el Rikishi sin igual vs La Bestia del Fuma
¡NACIDO EN LA TIERRA DEL SOL NACIENTE, UNO DE LOS MEJORES DEPORTES DE COMBATE CONOCIDOS POR EL HOMBRE!
SUMO
EN LOS 2,000 AÑOS DE LA HISTORIA DEL DEPORTE, NADIE SE ATREVERÍA A NEGAR...
¡¡QUE UN HOMBRE SE DESTACÓ POR SOBRE TODOS LOS DEMÁS!!
HARITE
TEPPO
KANNUKI
SABAORI
SU FUERZA BRUTAL HIZO QUE LOS OFICIALES LE PROHIBIERAN UTILIZAR SUS TÉCNICAS FAVORITAS. Y AÚN ASÍ... ¡¡CONSERVÓ SU TÍTULO DEL MÁS FUERTE!!
¡SIGUIÓ GANANDO Y GANANDO Y GANANDO POR TODA LA ETERNIDAD!
EL HOMBRE QUE GOBERNÓ COMO EL EMPERADOR DEL RING POR MÁS DE VEINTE AÑOS, FUE NOMBRADO POR EL PUEBLO...
¡¡COMO UN RIKISHI SIN IGUAL!!
SU NOMBRE ES...
¡¡RAIDEN TAMEEMON!!
Raiden caminaba lentamente por los jardines celestiales, su imponente figura proyectando una sombra gigantesca bajo la luz dorada del lugar. Su cuerpo musculoso y descomunal destacaba incluso en este mundo habitado por los más grandes guerreros y leyendas. Aunque tenía todo lo que un hombre pudiera desear —comida, descanso y compañía femenina—, el espíritu del combate aún ardía en su interior.
Raiden:—La comida ya no sabe igual si no puedo ganármela en el ring... —murmuró para sí mismo, rascándose la cabeza con aburrimiento mientras sus enormes pasos resonaban en la tierra. "¿No habrá algo más interesante aquí?"
Fue entonces cuando sus ojos detectaron algo que hizo detenerse en seco:
A lo lejos, sentada de manera relajada sobre una enorme roca, una figura femenina devoraba con entusiasmo un gigantesco jabalí asado. Era una visión fascinante: una mujer de imponente presencia, de una belleza y fuerza combinadas que inmediatamente capturaron el interés de Raiden.
Su musculatura estaba perfectamente definida, como la de una escultura viviente. Sus bíceps parecían haber sido moldeados por los mismos dioses, y su pecho amplio mostraba una fuerza latente que competía con su gracia natural. Su rostro esbelto, enmarcado por un cabello largo y voluminoso de color llama, irradiaba confianza y poder. Sus ojos rubí brillaban con una intensidad que podía encender el alma de cualquier guerrero.
Lo que más intrigó a Raiden fueron las marcas rojas que adornaban su cuerpo: finas líneas que se asemejaban a tatuajes, delineando sus bíceps, rodeando la parte superior de su pecho y dibujándose como lágrimas debajo de ambos ojos. Aquella mujer irradiaba fuerza y encanto en igual medida.
Vestía un kimono suelto, que aunque tradicional, parecía más una armadura de seda que no ocultaba la potencia de su cuerpo. Con ambas manos, rompía trozos del jabalí asado y los devoraba con una voracidad impresionante, como si estuviera alimentando a un dios hambriento.
Nota: Ignoren a las mujeres del fondo.
Kotaro: Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam Ñam
Fin de Nota
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Raiden cruzó los brazos y sonrió.
Raiden:—Vaya, vaya... Parece que el cielo no es tan aburrido después de todo. —dijo, una carcajada retumbante escapando de su pecho.
La mujer notó su presencia, pero no dejó de comer. Sus ojos rubí se posaron brevemente en Raiden, analizándolo sin interés inmediato, antes de regresar a su banquete. Raiden sintió un ligero cosquilleo en su orgullo. No estaba acostumbrado a que alguien lo ignorara tan fácilmente.
Raiden:—Una mujer fuerte y con buen apetito. —murmuró para sí mismo, con una sonrisa amplia—. Justo de mi tipo.
Raiden avanzó hacia ella, cada uno de sus pasos resonando como un tambor de guerra. Al acercarse, levantó la voz:
Raiden:—¡Ey, mujer! Parece que tienes más hambre que yo después de un torneo.
Ella levantó una ceja, arrancando otro trozo del jabalí. Sin prisa, masticó lentamente, y luego, con una sonrisa sarcástica y sin dejar de comer, respondió:
Kotaro:—¿Y tú qué? ¿Vienes aquí a robarme la comida o solo a presumir tus músculos?
Raiden se rió, impresionado por la actitud desafiante de la mujer.
Raiden:—Ni lo uno ni lo otro,— dijo, cruzando sus brazos de nuevo, dejando que sus músculos se marcaran aún más—. Solo vine a ver si el cielo tenía algo digno de mi tiempo... Y parece que lo encontré.
La mujer dejó el jabalí a un lado por un momento, sus ojos rubí brillando con una chispa traviesa.
Kotaro:—Raiden Tameemon, ¿verdad? El Rikishi sin igual.
Raiden:—¿Me conoces? Raiden se sorprendió.
Ella sonrió, mostrándole por primera vez una mirada llena de interés.
Kotaro:—Por supuesto. Nadie puede evitar escuchar de un hombre que nunca perdió una pelea justa. —Se inclinó hacia él ligeramente, dejando ver sus músculos tensarse bajo el kimono—. Me llamo Kurenai, y aquí arriba las cosas pueden ser muy aburridas... Hasta ahora.
Raiden sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, no por miedo, sino por la emoción latente de un desafío. Sabía que Kurenai no era una mujer ordinaria, y eso solo hacía que su interés aumentara. Había venido buscando algo más interesante que comida, descanso o compañía, y parecía que finalmente lo había encontrado.
Raiden:—Entonces, Kurenai... ¿Peleas tan bien como comes? Sonrió ampliamente.
Ella rió suavemente, levantándose de la roca. Sus músculos se tensaron al moverse, y su kimono se deslizó, revelando aún más la poderosa figura que escondía.
