Una despedida
Título: GUGALANNA
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU
Parejas: Stony y un pellizco de Thorki, algo de OC/Loki.
Derechos: Todo es de Marvel, hasta mi alma pecaminosa. Yo solo hago ideas.
Advertencias: Violencia, sangre, horror y malos tragos. Me tomo súper licencias con aspectos mitológicos, otros tantos con personajes. Adoro los monstruos y el terror, por lo que esta historia es de lo más oscura. Más no puedo decir.
Gracias por leerme.
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Capítulo 10. Una despedida.
Cuando estés cansado, y te sientas pequeño
Cuando tengas lágrimas en tus ojos, yo las secaré todas
Estaré contigo cuando los tiempos se pongan difíciles
Y los amigos no puedan ser encontrados.
Como un puente sobre aguas turbias
Así me tenderé.
Como un puente sobre aguas turbias
Así me tenderé.
Bridge over troubled water, Simon&Garfunkel.
Si existió ser humano que no fuese capaz de sentir miedo anteriormente, eso quedó atrás cuando Gugalanna apareció con su legión de espectros monstruosos y aquel llamado de la muerte tan potente que abarcó todo el planeta cuya temperatura cayó de golpe, los Polos extendiendo su hielo a una velocidad que impidió la evacuación de seres humanos, siendo capturados en aquel azul mortal que siguió avanzando de la misma manera que las bestias vomitadas por Gugalanna reptaron directas hacia la fila de Asgard y los Vengadores en un encuentro donde el primer golpe fue dado por las creaciones de aquella criatura cuyos siete ojos comenzaron a buscar a su víctima, bufando una vez más al ya no detectar tan claramente la esencia que hacía no poco estaba a su alcance. Pero no importaba, estaba completo de nuevo, y esta vez, regresaría con su amo para entregarle su trofeo prometido.
-¡VENGADORES! –llamó el Capitán América.
Cañones como armas dispararon en contra de las creaciones de Gugalanna, algunas desapareciendo y otras saltando por los aires para atacar a los Einherjars y guerreros elfos, la vanguardia que atacó de inmediato. Fury había apuntado a Blystár pero éste solamente se había mofado de él, desapareciendo del cuartel que fue rodeado por esas apariciones. El Gran Toro del Cielo sacudió su hocico antes de mugir una vez más. Los hielos llegaron hasta los trópicos, con un frío que empezó a cobrarse la vida no solo de seres humanos sino de todo ser viviente que no pudiera encontrar a tiempo un refugio. La larga cola del terror de Ginnungagap provocó un sismo que destrozó los cañones de Shield y derrumbó partes del cuartel, lanzando una onda telúrica que azotó las ciudades aledañas como levantó un tsunami entre los bloques de icebergs que se formaron sobre el Océano Atlántico.
-¡Blystár, detén esto! –ordenó Thor encontrando al Jotun sobre unas ramas de árboles caídos.
-¿Yo?
-Dile a Loki que me enfrente, que deje de esconderse tras Gugalanna. Si lo que desea es mi vida al menos que tenga el valor de tomarla con sus propias manos.
El Jotun se carcajeó. –Tú sí que eres un idiota. Pero anda, llama tus relámpagos para matarme, noto el ansia en tus ojos, oh poderoso rey de Asgard.
-¿Qué hiciste con Tony y su hijo Rain?
-¿Hasta ahora lo preguntas? –resopló el cazarecompensas- Ahora entiendo tantas cosas, Dios del Trueno. ¿Crees que estoy sentadito aquí esperando por Loki para ver cómo te mata con Gugalanna? ¿Eso es lo que has estado creyendo todo este jodido tiempo?
Thor frunció su ceño, moviendo su martillo para fulminar una docena de espectros que llegaron a él sin quitarle la vista de encima al Jotun de cabellos albinos.
-No más trampas ni ilusiones.
