Te mataré Nathan
Me desperté con los golpes de mi padre en mi puerta, no recordaba haberme quedado dormida y aún tenía los ojos doloridos por haber estado llorando. Al verme, se sentó junto a mí en la cama y me tapé la cara con la manta. No quería tener que explicarle lo ocurrido: Como había engañado a Derek y le había mentido por miedo a lo que pudiera pasar.
-¿Pequeña, qué pasa? Ayer llegaste muy pronto de la fiesta- hizo una pausa-. ¿Pasó algo?
-No, nada- volví a mentir-. Me enfadé con Emma, pero ya está todo arreglado.
-¿Algún tema de chicos?- preguntó curioso y divertido.
-No tengo cinco años, papá.
-Bueno al menos te he sacado una sonrisa. Ven aquí- me levantó de la cama y me abrazó, como solo él sabe hacerlo. Me sentí a salvo, menos culpable por lo que habia ocurrido.
-Te quiero mucho.
-Y yo a ti pequeña- besó mi frente-. Y ahora arriba, es hora de que vayas a clase.
[...]
-Adiós, señor Campbell- se despidió Emma.
Bajé del coche y me reuní con ella ajena a todo lo que ocurría a mi alrededor. No me di cuenta de como todos me miraban mientras caminaba por el pasillo, no escuché los susurros ni las risas que se generaban a mi paso. Emma me estaba contando todo lo ocurrido durante la fiesta, me contó que habia estado hablando con Aiden y que había bailado con un chico del equipo de baloncesto. Estaba tan feliz por ella que no vi venir mi fin.
El pasillo central estaba atestado de gente. Grupos de gente que reían y hacían fotos a las paredes.
Mis hermanos también estaban en esos grupos, pero más bien estaban cabreados.
Al verme, la gente se abrió hacia los lados y me dejaron pasar. Las paredes estaban empapeladas con fotografías de la charla que había tenido con Nathan en su habitación, y en grande, una foto inmensa dónde nos estabamos besando. No había ninguna de lo ocurrido después, de como lo aparté y abofeteé.
Derek salió de entre la gente, estaba pálido y con los ojos rojos como si estuviera a punto de llorar.
-¿Derek? No es lo que piensas.
-¿Y qué debo pensar? ¿Acaso no os besasteis?- alzó la voz.
-No...bueno sí, pero él me besó y le aparté
-¿Oh en serio, Charlie?- preguntó irónico-. No parece que te desagrade. De hecho, ahora entiendo porque te querías ir de la fiesta o porque estabais hablando en el partido. Sinceramente, vete a la mierda.
En el peor de los momentos, Nathan hizo su entrada, rodeado de sus amigos. La rabia que sentía por él era inimaginable. Me había engañado, mentido y utilizado para una de sus jugarretas.
-Hola, preciosa- me lanzó un beso.
Todo el pasillo quedó en silencio. Derek me miró furioso y, en segundos, se lanzó sobre él. Lo tiró al suelo y empezó a golpearlo con los puños, mientras el otro intentaba defenderse en el suelo. Todos intentaron separarlos, James se llevó un puñetazo en la cara, y puso el grito en el cielo.
-¡Parad, todos! ¡Ya!
Obedecieron sus ordenes y consiguieron separarlos. Se puso en medio de ambos grupos y me miró a mí.
- Quedas expulsada de los Zeta con efecto inmediato. No solo por mantener una relación con un Omega, si no por traicionar a los tuyos- vociferó-. Y tú Nathan... eres el mayor carbón que he conocido nunca. Te prometo que como vuelvas a hacer algo así yo mismo te partiré la cara y los Omega no volveréis a participar en la guerra.
-Tú no puedes...
-Sí, si puedo. Nick y tu hermano empezaron esto y me entregaron el control. Se acabó jugar sucio.
El pasillo volvió a quedar en silencio y todos fijaron la vista en mí. Me ardía la cara y necesitaba romper y llorar. Emma apareció en mi auxilio y agarró mi brazo con firmeza.
-¡Aquí no hay nada que ver! Volved a vuestras vidas y dejad de cotillear, esto no es la prensa rosa- gritó, mientras me arrastraba hacia el baño.
Abrió la puerta de un empujón y echó a todas las chicas que estaban cotilleando en el baño. Ambas nos quedamos mirando. Emma estaba cabreada conmigo y no tardó en poner el grito en el cielo.
-¡En qué pensabas! Después de todo lo que te ha hecho. Pensaba que estabas enamorada de Derek. Madre mia... - caminó hacia ambos lados- ¿Y ahora qué harás? Menudo lío.
-No lo hice... - susurré.
Paró en seco y volvió a mirarme.
-Te la jugó ¿verdad?
-Sí, ¿me crees?- no me di cuenta de que estaba llorando a moco tendido.
Emma corrió a abrazarse a mí, repitiendo lo mucho que confiaba en mi inocencia. Suplicaba que me calmara, sin embargo, no era capaz de dejar de llorar. No podía borrar las miradas de Derek, de mis hermanos, incluso imaginaba la cara de Nick cuando se enterara.
Aquella era mi mayor cagada hasta el momento.
-Le haremos pagar por esto. A partir de hoy pasas a formar parte de las Sigma y demostraremos a todos que fue una trampa.
