The End

Semanas después.

Mükerrem miraba a su madre  cantarle al pequeño bulto de ropa que había adoptado como hijo, se sentía terrible al verla en aquél estado, lamentaba no haber matado a ellos antes.

Nurbanu suspiró y tomó su mano, ambas se vieron por un momento hasta que la pelirroja de su hermana se acercó  e hizo un asentimiento de cabeza.

—Estamos listas—dijo Huricihan

—Está es la verdadera misión que Allah tenía para nosotros, ni la nieve nos detendrá—dijo Nurbanu

—Bahar nos espera con los demás, Dilruba llevará a nuestras madres hasta el  Palacio de lágrimas y Ayşe fue por ellos.—les sonrió Huricihan

—Andando—dijo Mükerrem y las tres se encaminaron hasta la salida del palacio, a las afueras un gran grupo de pobladores y la mayoría de los jenizaros esperaban atentos a sus órdenes,  al salir todos hicieron una reverencia y las sultanas les sonrieron agradecidas.

—No saben cuanto agradecemos su apoyo, esto es por aquéllos que se fueron injustamente—dijo Mükerrem

—Ellos nos tienen en pobreza, tienen que pagar —dijo un anciano al fondo, todas asintieron, Huricihan miró a Bahar y la castaña asintió subiendo a un carruaje que iba hacía otra dirección

—Por Allah y por un imperio lleno de victorias—gritó Nurbanu alzando una espada todos hicieron lo mismo que ellas y emprendieron camino hacía la capital.


Una semana les basto para llegar, todo había sido planeado con cautela y en máximo silencio, quiénes sabían de ese golpe eran los mismos que habían propuesto destronar al sultán, todos querían eso. Estaban cansados de un sultán que solo les quitaba sus pocas ganancias.

La caravana era liderada por Nurbanu, Mükerrem y Huricihan, aparte de ellas, sus esposo y el jefe de los jenizaros, los pobladores de provincias aledañas y parte de los guardias de la capital.














—Valide sultan, valide sultan—grito Murhan agha

—¿Que pasa?—murmuró dejando de lado su libro, Mahidevran que estaba a su lado también lo miró

—Van a destronar al sultán, ya están aquí, son miles—dijo el eunuco nervioso

—No puede ser —negó repetidamente—¿Que haremos?

—Ya nada madre, ellos son más

—¿Pero a quién pondrán en el trono?—gritó

—¿Eso importa ya? Ya fuiste valide, ya mataste a todos mis hermanos, ya lograste lo que querías, ahora vamos hacía un lugar seguro, por allah—alzó la voz y Gevherhan la miró por unos segundos

—Murhan, Mahidevran siganme—susurró buscando entre su armario

—¿Que haces? No es momento de sacar tus joyas —le regaño

—Oh Mahidevran, no sabes cuantos secretos he guardado desde hace años—jalo un poco el armario una entrada secreta se dejo ver—guarda joyas, por si acaso—murmuró y los dejo pasar, Murhan cerro la entrada y a guardaron en total silencio.



















—No quiero que lastimen a las mujeres—gritó Mükerrem

—Las defensas del palacio son bajas, será fácil entrar—dijo Cerrah paşa

—Entonces no hagamos esperar a nuestro querido y devoto hermano —dijo Nurbanu y un gran grupo de guardias derribó la puerta principal.

Todos corrieron hacía el interior de Topkapi, Huricihan le dijo a las mujeres del harén que se escondieran en el harén y cerraran con Seguro las puertas.

Las tres Sultanas iban a la par esperando cualquier ataque en su contra pero gracias a Allah los pocos guardias estaban ocupados escondiendo al sultán.

—Pueden irse por las buenas o hacerlo por las malas —dijo Mükerrem y diez de los hombres se retiraron, la otra gran mayoría se quedo luchando hasta el final.

Mükerrem sostuvo con fuerza su espada y con ágiles movimientos acabo con tres guardias, Huricihan le cubría las espaldas a su esposo mientras que Nurbanu ayudaba al suyo a decapitar a cinco guardias.

Cuándo todos los enemigos fueron derrotados todos se vieron entre si y el jefe de los jenizaros Cinan agha derribó la puerta de una patada.

—¿Te dejaron sólo Hermano?— sonrió Mükerrem con odio

—Tu madre, hermana, esposas, tu pueblo—sonrió Nurbanu


—Logré mi objetivo al menos —escupió con odio —No tienen un príncipe al cuál poner en el trono

—¿No?—dijo Huricihan y su esposo asintió, Ayşe sultan entró con una gran sonrisa a la habitación, detrás de ella unos pasos se escucharon.

Un joven de cabellos castaños entro junto a cuatro mujeres.

—Korküt  estaría orgulloso de ver a su hijo siendo el nuevo sultán—dijo Mükerrem 

—No es posible—negó Mahmud

—Lo es—sonrió Rabia viéndolo con odio.


—Prometí vengar a mis hermanos, llevenlo a la plaza—dijo Huricihan—siganme—le dijo a la pequeña família de Korküt.

Muazzez y Şivekar  estaban en el antiguo palacio esperando al llamado de sus hijas, estarían en paz, estarían a salvo.






Mükerrem miró con odio a Mahmud, Gevherhan desde su escondite miraba como la gente insultaba a su hijo y lo vio partir, una soga se lo quito, así como las esperanzas de vivir.





Bahar reviso cada escondite, cada aposentos, cada rincón del palacio hasta que dio con ellas, arrastras fue llevada hasta los pies de Huricihan, Nurbanu y Mükerrem, las tres la vieron con odio.

—dicen  que no hay peor castigo que la muerte, pero la muerte es una bendición, sufrir en vida es lo más justo—dijo Nurbanu

—Ya me quitaron a mi hijo, ya nada malo puede pasar—escupió con odio

—¿No?—dijo riendo Mükerrem— la difunta Mahidevran hatun murió en triste soledad, tu correras su mismo destino, pero esta vez no hay un Selim para ayudarte.

—Te irás ahora, te irás sólo con lo que andas puestos, jamás verás a tus hijas de nuevo, para ellas ya no existes tu y para ti no existen ellas, vivirás tus últimos días en miseria, en pobreza—sentenció Nurbanu

—No pueden hacerme esto—gritó —piedad

—Piedad pidieron mis hermanos, Pero no se la dieron—grito Bahar

—Largó ahora, vete lejos, dónde nadie sepa que eres la asesina de tantos príncipes —dijo Mükerrem con odio—tu Mahidevran, se les quitarán tierras, el puesto de tu marido y lujos, vivirán como un poblador mas.

—No pueden—susurró

—Podemos hacer eso y más, no tienes hermanos, no tienes padres, ahora sólo son tu, tu esposo y tus hijos, vete, lárgate —gritó Huricihan y Mahidevran miró por última vez a su madre para luego irse con la poca dignidad que le quedaba.

Gevherhan miró a su hija irse, unos guardias la llevaron en una carreta a las afueras de Estambul.


"La tristeza de la vida, la alegría de la muerte"





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