Capítulo 6

Capítulo 6


-"Es un dinosaurio, un pterodáctilo gigante"- chillo Shippo atrayendo la atención de los mayores, y de un salto el ave callo frente a ellos, destruyo una de las luces con el pico.

-"Houjo es mejor que arranques ahora"- susurro Ayame con pánico, en verdad no parecía ser un pajarito amistoso.

Y toda la razón tenía, porque de un momento a otro esta salto y atravesó el techo del auto, los gritos de desesperación y llantos volvieron, mientras el conductor trataba de maniobrar es carro, pero el ave y las cenizas le impedían ver el camino

-"Dios mío protégenos"- rogo la anciana aferrándose a los pequeños, estos estaban lo más agachados posibles

-"Ayame debajo del asiento ahí una pistola de véngalas ve si puedes herirlo con ella"- la pelirroja la busco sin pensarlo dos veces, tiro la primera y fallo, mientras que el pterodáctilo trataba de destruir con sus garras y pico el capot del carro.

-"¡No poder hacerlo si te mueves tanto!"

-"¡Lo siento pero estoy tratando que quitar un ave asesina de mi auto!"

-"¡Por favor solo hazlo!"

-"¡Maldición!"- el segundo disparo fue errado, tan solo le quedaba una, Ayame cerro los ojos y respiro un par de veces antes de volver a intentarlo-"Por favor..."- rogo en vos baja, apretó el gatillo dándole en la cabeza, el pajarraco cayo, y en consecuencia Houjo lo paso por encima-"¡Lo logre, hay dios gracias!"

-"¿Por qué te detienes?"-Aome pregunto asustada, sintiendo como Rin se aferraba fuertemente a sus caderas.

-"Solo quiero verlo, esperen aquí"- se bajó.

-"¡Houjo no vayas!"

Nuevos gritos se escuchaban-"¡Houjo regresa!"- la anciana Kaede llamo desesperada.

-"¿Pero qué cosa eres?"- murmuro asombrado viendo como este se retorcía y sangraba en el suelo, pero los chillidos de las aves acercándose lo obligaron a regresar-"Será mejor que hagas esa llamada Aome"- dijo mientras aceleraba.

-"¡Puedo ver la carretera!"- dijo Ayame señalado hacia el frente, noto algo extraño esta estaba repleta de autos que iban y venían a gran velocidad como si estuvieran huyendo de algo.-"¡Que les sucede a todo el mundo!"

-"¿Adónde van con tanta prisa?"- murmuro Aome y tras decir eso las aves comenzaron a caer sobre los autos, aterrorizando a las personas, se escucharon, gritos, luego el sonido de unas sirenas, seguida de disparos-"Niños manténgase agachados"

El moreno tocaba con frenesí la bocina, tratando de hacerse camino anta tanto caos, aquellos que no podían huir eran devorados por las aves gigantescas -"¡Es un maldito infierno ¿qué fue lo que sucedió?!"

-"¿De dónde salieron esas aves?"-Kaede pregunto tratando de encontrarle una respuesta a la situación, las mujeres y niños huían de un lado a otro en busca de un refugio.

Durante una hora estuvieron conduciendo, cuanto más cerca estaban de la ciudad de Tokio más restos de cadáveres y autos abandonas encontraban, algunos incluso estaban envueltos en llamas.

-"Deberíamos detenernos y ver si alguien sigue con vida"- dijo la azabache con horror, cientos de cadáveres a su alrededor, logro ver a una persona recostada sobre la ruta, que movía las manos pidiendo ayuda-"Houjo para"

-"No vayas mami es muy peligroso"- el pequeño dijo rompiendo en llanto

-"Las aves aún están por ahí"- suplico la mayor

Aome les sonrió y acaricio sus rostros con dulzura-"No se preocupen, regresare en seguida solo veré que puedo hacer por esa persona"

-"Ten cuidado"- Houjo dijo, y esta asintió. Miro a los lados y al no ver señales de las aves corrió.

Cuando se acercó vio que se trataba de un muchacho-"¡Vamos!"- trato de levantarlo.

-"¡No puedo moverme, mi pierna está rota!"

-"Apóyate en mi tratare de levantarte, pero debemos darnos prisa ya vienen"

-"¡Mami!"

