Capítulo IV: La fortaleza de Sakura Haruno.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo solo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Después de unos años de soledad, alejado de su hermana Kaguya y de cualquier persona, el dios del Sol decidió crear a sus propios guerreros. Los primeros hombres que estuvieron bajo su mando, fueron concebidos de su propia sangre. Era por eso que sus guerreros tenían vida eterna, pero no inmortalidad. Ellos vivirían jóvenes durante el resto de sus vidas. 

El concepto de amor era algo ambiguo para el dios, no lograba entender porque sus guerreros se veían tan interesados en las mortales de la tierra o incluso en las propias mujeres con las que su hermana pasaba sus días. Inoichi no pensaba permitir que la sangre de sus guerreros se terminara mezclando con la de personas ajenas al Sol. Impulsado por ese simple motivo, Inoichi creo a sus propias doncellas. Sus guerreros iniciarían romances con ellas que traería como consecuencia niños que crecerían para ser hombres casi tan fuertes como sus padres. Eran pocas las veces que una niña nacía de la unión de un guerrero y una doncella, y esas pocas niñas eran enviadas a un centro donde serían entrenadas para ser buenas esposas. Pasarían el resto de sus vidas en esas frías paredes hasta que un guerrero las escogiera como su mujer. Ese era el destino que todas habían aceptado. 

Varios años después, Inoichi Yamanaka conocería el amor que tanto proclamaban sus guerreros. El dios del Sol se enamoró perdidamente de una mujer, Tsunade Senju. Al enterarse de que su amada esperaba a su primera hija, Inoichi creó una nueva doncella. Esta sería especial, porque ya había pasado demasiado tiempo sin que el dios creara a un guerrero o a una doncella con sus propias manos.  

Es así como Sakura Haruno nació, siendo un año mayor que la princesa Ino Yamanaka. La pequeña Haruno era poseedora de una belleza única. Era como encontrar una rosa enmedio de tantas flores comunes. Su singular cabello rosa y sus hermosos ojos jade capturaron la atención de Ino, quién sería su mejor amiga por el resto de su vida.  

Inoichi esperaba que Sakura al crecer fuera del agrado de los guerreros del Sol, sus mejores hombres jamás habían tenido algo realmente significativo con alguna doncella. Inoichi pensaba que se debía a que ninguna era realmente suficiente para ellos. 

La pequeña Sakura fue enviada al centro donde las doncellas eran educadas, allí la superiora se haría cargo de ella.

—Su nombre es Sakura Haruno— informó Inoichi con su voz imponente. 

La mujer a cargo de la casa de doncellas asintió —Como usted ordene, Inoichi-sama.

Sakura pasaría sus primeros cinco años de vida estudiando en la biblioteca y observando cómo se desarrollaba el mundo fuera de la casa de doncellas. Los libros solo tenían historias interesantes e importantes donde los hombres eran los protagonistas. Era por esos libros que descubrió a los guerreros del Sol. Cuando Inoichi se cansó de su soledad en el Sol, el dios creo a sus propios guerreros a partir de su sangre. Algunos de ellos nacieron con grandes habilidades, principalmente los de una familia noble, se trataba de la familia Uchiha. Madara Uchiha con el permiso de su dios creo el grupo de hombres más fuertes y leales a su dios, los guerreros del Sol. Madara al ser él más grande de todos y quién tenía más experiencia es quien debería ser su líder, pero el Uchiha solía perder el verdadero motivo de sus peleas cuando se enfrentaba a sus principales rivales. La familia Senju de la Luna. Reconociendo que él no era la mejor opción, Madara Uchiha delegó su cargo de general a uno de sus nietos, Shisui Uchiha. 

Todas esas historias inspiraron a Sakura para ser la primera mujer en convertirse en una guerrera. La situación obviamente no estaba a su favor, ella no pertenecía a una familia noble y tampoco era un hombre. 

—Sakura, deprisa— una de sus compañeras entró a la biblioteca dando grandes pasos hacia ella. Sakura sintió cierto temor de que el horario de descanso hubiera terminado. La superiora estaría muy enfadada.

—¿Qué sucede?