Kotaro:—Solo hay una forma de averiguarlo. —respondió, sus ojos brillando con emoción.
Kurenai, con una sonrisa traviesa y una mirada calculadora, se puso de pie sobre la roca. Su figura quedó completamente revelada: su atuendo era tan elegante como atrevido, diseñado para resaltar tanto su agilidad como su fuerza física.
Llevaba un haori blanco abierto, dejando que un top negro ajustado se pegara a su torso, exponiendo la parte inferior de su pecho tonificado sin reparos. Su cintura estaba envuelta por un cinturón de cuerda rojo y blanco, atado con soltura pero estratégicamente colocado, dejando entrever prendas negras ajustadas que delineaban sus piernas musculosas y esbeltas. En sus pies, unas cuñas estilizadas completaban un atuendo que mezclaba la elegancia y funcionalidad del ninjutsu con un toque seductor.
Kurenai sacó su kiseru, una pipa japonesa, y la llevó a sus labios con calma, inhalando profundamente. El humo se deslizó entre sus labios rojos, y su mirada nunca abandonó a Raiden mientras exhalaba una suave nube gris.
Kotaro:—¿Qué dices, Rikishi? —murmuró con voz baja pero provocadora—. ¿Te atreves a seguirme?
Raiden sonrió, su expresión una mezcla de emoción y deseo.
Raiden:—¿A dónde me llevarías, mujer? —preguntó, cruzando los brazos, aunque ya sabía que no iba a negarse.
Kurenai dejó escapar una ligera risa. Sus ojos rubí brillaron con picardía mientras se giraba, dejando que su cabello rojo como llamas danzara al viento.
Kotaro:—Hay un bosque cercano. El lugar perfecto para... lo que sea que tengamos en mente.
Sin más palabras, ambos se alejaron de la zona, sus pasos en perfecta sincronía. El viento acariciaba el paisaje celestial, y aunque no había espectadores para verlos partir, el aire a su alrededor estaba cargado de tensión. Raiden caminaba con su imponente figura, sus músculos moviéndose como una máquina bien engrasada, mientras Kurenai avanzaba con una elegancia felina, cada uno de sus movimientos transmitiendo control y confianza.
El bosque cercano los esperaba, un lugar envuelto en sombras y misterio, con árboles altos y un suelo cubierto de hojas caídas. La luz de la luna atravesaba las copas de los árboles, proyectando destellos plateados en el suelo. El silencio era absoluto, pero la energía entre ambos guerreros palpitaba con intensidad.
Raiden miró a Kurenai con una sonrisa satisfecha.
Raiden:—Entonces, Kotaro... ¿Aquí es donde vienes a relajarte? —bromeó, aunque en su tono se percibía cierta curiosidad genuina.
Kurenai sonrió, apoyando su kiseru en los labios nuevamente, y tras una calada profunda, exhaló una bocanada de humo hacia el rostro de Raiden.
Kotaro:—Aquí es donde hago lo que me da la gana. —dijo con una sonrisa peligrosa—. ¿Y tú? ¿Estás aquí para hablar... o para algo más?
Raiden:—Hablar nunca fue lo mío. Raiden rió, su voz retumbando como un trueno en el bosque.
Mientras Raiden seguía distraído, incapaz de evitar que su mirada se posara en los pechos de Kurenai, una sombra alta y amenazante emergió de entre los árboles, situándose justo detrás de ella. El ambiente en el bosque cambió, volviéndose más denso, casi sofocante. Raiden frunció el ceño al instante, sintiendo que algo inquietante había aparecido.
El hombre detrás de Kurenai tenía una presencia demoníaca, casi como si la misma esencia de la oscuridad lo envolviera. Era notablemente alto, superando en altura incluso al colosal Raiden. Su largo cabello de color llama estaba recogido en una coleta alta y acampanada, que caía como una cascada ardiente sobre su espalda. Sus ojos, con anillos concéntricos, brillaban con una intensidad antinatural, como si cada mirada suya pudiera atravesar el alma. Sus uñas largas y afiladas en manos y pies le daban un aspecto depredador, como el de una bestia a punto de atacar.
Pero lo más extraño de este hombre eran sus manos encadenadas con cepos, impidiendo que las moviera libremente. Aun así, la ferocidad latente en su presencia era innegable. Estaba cubierto de pies a cabeza con prendas oscuras y estilizadas, que parecían abrazar su cuerpo con precisión, realzando su apariencia siniestra.
Lo más llamativo era su máscara demoníaca, que cubría su rostro y mostraba unos colmillos afilados, dando la impresión de que una bestia salvaje acechaba detrás de la máscara. Solo su ojo derecho permanecía expuesto, irradiando un brillo salvaje y enloquecido.
Raiden arqueó una ceja al ver cómo aquel ser ominoso se situaba dócilmente detrás de Kurenai, como una bestia domesticada. Antes de que pudiera preguntar quién era, el hombre demoníaco soltó un fuerte ladrido, como si fuera un perro bajo el control absoluto de Kurenai.
Kotaro:—Cálmate, pochi. —murmuró ella sin siquiera mirarlo, como si estuviera acostumbrada a su comportamiento. El hombre agachó la cabeza, pero sus gruñidos y ladridos continuaron, como si estuviera ansioso por algo.
Raiden rió ligeramente, su voz retumbando en el bosque.
Raiden:—¿Qué clase de juego es este? —preguntó con tono burlón—. ¿Tienes un perro gigante con máscara?
Kurenai sonrió sin emoción, sus labios apenas curvándose mientras encendía su kiseru y daba una calada profunda.
Kotaro:—Él no es solo un perro. —dijo con indiferencia—. Es útil. Muy útil.
Entonces, el hombre demoníaco se inclinó hacia un lado, aun con sus manos encadenadas por los cepos, y de alguna forma lanzó un objeto hacia Kurenai con precisión inhumana. El objeto giró en el aire, brillando débilmente bajo la luz de la luna, hasta que Kurenai lo atrapó sin esfuerzo con una mano.