-"¡Aome!"- Ayame corrió a ayudarla y juntas lograron meter al muchacho, de inmediato el moreno arranco las aves venían tras ellos, sus gritos se escuchaban cada vez más fuertes-"¡Estamos a salvo es el ejército!"- señalo metros más adelante, los soldados, iniciaron una balacera hacia las criaturas, matándolas a todas.

-"Necesitamos un doctor, este joven está herido"- Aome fue la primera en bajar, uno de los soldados se acercó y saco al herido, para que fuera atendido.

Un señor regordete y con bigote se acercó a ellos, también miembro del ejercito-"¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen? Necesito saber si hay más sobrevivientes"

-"Mi nombre es Aome Higurashi soy arqueóloga y estos son mis ayudantes nos encontrábamos en el monte Kuruizawa cuando sucedió"

-"Me llamo Houjo Kaizu"

-"Soy Ayame Mashiba díganos que está pasando"

-"Ni si quiera yo que soy general podría responderle eso señorita, esas cosas llegaron de repente matando a las personas"- le respondió el general a la pelirroja, luego noto a los niños y la anciana-"Sera mejor que busquen donde refugiarse, no deben estar al aire libre..."

-"¿Pero por Cuánto tiempo?"- la pequeña rin indago.

-"El que sea necesario pequeña"-luego miro a la azabache y le dijo-"Vuelvan a su hogar y aseguren las puertas y ventanas"- Aome asintió y tomo a sus hijos.

Los demás también lo escucharon así que regresaron al auto.

-"¡Espere!"- el general la detuvo y se acercó a ella-"Tenga, la necesitara"- Aome vio con sorpresa el arma que le era entregada, su mano tembló antes de tomarla.

-"¿Qué sucederá con el joven que trajimos?"-inquirió preocupada, guardo el arma debajo de sus ropas, no quería que los niños la vieran y se asustaran, más de lo que ya estaban.

-"...Estará a salvo aquí, será mejor que se vaya no pierdan tiempo"- la Higurashi no respondió solo asintió y se metió al auto.

-"Iremos a tu casa Higurashi, ya que nos queda más cerca..."

-"¿Nos vamos a casa mami?"- Shippo dijo esto con lágrimas en los ojos, Aome le sonrió para tranquilizarlo.

-"Si, mi Shippo..."

El panorama era el mismo, el ejército custodiaba las calles para que las criatura no siguieran lastimando a más personas, condujeron durante media hora antes de llegar. El amanecer estaba asomándose por el horizonte, pero eso no era motivo para quedarse fuera, con ayuda de Houjo y Ayame cubrieron con madera todas las puertas y ventanas, por otro lado Kaede cuido de los niños hasta que estos se durmieron debido al agotamiento, tanto físico como emocional.

Improvisaron armas, y buscaron todo tipo de objetos filosos que pudiera herir gravemente a esas bestias voladoras.

Ese día transcurrió lleno de preocupación, ansiedad, dudas y temor. La azabache no lograba comunicarse con su madre, ni si quiera con su jefe Bankotsu, todas las líneas telefónicas parecían estar muertas.

Miro el reloj sobre la repisa, eran exactamente las 12hs decidida se puso de pie y busco algo de comida para todos, si el mundo se acababa por lo menor moriría satisfecha, dio gracias al cielo porque Kaede había hecho las compras del mes, así que tenían para suficientes días-"Y yo que a veces la regaño por ser exagera..."-sonrió todas las lacenas estaban repletas-"Hn.. "- Tomo unos paquetes de fideos, cocinaría algo rico y ningún ave del infierno podía impedir eso.

-"Aome"

-"¿Ayame has logrado dormir algo?"- pregunto esta, colocando una hoya con agua en el fuego, la nombrada negó lentamente y se paró a su lado.

-"¿Necesitas ayuda?"- tomo un cuchillo y comenzó a limpiar unas zanahorias, la azabache no se lo impidió si no que le agradeció mostrándole una sonrisa-"Al parecer estaremos mucho tiempo viviendo juntas..."

Sonrió antes de responder-"Te soportare..."

-"... Sabes eh estado pensando y creo que nuestra excavación tuvo algo que ver con todo esto"- comento con serenidad, pero en su vos se notaba la preocupación misma. Aome pensó en ello, y tal vez tenía algo de sentido, después de todo la ciudad, no había sufrido ningún tipo de cismo, sino que parecía estar intacta, como si el terremoto no llegara a ella-"Aome tal vez nunca debimos encontrar a Midoriko..."