-Eso mismo me digo –Blystár miró a Gugalanna vomitar más monstruos- Se necesita ser un perfecto idiota para creer que alguien del universo ordinario posee la capacidad de controlar al terror de Ginnungagap a su antojo, sobre todo para cargarse la vida del Hijo de Odín por puro capricho. Cuánta osadía de tu parte, Asgardiano. Siempre colocándote en primer lugar, jamás pensando que probablemente alguien era más importante que tu gloriosa persona. Pero estamos perdiendo el tiempo, ¿no te parece? Yo estoy aquí por una razón, ignoro y realmente no me interesa la tuya.
-¡Blystár!
Éste desapareció, volando directo hacia Gugalanna quien le reconoció, alzando un brazo para atraparle sin conseguirlo. La bestia rugió, lanzando un fuego negro que alcanzó un costado del Jotun quien rodó en el suelo antes de levantarse al acto, con sus espadas danzando para liberarse de los fantasmas y sus garras depredadoras. Fandral y Lady Sif aparecieron a su lado para hacerle frente, haciendo que el cazarecompensas entrecerrara sus ojos, escupiendo sangre a un lado.
-No tengo tiempo para estúpidos –reclamó, golpeando a ambos y enviándolos al suelo.
Desapareció una vez más, perdiéndose en la marea de espectros. Los Vengadores ya se abrían paso con la mira puesta en Gugalanna cuyos ojos se movían en todas direcciones con su nariz olfateando, su víctima no estaba lejos, dando un par de pesados pasos que dejaron boquetes en el suelo en dirección hacia el cuartel donde la esencia del Embustero le era más clara. Los relámpagos junto con los ataques de Vision rechazaron a los monstruos. El cielo comenzó a congelarse como si fuese un techo hecho de estalactitas que apuntaron al suelo que se unieron a los aullidos, chillidos y bramidos de las criaturas espectrales rodeando el cuartel. Einherjars como elfos se unieron al grupo de héroes, generando una ola de poder que barrió con más de la mitad de las bestias. Gugalanna azotó una garra contra el suelo, provocando ahora una onda de choque que envió a todos metros al aire antes de caer violentamente contra el piso ya fracturado. Varios de los guerreros dorados de Asgard fueron atrapados entre las garras del monstruo para ser devorados en un abrir y cerrar de ojos.
-¡Thor! –llamó Steve casi gateando para encontrarle- ¡Su cabeza! ¡Hay que decapitarlo!
-¡Gungnir! –Sif preparó su espada al lado del Dios del Trueno.
-¡Vamos a darle a nuestro rey una oportunidad! –Hogun alzó una de sus espadas a los guerreros.
Blystár observaba la cruda pelea desde lo alto de uno de las tantas agujas de hielo que brotaron del suelo hacia el cielo, como titánicos pilares testigos de la masacre que iba a llevarse a cabo. El avance del hielo como la baja temperatura trajo un nuevo fenómeno ignorado por todos aquellos que estaban peleando por su vida. Una danzarina aurora boreal de color verde oro que zumbó anunciando la llegada de una tormenta de nieve. El Jotun sonrió con la mirada perdida.
-¿Recuerdas, Loki? ¿Recuerdas cuando vimos una aurora así juntos, por primera vez? Fue en Jotunheim, tú llorabas alzando tu rostro al cielo. Llorabas porque el idiota de Thor te olvidó. Te tumbé al suelo y cambié tus llantos por gritos de placer –sus ojos fueron hacia Gugalanna- Veamos si puedo hacer algo similar esta vez.
Cayó al suelo, cerca de guerreros elfos que apuntaron sus armas hacia él, siendo ignorados por el Jotun quien avanzó con la vista fija en el monstruo. Hogun se plantó en su camino, intercambiando un par de ataques antes de que el cazarecompensas rodara sus ojos con fastidio.
-Hazte a un lado, inútil –sin más, sus espadas curvas danzaron al aire, cortando en dos el cuerpo del guerrero al que se unieron los elfos cercanos.
