Más allá de las sombras
Título: GUGALANNA
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU
Parejas: Stony y un pellizco de Thorki, algo de OC/Loki.
Derechos: Todo es de Marvel, hasta mi alma pecaminosa. Yo solo hago ideas.
Advertencias: Violencia, sangre, horror y malos tragos. Me tomo súper licencias con aspectos mitológicos, otros tantos con personajes. Adoro los monstruos y el terror, por lo que esta historia es de lo más oscura. Más no puedo decir.
Gracias por leerme.
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Capítulo 6. Más allá de las sombras.
Quiebro mi tristeza bohemia,
Con notas de un afecto al fin tenor...
Sueña y que el dolor no te muerda
Un futuro en sol mayor.
Eres hombre, todo un hombre.
Juntos, ¡tanto hay que salvar!
(¡Hay que cambiar!)
Eres grande en cada instante.
Siempre y hasta el fin (hombre) serás.
Todo un hombre, Miguel Bosé.
A Blystár El Blanco la tierra se lo había tragado como a Hydra. Simplemente desaparecieron de la faz de la tierra a pesar de tener cada una de las ubicaciones de sus células gracias a la decodificación de aquel disco de oro. Nadie podía explicar porque luego de prepararse para casi una Tercera Guerra Mundial ahora solamente veían pasar el otoño con una quietud con sabor a frustración. No tuvieron más remedio que poner en estatus de espera a sus fuerzas, dejando que los Vengadores descansaran en sus respectivos hogares, ocasión que Clint quiso aprovechar para invitarles a su granja una vez más, todos aceptaron excepto Stark quien debía mejorar la armadura que había tomado de emergencia ante la desecha por el Jotun. Deseaba hacerle unas mejoras y eso le iba a tomar tiempo, claro, sin mencionar que tenía que cuidar a Rain, quien fue presentado formalmente, luego del permiso de Fury, ante los ojos atónitos de los demás.
Tony recibió varios obsequios de sus amigos una vez que digirieron la noticia de su paternidad, algunos como Scott pidiéndole fotos del pequeño para hacer su álbum de los Mini Vengadores como le llamó a su recopilación. Así que Rain ahora tenía más juguetes con los que podía jugar pero era feliz con todos ellos, siempre pidiendo que el castaño estuviera con él al verle hacer una pausa en el taller donde tenía un espacio reservado con todas las medidas de seguridad aunque el millonario no hacia ninguna clase de pruebas mientras su hijo estuviera presente. Su nueva armadura estaba lista en poco tiempo, dejando el resto del tiempo para ambos, oportunidad que tomaron para pasearse por Nueva York.
La ciudad era bulliciosa como siempre, turistas, neoyorkinos excéntricos, viajeros perdidos. Rain disfrutó el paseo bien envuelto por el clima frío que se aproximaba. Stark agradeció ese momento de distracción, tenían encima una crisis mundial y el idiota de Steve Rogers tenía el descaro de querer seducirle. Todo había comenzado luego de que perdieran de vista a Blystár, el castaño le había negado cualquier visita a la torre, entonces recibiendo correos eléctricos –todo un milagro de la gloria de Norteamérica- que no pudo dejar de responder, entablando una charla bizarra como increíble con el capitán cuya seguridad en sus abiertos cortejos le dejó atónito. Para nada era el nervioso y virginal rubio que hubiera imaginado tiempo atrás, más bien parecía todo un casanova –quizá eso era exagerado- que no cedía ni un milímetro ante sus avances. Tony no sabía si sentirse halagado o airado. Primero había recibido una hermosa cobija tejida a mano para Rain que luego supo era de parte de Steve, uno que otro Vengador estaba inmiscuido en su plan. Después su penthouse fue lleno de rosas. ¡Rosas! Tuvo que pedirle a Pepper que las repartiera por todas las oficinas por temor a que su pequeño hijo adquiriera una alergia con tanta flor. Luego fue una única carta escrita a mano en aquella caligrafía digna de Shakespeare con un soneto de éste.
Aquello estaba siendo demasiado.