-"Midoriko"- repitió y de inmediato callo en cuentas de algo, dejo a un lado la cocina y fue por su vieja mochila.

-"¿Qué ocurre?"

-"Tal vez la clave estaba en la cueva, si fui la causante encontrare la manera de detenerlos"- tomo la cámara la cual contenía todas las fotografías que ella misma se encargó de sacar.

-"Pero Aome es solo una suposición"- respondió la pelirroja, pero su amiga ya había tomado el computador.

-"No estoy del todo segura... mira esto"- le dijo y giro la pantalla hacia ella-"Estas las tome donde estaba Midoriko"- la pelirroja se acercó-"Ves esto"- señaló a una de las criaturas en piedra-"Son iguales a esas aves"- ambas se miraron fijamente.-"Ahora puedo entenderlo todo, por eso esa deidad estaba ahí"- se puso de pie y camino de un lado a otro, la pelirroja la vio sin entender -"Ella estaba cuidando que las aves no salieran y yo la saque, yo cause todo esto"- sujeto su cabeza con fuerzas, en signo de desesperación y frustración-"Es mi culpa y ahora debo hallar la manera de detenerlas"-Ayame finalmente comprendió

-"Tranquilízate no fue tu culpa, Aome tu no lo sabias"- trato de abrazarla pero esta se negó

La vio con dolor, ya no le importo retener sus lágrimas-"Había una palabra, 'sello' debí darme cuenta antes, cada persona que mataron esos monstruos... Kaguya estaba sellándolas, no protegiendo a Midoriko como yo pensé"- cayo de rodillas al suelo, Ayame la abrazo y dejo que se descargara en su pecho, acaricio sus cabellos tratando de tranquilizarla.

-"Aome, tranquila... yo estaré contigo te ayudare a buscar una solución"- susurro con suavidad, dejo escapar unas lágrimas-"Pero debes ser fuerte... Preocuparas a los niños si te ven así... tu eres lo único que les queda, no permitas que la tristeza se apodere de ti"- aquellas palabras lograron entrar en la mente de la joven-"No te rindas Aome"- lentamente su llanto ceso.

-"Tienes razón..."- seco las lágrimas con brusquedad, reprochando a si misma su debilidad-"Lo are por ellos, te lo prometo"-apretó las manos contarías como signo de promesa, una inquebrantable.

Ayame sonrió y beso tiernamente su frente-"Porque no vas a relajarte yo terminare la comida"- la contaría asintió y se fue.

Fue directo a su recamara, aquel arma que el General le había entregado la guardo bajo llave en su mesa de dormir, camino hacia el armario, tomo unas pendas limpias, para seguidamente internarse bajo la ducha.

Una hora después todos se encontraban almorzando en la misma mesa, aunque el panorama fuera era distinto, dentro de esas paredes, el grupo de personas ponía todo su empeño y buena voluntad para lucir tranquilos, de esa forma los niños no se asustarían, así como también les daba algo de tranquilidad a los mayores, en esa hora del día, se olvidaron del infierno que los asechaba

-"Shippo, termina tus verduras"- Aome le pidió por cuarta vez en los últimos diez minutos

-"No me gustan las verduras"

-"No seas grosero Shippo, tía Ayame nos cocinó con mucho amor"

-"... No te preocupes Rin, si Shippo no quiere no debemos obligarlo"- trato de calmar la pelirroja-"Pero es una lástima..."- fingió sonar triste.

El pequeño miro dudoso a la mujer, incluso también los mayores se quedaron viéndola-"¿Por es un lastima?"- se atrevió a decir luego de un rato

Ayame sonrió para sus adentros, aunque su rostro seguía viéndose triste-"Porque tendré que darle a Rin todos mis dulces, ya que ella si se acabó los vegetales"- respondió con tranquilidad.

La nombrada dio un salto sobre su lugar-"¡Si, muchos dulces solo para mí!"- se burló de su hermano, le saco la lengua.

Shippo se enfadó por esto, y la miro de manera acusadora y luego volteo a ver a su madre como esperando que esta la regañara, pero al ver que Aome no emitía palabra algunas, y los demás mayores tampoco, a regañadientes comenzó a comer las benditas verduras, ¡Rin no se quedaría con todos los dulces, no señor!

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