Amantes y traidores
Título: GUGALANNA
Autora: Clumsykitty
Fandom: MCU
Parejas: Stony y un pellizco de Thorki, algo de OC/Loki.
Derechos: Todo es de Marvel, hasta mi alma pecaminosa. Yo solo hago ideas.
Advertencias: Violencia, sangre, horror y malos tragos. Me tomo súper licencias con aspectos mitológicos, otros tantos con personajes. Adoro los monstruos y el terror, por lo que esta historia es de lo más oscura. Más no puedo decir.
Gracias por leerme.
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Capítulo 3. Amantes y traidores.
Voy buscando un amor
que quiera comprender
la alegría y el dolor, la ira y el placer.
Un bello amor sin un final
que olvide para perdonar.
Es más fácil encontrar rosas en el mar.
Rosas en el mar, Massiel.
Las filas ordenadas como imparables de los Einherjars abatieron el último grupo de mercenarios que defendía el templo abandonado de roca volcánica en las fronteras de Vanaheim. La batalla terminaba con los cuerpos de aquellos seres de diferentes puntos del universo que sirvieron de manera incondicional a Blystár El Blanco, cazarecompensas y asesino a sueldo que azotaba los Nueve Reinos con una reputación que hacía temblar varios de los mejores ejércitos, excepto, a los guerreros de élite de Asgard, quienes rodearon el templo, permitiendo que el Dios del Trueno usara su poder para botar la puerta de entrada, sellada como encantada donde se resguardaba aquel Jotun al que habían perseguido por varios meses sin jamás acorralarle como en ese preciso momento donde parecía que la pesadilla de Blystár estaba por terminar. La justicia le esperaba.
Los Tres Guerreros y Lady Sif fueron de los primeros en entrar cuando se hizo el boquete por los relámpagos del rey de Asgard, enfrentando al cazarecompensas que les esperó a mitad de aquel templo de columnas de roca y suelo apenas liso con gigantescas esculturas cortadas por la mitad, en penumbras con un aire enrarecido por la falta de ventilación. Hogun fue el primero en intercambiar golpes de espadas, recibiendo un corte en su hombro por las hojas curvas de doble filo que Blystár poseía y manejaba a una velocidad similar a la luz, sin mencionar su poder de Gigante de Hielo tan adiestrado que nadie en su pueblo tenía habilidades similares. Las leyendas alrededor del origen del asesino contaban que una elfa de Alfheim había sido raptada por un nigromante Jotun y era así como había nacido Blystár pero nadie podía asegurarlo.
Volstagg cayó de espaldas apenas si levantando a tiempo su hacha antes de que una espada intentara partirle en dos el rostro. Fandral vino a su rescate mientras la espada de Sif volaba en los aires para cortarle una mano, siendo salvada apenas por nada gracias a Thor quien usó a Mjolnir contra el pecho del Jotun, lanzándolo contra lo que fuese el altar de piedra que se destruyó con una nube de polvo alzándose hasta el alto techo. Los Einherjars entraron protegiendo a los guerreros como a su rey de la siguiente oleada de ataques de Blystár, una lluvia de finas pero venenosas estacas de hielo junto con un viento helado que atrapó los pies de todos, atándolos al suelo. El Dios del Trueno rompió con su martillo aquel hechizo, saltando al aire donde se encontró con el cazarecompensas en un embate que hizo temblar el templo con los techos resquebrajándose.
Ambos rivales cayeron a distancia uno del otro. Thor se limpió la sangre de su mentón mirando uno de sus brazos con un corte limpio sobre su armadura hasta su carne y un hilo de sangre de su cabeza. Blystár tenía un corte en su mejilla profundo, otro en su muñeca igual que su muslo, jadeando pesadamente sin dejar su sonrisa cínica, despectiva. Los Einherjars les rodearon cuando Mjolnir los liberó igual que a los Tres Guerreros y Lady Sif, quienes se pusieron a los flancos de su rey, preparando sus armas para el último encuentro. El Jotun ya no tenía cómo escapar.
