El Nioh del Diamante vs El General volador


¡¡Hay dos cosas que solo le pertenecen a Tokugawa Leyasu el Astado Yelmo y la lealtad de este hombre!!

¡¡En la batalla de Anegawa se enfrento solo sobre su caballo a 10.000 soldados!!

¡¡En la batalla de Hitokozaka le dio la vuelta al enfrentamiento contra la caballería mas fuerte de Takeda!!

¡¡Un samurái al que el propio Oda Nobunaga llamaba el samurái entre los samurái famoso por su llamativo casco con cuernos de ciervo y por su legendaria lanza Tombokiri una de las 3 mejores lanzas de Japón!!

¡¡Dejo incontables leyendas tras de si pero nunca sufrió ni una sola herida!!

''EL NIOH DEL DIAMANTE''

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HONDA TADAKATSU



https://youtu.be/zrYMcIQUyTM

El silencio en la arena fue interrumpido por un crujido metálico. La puerta opuesta se abrió de par en par, dejando escapar una densa neblina que se esparció por el cuadrilátero como una marea oscura. La bruma parecía viva, moviéndose con un propósito oculto. Y entonces, el filo de una lanza atravesó la niebla con fuerza, surcando el aire con un silbido agudo que resonó como un presagio de lo que estaba por venir.

Lu Bu se mantuvo firme, observando con ojos fríos y calculadores. Podía sentir la presencia de su próximo rival antes de verlo, una energía avasalladora que sacudía el aire y llenaba el ambiente de tensión.

Y entonces, Honda Tadakatsu emergió de la niebla.

Su lanza era gigantesca, mucho más larga de lo que cualquier hombre ordinario podría manejar. Pero en sus manos, el arma se movía con una gracia mortal, girando en círculos amplios que reunían el aire a su alrededor. Vientos huracanados comenzaron a arremolinarse mientras su lanza trazaba arcos en el aire, convirtiendo su entrada en una tormenta de energía. Cada movimiento parecía diseñado para demostrar su absoluto control sobre la fuerza del viento y el acero.

Honda Tadakatsu era un espectáculo imponente:

Su musculatura poderosa y bien definida era la evidencia de incontables batallas y una vida dedicada a la perfección marcial. Su cabello rosado se agitaba en una melena salvaje, mientras su corta barba de chivo perfectamente cuidada añadía un toque de elegancia a su presencia imponente.

Llevaba una prenda púrpura que cubría únicamente sus hombros y brazos, dejando al descubierto su pecho y torso como si quisiera demostrar que no temía recibir un golpe. Su hakama púrpura, adornado con un patrón naranja que descendía hacia los pies, parecía hecho para destacar tanto en combate como en ceremonia. En sus hombros colgaban grandes cuentas de oración budista, símbolos de disciplina y espiritualidad, contrastando con la violencia que estaba a punto de desatar.

Honda:—Lu Bu... —murmuró Tadakatsu, con una voz profunda y calmada que parecía cargar el peso de mil batallas—. He oído que eres el guerrero más fuerte. Veamos si los cielos también me reconocen como tal, o si tú caes aquí.

Con un movimiento rápido, Honda Tadakatsu giró su lanza una vez más, y el viento respondió como si fuera un aliado suyo. Liberó un corte devastador, enviando una ráfaga de viento huracanado directamente hacia Lu Bu. El vendaval arrastró polvo y piedras, desgarrando el aire con un poder tan feroz que pareció amenazar con partir la arena misma.

Lu Bu no se movió. Plantó los pies firmemente sobre el suelo, su alabarda brillando en su mano derecha. Una sonrisa peligrosa se dibujó en su rostro. Este era el tipo de oponente que buscaba, alguien que no solo le ofrecería una pelea justa, sino un combate digno de recordar por la eternidad.

Lu Bu:—Por fin, otro guerrero que vale la pena... —susurró, casi para sí mismo, sus ojos encendidos con una mezcla de emoción y furia contenida.

Los vientos huracanados chocaron contra Lu Bu, pero el general volador no retrocedió ni un paso. La alabarda en sus manos se mantuvo firme, lista para cortar incluso al aire mismo. El suelo crujió bajo sus pies, pero Lu Bu permaneció imperturbable, su mirada fija en Tadakatsu.

Lu Bu:—Ven, Tadakatsu. Demos a los cielos una batalla que nunca olvidarán.

Lu Bu se agachó una vez más, adoptando su postura baja, con la mano izquierda tocando el suelo y la alabarda elevada hacia los cielos. El viento seguía soplando, pero él era como una roca en medio de la tormenta.