Era un shuriken masivo de cinco puntas, una estrella de metal afilada y de diseño único. De una de las puntas se extendía una larga cadena: un kusari-fundo, una peligrosa arma de combinación que mezclaba control, precisión y devastación. El peso de la cadena tintineó suavemente mientras Kurenai la hizo girar una vez, probando su equilibrio.
Kotaro:—Perfecto. Susurró, dejando que el arma descansara en su mano con la misma familiaridad con la que sostendría una copa de vino. —Herencia del ejercito Shinobi Fuuma: Fuuma Shuriken.
Raiden cruzó los brazos, su sonrisa se ensanchó al ver la destreza con la que Kurenai manejaba el arma.
Raiden:—Vaya, así que además de ser hermosa y hambrienta, también eres peligrosa. —dijo con una carcajada.
Kurenai lo miró de reojo, sin dejar de hacer girar el kusari-fundo en su mano. Sus ojos rubí brillaban con algo más que diversión ahora:
Kotaro:—¿Qué puedo decir? Un poco de peligro siempre hace la vida más interesante.
El hombre enmascarado detrás de ella soltó un gruñido bajo, pero permaneció inmóvil, como si esperara una orden. Kurenai, por su parte, no parecía ni remotamente preocupada por él.
Kotaro:—¿Quieres jugar también, Rikishi? —preguntó, con un tono suave pero cargado de desafío mientras hacía girar el shuriken una vez más, la cadena extendiéndose con un sonido metálico y siniestro.
Raiden sonrió ampliamente, sintiendo cómo la emoción del combate se encendía en su interior. Este encuentro, finalmente, había despertado algo que ni la comida ni las mujeres podían proporcionarle: un desafío real.
Raiden:—Por supuesto. —respondió con una sonrisa feroz—. Vamos a ver si este perro puede morder tan bien como ladra.
Kurenai frunció el ceño, una mezcla de sorpresa y sospecha cruzando su rostro mientras veía a una diminuta rana aparecer a un lado de Raiden. La criatura llevaba una pequeña cesta llena de sal, y sin más ceremonia, la dejó en el suelo antes de salir corriendo como si su trabajo estuviera completo.
Kotaro:—¿Qué demonios...? —murmuró Kurenai, su ceño fruncido mientras intentaba entender qué estaba ocurriendo.
Raiden no dejó pasar ni un instante.
Raiden:—El buen sumo siempre empieza con sal. —dijo con una sonrisa, tomando un puñado generoso de sal de la cesta. Confiado y calmado, arrojó la sal sobre su cabeza, dejando que los cristales brillaran al caer como una lluvia purificadora.
Entonces todo cambió en un instante.
Raiden inhaló profundamente, llenando sus pulmones, y de repente aplaudió con una fuerza abrumadora.
Raiden:—¡HAAAH! —gritó, liberando una onda de viento brutal. El aplauso generó una ráfaga similar a un tornado, levantando hojas, polvo y piedras, creando una cortina de viento y humo que envolvió todo a su alrededor.
Kurenai sintió la ráfaga de viento empujarla hacia atrás, pero sus reflejos afilados le permitieron mantenerse en pie. A pesar de la confusión momentánea, una sonrisa apareció en su rostro. La diversión había comenzado.
Raiden no perdió tiempo. Con un impulso brutal, bajó sus rodillas, concentrando todo el poder de su cuerpo en sus piernas.
https://youtu.be/CKV4t92_Bek
Raiden:—¡Vamos allá! —rugió, lanzándose hacia adelante como un misil humano. Su cuerpo atravesó la cortina de humo con una velocidad y fuerza impresionantes, apuntando directamente hacia el rostro de Kurenai con una patada devastadora. El suelo tembló bajo sus pies, y las hojas en el aire giraron como un torbellino mientras el cuerpo del titán avanzaba como un meteoro imparable.
El impacto de su patada fue tan poderoso que levantó una nube espesa de polvo, oscureciendo por completo la escena.
Pero Kurenai no estaba allí.
Con una agilidad sobrenatural, Kurenai esquivó el ataque en el último instante, desapareciendo entre la nube de polvo y reapareciendo silenciosamente detrás de Raiden.
Kotaro:—Demasiado lento, gigante. —susurró con una sonrisa desde las sombras del humo.
Raiden giró la cabeza ligeramente, sintiendo la presencia de Kurenai justo detrás de él. Sus ojos brillaban con emoción. Sabía que este combate sería diferente a cualquier otro, y el hecho de que su primer ataque hubiera fallado solo alimentaba su espíritu guerrero.
Raiden:—Así que sabes bailar. —gruñó, dando un paso hacia adelante y girando su cuerpo para encarar a la mujer—. Esto va a ser divertido. Kurenai giró el shuriken gigante unido a su cadena, dejando que su peso cortara el aire con un sonido siniestro.
Kotaro:—Por supuesto. ¿Esperabas menos? respondió, sus ojos rubí brillando intensamente. Kurenai se puso en una extraña postura donde la cadena se enrollaba alrededor de su pierna alzado para seguido dar un gran paso hacia adelante en un pequeño salto ganando impulso esta arrojo su arma.
¡¡Herencia del ejercito Shinobi Fuuma: Fuuma Shuriken!!
''Taka No Dan (Bala del halcón)''
Raiden Tameemon reaccionó rápidamente al lanzamiento del Fūma Shuriken. El impresionante estilo de lanzamiento de Kurenai, ejecutado con la elegancia de un profesional del béisbol, mostró la mezcla perfecta de poder y precisión. Levantó su pierna alta en el aire, dando un paso firme hacia adelante antes de soltar la estrella giratoria que atravesó el aire como un proyectil mortal.
Raiden, viendo la velocidad y el peligro del arma, decidió enfrentarlo de frente. Con un rugido, levantó ambos brazos y activó toda la fuerza de su torso, lanzándose hacia adelante con la misma ferocidad que un tren en marcha. El gacho ruso que intentó conectar momentos antes quedó atrás en su mente; ahora, solo importaba detener el shuriken o ser atravesado por él.
El Fūma Shuriken giraba velozmente, sus cinco puntas centelleando mientras rasgaba el aire con un silbido mortal. La cadena conectada se extendía detrás de la estrella, danzando y serpenteando como si tuviera voluntad propia, lista para envolver y atrapar.