-Hemos venido a llevarte ante la justicia de Alfheim –dijo el Hijo de Odín, poniéndose de pie- Por tus crímenes en contra de la Familia Real en torno al robo del medallón de Inanna.
-Por un momento llegué a preocuparme de que fuese algo más grave –respondió con sarcasmo, escupiendo sangre de la boca hacia uno de los Einherjars, aún con una rodilla en el suelo.
-Solo te espera la muerte, Blystár El Blanco –declaró Hogun- Has perdido la gracia de los dioses.
-¿Dioses? Esos no existen, solo unos puñeteros ridículos que esconden sus malas intenciones con nombres como justicia, honor y verdad.
-Ríndete, Blystár –ordenó Thor.
El Blanco inclinó su cabeza, recuperando su respiración. Era un Jotun pero del tamaño de un Aesir, con marcas muy blancas como sus rizados cabellos que caían a mitad de su espalda, pesados cuernos naciendo de sus patillas y curveándose rodeando sus afiladas orejas hasta quedar las puntas cercanas a su grueso mentón, decoradas con anillas de plata. Su armadura de piel reforzada con oscuros hechizos mostraba joyas de sus trofeos. Sus duros ojos carmesí eran capaces de poderes poco usuales en los Gigantes de Hielo, adquiridos con el tiempo o nacidos con ellos. Otro misterio más de su temida persona.
-Tal vez yo caiga, Thor Odinson, pero mi muerte no te traerá de vuelta a Loki.
El reino de los Elfos de la Luz, Alfheim, tenía varios objetos sagrados de los Nueve Reinos, uno de ellos era el Medallón de Inanna. De las más bellas diosas de este reino que había vencido a un terror sin igual para salvar a su hijo de ser llevado al Ginnungagap, creando aquel medallón que se resguardaba desde entonces en su honor y memoria por vestales sagradas como sacerdotes. Todos ellos asesinados bajo las garras de Blystár El Blanco con Loki Laufeyson como cómplice. El Medallón de Inanna había sido manchado por la sangre de sus protectores, usado para fines perversos. Se sospechaba que el Embustero había traído de aquel Vacío la misma criatura que arrebatara el alma del príncipe Endiku, el hijo de la diosa Inanna para azotar los Nueve Reinos en su búsqueda de poder. Por esa razón, Alfheim ahora reclamaba la cabeza de ambos criminales.
-Tú has caído, él también lo hará –Volstagg meció su hacha.
-Treinta Einherjars, cuatro guerreros bendecidos por Odín y un rey de Asgard contra Blystár El Blanco –rió éste- Para quien habla de justicia y honor, me dejan serias dudas sobre la autenticidad de dichas palabras.
-Tú y yo, entonces. Sin espadas ni martillo. Pelea cuerpo a cuerpo –ofreció Thor.
-Su Majestad –Sif le miró con preocupación. Aquel Jotun era tan artero como el ojiverde.
-Acepto.
Mjolnir cayó pesadamente en el suelo. Los Einherjars les dieron espacio igual que los guerreros quienes observaron al cazarecompensas clavar sus espadas en el suelo antes de levantarse sosteniéndose un costado, tomando aire al levantar su mentón, estirando y apretando sus dedos sin dejar de mirar al Asgardiano que se le aproximó. Los demás ya estaban muy lejos para escuchar lo que pudiera decir en susurros.
-Podrás golpearme todo lo que quieras, rey de Asgard, más eso no te dejará ver cuánto disfrutó Loki tenerme entre sus piernas. Fue mi nombre el que gritó siempre.