Pero sabía que estaba tratando de hacer Rogers con todo eso, quería que fuese a reclamarle tanta galantería y así tener la oportunidad de hablar frente a frente. Eso no iba a suceder ni aunque fuesen a reunirse de nuevo como Vengadores. Luego ocurrió lo más insólito que hubiera imaginado. Recibió la visita de nada menos que el Sargento James Buchanan Barnes. Casi se le caen las herramientas en mano cuando escuchó el anuncio de Viernes. El famoso Bucky llegaba dispuesto a que hablaran de una buena vez sobre los temas que había entre ellos. No recordaba nada sobre sus padres pero estaba bien dispuesto a pedirle perdón por aquella tragedia y todas las que ocasionaran una pena en el genio quien tardó un poco en reaccionar. Hicieron las paces e incluso Stark pidió al sargento una oportunidad de ver más de cerca aquél brazo metálico que sacudía su curiosidad de ingeniero, aprovechando para darle mantenimiento. Creyó que el Capitán América le había enviado pero Barnes le corrigió, había sido una decisión propia, ahora que tenía una vida más clara y menos agobiante. Tony le sugirió la ayuda de Pavel, el sargento lo agradeció.
Mientras tanto en el mundo de los héroes y villanos las cosas raras en el cuartel seguían sucediendo, ya todos tenían unas anécdotas terroríficas que contar sin que nadie pudiera dar explicación coherente de ello. Sillas que aparecían montadas en pirámide de un momento a otro, objetos perdidos y hallados en el bosque alrededor, susurros en los pasillos solitarios en plena madrugada o el sonido de un mugido en alguna grabación de vigilancia. Viernes recopilaba todo eso pero sus análisis no mostraban signo alguno, salvo lo sucedido en el hangar y aquellas masacres aisladas, no podía vincular aquellos fantasmales hechos con su monstruo. Thor estaba más que extraño, le parecía que se frustraba al no saber nada del cazarecompensas y otras que se perdía en quien sabe qué pensamientos muy lejanos del planeta Tierra. Stark se había encargado de que no estuviera tan cerca de su hijo, tal vez el Dios del Trueno no hiciera nada pero no quería arriesgarse.
Regresaron a la torre para cuando la noche caía con una luna llena. Rain ya dormía entre sus brazos, agotado de ver tantas cosas nuevas y señalar para todos lados, recibiendo uno que otro beso de mujeres que caían bajo sus inocentes encantos de bebé, algunas obsequiando su número al castaño ante la admiración de saberle padre soltero. Cuando subieron hasta el penthouse, Viernes le avisó de la visita del capitán, cosa que le hizo repelar contra su IA por haberle permitido la entrada antes de escuchar el mensaje de Potts. Por Dios, Tony, dile que sí y deja de comportarte como princesa. Aquello era una traición igual que Brutus con Julio César. Pero tenía que recostar a su bebé, así que tuvo que rumiar su enfado al momento de salir del elevador, encontrándose con un descarado –aunque muy apuesto- Steve esperándole en la sala, con su chamarra de corte tan clásico y esa camisa que le hacía muchos favores como sus pantalones. Demasiada inspección.
-Tengo que acostar a Rain –dijo de golpe, casi corriendo al pasillo- Espera ahí.
Se tardó más tiempo a propósito, mirándose sus propias ropas, sudadera con jeans, nada casual como las prendas de Rogers. ¿En qué estaba pensando? Iba a sacarlo a patadas de ahí. Dejó el carrusel de luces encendido junto con aquel monitor que Viernes controlaba para ir a la sala, tomando aire con ojos entrecerrados y brazos cruzados.
-¿Qué deseas, capitán?
-Eso ya lo sabes.
Stark rodó sus ojos, bajando los escalones para ir a la sala. –Vete...
Abrió sus ojos ante una rosa, una sola pero hermosa rosa en botón de amplios pétalos completamente carmesí con su fragancia golpeando su nariz. Había visto muchas rosas en su vida, obsequiado montones a veces por compromiso y otras con sinceridad, pero aquella era realmente perfecta como bella. Era una grosería tirarla o maltratarla. Se quedó boquiabierto levantando su mirada hacia el capitán quien sonrió acercándose lentamente hacia él.
-Feliz cumpleaños, Anthony.