Raiden plantó su pie firmemente en el suelo, agachando su cuerpo y utilizando su increíble fuerza para preparar un contraataque. Sin miedo, extendió ambos brazos, su enorme cuerpo vibrando con energía mientras apuntaba directamente al proyectil que se aproximaba. Pero justo en el último momento, la cadena del arma de Kurenai cambió de trayectoria, envolviéndose a su alrededor en un ángulo imprevisto.
Raiden gruñó mientras el shuriken se acercaba peligrosamente. La precisión del lanzamiento dejó claro que Kurenai no solo confiaba en su fuerza bruta, sino en su maestría técnica. No era solo una luchadora hábil; era una estratega nata.
Raiden:—¡Vamos! —gritó Raiden, con una sonrisa salvaje mientras intentaba atrapar la cadena con sus propias manos.
Raiden avanzó de frente, furioso, tratando de atrapar la cadena del Fūma Shuriken en pleno vuelo. Sus grandes manos la sujetaron con fuerza, los eslabones crujieron bajo la presión brutal del Rikishi. Con un poderoso tirón, atrajo a Kurenai hacia él, usando su fuerza para acortar la distancia entre ambos con la intención de conectarle un devastador gancho ruso directo al rostro.
Sin embargo, Kurenai se movió con la rapidez y fluidez de una sombra, girando en el último segundo para esquivar el golpe. Aprovechando la cercanía, la guerrera dio un giro elegante y conectó un potente golpe directo al rostro de Raiden, su puño impactó con precisión en la mandíbula del gigantesco Rikishi. El golpe resonó como un tambor de guerra, y Raiden retrocedió unos pasos, tambaleándose por la potencia del impacto.
Raiden sacudió la cabeza y se recompuso rápidamente. No era alguien fácil de derribar, y con su instinto de guerrero activado, lanzó una furiosa serie de golpes:
jabs veloces, ganchos rusos desde múltiples ángulos y Uppercuts demoledores. Cada golpe buscaba atravesar las defensas de Kurenai y poner fin a la pelea de inmediato. Sin embargo, Kurenai esquivó cada uno de ellos sin esfuerzo, como si estuviera jugando con él. Se burlaba de su oponente con cada movimiento, sonriendo mientras danzaba a su alrededor, ágil como una hoja al viento.
Raiden gruñó frustrado, intentando mantener la calma, pero Kurenai se movía demasiado rápido, casi como si estuviera disfrutando del caos que había desatado. De pronto, Kurenai se deslizó detrás de Raiden con la velocidad de un rayo, aplaudiendo con fuerza justo detrás de su cabeza.
¡PLAF!
El sonido resonante del aplauso fue tan fuerte y preciso que perforó los oídos de Raiden como si fueran perforados por dagas invisibles. El ruido era insoportable, un golpe sonoro directo que hizo estallar los tímpanos del Rikishi, dejándolo completamente desorientado. Un zumbido agudo se apoderó de su cabeza, y el mundo alrededor de Raiden se convirtió en un torbellino confuso de ecos y ruido blanco. Su equilibrio tambaleó, haciendo que sus pasos fueran torpes por primera vez en la batalla.
Kurenai no perdió la oportunidad. Como un depredador acechando a su presa debilitada, enrolló la cadena del Fūma Shuriken alrededor del brazo de Raiden, atrapándolo como un cazador con su presa. Raiden intentó liberar su brazo tirando con toda su fuerza, pero la cadena estaba tensada a la perfección por Kurenai, quien había calculado cada movimiento.
Con un giro rápido, Kurenai saltó al aire y, utilizando todo el impulso generado, giró sobre sí misma para azotar a Raiden contra el suelo con una fuerza tremenda. El impacto fue devastador: el suelo tembló, y un enorme cráter se formó en el lugar donde el cuerpo del gigante aterrizó violentamente. Las raíces de los árboles cercanos se rompieron, y una nube de polvo se levantó por el impacto.
Raiden respiraba con dificultad, su pecho subía y bajaba mientras intentaba recuperar el aliento. La sangre corría por la comisura de su labio, pero su mirada permanecía feroz y desafiante. Este no era un hombre que supiera lo que era rendirse. Con un gruñido, comenzó a levantarse una vez más, empujando su cuerpo al límite como lo había hecho tantas veces en el pasado.
Kurenai aterrizó con elegancia frente a él, la cadena del Fūma Shuriken aún tintineaba suavemente por el reciente movimiento. Con una expresión relajada y confiada, se llevó su kiseru a los labios, encendiéndolo con calma. El humo se elevó lentamente mientras ella observaba a Raiden con una sonrisa juguetona en los labios.
Kotaro:—Vamos, Raiden... —dijo ella entre caladas—. Demuestra por qué eres una leyenda entre los mortales.
Raiden gruñó, apretando los dientes, sus músculos se hincharon como si estuvieran a punto de estallar. Cada fibra de su cuerpo se llenó de determinación, y la energía que emanaba de él se hizo palpable, como si estuviera a punto de desatar un terremoto. Este era un hombre que había vivido toda su vida en el filo del combate, y esta batalla sería solo una más en su larga lista de desafíos superados.
Con la rabia latiendo en sus venas, Raiden sonrió, limpiando la sangre de su boca con el dorso de la mano.
Raiden:—Esto apenas comienza, Kurenai. ¿Quieres verme ir con todo?
Raiden, sintiendo la urgencia de no ceder más terreno, cierra los ojos y respira profundamente, su cuerpo vibrando con una energía cruda, incontrolable. Llevó una mano a su pecho, y con un rugido de furia primigenia, estruja su propio cuerpo, obligándose a liberar todo su potencial oculto. Sus músculos comenzaron a hincharse grotescamente, cada fibra expandiéndose como si fuera a estallar, y el sonido de huesos crujientes resonaba como un tambor de guerra en medio del campo de batalla.