-Os perjudicaré- limpió mis mejillas con un trozo de papel de baño.
-No lo creo, somos una familia y debemos apoyarnos.
Aiden llamó a la puerta y acto seguido entró sin que le hubieramos dado permiso y sin importarle que no fuera su baño. Pensé que iba a gritarme también, no obstante, me abrazó con cariño y me prometió que todo se iba a arreglar.
-¿Qué haremos?- preguntó con seriedad, mirando especialmente a Emma-. Ha incumplido la quinta norma del reglamento. No vas a poder volver a la fraternidad.
-Ahora es un Sigma. Nosotras no participamos en la guerra, así que no incumple ninguna norma. Sabes que ella no fue ¿no?
-Lo sé- ambos asintieron. Jamás los había visto hablar con tanta confianza-. Esto debe quedar entre nosotros tres hasta que descubramos a Nathan. Ahora somos un equipo. Dejaremos que pasen un par de días hasta que las aguas se calmen y después llevaremos a cabo mi plan: acabar con Nathan y hacer que Derek la perdone.
-¿Desde cuando apruebas eso?- pregunté atónita.
-Lo sabía desde hace mucho. Ya te dije que yo siempre me entero de todo y el día que te fuiste con él ya no es tan secreto- golpeé su brazo- ¡Ay! No se lo voy a decir a nadie.
-Gracias, Winnie- ambas nos empezamos a reír de su mote y el se quejó como un niño pequeño.
Salimos juntos del baño y Aiden se marchó por su cuenta. Todos mi miraban a mí. Debía aguantar dos días, no parecía fácil. ¡Era el centro de atención!
En clase todo era igual, incluso peor. Derek se cambió de sitio al verme y Nathan, con sus dos ojos morados, intentó sentarse a mi lado pero Emma lo evitó a tiempo. Finalmente, al ver esa escena, Derek se marchó cabreado de clase. Corrí tras él.
-¡Derek!
Paró en seco. No empezaba bien mi misión de pasar desapercibida.
-Sé que estás enfadado y estás en tu derecho. Solo te pido que no cierres del todo la puerta hasta que pueda solucionarlo- no dijo nada, desapareció en la esquina del pasillo y volví a clase.
[...]
Fueron los peores dos días de toda mi vida, incluso el día que me enganché a un columpio y me quedé colgando boca abajo fue mejor. Mis dos confidentes eran mi único apoyo. Nick también estaba enfadado conmigo y apenas me hablaba. La cena de la noche anterior había sido muy incómoda para mi padre y para mí. Aiden era el único que intentaba normalizar la situación para evitar que papá se enterara de lo que había ocurrido en clase.
Mi hermano dió tres golpes firmes en la puerta. Nosotras estábamos sentadas en mi cama mientras él robaba suministros de la cocina: Chocolate, helados, patatas. Se abalanzó sobre el colchón, aplastándonos, y nos empezamos a reír a carcajadas. Estaba más divertido de lo normal, no sé si por animarme o por Emma. La química entre ellos estaba más fuerte que nunca.
-¿Se te ha ocurrido algo para arreglar lo de los Zeta?
-Sin una confesión de Nathan no podemos hacer nada. Es traición, nos guste o no.
-Venga ya. Ha tenido que haber alguien que no cumpliera las normas y consiguiera volver- adoptó una posición seria.
-La última vez que ocurrió fue el día que empezó esta guerra- solo él sabía de lo que hablaba-. Connor, el hermano de Nathan, era el mejor de Nick y miembro de los Zeta. Hasta ese día las bromas entre fraternidades eran comunes, pero se llevaban bien. Hasta que Connor se enamoró de Lena, la ex novia de nuestro hermano, y empezaron a pelearse. Se pegaban prácticamente todos los días y Nick propuso esta guerra para poder vengarse sin meterse en líos. Después nosotros la heredamos.
-¿Os peleáis por algo que ocurrió hace seis años?- gritamos al mismo tiempo.
-Es una cuestión de honor. La fraternidad que abandone le da la razón al otro. Lo hacemos por Nick.
-¿Y por qué nadie sabía esta historia?
-Es una razón familiar. Para los demás es un juego, no tienen por qué saberlo- se llenó la boca de helado-. Los Harrison siempre juegan sucio. ¡Mierda, congelación de cerebro!- se encogió sobre mí riéndose.
-Ahora más que nunca quiero vengarme, de hecho, sé como hacerlo. Estoy dispuesta a hacer que se enamore de mí y haré que confiese todo. Las cosas no pueden ir peor.
-Charlie...
-Está decidido, Emma. Necesito vuestra ayuda para investigar y saber que cosas le gustan, yo me ocuparé del resto. ¿Aiden?
-Te apoyo al cien por cien. Es hora de acabar con esta guerra.
***
Hola!! Perdonad la tardanza. Sé que mis actualizaciones son lentas, pero he estado centrada en mi otra novela "Sueños de Metal" porque era un gran proyecto. Ahora que ya está completa empezaré a actualizar esta sienpre que pueda.
Gracias por vuestra paciencia.
Si os gusta, dejad un voto y un comentario y seguiré de regalo ablos cinco primeros que lo hagan.
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¿Qué esperáis para el próximo capítulo?
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