Con un grito de guerra, Lu Bu saltó, como un meteoro desatado, lanzando su alabarda con toda la furia acumulada. Tadakatsu giró su lanza, listo para interceptarlo en el aire. El choque de acero y viento sacudió el cielo, enviando una onda expansiva que reventó la bruma restante y sacudió las nubes que rodeaban la arena.

Lu Bu cargó una y otra vez como una tormenta desencadenada, blandiendo su alabarda con una furia inhumana, pero cada golpe era repelido sin esfuerzo. Honda Tadakatsu giraba su Tombokiri con precisión absoluta, desviando cada ataque con un mínimo movimiento, como si la lanza y el viento mismo formaran una barrera divina. Ningún filo, ninguna embestida lograba tocarlo. Lu Bu volaba por los aires, pero era repelido en cada intento, forzado a retroceder con cada intercambio.

Era una danza mortal, donde la lanza de Tadakatsu mantenía un dominio absoluto, creando un espacio alrededor de su cuerpo que ninguna arma ni enemigo podía atravesar. Cada vez que Lu Bu intentaba acercarse, un viento cortante lo empujaba hacia atrás, como si el mismo cielo le prohibiera la entrada.

Honda:—Ni un dios puede violar mi dominio —murmuró Tadakatsu con calma, su mirada inquebrantable, su postura imperturbable. Era un muro viviente, un ser inalcanzable en el campo de batalla. No había grietas en su defensa, ni apertura alguna para explotar.


''El poderoso cuerpo de Honda Tadakatsu es un verdadero tesoro''

Sus ojos no son diferentes y le permiten cortar el Maai sin problemas

Su fuerza le permite levantar a un centenar de toros sin sudar

y por ultimo este Nioh cuenta con la Tombokiri

Flechas

Balas

espadas

lanzas

soldados

Cualquier cosa que entre dentro de su rango

sera repelido

por el poderoso cuerpo del Nioh en frente suyo

Entrar en su rango es una muerte segura

este es el arte marcial de Tadakatsu quien no sufrió ni una sola herida en cincuenta y siete batallas.

Su Nombre es:

La escena cambia. Ahora, Lu Bu y Honda Tadakatsu están en extremos opuestos, separados por dos montañas colosales que emergen desde las nubes celestiales. La distancia entre ambos parece infinita, y el aire entre ellos vibra con una tensión insoportable. En la cima de una montaña, Tadakatsu permanece impasible, su mirada fija en el horizonte. A sus pies, el camino que conduce a su posición no está vacío.

Dos gigantes descomunales, cada uno portando lanzas titánicas, custodian el sendero, inmóviles como estatuas, pero llenos de poder latente. Sus ojos brillan con un fuego frío, y cada uno de ellos es una extensión de la técnica perfecta de Honda Tadakatsu. Ellos son la representación física del dominio absoluto de su estilo: quien desee acercarse deberá enfrentarlos primero. Estos guardianes titánicos no solo simbolizan su defensa impenetrable; ellos son el muro personificado, una barrera viva que solo un loco o un dios se atrevería a desafiar.

¡¡Zona prohibida del Vajra: Kogoushoun Kin iki!!

El viento ulula entre las montañas, llevando consigo ecos de antiguos combates. Lu Bu observa la distancia que lo separa de su rival, su cuerpo tenso, sus manos firmes sobre la alabarda. El sendero está custodiado, y el aire mismo parece advertirle que avanzar es invocar la muerte.

Pero Lu Bu solo sonríe. Para él, esto no es un obstáculo. Es una invitación.

Lu Bu:—No hay barrera que pueda detenerme. —murmura con una sonrisa salvaje, ajustando el agarre sobre su arma. Sus ojos brillan con la emoción de un desafío imposible.

El camino está claro: debe atravesar a los gigantes y romper la técnica perfecta de Tadakatsu, o morir intentándolo.

Con un rugido que sacude las nubes, Lu Bu se lanza al vacío, descendiendo de su montaña como un meteoro envuelto en furia. El viento arde a su alrededor, y su cuerpo es un torbellino de energía incontrolable.

Los gigantes reaccionan. Sus enormes lanzas cortan el aire, levantando tormentas a cada movimiento, pero Lu Bu no se detiene. El campo de batalla está listo para una colisión de proporciones titánicas.