Vinieron los primeros intercambios de golpes, aunque Blystár era rápido, no se comparaba a la fortaleza del Dios del Trueno que lo lanzó contra el suelo que abrió con un nuevo temblor del techo. El Jotun se carcajeó, volviéndose a poner de pie, escupiendo más sangre. La pelea se hizo más encarnizada pero no apagó las burlas del cazarecompensas quien saludó el suelo una y otra vez pero seguía irguiéndose desafiante a pesar de las heridas en su cuerpo.
Blystár El Blanco había conocido a Loki Laufeyson en los dominios de Muspelheim y a partir de ahí se habían hecho aliados, cómplices como amantes, trayendo el caos y la muerte donde quiera que se paraban. Sin duda tenían una serie de crímenes que responder ante la justicia del Padre de Todo como del rey de Asgard pero su peor injuria había sido lo sucedido con el Medallón de Inanna, una carnicería como blasfemia sin precedentes. Por culpa del Dios de las Mentiras, un monstruo había salido del Ginnungagap, viajando desde lo más profundo del Hel para salir hasta Nivadellir donde un ejército de feroces enanos le salió al paso con el fin de detenerle, perdiendo la vida de la forma más salvaje que honorables guerreros no se merecían. La bestia desapareció del reino de los enanos, cayendo más tarde en tierras de Vanaheim donde volvió a cobrarse la vida no solo de guerreros sino también de una ciudad entera antes de que volviera a desaparecer sin que pudieran encontrarle ya.
-Ríndete, Blystár –rugió Thor caminando alrededor de él- No puedes ya estar de pie. Esto se acabó.
-Loki jamás será tuyo.
El puño del rey de Asgard se levantó al tiempo que el techo volvió a crujir, cayendo pedazos de roca junto con una cantidad peligrosa de estacas de hielo. La mitad de los Einherjars cayeron muertos cuando las agujas azules atravesaron sus cabezas, los Tres Guerreros terminaron presos entre ellas, de pies, piernas o manos clavados en el suelo igual que Sif cuyo hombro atravesado la estampó en el suelo. De inmediato el frío se extendió más rápido que la mano de Thor, congelada en alto con Mjolnir apenas sujetando. Todo el templo se llenó de hielo como los alrededores con una tormenta de nieve ahuyentando caballos que esperaban a lo lejos. Blystár se carcajeó, poniéndose de pie, tronando sus huesos y sacudiendo sus rizados cabellos blancos, mirando con el rostro colgado al Dios del Trueno.
-Tu ego es tan grande como tu estupidez.
Sacó sus espadas con las que jugó, comenzando a pasearse entre sus congelados cautivos que no podían moverse debido al frío que envolvía sus cuerpos, en esos capullos de hielo propios de Jotunheim.
-Volstagg, Maestro de Hacha. Eres el único de los Tres que ya dicho los votos matrimoniales, si los rumores son ciertos. Tienes ya dos hijos, ¿o me equivoco? –se acercó a él- Un valiente niño y una hermosa nena. Pelirrojos como su padre. Ahora ya debes saber de la angustia paterna de pensar en perder uno de ellos a manos de un bastardo insensible... vamos, vamos no me mires así. He matado infantes pero los tuyos no me interesan.
Tamborileó la cabeza del guerrero arrodillado en el suelo cuyos ojos fueron los únicos que siguieron sus movimientos mientras se ponía a sus espaldas. Thor miraba con horror, sabiendo lo que podía hacer el asesino con ellos a su merced.
-Sirves tan honorablemente a tu rey, pero yo te pregunto, Volstagg, ¿siempre ha sido así? Porque... ¿sabes? Escuché por ahí que una vez te burlaste de tu rey, estabas hincado frente a él y te burlaste del rey de Asgard, traicionándole después.
Blystár escupió más sangre, rugiendo un poco antes de inclinarse al oído que descubrió de Volstagg, dando palmaditas sobre su cabeza.
-Me parece que la pena por traicionar a un rey de Asgard es la muerte.