Se le había olvidado por completo que era su cumpleaños. El último lo había celebrado con los Vengadores, pizzas porque habían tenido una súbita misión. Parpadeó sin atinarse a moverse por unos segundos antes de levantar una mano para tomar la rosa que admiró más de cerca. Era suave como el terciopelo fino, de tallo grueso con dos hojas verdes que sostenían un listón dorado. Sonrió sin poderlo evitar, reaccionando al fin cuando sintió un brazo pasar por detrás de su espalda a la altura de su cintura y una mano segura atrapar aquella que tenía libre. Quiso alejarse pero su cuerpo no quiso obedecerle, perdido en aquellos ojos azules tan confidentes como protectores. Steve estaba ahí en su cumpleaños. Antes de que se diera cuenta, estaban bailando, escuchando una muy vieja pero clásica melodía que el capitán susurró en su oído como una canción de cuna.
Will this be moon love?
Nothing but moon love
Will you be gone when the dawn
Comes stealing through?
Are these just moon dreams
Grand while the moon beams?
But when the moon fades away
Will my dreams come true?
Much as I love you
Don't let me love you
If I must pay for your kiss
With lonely tears
Say it's not moon love
Tell me it's true love
Say you'll be mine
When the moon disappears
Tony rió, negando apenas antes de recostar su cabeza sobre el hombro de Steve, dejando que la melodía terminara. Viernes también era del equipo de conspiradores. Durante sus primeras crisis en el consultorio de Pavel, su loquero siempre le había repetido una frase. Mereces todo lo bueno que la vida tenga para darte, Tony. Había luchado toda su vida por ello, jamás esperando por nada, siempre consiguiéndolo con sus propias manos, inventándolo si no existía. Era extraño recibirlo luego de darlo por perdido con tanta terquedad que podía llevar la marca Asgardiana en ella. Cuando la música terminó, levantó su rostro con una ceja arqueada.
-Tú sí que eres necio.
-Debo dejarle claro a esa cabecita tuya que no estoy bromeando.
-Quiero otra melodía.
Ahora fue el turno de Steve para reír. –Lo suponía.
-Viernes, traidora, compláceme.
Esta vez bailaron al ritmo de It had to be you con la voz de Frank Sinatra. Stark realmente se carcajeó ante aquella elección dejándose guiar por un elegante rubio, a quien atrajo de su cuello para darle un beso. Esta vez no hubo rechazo, ni bromas forzadas de corazones rotos. No sabía exactamente qué había pasado pero obedeció las órdenes de su psiquiatra del Averno de no hacer preguntas cuando estaba disfrutando algo. Tuvo una sonrisa complacida al separarse apenas antes de volverse a besar, casi a punto de aplastar su rosa cuando Rogers le atrajo hacia él por completo.
-Steve... a menos que tengas una mente pervertida –jadeó contra sus labios- Creo que tienes algo contigo que está vibrando.
-Ah... -el capitán se disculpó buscando en su chamarra un celular, respondiendo la llamada pero sin soltarle de su cintura- Sí... adelante... sin problemas... ok.
El castaño levantó ambas cejas. -¿Puedo saber con quién hablabas?
-Son los demás, están esperando en el lobby para celebrar tu cumpleaños.
-¡Lo sabía! ¡Son unos conspiradores peores que el Motín del Bounty!
-Eres irremplazable, Tony.
-¿Sólo eso?
-Para ser el comienzo, sí.
-¿Qué sorpresa me tienen reservada?
-Tendrás que esperar unos minutos.
-¿Me gustará?
-Tony...
-¿No piensan hacer nada escandaloso, verdad? Rain...
-Tranquilo –Steve acarició su mejilla- Lo tengo todo bajo control.
-El hombre con un plan.
-Sobre todo si se trata de ti.
Incluso Fury había asistido, se aseguró que Viernes le tomara fotos para tener la evidencia genuina de que el gruñón director de los Vengadores había estado presente en uno de sus mejores cumpleaños. Por espacio de unas horas, se dio el lujo de no pensar en nada más que en reír y disfrutar de la compañía inigualable de sus héroes preferidos. Extrañó a su Escuadrón de la Muerte, pero se prometió presentarlos un día si resolvían a tiempo el problema del Jotun asesino.
-Me gustaría ver a tu hijo, Tony –le dijo Thor más tarde- Se ha perdido de la fiesta.
-Am, está durmiendo, ya sabes, horarios de bebés.
-Prometo no despertarle. Es probable que más adelante no tenga la oportunidad de verle.