Lu Bu observó los gigantes, cada movimiento suyo cargado con la precisión de un depredador acechando a su presa. Cada vez que los titanes intentaban detenerlo, el general chino los eludía como un rayo, usando su velocidad y fuerza para abrirse paso entre ellos. Sin embargo, sabía que no bastaría con atravesar el camino: Honda Tadakatsu lo esperaba con su campo inviolable, su Tombokiri girando como un torbellino perfecto, repeliendo cualquier intento de ataque.

Pero Lu Bu tenía un plan.

Plantando sus pies con fuerza sobre el suelo, Lu Bu golpeó la tierra con tal potencia que la arena y la roca se levantaron en una oleada. Fragmentos de tierra volaron hacia Tadakatsu como proyectiles, arremetiendo contra él en todas direcciones. Honda, con su precisión legendaria, giró su lanza en movimientos circulares perfectos, desviando y rompiendo cada fragmento antes de que pudiera tocarlo.

Pero eso era solo la distracción.

Desde las profundidades de la tierra, Lu Bu surgió como un demonio, impulsado como un proyectil humano. Usaba su alabarda como un taladro, girando en espiral mientras emergía de la tierra a una velocidad imposible. En un abrir y cerrar de ojos, estaba frente a Tadakatsu, superando finalmente su dominio.

Los ojos de Tadakatsu se abrieron en un destello de sorpresa, pero ya era demasiado tarde.

Lu Bu:—¡Aquí termina tu leyenda! —rugió Lu Bu, con una furia desatada en su voz.

La alabarda cortó el aire con un silbido mortal, trazando un arco limpio y preciso hacia el pecho de Tadakatsu. El filo del arma se hundió profundamente en la carne, rompiendo la perfecta defensa que había mantenido al Nioh del diamante ileso durante toda su vida. Una herida brutal se abrió en su torso, y la sangre brotó como un torrente, manchando la tierra celestial bajo sus pies.

https://youtu.be/_RalKhxRBC8

Honda Tadakatsu retrocedió un paso, tambaleándose, su mirada fija en la herida que adornaba ahora su pecho. La leyenda de ser invulnerable había llegado a su fin. Por primera vez, su cuerpo había sido marcado por el filo de un enemigo. Su pecho ardía, no solo por el dolor, sino también por la sorpresa de haber encontrado finalmente un oponente capaz de romper su invulnerabilidad.

Tadakatsu jadeó, escupiendo un hilo de sangre, pero su expresión no era de rabia ni frustración. Una sonrisa tranquila se dibujó en sus labios, como la de un guerrero que finalmente había encontrado la batalla que siempre había buscado.

Honda:—...Así debía ser. —murmuró, con un leve suspiro, mirando a Lu Bu con respeto feroz.

Lu Bu permaneció erguido, con la alabarda aún goteando la sangre de su oponente. Su respiración era pesada, pero sus ojos ardían con el brillo de la victoria. No había compasión en su mirada, solo la satisfacción brutal de haber superado a uno de los guerreros más grandes que jamás haya existido.

Lu Bu:—Al final, todos caen. —dijo Lu Bu en voz baja, más para sí mismo que para su enemigo. —Tu eres muy bueno.

Honda Tadakatsu, sangrando y respirando con dificultad, ajustó su postura con una determinación inquebrantable. La herida abierta en su pecho no parecía afectarlo; al contrario, parecía encender aún más su espíritu de lucha. Con la parte aún intacta de su gigantesca Tombokiri, lanzó una serie de estocadas rápidas, cada una tan precisa y letal como la mordedura de una serpiente.

Lu Bu respondió con una agilidad impresionante. Cada estocada fue esquivada por fracciones de segundo, su cuerpo moviéndose como un vendaval impredecible, dejando tras de sí destellos de su alabarda. El aire se llenó de silbidos, con el metal rozando el viento, pero ninguno de los ataques de Tadakatsu lograba encontrar su objetivo.

Honda no se detuvo. Con un grito salvaje, canalizó su fuerza restante y balanceó su lanza hacia abajo, como si quisiera aplastar a Lu Bu como un meteoro cayendo del cielo. El golpe descendió con una fuerza titánica, el suelo se partió en pedazos, y una columna de polvo y escombros se elevó hacia las alturas.

Pero Lu Bu estaba listo.

Con un giro rápido de su alabarda, trazó un corte limpio y brutal que cortó la Tonbokiri por la mitad, enviando la parte superior de la lanza a volar hacia el horizonte. El eco del metal roto resonó como el estallido de un trueno. Honda quedó desarmado, su arma sagrada fragmentada, y por primera vez en la batalla parecía vulnerable.