Ante la vista de todos los presentes, Gugalanna alzó su hocico al ver a Blystár lanzarse contra él. El fuego negro atacó de lleno al Jotun quien lo resistió gracias al conjuro hecho con las vidas tomadas de todos aquellos soldados que servían al nombre de Hydra, ingenuos que le habían jurado lealtad al ver su poder. El Gran Toro del Cielo podría ser titánico pero no era lento, moviéndose en un parpadeo hacia su costado para atrapar entre sus colmillos el cuerpo de Blystár quien se libró cortando un par de aquellos filosos dientes pero sangrando ya de un costado como de un hombro, cayendo pesadamente contra el suelo de donde se proyectó hacia el lomo del monstruo donde fue recibido por púas que le atravesaron. Sin embargo el cazarecompensas no cedió, rompiendo aquellas extensiones de la espalda de Gugalanna para caer en su columna a la que se abrió paso con sus espadas, sintiendo el veneno de aquella sangre empezar a quemar su piel. Sus manos vacilaron un par de segundos antes de reunir toda la fuerza de su ser para enterrarlas al fin entre aquella masa de nervios y huesos que reaccionaron creando más púas. Blystár cerró sus ojos.
Un jadeo. Vapor blanco de aliento. Intercambio de miradas. Una despedida.
-Márchate.
Gugalanna estaba ahí.
-No oses confundirme con el Hijo de Odín.
El sonido de una risa quebrada. Ojos esmeraldas vacilando con lágrimas frías. Labios temblorosos besando con reverencia una mano firme. Una palabra que lo decía todo. Lo significaba todo.
-Blystár...
El Jotun de cabellos albinos gimió adolorido, abriendo sus ojos con una sonrisa quebrada. El final del camino sin recompensas para ellos. Recordó al pequeño Rain y sus ojos carmesí se humedecieron por primera y última vez, alzando su vista la aurora boreal.
-Quizá en otra vida, Loki...
Los nervios le atravesaron por completo, rompiendo cada célula de su ser, enviando su sangre y poder dentro de aquella espina, inmovilizándola ante el hielo que formaba su espíritu, mismo que se coló en cada partícula de Gugalanna que rugió alzando una garra para azotarla sobre Steve y Hulk pero se detuvo en el aire, todo su cuerpo perdió color, convirtiéndose en una masa blanca hasta llegar a la cabeza. Todos contuvieron el aliento al ver como el monstruo era detenido por algo que fue corroyendo desde su interior, era una inmensa escultura de mármol blanco. Pero empezó a perder esa forma, estaba recuperándose. El Capitán América gritó con todas sus fuerzas a Thor, era el momento adecuado. Barnes, Vision y Wanda se prepararon mientras el Dios del Trueno se catapultó hacia el cuello de Gugalanna, sosteniendo con fuerza a Gungnir que hincó en su piel, comenzando a decapitarle, antes de que el monstruo se liberara al fin, con sus dos amigos cubriéndole de los espectros tratando de impedir aquel acto.
Con un golpe que hizo temblar el suelo, la cabeza de Gugalanna cayó. Thor no perdió tiempo, llamando a Mjolnir y sus relámpagos para calcinarla por completo con los Vengadores atacando de lleno el cuerpo que fue deshaciéndose como si de ceniza se tratara, dejando un pestilente aroma a carne quemada, sangre putrefacta y azufre. Todos los monstruos que restaban desaparecieron junto con la cabeza que estalló en mil pedazos, dejando solamente un manchón oscuro sobre el pavimento resquebrajado. La batalla había terminado. El Dios del Trueno se giró hacia la malherida Lady Sif que Fandral levantó en brazos con ella recostando su cabeza sobre su hombro, descansando al fin. La temperatura fue elevándose, los hielos desaparecieron junto con las auroras boreales y la tormenta de nieve, dejándoles sentir la calidez de un atardecer que avistaron en el horizonte.