—Los guerreros del Sol están marchando cerca del centro, ven— la pequeña se emocionó al escucharla, sus héroes y ella tan cerca. Era una oportunidad que no debía desperdiciar —Superiora nos ha permitido ir a verlos. 

—Eso es magnífico.

Sakura se dejó guiar por los largos pasillos hasta llegar al patio. Lo que su compañera decía era cierto, los guerreros del Sol estaban a unos metros de pasar justo por enfrente del centro de doncellas. Todas las chicas estaban esperando a verlos marchar, no hubo ninguna excepción. Incluso la superiora se encontraba ahí, de pie vigilando que sus niñas no se salieran de control. 

Al frente de los guerreros iba el general Shisui Uchiha, le seguían Madara Uchiha, Fugaku Uchiha y Kagami Uchiha, al final desfilaban Obito Uchiha e Itachi Uchiha. Sakura los miró atentamente, eran idénticos a como los pintaban en las imágenes de sus libros. Era la primera vez que ella miraba a un guerrero tan cerca. Él último a quien observó fue a Shisui Uchiha, el general es quien dirigía a su grupo. El Uchiha la miró de reojo, Sakura podía asegurar que le sonrió de manera amable. 

—Hey pequeña, no deberías ver de esa forma al general— Sakura dejó de ver a Shisui cuando una de las chicas mas grandes del centro de dirigió a ella. La mujer tenía cabello rubio y unos peculiares ojos rojos.

—Si, deberías ver a alguien que si este a tu altura— la apoyó otra chica.

—¿A mí altura?

—Si. Está el pequeño Sasuke, por ejemplo— Sakura siguió la trayectoria que la rubia señalaba con su dedo índice. Atrás de todos los guerreros del Sol venía corriendo un pequeño azabache, tal parecía que aún no podía seguirle el ritmo a su familia. 

—Deja de molestarla— le recriminó la única amiga que Sakura tenía en el centro. Una castaña de ojos miel, quién fue la misma que le aviso que los guerreros pasarían por el centro. 

—Yo sólo pienso que alguien debe decirle la verdad, una niña como ella jamás podrá estar con un hombre tan importante como el general.

—Yo puedo estar con el general, y te lo voy a demostrar— aseguró la pequeña pelirosa. Sin entender bien las palabras de su compañera. 

—¿Acaso quieres caminar de la mano con Shisui Uchiha?— se burló la rubia nuevamente.

—Yo no quiero caminar de su mano, quiero caminar a su lado, como su igual.

Las risas de más chicas la hicieron sentirse pequeña, la mirada de su única buena compañera no le permitió dejarse intimidar.

—¿Quieres ser una guerrera como ellos?

—No sólo quiero serlo. Estoy segura de que puedo convertirme en una de ellos.

—Mejor haz tus deberes y deja de fantasear— todas guardaron silencio al escuchar a la superiora. Sakura bajó la mirada, al igual que el resto de las doncellas.

La castaña esperó a que les dieran la orden de regresar al centro para intentar subir el ánimo de Sakura —No las escuches Sakura. Yo creo que tu sueño es muy lindo.

La niña le dedicó una sonrisa antes de ir a su habitación. Quería prepararse para cuando Ino Yamanaka viniera por ella para ir a jugar un poco. Como normalmente haría cualquier niña de su edad. 

Ino Yamanaka también fue una gran inspiración para Sakura Haruno, la hija del dios del Sol le enseñaba a su mejor amiga todas las tácticas de pelea que ella aprendía en sus entrenamientos. También le mostraba sus movimientos y danzas para crear fuego. Ese día era uno en el que Sakura ponía a prueba todo lo que Ino se encargaba de instruir en ella con tanto entusiasmo. La desilusión de Sakura fue grande al descubrir que ella no podía hacer fuego como su amiga Ino.

—No te desanimes Sakura, sé qué más adelante podrás hacerlo.

—No— la Haruno se dejó caer en el suelo, Ino fue a sentarse a su lado —Los libros dicen que jamás ha existido una doncella que cree fuego y se convierta en una guerrera. 

—Tú puedes ser la primera, sólo imagina lo genial que sería— Sakura desvió su mirada, sabía que lo único que su amiga quería era hacerla sentir mejor.