-... sí, ¿por qué no?
Ocultó su nerviosismo con una sonrisa, guiando al Dios del Trueno a donde la recámara de Rain quien dormía a pierna suelta con su peluche preferido a un lado, un dragón morado de parches multicolor con ojos saltones. Se mordió un labio cuando el Asgardiano se inclinó sobre la cuna, con una media sonrisa al ver aquel rostro de mejillas redondas y rosadas dormir tan apaciblemente, ignorando la clase de peligros que se cernían sobre su indefensa persona. Thor se volvió a él, asintiendo apenas para dejar a solas al pequeño, volviendo a la fiesta.
-Tienes un hermoso hijo.
-Gracias, Thor. No dudes que cuando tus relámpagos hagan lo suyo, tendrás una docena de nietos de Odín correteando por todo el Valhalla.
Quizá sus observaciones le engañaban pero le dio la sensación que aquel comentario trajo una nostalgia en el Dios del Trueno. No pudo comprobarlo, Clint le llamaba para que partiera un pastel que habían llenado de velas, quejándose al ver tantas, haciendo que Pepper las contara ante la malicia de sus compañeros. La noche pasó, los Vengadores se quedaron en la torre a petición de su dueño quien tuvo que resistir la urgencia de pedirle al capitán que se quedara con él. Aún tenía orgullo que mantener y no ceder tan rápido. Era difícil ahora que la buena fortuna se asomaba por la puerta. Pensó en pingüinos de la Antártida mientras volvía a su recámara no sin antes una rápida inspección a su bebé cuyo sueño parecía imperturbable. Besó su frente apenas con un roce para no despertarle, acomodando su cobija y peluche antes de salir.
Se detuvo cuando al darse media vuelta le pareció ver algo en una esquina, regresando de golpe, encendiendo la luz mirando a todas las esquinas de aquella habitación. Rain frunció su ceño pero se giró sobre su costado para seguir durmiendo. Tony no quedó convencido del todo, sus alarmas paternales sonando con bombo y platillo. Cuidando de no despertar al infante, le tomó en brazos para salir con él a su recámara, dejando que Viernes apagara las luces restantes. No iba a dejarle solo, al menos no esa noche. Su vista no le había fallado, estaba seguro de que hubo una cosa, una forma imprecisa en una esquina del cuarto. Buscó tranquilizarse mientras se recostaba en su recámara mirando a su pequeño. Quizá Blystár estaba ausente pero tenía que averiguar qué cosa era el Gugalanna de Loki y si tenía relación con los eventos sobrenaturales que estaban sucediéndoles.
Con esos pensamientos llegó el día siguiente con nuevas actividades. Pepper poco le permitía volver a los asuntos de las Industrias Stark así que pasó el tiempo en el taller como respondiendo los mensajes de celular de Steve que ya eran más bromas que otra cosa. Le invitó a viajar con Rain y él hacia el Museo Smithsoniano, tenían unas tablillas que deseaba ver con sus propios ojos. No era la clase de cita romántica, por supuesto, pero el rubio tampoco se negó. Steve ya intuía que algo preocupaba al célebre ingeniero pero no era ni lo relacionado con Bucky ni tampoco lo que había sucedido entre ellos, más no iba a presionarle, dejando que lentamente fuese tomando confianza en él para compartirle sus preocupaciones. Se trataba de dos pasos hacia adelante, uno hacia atrás. Le esperó junto al jet, esta vez ayudándole con el bebé quien le sonrió sin molestarse por cambiar de brazos, siempre encantado de salir a pasear.
-¿Qué veremos allá? –le preguntó a Tony antes de darle un beso.
-Mitología sumeria.
El Capitán América no dijo nada más, acompañándole en silencio durante el viaje hasta el museo, siendo recibidos por un asistente que los guió hacia las oficinas para saludar a unos administradores que les facilitaron el acceso a la parte privada del museo donde tenían más reliquias en espera de ser restauradas o analizadas. Llegaron a donde aquellas tablillas de arcilla que Stark deseaba ver, una muy en particular que hablaba del diluvio universal. Luego de pasar por varios fragmentos, al fin encontró lo que buscaba.
-La muerte de Endiku.