Mientras tanto, el cañón de Stark disparaba una vez más contra aquellos fantasmas que les rodearon en aquel camino tenebroso, como una oscura versión del cuartel y el bosque alrededor con esas criaturas de cuencas vacías tratando de tocarles. Rain sollozaba ocultando su rostro en su cuello, aferrado a él con todas las fuerzas que sus manecitas podían darle. Escucharon un llamado que a ambos erizó la piel, teniendo esas presencias sobrenaturales rodeándoles mientras Tony buscaba un camino en aquella tierra a donde Blystár les había lanzado. Reconocía en partes pero llegó un momento donde el suelo se volvió como un reflejo del mapa estelar, del universo mismo con un frío preocupante y las apariciones insistiendo en ponerles sus garras encima. Se sintió perdido, sin tener como llamar a Steve ni a los demás.
-Mamá –lloró Rain contra su hombro.
-Ssshh, saldremos de aquí, lo haremos.
Levantó su guantelete una vez más al escuchar el sonido de nuevas pisadas. Sin embargo no disparó al ver de nuevo aquella figura antropomorfa de cuernos enredados que viera en el bosque del cuartel antes del encuentro con el Jotun. Su mano vaciló, abriendo y cerrando sus dedos sin saber si atacar o no. Otros fantasmas aparecieron con unos chillidos agudos, arrastrándose por el suelo de estrellas hacia ellos. Aquella criatura abrió su hocico pero el castaño no escuchó sonido alguno salir de sus fauces, sin embargo, sus acosadores desaparecieron al acto, dejándoles solos. Desvió unos segundos su atención cuando el oscuro cielo sobre ellos se tornó rojizo como si se tratara de fuegos artificiales iluminando a lo lejos. Tony volvió su mirada hacia aquel ser, que le miraba igualmente sin moverse hasta que al fin levantó un brazo, caminando lentamente. Quería que le siguiera. Miró a su hijo antes de seguir los pasos de aquella cosa.
Fueron avanzando entre árboles retorcidos, piedras flotantes sobre el suelo de manto estelar y arbustos con hojas de colores oscuros. Lentamente el paisaje comenzó a tener más brillo, el frío dejó de ser tan intenso y el cielo comenzó a volverse grisáceo con tonos azul claro. El corazón de Stark latió con fuerza, reconociendo al fin el paisaje donde estaban caminando detrás de la criatura cuya identidad al fin comprendió. Era el Wendigo de Pavel. Los había guiado de aquel paraje donde estaban perdidos hacia el bosque alrededor de la clínica a donde ahora llegaban. Rain dejó de llorar, pero sin mirar alrededor todavía. Los árboles fueron árboles normales, como el pasto y musgo a sus pies y el aroma inconfundible de un día nevado. El Wendigo se detuvo, señalando a lo lejos. Con una reverencia discreta de su cabeza, el millonario le pasó de largo sin quitarle la vista de encima.
Los había salvado.
Corrió buscando la vista de alguna de las mansiones de la clínica, notando que una neblina se retiraba de entre los árboles, dejando ver las luces de lámparas y una voz cercana a ellos que le hizo sonreír aliviado.
-¿Tony?
-¡Albert!
-¡Tony! ¡Hey, hey! ¡Tony está aquí! ¡Muchachos, Tony está aquí!
Corrió hacia el veterano quien le imitó, abrazándole con fuerza.
-¡Tony! ¿Cómo llegaste aquí? –Albert les revisó a ambos, quitándose su chamarra para cubrirles- Hace demasiado frío, vengan dentro.
-Albert... no sabes qué alegría me da estar aquí.
-Tranquilo, tranquilo. Vamos a la clínica, todos están con Pavel. No sabes, cayó una nevada como nunca antes, nos refugiamos en la mansión central. Que suerte que habías reparado ya la calefacción o hubieras encontrado paletas en lugar de pacientes dementes.
-Ua... dada... -gimoteó Rain.