Ante la aterrorizada mirada de todos, El Blanco dejó una espada en el suelo, tomando la otra con las dos manos para colocarla a la altura del cuello del guerrero quien abrió sus ojos de par en par. El Jotun pareció hacer cálculos antes de morderse un labio y colocar el filo a la mitad de su cuello por encima del hielo, comenzando a cortar como si su espada fuese una sierra para talar. Pronto el filo comenzó a rozar la piel de Volstagg quien apretó sus ojos pero luego los volvió a abrir al sentir aquella hoja fría empezar a abrirse paso entre sus músculos y huesos con una lentitud macabra.
-Disculpa, Volstagg, se me ha atorado la espada –rió Blystár poniendo un pie sobre su espalda congelada- ¡Algo de apoyo y podemos continuar!
Los ojos de Sif se llenaron de lágrimas al ver tan despiadada acción. El cazarecompensas estaba tardándose a propósito, cortando lentamente aquel grueso cuello cuya sangre quedó congelada en hilos alrededor del cuerpo en un espectáculo por demás grotesco. Blystár se carcajeó al escuchar romperse el hueso en la columna del guerrero cuyos ojos perdieron brillo ante la mirada iracunda como adolorida de Thor cuya mano tembló buscando liberarse como a Mjolnir. La cabeza de Volstagg al fin fue separada de su cuerpo, siendo atrapada por el Jotun quien miró a todos lados con una expresión de fingida confusión.
-¿Dónde están las Valkirias? ¿Dónde están sus carruajes áureos para llevarse el alma de este noble guerrero al Paraíso de Odín? –se giró sobre sus talones, meciendo la cabeza que perdía color- Ah, ahora recuerdo, para que un guerrero de Asgard tenga derecho al cielo divino, tiene que haber perdido la vida en una batalla honorable. Volstagg no fue honorable. Fue un traidor. ¡Einherjars, presten oídos! No importa cuán brillantes sean sus armaduras doradas, o si sus espadas protegen a cuanto inocente esté bajo su cuidado. La Muerte siempre tendrá en cuenta sus errores, no sus aciertos.
Aventó hacia el Dios del Trueno la cabeza que se deshizo en gruesos pedazos de hielo color carmesí. Blystár sonrió al rey de Asgard, guiñándole un ojo antes de girarse hacia la doncella guerrera, relamiéndose sus labios.
-Hermosa Sif, eres doncella según entiendo. Me gustaría comprobar si tu coño es más estrecho que el de las vestales de Inanna. Tienes una competencia reñida pero estoy dispuesto a ser un juez generoso por tu belleza.
Relámpagos entraron por el templo, rodeando a Blystár quien se giró hacia Thor como si estuviera sorprendido antes de alcanzar su espada enterrada que clavó en un costado de Hogun. Aquellas descargas enfurecieron atacándole de lleno pero el Jotun se carcajeó, sacando una joya que estrelló contra su pecho y que con la ayuda de los relámpagos activó su magia, haciéndole desaparecer con un estallido que se cobró el techo del templo como una parte de los muros de piedra. El hielo desapareció en un vapor grisáceo. El Dios del Trueno salió a carrera, rugiendo con la mirada húmeda pero el cazarecompensas ya había desaparecido. Regresó al templo para ver a Sif sostener el cuerpo sin cabeza de Volstagg con un llanto quebrado.
No hubo más remedio que regresar a Asgard en esas condiciones, Hogun estaba herido gravemente como el resto de los guerreros bajo el comando del Dios del Trueno, siendo recibidos por un séquito de consejeros y sanadores quienes solícitos atendieron a los recién llegados. Thor rechazó la atención de Lady Eir, dirigiéndose con pasos largos y pesados hacia los aposentos del Padre de Todo para informarle sobre la fuga de Blystár El Blanco como la muerte de Volstagg que aceptaba como su responsabilidad al no haber considerado que el cazarecompensas se había encerrado en un templo no por casualidad sino para usarlo de portal mágico y huir cuando los relámpagos activaran los remanentes mágicos de aquel sitio.
