajes se desesperan por ocultar o resolverlas).

-Diálogos ingeniosos (esta es mi especialidad. Hagan que lo que un personaje diga le dé pie al otro para soltar una réplica astuta).

-Conversaciones amistosas o desafiantes y burlonas.

-Un comentario inesperado, rápido, ingenioso, con doble sentido.

-Una respuesta sarcástica o irónica.

-Una situación o resultado irónico (cuando debería haber sucedido lo contrario).

-Juegos de palabras.

-Exageración al describir una situación y la reacción de los implicados.

-Destrucción de objetos caros (como romper una ventana al pasarle las llaves a un amigo, guerra de comida o estrellar el auto en el puesto de verduras).

-Riesgos innecesarios (como conducir a toda velocidad mientras los pasajeros rezan por sus vidas).

-Torpeza (si se acompaña por tener prisa, es una bomba excelente).

-Obsesiones, manías o tics de los personajes (que normalmente provocan que alguien se altere).

-Mala suerte (aquí se aprovecha el entorno).

-Caídas, golpes, accidentes (sin consecuencias graves).

-Caos (desatar el caos, que todos se vuelvan locos siempre es divertido).

-Contrastes y contradicciones (cuando, de repente, un personaje actúa de forma opuesta a la esperada; o sucede lo contrario a lo que se anticipó).

-Observaciones interesantes (se pueden aprovechar los pensamientos o el tono del narrador).

-Referencias (a la cultura, la ciencia, la política, la sociedad, a la vida cotidiana).


CONSEJOS

En lo personal, los diálogos son mi especialidad (de tanto hablar sola, supongo) y los personajes loquillos, no tanto la narración.

Cada uno debe buscar su propio estilo y fortalezas. ¡No teman experimentar ni sientan vergüenza o temor al ridículo! Abracen el cringe y continúen avanzando. Yo misma suelo chillar cuando escribo algo épicamente ridículo, y me muero de vergüenza junto a mis protagonistas (misma reacción cuando redacto besos).

Lean mucho a otros escritores de comedia. Analicen sus estilos. Nunca dejamos de aprender de los demás.

Algo más que deben tener en cuenta es que es imposible conseguir que todos se rían. Algunos se ofenden o les da vergüenza ajena cuando se encuentran con el humor absurdo, y a veces pueden reaccionar de forma hiriente o insultante (ya saben, los haters, mejor ignorarlos).

También puede darse el caso de que en ese momento el lector no se sienta bien anímicamente y una buena escena no le cause gracia. O puede pasar que nuestra historia apunta a otro público.

Esto es algo que debo repetirme una y otra vez cuando escribo comedias: Está bien que haya capítulos serios, oscuros o tristes. Es necesario. Una comedia no puede ser risas el cien del tiempo. En algún momento necesita seriedad para profundizar en los personajes o en algún conflicto, y para que haya un equilibrio y el cerebro del lector respire. Así es la vida.

Así que no se asusten si sienten que su comedia se está poniendo seria por momentos. Mientras la mayor parte sean risas, seguirá perteneciendo a la categoría Humor.

En conclusión, la mejor forma de crear humor es iniciar con normalidad y rematarlo de un modo inesperado. O recrear escenas con las que el lector se pueda identificar. Y hacer sufrir a nuestros protagonistas pero que respondan con optimismo.


¿Comprendieron este tutorial? ¿Piensan que les servirá?

¿Qué les pareció la teoría del inicio? ¿Habrían preferido empezar directamente con la práctica?

Cuéntenme qué tienen planeado o muestren alguna escena en comentarios, si desean mi opinión. 

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