-Ya pasó, bebé, ya pasó. Están en casa –el veterano acarició sus cabellos.
-¿Qué hacías en el bosque?
-Nos ofrecimos a hacer rondines, por si encontrábamos a alguien perdido o había que, ya sabes, defender nuestra madriguera.
-Le doy gracias a Pavel por ello.
-Y yo, Tony. Anda, deben refugiarse.
El resto del Escuadrón de la Muerte les encontró, escoltándoles hasta la mansión principal donde todos se habían reunido cuando el clima había dado ese cambio tan brusco que amenazó con congelarles mientras veían el cielo convertirse en una marea de nubes oscuras y auroras boreales gigantescas que lentamente fueron desapareciendo. Anthony prácticamente corrió hacia el psiquiatra al verle recibirlos en la entrada lateral de la mansión. Pavel les sonrió, tranquilizándole al tiempo que entraban todos, cerrando las puertas que cubrieron mientras el frío terminaba de disiparse.
-Este pequeño necesita dormir y comer. Camille, por favor.
-Sí, doctor.
-Albert, revisa que los demás estén bien.
-Sí, señor.
-Mathew, Holter y Ralph, acompañen a Tony.
-Como ordene, doc.
Una vez que la crisis desapareció, dejando en su lugar el clima húmedo templado de la clínica, todos regresaron a sus respectivas habitaciones como deberes. Stark regresó a la mansión Rosemary con su escuadrón que le cuidaba celosamente junto con Rain quien estaba silencioso, como si algo le preocupara, al menos así le pareció al castaño quien veía cierta tristeza en su mirada. Inevitablemente pensó en Blystár El Blanco y la tranquilidad de los alrededores, tenía la corazonada de que el Jotun había muerto, probablemente al enfrentar a Gugalanna. No había señales apocalípticas producidas por el monstruo, así que el sacrificio del cazarecompensas había dado frutos. Pero a Thor no le iba a pasar desapercibido lo que había hecho Blystár con ellos, ni al resto de los Vengadores como el equipo de Shield y los guerreros de Asgard y Alfheim. Todavía había una batalla más que lidiar.
Descansados y revisados de sus leves heridas, tanto Tony como Rain fueron hacia el invernadero donde se quedaron a solas. El Hombre de Hierro tenía mucho que pensar. Mientras su pequeño jugaba dentro de la fuente seca, tomando las hojas secas que iba amontonando divertido en la orilla donde él estaba sentado, meditaba lo que iba a suceder una vez que las cosas se calmaran en el cuartel. Se había dejado en su brazo derecho un guantelete para que Viernes detectara su mecanismo activo y pudiera decirle a Steve que estaba a salvo en la clínica de Vermont. El psiquiatra ya le había mostrado unas noticias sobre lo ocurrido, el monstruo apareciendo ocasionando daños a un nivel que asustó a todo el planeta, siendo vencido por los Vengadores cuando en un momento inesperado, el cuerpo de Gugalanna se había quedado congelado. Ahí estaba el último obsequio de Blystár para Loki.
-¡Mamá!
Stark se puso de pie en el acto al escuchar el inconfundible sonido de Mjolnir zumbando en el aire, apuntando su cañón hacia la puerta donde cayó el Dios del Trueno, aún con las heridas de batalla pero con una expresión confundida, adolorida. Thor miró unos segundos a Rain antes que el chasquido del guantelete atrajera su atención.
-No he venido a causarle daño, Tony.
-Es mi hijo –afirmó sin titubeos el castaño apuntándole con su cañón- Y no permitiré que nadie lo lastime.
-Y yo no tengo otra intención que ayudarte con ello.
El Hombre de Hierro le miró de arriba abajo, dudando de sus palabras. Mjolnir cayó de la mano del Asgardiano como muestra de buena voluntad, levantando ambas manos en son de paz.
-Por favor, Tony.
-¿Gugalanna?