-Éste es un día gris para Asgard –fue la réplica de Odín una vez que terminó su informe- El asesinato de Volstagg no quedará impune, más es importante que te concentres en hallar a Blystár El Blanco o a Loki, debemos impedir que el terror de Ginnungagap siga libre.
-Así será, padre.
-Debes descansar –observó éste al ver su apariencia- Una mente atribulada no tiene la fuerza para una nueva campaña.
-Con tu permiso, entonces.
Thor salió de ahí, desviando su camino hacia las cámaras de sanación con el fin de visitar al guardián del Bifrost, Heimdall, reposando envuelto en un aura dorada bajo la vigilancia de Lady Eir. Era otra de las víctimas de aquel monstruo salido del gran Vacío, cuando el guardián le detectó en Nivadellir, también lo hizo la criatura, atravesando en un parpadeo la distancia entre ambos reinos para atacar sin miramiento los ojos de Heimdall, quemándolos como abriendo su pecho antes de desaparecer. Tales heridas dejaban sin el ojo protector a los Nueve Reinos, motivo por el cual Vanaheim no pudo ser avisado de la bestia del Ginnungagap, que llegó masacrando una ciudad entera para desaparecer sin dejar rastro alguno de su ruta.
El guardián sobreviviría, recuperando aquella vista mágica pero tardaría en hacerlo, mientras tanto, el Dios del Trueno debía lidiar con los embajadores del reino de Alfheim quienes recién llegaban para saber más sobre el paradero de aquellos dos criminales como la resolución del rey de Asgard sobre el monstruo suelto en los Nueve Reinos. Una reunión en una sala de juntas pública que más tarde escuchó luego de tomar el descanso sugerido. Cuando la polémica en torno al Medallón de Inanna ya se convirtiera más en retóricas de vanidad, una mano cayó delicadamente sobre el hombro del rubio quien se giró para ver el rostro sonriente de Lady Freya.
-La mente de Su Majestad ya ha abandonado esta junta, su cuerpo debería seguirle.
-Tal vez Lady Freya tenga razón –convino con una pequeña sonrisa, poniéndose de pie.
Nadie reclamó de la salida de ambos, tomando un largo pasillo abierto en lateral que dejaba ver los jardines de Frigga como una noche de auroras boreales en color dorado. Thor ofreció su brazo a la joven diosa de cabellos pelirrojos, recibiendo una nueva sonrisa como agradecimiento.
-¿Qué es lo que acongoja el corazón de mi señor?
-La muerte de un amigo a cargo de un traidor.
-Es de todos sabido que enfrentar a Blystár El Blanco es una muerte segura, milord. El poderoso Maestro del Hacha sabía de tal riesgo.
-Más no merecía una muerte así.
-Alfheim quiere las cabezas de Loki Laufeyson y Blystár El Blanco.
-Lo sé.
-Pero Su Majestad no parece resuelto a entregarlas.
-Ellos dos son los únicos que pueden detener al terror de Ginnungagap.
-Quisiera hablar sobre dicha criatura, si tengo la venia de mi señor.
-Adelante, Lady Freya.
Con una sonrisa, ella le guió a unos escalones de mármol que bajaban hacia los jardines donde se perdieron entre arbustos de flores y fuentes, deteniéndose junto a un pilar en donde un pebetero quemaba un incienso a los pies de una escultura en honor a la diosa Inanna que Freya señaló para que el Dios del Trueno la observara.
-Ella perdió la vida al dar todo su poder al medallón, únicamente para salvar el alma de su hijo Endiku de no ser llevado al Ginnungagap. Ni siquiera para devolverle la vida. Tal es el terror que los dioses tienen a esa Nada infinita donde reposan las pesadillas más escalofriantes. Una historia de amor maternal y sacrificio, pero me temo que olvida ciertos detalles que ahora son de suma importancia, Su Majestad.