Raiden gritó con un dolor visceral, un alarido que retumbó en los cielos y partió las nubes. Una luz verde esmeralda explotó desde su cuerpo, inundando todo el campo de batalla con su brillo resplandeciente. Una densa cortina de humo se alzó, envolviendo el terreno como un manto de niebla que ocultaba lo que estaba por venir. Desde esa cortina emergió una figura renovada: Raiden había cambiado.
Raiden:—Parece que al fin estamos en paz, malditos músculos...dijo alegre viendo su nuevo aspecto. —Entonces así se siente usar tu máximo poder...
A punto de demostrar su verdadero valor
por Primera vez ahora puede pelear con todo lo que tiene
Raiden:—Finalmente he llegado a un acuerdo con mi cuerpo los sellos han sido rotos.
Ahora su cuerpo era más delgado, pero no menos letal: alto y esculpido como un dios guerrero, con cada músculo definido como acero bajo piel curtida. Su presencia era imponente, como una bestia que ha dejado atrás su forma salvaje para convertirse en una criatura precisa y calculadora. La intensidad de sus ojos reflejaba una concentración fría y despiadada, mientras la luz esmeralda aún ardía suavemente en su piel, irradiando poder puro.
¡¡LAS CIEN PUERTAS: ABIERTAS!!
Raiden:—Bueno... debo advertirte, no te mueras al primer golpe, Guapa.
Sin dar tiempo a nada más, Raiden explotó hacia adelante.
Su cuerpo se movió en un parpadeo, desapareciendo de donde estaba y reapareciendo frente a Kurenai con una velocidad abrumadora. Cientos de golpes fueron lanzados como una tormenta furiosa, cada uno más rápido y certero que el anterior. Por primera vez, Kurenai no esquivó todos los ataques: varios puñetazos impactaron contra su cuerpo con la fuerza de martillos gigantes.
Kurenai intentó reaccionar, pero los movimientos de Raiden eran demasiado precisos y letales, cortando cada posible apertura con una sucesión interminable de golpes. El sonido del impacto de los puños sobre carne y hueso resonaba como truenos, cada uno amenazando con quebrarla poco a poco.
Raiden entonces cambió su táctica en un abrir y cerrar de ojos.
Con una fluidez inhumana, extendió su brazo en un poderoso golpe horizontal directo al cuello de Kurenai, como si fuera un bate arremetiendo con toda su fuerza. El impacto fue brutal.
Raiden:—Ni siquiera yo sé qué pueda pasar si hago esto usando toda mi fuerza dijo el de manera seria.
Kurenai fue levantada del suelo, su cuerpo disparado brevemente hacia el aire como un muñeco de trapo. El dolor cruzó su expresión como un relámpago, pero apenas tuvo tiempo de procesarlo. Antes de que pudiera reaccionar, su cuerpo se estrelló de cara contra el suelo, levantando una nube de polvo. El sonido del impacto fue seco, como si un árbol gigantesco se desplomara de golpe contra la tierra.
Raiden se quedó allí, respirando con intensidad, su pecho subiendo y bajando con la adrenalina corriendo salvajemente por sus venas. El silencio dominó el campo de batalla por un breve instante, roto solo por su respiración agitada y el leve chisporroteo de la energía verde que aún revoloteaba a su alrededor. La figura de Kurenai permanecía inmóvil en el suelo, pero Raiden no bajaba la guardia.
Sabía que la batalla aún no había terminado. Y sabía que Kurenai, a pesar del castigo recibido, era demasiado feroz para caer sin pelear hasta el último aliento.
Raiden:—Levántate... —murmuró Raiden con una sonrisa salvaje en los labios, ansioso por continuar—. Esto apenas empieza.
Kurenai se pone de pie, con un aire desafiante y sin perder el más mínimo aliento tras el combate. Su haori blanco destruido cae al suelo lentamente, revelando su físico esculpido y su determinación inquebrantable.
Kotaro:—FuFuFuFuFuFuFuFuFuFu escucho los gritos de tus músculos no puedo evitar preguntarme ¿Cuánto esfuerzo estarás poniendo en esto? ella se lame los labios teniendo la mirada de un depredador hambriento. —Bien esta es mi comida favorita.
Sus movimientos comienzan a adoptar una forma antinatural y serpenteante, doblando su cuerpo en ángulos imposibles, como si no existieran límites físicos para su flexibilidad.
Kotaro:—Te mostrare las diferencias entre tu y aquello con lo que nací. Sin perder el ritmo, toma su Fuma Shuriken y comienza a girarlo violentamente en el aire, la cadena que lo conecta vibra con una fuerza escalofriante, generando un zumbido agudo que corta el aire como una sierra afilada. —Las habilidades naturales que habitan dentro del cuerpo de Kotaro devoraran todos tus esfuerzos. El mejor de los regalos.
Raiden:—¿Ha torcido el cuerpo hasta el limite? que flexibilidad ¡¡Esta acumulando una aterradora cantidad de poder!!
Kurenai lanza el Fuma Shuriken con todo su poder, la técnica llevada al límite máximo. El shuriken vuela con una fuerza devastadora, rompiendo la barrera del viento, mucho más rápido y peligroso que su primer intento. La rotación es tan violenta que el aire alrededor del arma parece distorsionarse, y cada giro hace silbar la cadena con un tono metálico que hace eco en el bosque.
¡¡Herencia del ejercito Shinobi Fuuma: Fuuma Shuriken!!
''Tora No Dan (Bala del tigre)''
Pero Raiden no se deja intimidar. Algo extraño sucede en su cuerpo: su brazo izquierdo comienza a crecer, hinchándose de forma grotesca y antinatural, como si toda su musculatura hubiera explotado en un instante. Las venas sobresalen como cables tensados, y los músculos se contraen en un movimiento explosivo, listos para desatar una fuerza monstruosa.
Con un golpe lateral impresionante, Raiden lanza su brazo sobre el shuriken en pleno vuelo. El impacto entre el puño y el arma crea un sonido brutal, como el choque de dos montañas. El Fuma Shuriken es desviado violentamente, girando fuera de control, hasta que finalmente se estrella contra los árboles distantes, arrancándolos de raíz en una exhibición de fuerza devastadora.
El mayor en el Ranking Ozeki en una carrera que duro 20 años. Tuvo el record de 250 victorias 10 derrotas 14 Azukari , 2 Wake y 5 Mushoubu.