-Lo destruimos –Thor miró de nuevo a Rain quien le observó a su vez- Steve está a salvo.
-Gracias.
-¿Puedo...?
-Mamá, baba da. ¿Ua? –Rain señaló al Dios del Trueno mirando al millonario con ojos grandes.
-De acuerdo –Tony bajo su brazo, aunque su expresión seguía siendo tensa.
No se movió de su sitio, observando a Thor entrar al invernadero para acercarse a Rain, quien volvió a su juego de tomar las hojas secas del suelo de aquella fuente, amontonándolas en la orilla. Eligió una que tendió al Asgardiano con una sonrisa limpia, gorgoteando cosas. La mano gruesa del rubio se levantó hacia la pequeña de Rain, recibiendo la hoja de sus pequeños dedos, ganándose una risa divertida con toda una lluvia de sonidos a modo de felicitación. Thor pasó saliva, apenas si sonriendo y Stark se dio cuenta que estaba a punto de llorar. Lo sabía ya, todo lo que restaba del Dios de las Mentiras era ese pequeño cuerpo mortal sin memorias. Desvió su atención unos momentos al escuchar otro sonido conocido, eran los motores del Quinjet no lejos de ellos. Esperó unos segundos pero la nave no apareció sobre el invernadero, en su lugar percibió el rumor de los árboles siendo mecidos y luego la aparición del Capitán América quien traía el escudo en mano acompañado del Sargento Barnes con un arma apuntando de inmediato a Thor, dispuesto a todo. Tony negó deteniéndoles, girando su rostro hacia el rey de Asgard quien parecía congelado sin apartar su vista del pequeño Rain y sus juegos con las hojas secas, el cual al ver aparecer a Rogers por la puerta sonrió ampliamente levantando sus brazos hacia él en espera de ser levantado.
-¡Papá!
Steve le sonrió sin poder evitarlo, adelantándose a Thor para cargar al infante, recibiendo de éste un par de besos amorosos y luego señalando con su manecita hacia el millonario quien apretó una sonrisa, posando sus ojos en el Asgardiano.
-Necesitamos hablar –dijo al fin Tony.
-Escucharé lo que tengas que decirme –replicó el Dios del Trueno.
Así fue como Thor se enteró de la llegada de Rain Stark a manos de Blystár El Blanco, el remanente de una figura que jamás volvería gracias al ataque de Gugalanna, el monstruo que Thanos lanzara en contra del ojiverde por haberle traicionado al no haberle entregado el Teseracto ni el Éter en su momento. Y a su vez, Stark se enteraría de cómo fue que habían vencido aquel monstruo, aunque el Jotun se había cobrado la vida no solo de los soldados de Hydra, sino también de Hogun. Acciones ambivalentes cuyos verdaderos significados jamás conocerían porque el cazarecompensas había entregado su vida para detener al terror de Ginnungagap y darle la oportunidad al Asgardiano de decapitar al Gran Toro del Cielo, devolviéndolo a su lugar de origen.
-Creo que seré más estricto con los horarios de visita –bromeó Pavel, entrando al invernadero con Albert y los demás veteranos tras él.
-Lamento las interrupciones –se disculpó el capitán con Rain en brazos- Doctor, me parece que no ha conocido a James ni a Thor. Él es Pavel Bodrov, Thor, del mundo de Asgard. James Buchanan Barnes.
-Había escuchado de ustedes –sonrió el psiquiatra ofreciendo una mano segura- Quizá sean súper héroes pero tienen heridas que deben ser atendidas. No han descansado por lo que noto.
-Debíamos encontrar primero a Rain y Tony.
-Están a salvo, Steve. ¿Vamos a la mansión? Camille, ¿podrías prepararles ese delicioso té que sabes hacer tan bien?
-Enseguida, doctor.