-¿Qué detalles?
-Por ejemplo que el héroe amigo de Endiku, Gilgamesh decapitó al terror de Ginnungagap que Alfheim llamó Gugalanna, ocasionando la ira de la hija de la Muerte, Ereshkigal, quien pidió la vida del príncipe Endiku a cambio.
-Gugalanna fue muerto por Gilgamesh pero volvió por Endiku.
Freya asintió mirándole fijamente. –Porque Gugalanna no puede ser muerto, mi señor, es como tratar de acabar con el Ginnungagap mismo. Es la misma energía, la misma oscuridad. Es la advertencia que hago a Su Majestad, esta criatura fue creada con una sola meta: capturar a su presa y llevarla al Vacío donde ser atormentada sin alcanzar nunca la muerte. Si el Dios de las Mentiras le ha traído de vuelta, debe tener en mente una figura que Gugalanna buscará, temo que sea mi rey por los viejos rencores del hechicero para con quien fue alguna vez su hermano.
-Pero no he recibido ningún ataque de Gugalanna, milady.
-Mi hermano, Frey, como ya lo sabe mi señor, buscaba las pistas de Blystár El Blanco, antes de que Su Majestad consiguiera acorralarlo en Vanaheim, mi hermano encontró que dirigía a sus mercenarios hacia una dirección clara. Midgard.
Thor frunció su ceño, apretando el mango de Mjolnir.
-¿Por qué ahí?
-Temo que el Embustero esté esperándole en ese mundo, sabiendo cuanto cariño tiene mi rey por Midgard y sus compañeros de armas que lo protegen. Por lo que escuché de Lady Sif, es probable que Blystár El Blanco se haya transportado hacia estas tierras donde llamarán una vez más a Gugalanna, no me cabe duda. Recuerde, mi señor, la bestia nunca descansa hasta que consigue su objetivo.
-Pero Inanna logró detenerlo.
La mirada de Freya se enstristeció. –Porque Gugalanna se llevó su alma a cambio de la su hijo Endiku, eso fue lo que hizo el medallón, tal dolor es lo que tiene a Alfheim tan airado de las acciones de los dos criminales, mi rey. Mancharon un obsequio tan precioso para acciones más viles.
-Si van a reunirse en Midgard, entonces habré de ir de inmediato con mis amigos, debo ponerles sobre aviso antes de que sea demasiado tarde. ¿Alguna idea que Lady Freya pueda darme sobre el aspecto de Gugalanna?
-Su Majestad, nadie ha sobrevivido para contar sobre ello.
El rey de Asgard tomó la mano delicada de la diosa que besó con reverencia.
-Aprecio los consejos de Lady Freya.
-Milord, de no ser por ti, no tendría hoy a mi hermano Frey con vida. Soy tu más humilde servidora. Que los dioses bendigan a mi rey y le protejan de todo mal.
-Gracias, milady.
Thor se preparó para partir, meditando sus acciones con cuidado. Blystár le había detectado siempre porque llevaba consigo a su ejército de Einherjars, pero si aparecía solo era menos probable que le percibiera. Igual que Loki. Pensó en ambos con puños cerrados con fuerza. Las palabras del cazarecompensas le habían dolido incluso más que la propia muerte de su amigo Volstagg pero era una pena que guardaba en lo profundo de su alma. Era ahora el rey de Asgard y tenía una responsabilidad con los Nueve Reinos cuyo bienestar estaba en riesgo si el monstruo Gugalanna seguía libre. El ansia de poder y venganza del ojiverde habían cruzado el límite. Se despidió de Sif y Fandral como del Padre de Todo antes de salir del palacio a toda prisa, el tiempo era precioso. No tenía miedo del terror de Ginnungagap, lo enfrentaría si eso era lo que deseaba su hermano. Su plan no iba a funcionar. Y esta vez arreglaría las cosas entre ellos.
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