-Ah, tenemos la réplica del altorrelieve en esta parte –dijo el joven asistente que les asignaron- Aunque es pequeña, tiene una excelente fidelidad. Esta es, Gilgamesh venciendo a Gugalanna.
Ese nombre como el anterior hizo que Steve posara su mirada interrogativa en el castaño quien le miró unos segundos antes de hacer sus preguntas al muchacho.
-¿Endiku terminó muerto cuando Gilgamesh arrancó la cabeza de Gugalanna, cierto?
-Como castigo por su ofensa a la diosa del Inframundo, así es. Aunque a Gugalanna se le conocía como el Gran Toro del Cielo en verdad reinaba en el mundo de los muertos. Hay otros estudios que afirman que en verdad era una entidad devoradora de almas, un juez que impedía que los corazones pecadores ingresaran al descanso eterno del Inframundo, guardándolos en su estómago.
-¿Nathan, verdad? Siento que puedes decirme algo más, tus ojos te delatan, no por nada te asignaron como nuestro excelente guía.
El joven pelirrojo se sonrojó, acentuando sus pecas en sus pómulos y nariz.
-Es una teoría mía... la verdad aún no está bien sustentada.
-Ah, vamos, por cosas menores la Humanidad ha caído. Tu jefe estará más que complacido de escucharme hablar tan bien de ti.
-Bueno... la mitología siempre es alegórica, proviene de ideas y relatos más realistas de situaciones que escaparon de su momento a la comprensión de los seres humanos que las presenciaron. En el caso de Gugalanna, tengo la teoría de que el significado como "esposo" de Ereshkigal más bien se refería a que provenía del poder que ella tenía gracias al dragón que la raptó al Inframundo. Este poder es una especie de... am... entropía... una fuerza que neutraliza.
-¿Energía oscura en nuestro lenguaje científico actual?
-Sí, de hecho es lo más apropiado. Gilgamesh le arranca la cabeza simbolizando que no puede destruirle del todo, porque la cabeza es la energía misma, el cuerpo es el tiempo. Este héroe sumerio agravió a los dioses al cortar el tiempo que rige la vida, por ello tomaron el alma de Endiku en pago.
-¿Gugalanna no puede morir?
-Es la nada misma. Lo pondría de mejor manera citando un pasaje de libro: "No está muerto lo que puede yacer eternamente; y con el paso de los extraños eones, incluso la Muerte puede morir."
-Lovecraft. El maestro del terror cósmico.
-Como le dije, Señor Stark, todavía no...
-Sigue trabajando en ello y no limites tu imaginación, Nathan. Gracias por el tour, le daré mis recomendaciones a tu jefe.
-¡Muchas gracias, Señor Stark!
-¿Qué fue todo eso? –preguntó al fin el capitán cuando salieran del museo.
-Creo que Blystár es el menor de nuestros problemas, Steve.
-¿Crees que Gugalanna es lo que nos atacó aquella vez en el hangar?
-Bruce me dijo que está cobrando tamaño como salvajismo.
-Pero Loki...
Tony rió, mirando a Rain dormir sobre el pecho del capitán.
-Algo me dice que Gugalanna es de lo que está huyendo Loki.
-Por Dios...
-Por él y por todos los dioses que quieras. Si alguien como el Embustero huía de tal monstruo, podemos hacernos una idea de lo que viene en un futuro.
-Hay que reunir a los demás. En la torre, si es posible.
-Vamos.
Tal reunión jamás se haría, cuando alcanzaron el estacionamiento del museo, tuvieron que ponerse a salvo cuando un temblor azotó la ciudad y el cielo se llenó de gruesas nubes con un viento huracanado que trajo enseguida una inesperada tormenta de nieve. Rain lloró asustado, pidiendo los brazos del castaño quien le cargó antes de que escucharan una explosión y luego vieran a lo lejos el humo proveniente de un edificio caer. Steve les protegió de la polvareda que les alcanzó a pesar de la lejanía. Las alarmas de los autos se encendieron, gritos, llamadas de auxilio como cables eléctricos sueltos se unieron al caos de la tormenta. En donde estuviera el edificio se elevó ahora una gigantesca punta de hielo que alcanzó las oscuras nubes entre relámpagos. Tanto el Capitán América como el Hombre de Hierro intercambiaron una mirada con el mismo pensamiento.
Blystár El Blanco había regresado.
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