En un total de 285 partidas con una racha de victorias del 96%
Las 10 derrotas y los 2 Wake fueron contra personas bajas en el Rikishi en otras palabras:
Habia motivos para que el no pueda luchar contra ellos por ese motivo
las personas pasarían a nombrarlo como un oponente virtualmente imbatible
Pero nadie sabia hasta aquel momento
que el imbatible Rikishi Raiden habia dejado el ring por el bien
el nunca podrá ir con todo ni siquiera una vez.
Kurenai rápidamente saca 3 Kunai que ella arroja a una velocidad realmente exagerada en un movimiento perfecto pero Raiden vuelve a balancear su enorme brazo desatando una fuerte ráfaga de viento que hace que los proyectiles salgan volando en direcciones opuestos siendo repelidos de forma exitosa.
Antes de que Kurenai pudiera siquiera reaccionar, Raiden aparece frente a ella en una fracción de segundo, como un titán que desciende del cielo. Con un solo y brutal movimiento, agarra la cabeza de Kurenai con ambas manos, apretando con una fuerza sobrehumana. Sin dudarlo ni un segundo, le lanza un rodillazo directamente al rostro. El impacto es feroz, el crujido seco de huesos se siente en el aire mientras Kurenai sale volando, su cuerpo proyectado como un proyectil hacia los cielos y cayendo varios metros más allá, destrozando ramas y tierra en su caída.
Raiden se queda de pie, respirando pesadamente pero con la furia aún encendida en su mirada. Su cuerpo aún brilla con un resplandor esmeralda tenue, y una sonrisa feroz se dibuja en su rostro.
Raiden:—Vamos, levántate, pequeña... —dice con voz grave, llena de emoción contenida—. Aún no hemos terminado.
Kotaro:—A pelear corta distancia seria peligroso los proyectiles no funcionan esto no va a ninguna parte ¿Eh? no hay de otra. Kurenai, harta de que su atuendo y los esfuerzos anteriores no hayan sido suficientes, decide que es momento de dejar de contenerse. —Aunque no tenia planeado usarlo tan pronto contra ti te lo mostrare Rikishi.
https://youtu.be/LkIWmsP3c_s
Saca una pequeña cápsula de madera con calma casi ritual, revelando en su interior una jeringa llena de un líquido oscuro y tóxico. Sin vacilar, se la inyecta directamente en el cuello, el veneno recorriendo su sistema de inmediato.
El 5 fuma Kotaro al ver esa jeringa se pone inquieto comenzando a ladrar y hacer ruidos molestos por lo que iba a pasar.
Kotaro:—Me convertiré en la heredera del Kotaro mas fuerte de todos los tiempos gracias al poder tabú. Este es el arte secreto del Clan Fuma.
¡¡TECNICAS MEDICINALES DEL CLAN FUMA: MIYABI OROCHI N6!!
Los efectos son viscerales e inmediatos: los ojos de Kurenai se oscurecen, manchados por finas líneas de sangre que brotan debido al repentino e intenso aumento en el flujo sanguíneo. Sus músculos se tensan y su piel brilla con un tono sudoroso, como si su cuerpo hubiera alcanzado un estado de sobrecarga absoluta.
La toxicidad de la droga no solo eleva su fuerza, sino que su velocidad se vuelve ridículamente superior, haciéndola mucho más letal que antes.
En la mente de Raiden comenzo a sonar una intensa señal de alerta
Aquello que habia despertado era Realmente peligroso
Kurenai, ahora como una sombra indetectable, se mueve entre los árboles con tanta rapidez que deja un rastro fantasmal a su paso, como si el aire mismo se rompiera detrás de cada movimiento. Raiden apenas logra seguirla con la mirada antes de que sienta el primer impacto:
BAM-BAM-BAM.
Un torbellino de golpes rápidos impacta todo su cuerpo desde diferentes direcciones. La velocidad de Kurenai es tan abrumadora que Raiden ni siquiera tiene tiempo para reaccionar adecuadamente.
Cada golpe es preciso, dirigido a los puntos vitales del gigante, haciéndolo retroceder con cada impacto como si su masivo cuerpo fuera solo un saco de arena.
Sus puños arden con la velocidad y ferocidad del ataque, mientras que el aire a su alrededor se distorsiona por la presión de los movimientos.
Kotaro:—Termino la pelea empezó la cacería.
Raiden, sintiendo que está siendo arrinconado por el huracán que es ahora Kurenai, recurre a su técnica más desesperada. Se hunde en su propio poder, y sus brazos crecen de forma grotesca, transformándose en murallas brutales de carne y músculo.
Las venas recorren sus brazos hinchados como raíces monstruosas, cada uno de sus brazos ahora es más grande que su torso completo, convirtiéndose en escudos vivos de pura brutalidad.
¡¡¡MIYAMA: MONTAÑA PROFUNDA!!!
Pero Kurenai no se detiene. Con la droga en su sistema, su resistencia parece ilimitada. Cada puñetazo suyo resuena como un martillo de guerra chocando contra una muralla.
Bam. Bam. Bam.
Sigue atacando sin tregua, sus puños, codos, y rodillas conectando en cada centímetro del cuerpo de Raiden. El sonido de carne golpeando carne retumba en el aire, acompañado por los gruñidos de esfuerzo de ambos guerreros.
Raiden intenta mantener su defensa, pero los golpes de Kurenai son tan veloces y precisos que, a pesar del muro de músculos, comienzan a abrirse grietas en su resistencia.
Kotaro:—¡Vamos, coloso! —grita Kurenai, su voz resonando con una mezcla de furia y éxtasis—. ¡Quiero ver hasta dónde puedes llegar antes de romperte!
Raiden sonríe, una sonrisa salvaje llena de sangre y determinación. El combate está lejos de terminar.
Kurenai, aprovechando su agilidad superior, se coloca justo frente a Raiden con una precisión calculada. Con un movimiento fluido, enrolla la cadena del Fuma Shuriken alrededor del enorme brazo de Raiden, envolviendo la extremidad musculosa como una serpiente que captura a su presa.
ira de la cadena con fuerza, utilizando el peso y la propia inercia del coloso en su favor, lo que obliga a Raiden a acercarse bruscamente hacia ella.