—No lo creo.

—Tengo una idea— exclamó Ino feliz, pero sin captar la atención de su amiga —Si quieres ser una guerrera del Sol, debes entrenar en el mismo lugar que ellos.

Esa declaración logró hacer que Sakura se levantara del suelo de un salto. Parecía una idea muy loca, sin embargo, era la mejor que Ino había tenido en sus años de existencia.

—Tienes razón.

Sakura decidió no abandonar su sueño, gracias a las palabras de Ino, la pequeña niña de cinco años comenzaría a invadir los territorios de entrenamiento de los guerreros del Sol. Sería solo hasta unas semanas después que uno de ellos la descubriría, y no era cualquier guerrero. Quién la encontró entrenando hasta el cansancio fue el general Shisui.

Al Uchiha lo conmovió el gran empeño que ella tenía, por ese motivo la tomó como su aprendiz. Juntos descubrieron la gran fuerza física que poseía Sakura Haruno.  

La vida parecía sonreírle, por fin alguien que la podía integrar al mejor grupo de guerreros la reconocía. Lastima que Sasuke no tuviera el mismo pensamiento que ella. 

Sasuke Uchiha era un año mayor que ella, todos sabían que él sería el siguiente en ingresar a los guerreros del Sol. Lo tenía todo a su favor, ser de la familia Uchiha y nacer con habilidades iguales a las de sus ancestros. Lo único malo para el azabache era vivir bajo la sombra de su hermano, ahora lo que menos necesitaba era una niña que quisiera hacerle competencia.

Cuando Sakura se quedó sola después de un entrenamiento intenso con su maestro, Sasuke decidió encararla. La chica de casi seis años quiso hacer amistad con el Uchiha. Al ser los más jóvenes, pensó erróneamente que se llevarían bien.

—¿Por qué no vuelves a tu casita de muñecas y dejas de darle problemas a Inoichi-sama?

—¿De qué hablas?— preguntó Sakura, completamente confundida por su ataque tan repentino.

—Tú no eres una Uchiha, no perteneces a este lugar. Los guerreros del Sol han permanecido únicamente como miembros de mi familia.

—Pero eso puede cambiar, yo seré la primera mujer en ser una guerrera del...

—No tienes las habilidades suficientes— la interrumpió Sasuke con una sonrisa de lado —Shisui solo te entrena porque le das lástima. Se ha compadecido tanto de ti que ahora incluso le pide a nuestro dios que te conceda dones como los de nosotros. Deja de ser un estorbo para Inoichi-sama y ríndete.

—N-no es cierto, no soy un estorbo— murmuró la chica haciendo un esfuerzo mayor para retener sus lágrimas. 

—Puedes decidir no creerme, pero es verdad. Inoichi-sama no cree que deba desperdiciar su tiempo en ti. Por eso Shisui le pedirá a Obito que hable bien de ti con nuestra diosa. 

—No— ella negó, apretando sus manos con fuerza.

—Eres solo una niña débil.

Sasuke se alejó de ella pasando por su lado. Sakura tocó el hombro que su compañero golpeó a propósito cuando se retiraba.

—Verás que no soy la niña débil que todos piensan.

Tal vez lo que Sasuke decía no era del todo mentira, la verdad es que Shisui si le había pedido a su hermano mayor que hablara bien de Sakura frente a Tsunade Senju. Aunque no era por los motivos que Sasuke le quiso hacer creer. A sus seis años, Sakura Haruno recibía habilidades únicas de su diosa, durante dos años más sería su pupila.

Al cumplir dieciséis años, confesaría su gran amor a Shisui Uchiha. Él aceptaría su amor, y eventualmente le pediría que formalizarán su relación con un compromiso. Sakura Haruno tenía dieciocho años cuando por fin pudo caminar de la mano de Shisui, no sólo como su prometida. También lo hacía como su igual. Ella había sido reconocida por Inoichi como una nueva integrante de los guerreros del Sol.

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

Hinata estaba en el taller de mecánica de la universidad, este era uno de los salones en que se impartían las materias extra. Algunos solían llamarlo club. Después de enfrentar al monstruo de fuego, los látigos de Hanabi terminaron en mal estado. Los aparatos no resistieron la potencia que usaron para crear su distracción. 