Lu Bu, sin perder el tiempo, lanzó un corte devastador, buscando terminar el combate de una vez por todas. Su alabarda se acercaba con la ferocidad de una tormenta desatada, pero en un movimiento desesperado, Honda Tadakatsu levantó la parte rota de su lanza.

El filo de la alabarda se estrelló contra el fragmento sin filo de la Tonbokiri, y aunque el metal chirrió con fuerza, el golpe fue detenido en seco. Honda empujó hacia adelante, y en ese momento, la batalla dejó de ser una cuestión de técnica. Era pura fuerza y voluntad.

Usando la parte rota de su lanza como una vara improvisada, Honda golpeó una y otra vez, cada impacto empujando a Lu Bu hacia atrás. Los golpes eran brutales, cada uno lanzado con la precisión y ferocidad de un guerrero que había perfeccionado su arte en incontables batallas. Lu Bu, por un instante, se vio obligado a retroceder, cada golpe sacudiendo su cuerpo y rompiendo su impulso.

Ambos guerreros se detuvieron por un breve instante, jadeando, con los ojos fijos el uno en el otro. Lu Bu mostró una sonrisa torcida, una mezcla de respeto y emoción. Honda Tadakatsu, a pesar de su herida y de su lanza rota, seguía en pie, luchando como un dios de guerra que se negaba a caer.

Honda:—No será tan fácil derrotarme, Lu Bu... —gruñó Tadakatsu, levantando su fragmento de lanza como si aún fuera un arma divina.

Lu Bu:—Mejor así, Tadakatsu... —respondió Lu Bu, ajustando el agarre sobre su alabarda—. Es más divertido cuando el oponente no muere rápido.

El viento volvió a soplar, arrastrando polvo y hojas sueltas. El aire entre ambos vibraba, como si la misma arena celestial esperara el siguiente movimiento decisivo. Ni un solo espectador se atrevía a respirar, pues sabían que la conclusión de este combate se acercaba, y con ella, el cierre de una leyenda que resonaría por la eternidad.

Honda Tadakatsu respiró profundo, sintiendo cómo el dolor de su herida se mezclaba con el éxtasis del combate. Apretó los dientes y giró la parte sin filo de su lanza, calculando el momento perfecto. Con un rugido feroz, arrojó el fragmento roto hacia Lu Bu con una velocidad increíble, el viento silbando alrededor del proyectil como si lo empujara hacia su objetivo.

Lu Bu no era un guerrero común, y su instinto le advirtió del peligro. Se inclinó hacia un lado, dejando que el fragmento roto pasara rozando su hombro sin tocarlo. Una sonrisa confiada se dibujó en su rostro, convencido de que había esquivado el truco de Honda con facilidad.

Pero justo en ese momento, Honda Tadakatsu se lanzó hacia adelante, moviéndose como un relámpago. La distracción había funcionado.

En un abrir y cerrar de ojos, Honda recuperó la parte aún afilada de la Tonbokiri, su mano cerrándose sobre la empuñadura con la fuerza de un dios guerrero. Sin perder tiempo, Honda giró sobre sí mismo, y en un movimiento fluido y devastador, blandió la lanza hacia el pecho de Lu Bu.

El filo de la Tonbokiri se hundió en la carne del general volador, abriendo una profunda herida en su torso. Sangre oscura brotó, manchando su armadura y el suelo a sus pies. Por primera vez en este combate, Lu Bu retrocedió, obligado a dar un paso atrás por la intensidad del ataque. El dolor atravesó su cuerpo, pero su mirada seguía llena de furia y emoción.

Honda se mantuvo firme, con la Tombokiri apuntando hacia su oponente. Sus ojos ardían con determinación, y su respiración era pesada, pero constante. Había logrado hacer retroceder al guerrero más temido, algo que pocos podían siquiera imaginar.

Honda:—¿Te duele, Lu Bu? —dijo Tadakatsu con una sonrisa torcida, su voz cargada de desafío—. Así es como se siente enfrentarse a un verdadero maestro del campo de batalla.

Lu Bu bajó la mirada hacia su pecho, viendo la sangre brotar por la herida. Pero en lugar de enfurecerse o desesperarse, empezó a reír. Una carcajada salvaje y eufórica, como la de un hombre que finalmente había encontrado algo digno de su fuerza.

Lu Bu:—Esto es perfecto... —murmuró Lu Bu, levantando su mirada hacia Tadakatsu—. Esto es exactamente lo que esperaba. Ajustó su alabarda, plantando los pies en el suelo, y su sonrisa se ensanchó, mostrando los dientes como un depredador listo para dar el golpe final. —Ahora empieza lo bueno, Honda Tadakatsu... —gruñó Lu Bu, preparando su cuerpo para la siguiente acometida.