¡CRACK!
El sonido seco de su puño conectando directamente con el rostro de Raiden resonó en el aire. El gigante se tambalea hacia atrás, pero Kurenai no se detiene ahí.
Cada uno de sus movimientos es una tormenta de golpes devastadores. Puño tras puño, con velocidad explosiva y precisión quirúrgica, sigue castigando al Rikishi sin darle tiempo para reaccionar.
Raiden intenta responder lanzando golpes desesperados con su grotescamente crecido brazo, pero Kurenai esquiva cada intento con elegancia burlona, sus movimientos una danza letal de pura técnica y velocidad. El esfuerzo de Raiden es inútil; sus poderosos ataques solo golpean el aire, mientras la mujer se mueve como un relámpago alrededor de él.
De repente, Kurenai retrocede unos pasos, fría y calculadora. Sin perder el ritmo, saca cinco Kunai de su bolsillo, las finas dagas brillando con un resplandor metálico. En un solo movimiento fluido y perfecto, los lanza todos simultáneamente.
SHIK, SHIK, SHIK.
Los kunai perforan el pecho de Raiden, atravesando la gruesa piel y el músculo como si fuera mantequilla.
Cada uno de ellos se clava con fuerza en puntos vitales, cortando carne y tejido. El Rikishi retrocede por la fuerza del impacto, tambaleándose pesadamente mientras una línea de sangre escapa de sus labios, cayendo en gruesos hilos al suelo.
Con una respiración pesada y entrecortada, Raiden escupe un torrente de sangre, su inmenso pecho marcado por los kunai que ahora sobresalen cruelmente. El gigante gruñe, su cuerpo debilitándose por momentos, pero sus ojos aún arden con una feroz determinación.
Kurenai lo observa con una sonrisa arrogante, la cadena todavía enroscada en su brazo, lista para lanzar el siguiente ataque en esta feroz batalla que parece no tener fin.
Kurenai luego alza la vista al cielo viéndolo con aquellos ojos sedientos de sangre.
Kotaro:—¡El cielo se esta acercando el cuerpo de Kotaro ¿Hasta donde mas se extenderá? se siente como si no dejara de crecer ahora mismo. FuFuFuFuFu.
Raiden, con los ojos llenos de determinación, entiende que ya no se enfrenta a una simple guerrera;
ante él ve la silueta distorsionada de una monstruosa criatura, un híbrido entre humano y cien pies que parece moverse en sincronía con Kurenai, amplificando la amenaza que proyecta. Por un instante, siente un escalofrío recorriéndole la espalda, pero en lugar de flaquear, decide liberar cada gramo de su poder restante. Si va a caer, será en un último y glorioso intento por aplastar a su enemiga.
Ha obtenido el poder cercano al de un verdadero Dios.
Con una explosión de energía, Raiden asume la postura clásica del sumo, invocando la tradición y fuerza ancestral de su arte. Levanta su pierna derecha, extendiéndola en el aire con todo su poder, haciendo que los músculos de sus piernas masivas tiemblen bajo la tensión.
¡BOOM!
De todas las técnicas que Raiden pudo escoger eligió la mas letal del Sumo:
TEPPO
Cuando su pie finalmente se estrella contra el suelo, el impacto retumba como un trueno, levantando fragmentos de tierra y roca alrededor. La onda del golpe hace que los árboles cercanos tiemblen y las hojas caigan como si fueran sacudidas por un tifón.
Raiden flexiona sus rodillas, bajando su centro de gravedad, preparando su golpe final con una precisión mortal.
Lista para ser lanzada en una pose notable.
Con el completo control de sus músculos.
desvió aquella energia en un diferente tipo de técnica.
Su brazo derecho se eleva hacia atrás, la palma abierta como un martillo, listo para liberar una fuerza capaz de aplastar montañas.
Al mismo tiempo, Kurenai entra en acción, como un destello de furia y agilidad. En un abrir y cerrar de ojos, enrolla la cadena del shuriken firmemente alrededor de su mano.
Con una explosión de velocidad que deja apenas un rastro, se lanza hacia adelante en una carrera salvaje. Sin embargo, cuando parecía que iría directamente hacia Raiden, realiza un movimiento impredecible:
cambia de dirección bruscamente, deslizándose entre los árboles, su figura danzando entre las sombras como una depredadora acechando a su presa.
Raiden:—Es demasiado rápida y cada golpe cuenta con la fuerza suficiente para matar.
Cada uno de sus pasos es calculado, los eslabones de la cadena tintinean suavemente mientras prepara el golpe definitivo, acumulando toda la fuerza que su cuerpo potenciado por la droga tóxica Miyabi Orochi N:6 le puede ofrecer.
Raiden:—Solo tengo una oportunidad.
Sus músculos vibran bajo la tensión, y su mirada fría y letal no deja lugar a dudas: solo uno de los dos sobrevivirá a lo que viene.
El momento decisivo se acerca. Ambos se mueven al unísono hacia el otro, como dos titanes destinados a colisionar. Raiden, con su golpe de sumo cargado de fuerza bruta, y Kurenai, con la precisión letal de su ataque giratorio. El viento se arremolina a su alrededor mientras los dos oponentes se acercan con la violencia de dos trenes a toda velocidad.
Y Con la extrema rapidez en el cambio de sus músculos puso:
Toda su fuerza en una palma.
El tiempo parece ralentizarse. Los músculos de Raiden se tensan, su brazo listo para descender como un martillo de guerra. Al mismo tiempo, Kurenai gira su cuerpo con la gracia y letalidad de un torbellino, extendiendo la cadena del shuriken en un arco perfecto, lista para cortar y aplastar en un solo movimiento.
El choque es inevitable. La batalla culmina en ese preciso instante, donde la brutalidad de la fuerza cruda y la precisión letal de la agilidad se enfrentarán en un último movimiento explosivo. El bosque, el viento y el tiempo parecen contener el aliento, esperando el resultado del choque final entre Raiden y Kurenai.