Ahora la ojiperla revisaba los daños que sufrieron para empezar a trabajar en las reparaciones más tarde. Convenció a Chōji y a Tenten de que se fueran sin ella, aunque sus amigos insistieron en regresar por ella en una hora. Según su reloj, aún le quedaba la mitad del tiempo.

—Aquí estás, te estaba buscando— Hinata se sonrojó ala escuchar a Shikamaru, se alejó de la mesa en la que trabajaba hasta topar con otro escritorio. Para mala suerte de la ojiperla, su pie resbaló con una de las pinzas que tenía en el suelo.

Shikamaru se sorprendió al verla caer, no tardó mucho en acercarse a ella para verificar el daño que probablemente se provocó.

—Shikamaru-kun— susurró nerviosa, su mente a pesar de ser muy activa no podía trabajar bien cuando estaba frente al chico que le gustaba.

—¿Te hiciste daño?— el Nara se hincó a su lado. Apartó algunos mechones de cabello de su rostro ante la atenta mirada de Hinata.

—N-no, estoy bien. 

—Arriba entonces— Hinata permitió que Shikamaru la levantara del suelo, la sensación de sus manos en su cintura la hizo perder la cordura por un momento.

—¿Qué haces aquí?, Pensé que te retiraste cuando las clases terminaron.

—Quería asegurarme de que estuvieras bien, y Chōji me dijo que estabas en uno de los talleres— ambos desviaron la vista al mismo tiempo. Ese mismo día en el laboratorio, Shikamaru derribó por accidente un químico en la mano de Hinata. La Hyūga no tenía ningún daño, cuando debería tenerlo, Tenten no lo pensó dos veces y la envío a la ducha de emergencia.  

—Estoy bien— Hinata le mostró la mano que debería tener por lo menos una ligera irritación. El genio se sintió mejor al ver que no tenía ningún daño —Gracias por preocuparte.

—¿Y que haces en este lugar?— trató de indagar para cambiar de tema. 

—Es un proyecto que tengo. Estos látigos utilizan electricidad que es creada por pequeñas turbinas. El único detalle es que no tienen un aislante de calidad y por lo tanto no pueden usar su potencia al máximo.

—Tal vez pueda ayudarte.

—¿De verdad?

Shikamaru asintió —Si aceptas ir a comer con mi familia. Mamá insiste en que te lleve para conocerte.

La ojiperla se sonrojó fuertemente. Gracias a que Chōji era su mejor amigo, fue inevitable conocer a Shikamaru. Al principio la única en tener sentimientos amorosos por el otro era ella, pero según Chōji, Shikamaru comenzaba a sentirse de la misma manera. Incluso en ocasiones, Chōji decía que Shikamaru hablaba sobre ella con su madre. Y eso ya decía mucho a favor de la Hyūga. 

La timidez de Hinata era el detalle por el que aún no le declaraba sus sentimientos.

—Me gustaría i-ir a conocer a tu madre.

—Genial. Tal vez así deje de gritarme todo el día.

Hinata se contagió de la sonrisa de Shikamaru. Los dos comenzaron a reparar las armas de Hanabi, la ojiperla no podía parar de admirar la gran capacidad de su amigo. Le sorprendía lo fácil que era para Shikamaru arreglar todo y hacerle las mejoras que ella quería. Las anotaciones estaban terminadas, incluso habían logrado avanzar con gran parte del arreglo. Dos personas trabajando juntas era mejor que una sola. 

Al estar recogiendo todo de nuevo, las manos de los dos chicos se conectaron al querer tomar la misma herramienta. Su vista se encontró, haciendo latir con más velocidad el corazón de ambos.

—Shikamaru-kun.

—¿Si?

—Y-yo— pasó saliva de manera ruidosa, eso la avergonzó tanto que terminó pintando sus mejillas de un suave tono rojo —L-lo siento, soy una cobarde.

—No lo eres— él utilizó su mano libre para rascar su cuello con evidente nerviosismo —Es sólo que esto es demasiado...

—¿Problemático?— lo interrumpió con una sonrisa.