El viento se arremolinaba a su alrededor, cargado con la energía acumulada de la batalla. Ambos guerreros se encontraban cara a cara, sus armas firmemente en mano, sabiendo que el próximo intercambio sería decisivo. Ni un solo espectador se atrevía a respirar, sabiendo que estaban a punto de presenciar un momento que definiría quién sería recordado como el más fuerte.

El cuerpo de Honda Tadakatsu comenzó a brillar intensamente, como si la esencia misma del guerrero se transformara en puro poder. El calor irradiaba desde su piel, y su figura relucía con un brillo cegador, pareciendo un diamante que ardía con la energía acumulada de incontables batallas. Cada aliento que tomaba cargaba el aire a su alrededor con presión, y el viento obedecía su voluntad, arremolinándose alrededor de su lanza rota.

Tomando la Tombokiri con ambas manos, Honda plantó los pies firmemente en el suelo. Su mirada era feroz, resuelta, y llena de orgullo guerrero.

Honda:—Este será mi golpe final, Lu Bu. Si muero aquí, será con honor. Hare que entierren tu cadáver en Otaki.

El viento se comprimía en espirales cada vez más rápidas alrededor del filo de su lanza, transformándola en un taladro de viento, un torbellino de acero y aire afilado capaz de perforar cualquier defensa. Con un grito de guerra, Honda cargó hacia adelante como un tifón encarnado, rompiendo el aire y el suelo bajo sus pies.

¡¡Sōkin Zenkai: Haze-dzuki!!

''Lanza de cien pliegues, a toda máquina: Explosión de relámpagos''

Lu Bu, sin pestañear, sabía que este era el momento decisivo. Con un rugido ensordecedor, dio un salto prodigioso, elevándose por los aires como un dragón que ascendía hacia el cielo. Apretó su alabarda con ambas manos, cargando cada fibra de su cuerpo con la furia y el poder que había acumulado durante una vida de batallas sin fin.

Lu Bu:—¡Este es tu final, Tadakatsu! —rugió, lanzando su arma con toda su fuerza desde las alturas.

La alabarda se convirtió en un cometa, descendiendo del cielo envuelta en un halo de fuego y viento, un proyectil mortal que cortaba el aire como una estrella fugaz. La trayectoria era perfecta, directa hacia la carga de Honda.

Ambas armas colisionaron en el aire con un estruendo apocalíptico. El impacto fue tan violento que el cielo mismo se partió, y una onda expansiva barrió las nubes y el polvo, empujando a los espectadores hacia atrás. Por un instante eterno, la lanza de Honda y la alabarda de Lu Bu se enfrentaron en un duelo definitivo entre viento y fuego.

Pero la alabarda de Lu Bu sobresalió victoriosa. El taladro de viento se deshizo, el poder acumulado por Honda se dispersó en el aire como cenizas llevadas por el viento. La alabarda siguió su curso, atravesando la defensa de Honda y golpeando con fuerza devastadora. Honda Tadakatsu cayó de rodillas, el brillo de su cuerpo apagándose poco a poco, mientras la sangre brotaba de su torso como un manantial que anunciaba el fin de su leyenda.

Aún arrodillado, Honda levantó la mirada hacia su oponente, respirando con dificultad, pero con una sonrisa tranquila en su rostro.

Honda:—Has ganado, Lu Bu. —susurró, sus ojos llenos de respeto—. Ahora sé por qué los dioses te temen.

Lu Bu retiró su arma, dejando que el cuerpo de Honda se desplomara con dignidad en el suelo de la arena. El viento se calmó, y el cielo, antes caótico, volvió a abrirse como si el combate hubiera saciado incluso a las fuerzas cósmicas que lo presenciaban.

Lu Bu permaneció erguido, su cuerpo sangrando, pero su espíritu invicto. Levantó su alabarda una vez más hacia el cielo, y con una voz que resonó como un trueno, desafió a los cielos:

Lu Bu:—¿Quién será el siguiente?

La arena quedó en silencio por un instante, mientras las nubes se arremolinaban lentamente, como si estuvieran decidiendo quién respondería al llamado. Lu Bu, cubierto de polvo y sangre, esperaba, su mirada feroz aún buscando un nuevo oponente. Ni dioses, ni demonios, ni humanos podrían apagar la llama de su voluntad. Había vencido al legendario Honda Tadakatsu, pero para él, esto era solo el comienzo.


fin que les parecio el segundo combate?

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