Con cada paso hacia el enfrentamiento final, los músculos en las piernas de Raiden se hinchan grotescamente, expandiéndose más allá de cualquier límite natural, como si su cuerpo fuera incapaz de contener la fuerza que desata.
Las fibras musculares se tensan y pulsan, expandiéndose en una exhibición aterradora de poder. Toda esa masa se transfiere hacia su brazo alzado, inflándolo hasta dimensiones imposibles, pero, en el último instante, los músculos se comprimen repentinamente como un resorte bajo máxima tensión, regresando a su tamaño normal.
El resultado es devastador. La energía concentrada en su brazo brilla intensamente en múltiples colores, como una aurora explosiva que envuelve su cuerpo, reflejando todo el poder y determinación de Raiden en ese golpe final.
Un único y Total
Cada color parece resonar con una emoción diferente: dolor, ira, orgullo y sacrificio. El aire a su alrededor se distorsiona, como si la realidad misma no pudiera soportar la intensidad que se concentra en ese único movimiento.
GOLPE DESTRUCTIVO.
Por su parte, Kurenai, consumida por la droga, se lanza sin vacilar. La transformación de su cuerpo la convierte en una sombra voraz, y con los ojos oscurecidos y sangrantes, alza su brazo en lo alto, apuntando directamente a la cabeza de Raiden como si fuera un verdugo listo para ejecutar su sentencia.
La batalla llega a su clímax. Ambos guerreros canalizan todo lo que les queda en un solo instante letal. Kurenai, con la precisión asesina de una serpiente que busca aplastar, y Raiden, con la fuerza de un titán dispuesto a arrasar con todo.
La Forma mas alta del Teppo conocida como:
¡¡¡YATAGARASU: CUERVO DE OCHO PLUMAS!!!
¡BOOOOOOM!
El golpe de palma de Raiden se lanza como una tormenta furiosa que devora el sonido a su paso, dejando un silencio abrumador tras de sí. El impacto es tal que parece como si el propio aire hubiese sido partido en dos.
El suelo tiembla bajo la presión de su ataque, y en una fracción de segundo la palma de Raiden se estrella en el pecho de Kurenai.
Kurenai escupe una cantidad absurda de sangre, su cuerpo no puede soportar la brutalidad del impacto. Sale despedida hacia atrás como un proyectil, atravesando en su vuelo cientos de árboles, cada uno de ellos partiéndose y cayendo como si fueran de papel bajo la fuerza descomunal del golpe.
Finalmente, su cuerpo choca contra una enorme roca con tal violencia que la roca estalla en pedazos bajo la presión.
El mundo queda en un inquietante silencio. Kurenai yace en el suelo, derrotada, con su cuerpo inerte y sangrante. La droga tóxica abandona lentamente su sistema, el brillo antinatural de sus ojos se apaga, y su respiración vuelve a un ritmo irregular pero humano.
El monstruo que había despertado en ella finalmente se desvanece.
Raiden, jadeando y temblando, se mantiene de pie. Su brazo arde de dolor, pero la adrenalina en su sistema lo mantiene consciente. Una brisa suave sopla entre los árboles caídos, como si la misma naturaleza reconociera que la tormenta había pasado. Había apostado todo en ese último golpe, y aunque su cuerpo estaba al límite, Raiden se mantiene firme, demostrando que no importa cuán dura sea la batalla, nunca retrocede.
El combate ha terminado.
Raiden cae de rodillas tras el impacto final, jadeando pesadamente. La adrenalina empieza a disiparse, y con ella llega el inevitable precio de su técnica devastadora.
Cientos de heridas pequeñas y profundas se abren por todo su cuerpo, como si la tensión de sus músculos y la presión interna hubieran desgarrado su piel desde adentro.
La sangre comienza a fluir sin control, empapando su torso y brazos, mientras el dolor se instala de manera implacable.
Cada latido de su corazón es una tortura, pero Raiden se niega a dejarse vencer.
Entre jadeos y gruñidos de dolor, se pone de pie, tambaleante pero resuelto. Mira hacia Kurenai, quien yace inconsciente, su cuerpo maltratado y débil tras la feroz batalla. Por un momento, observa en silencio a su oponente, admirando la fiereza y la tenacidad que mostró hasta el último segundo. Un leve viento susurra entre los árboles rotos, y aunque el combate ha terminado, lo que queda es algo más que rivalidad: es respeto mutuo, forjado en la batalla.
Raiden, con un esfuerzo casi sobrehumano, se agacha y toma a Kurenai en brazos, cargándola con cuidado al estilo princesa. A pesar del dolor que recorre cada fibra de su ser, no suelta una queja ni muestra debilidad. Su enorme cuerpo, aún sangrante, carga con delicadeza a su enemiga como si temiera romperla con su inmensa fuerza.
Raiden:—"No moriremos aquí, Kurenai," susurra entre dientes, más para sí mismo que para ella, mientras sus pasos lentos y pesados lo guían fuera del bosque devastado.
Kurenai, medio consciente, abre los ojos brevemente. A través del dolor, susurra con una sonrisa cansada:
Kotaro:—"¿Sigues con fuerzas para cargarme, eh, grandulón?"
Raiden suelta una pequeña carcajada, áspera y entrecortada por el esfuerzo:
Raiden:—"Después de esto, nos toca comer. Espero que tengas buen apetito."
Ambos guerreros, unidos por el respeto y la dureza del enfrentamiento, se pierden entre los árboles mientras se alejan del campo de batalla. A pesar de las heridas que decoran el cuerpo del gigante, Raiden sigue adelante, impulsado por la simple necesidad de sobrevivir y el deseo de encontrar un momento de calma.
Pronto encontrarán un refugio. Una hoguera, algo de comida, y un momento de paz les esperan al otro lado del bosque. Y allí, entre risas cansadas y mordiscos de carne asada, podrán dejar atrás la ferocidad del combate y disfrutar, aunque sea por un breve momento, de la satisfacción que solo los verdaderos guerreros conocen: la certeza de haber dado todo en el campo de batalla y haber encontrado en su enemigo un aliado improbable.
Fin que les parecio la pelea?
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