La bondad del ruso calmó al fin la inquietud de los cuatro, permitiéndose convivir con los veteranos quienes hicieron gala de su buen humor, sobre todo para quitar esas expresiones acongojadas de los tres Vengadores, quienes vieron llegar más tarde al resto de su equipo en la inusitada invitación de Pavel a la mansión Rosemary, pero sin permitirle la entrada una vez más a Fury ni a Coulson. Únicamente aquellos héroes que al fin conocieron al grupo de Anthony, quien aprovechó un momento para hablar con su doctor.
-Ya sé que esto es más de lo que se permite en la clínica, te recompensaré.
-¿Por qué siempre tienes la idea de que tus acciones tienen solamente un lado negativo?
-Bueno...
-Anthony, tu hijo acaba de ser salvado de las garras de un monstruo horripilante. ¿No deberías estar feliz de tenerlo vivo en lugar de pensar que estás ofendiéndome con la presencia de quienes obraron tal milagro?
-Siempre haces que me sienta mal por pensar mal.
-No, hago que te des cuenta de lo mucho que vales para todos ellos. Hubo un tiempo en que Anthony Stark estuvo perdido, pero hoy ya no es así. Tienes un hogar. Una familia. Eres realmente una persona llena de privilegios –Pavel despeinó sus cabellos, pasando un brazo por sus hombros para que se volviera a los demás- Así que ahora quiero que lo veas, todos ellos van a estar contigo siempre, aunque te equivoques, aunque tomes malas decisiones. Porque eres un ser humano con buenos y malos momentos. Confía en ellos, Anthony. Ellos te protegerán de la misma manera en que tú lo haces. Sí, Rain Stark es tu hijo, y fue también Loki Laufeyson. ¿Pero notas la diferencia entre es y fue? ¿Qué hemos dicho sobre el hoy?
-Que es un regalo. Por eso se llama presente.
-Hoy tienes a Rain, tienes a Steve. Tienes a los Vengadores. Hoy no está más Gugalanna. ¿No te parecen suficientes razones para sonreír? ¿Uh?
Tony lo hizo mirándole de reojo. -Esto suena a despedida, Pavel.
-¿Cómo decías aquello de ese personaje, Nanny McPhee?
-Pavel...
-No lo recuerdo, tienes una memoria impresionante para este viejo loquero ruso.
-Cuando no te quiera pero te necesite, ahí estarás. Pero cuando te quiera, más ya no te necesite, te irás –el castaño se mordió un labio- Pavel...
-Sshh, recuerda, lo que es tuyo nadie te lo podrá arrebatar jamás. Siempre tendrás a tu Escuadrón de la Muerte. Esta clínica. A mí. Todo esto se queda contigo para acompañarte en tu siguiente etapa del camino, la vida que tienes delante. ¿Qué aún tienes peleas que enfrentar? Siempre las habrá. ¿Qué aún tienes temores que no has enfrentado? Siempre los habrá. Pero hoy, hoy, tienes la ventaja de que eso ya lo sabes, que hoy Anthony Stark obtuvo la victoria más importante de su vida: sobre sí mismo. De no haber sido así, jamás hubieras sobrevivido a todo esto. Sonríe, Anthony, porque te lo mereces.
-¿Realmente crees que soy así de fuerte?
-Siempre lo fuiste. Lo eres y lo serás. Por algo eres el Hombre de Hierro, no es simple mote por tu armadura. Entre tú y yo no existen esa clase de entendidos tan superficiales.
Stark miró al grupo sentado alrededor de la mesa, sonriendo y tratando de conquistar la atención de Rain quien estaba en esos momentos muy a gusto entre los brazos de Steve.
-Un paso a la vez –sonrió.
-Aunque te gusta volar –bromeó Pavel, palmeando su hombro sin dejar de mirarle- Solo recuerda que si caes, tienes dos pies para levantarse y seguir caminando. No es el medio, es la voluntad de continuar.
-Dime que puedo visitarlos. Visitarte.
-Pero nada de contrabandear cigarrillos.
-¡Se suponía que no debías enterarte!
-Viaje bueno, Anthony Stark.
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