—Si, lo es— Hinata fue la primera en apartar su mano, se sentía mal por no ser valiente cuando sabía por Chōji que las probabilidades de ser rechazada eran inexistentes —También me gustas.

Ella levantó su mirada, los ojos marrones de Shikamaru la observaban con atención. Él realmente merecía el apodo de genio, había adivinado lo que quería decirle con tan solo esos minutos juntos.

—Shikamaru-kun, me gustas mucho.

—Quisiera poder corresponderte.

Eso la dejó muda unos segundos, ¿Acaso escuchó bien? —¿No puedes estar conmigo?

—De verdad me encantaría, eres la mujer menos problemática que conozco Hinata— una pequeña sonrisa se formó en los labios de la azabache —Pero tengo una beca para otra universidad fuera del país, mi madre insistió en que la tomara.

—¿Te irás de Japón?

—Al terminar este ciclo.

La ojiperla apretó sus manos, Shikamaru se iría, pero aún tenían unos meses para convivir. No dejaría pasar esa oportunidad, por fin sería valiente.

—¿Podríamos intentarlo antes de que te vayas?

Shikamaru asintió —Eso me gustaría.

El Nara no pudo resistirse. Tenerla tan cerca era tan tentador. Las mujeres que conocía siempre solían gritarle y en ocasiones hasta le daban algunos golpes. Hinata era diferente, su amabilidad y dulzura que la caracterizan fue el detonante de su atracción por ella. Dejándose llevar por sus instintos, Shikamaru la atrajo hacia él y se apoderó de sus labios. La rodeó con sus brazos, con su mano derecha en su cintura y la izquierda dando caricias en forma de círculos por su espalda.

Hinata se dejó guiar por Shikamaru, inmersa en ese deseo que crecía en su interior. Los labios de Shikamaru eran inexpertos, pero le llevaban una gran ventaja. Deslizando su lengua por sus labios, Hinata se vió en la necesidad de abrir su boca para dejar escapar un suspiro. Su compañero aprovechó el momento para adentrarse en su boca y explorar su interior con un poco de timidez.

La agarró por el cuello para acercarla aún más a él, el beso subió de nivel. Ya no era por completo inocente, poco a poco subía de intensidad hasta llenarlos a ambos de una pasión que desconocían. Hinata gimió en sus labios al sentir como la elevaba para subirla sobre un escritorio.

La falta de aire los hizo separarse. Ambos estaban ansiosos por dar su segundo beso.

—No creo que sea correcto seguir, no me agrada el rumbo en el que va la situación.

—¿Por qué?— preguntó ella de forma inocente.

—Temo no poder detenerme más tarde. 

Hinata dejó que la besara una vez más, la intensidad de su contacto fue rota cuando la cabeza de Shikamaru cayó sobre su pecho. La Hyūga dió un pequeño salto en su lugar, moviendo a Shikamaru de un lugar a otro al ver que este no respondía a su llamado.

—¿Shikamaru-kun?

Justo después de ese instante su celular sonó con la alerta de un nuevo mensaje, Hinata se movió con dificultad y recostó el cuerpo de su compañero en el suelo. El mensaje de Hanabi le dió una idea del comportamiento del Nara.

Tenemos problemas. Vamos por ti a la escuela.

Hinata se alejó del cuerpo de Shikamaru, muy a su pesar. No sabía si dejarlo dormir en el suelo era lo correcto, pero tampoco era tan fuerte como para llevarlo arrastrando a la salida. Pensó que si encontraba a sus amigos fuera de la escuela, Chōji y Tenten se harían cargo de él.

Con solo caminar unos metros en el patio, Hinata descubrió todo el caos que se originó en la ciudad. Había gente en el suelo y otras más huyendo de los autos que se quedaban sin un conductor consciente. Su vista fue bloqueada por un hombre jóven y alto, de piel pálida y ojos azul electrizante. El desconocido portaba un Kimono blanco de cuello alto con un Obi amarillo. Su Kimono tenía escritos unos símbolos que Hinata no comprendió.

—He venido por ti— el jóven hizo una reverencia para demostrar su total respeto —Mi diosa.

—¿Tu diosa?

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Nos vemos en la próxima actualización 👀❣️

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