Siempre seré la incomprendida
Mi móvil no dejaba de sonar. Derek lo había visto, pero también mis hermanos, Emma y todo el instituto. Era horrible. No podía imaginar una peor forma de empezar el curso.
Guardé de nuevo el móvil. Mierda. La luz del salón estaba encendida, ya habían llegado. Se iba a armar una guerra mundial y era el único blanco.
Abrí la puerta con cuidado y ahí estaba mi padre. Aquella cara era mil veces peor que la de antes. Ni siquiera pude hablar. Tomó mi brazo y me llevó al salón, me sentó en un sofá y se quedó de pie frente a mí, una vez más junto a Nick.
-¿Te parece normal hacer algo así?- gritó enfurecido. Más que nunca -. Pensaba que podía darte un voto de confianza pero una vez más tenías que hacer lo que te apeteciera. ¡Siempre tiene que ser lo que quiere Charlotte! Pues sabes que, se acabó, a partir de ahora haz lo que te de la real gana. Destruye tu futuro si quieres. Pero eso sí, no vengas a pedirme ayuda con nada ¿Me oyes?
¿Cómo podía estar diciéndome aquello? Por muchas cosas que hubiera hecho no podía tratarme así.
-¿Vosotros estáis hartos? Y como pensáis que me siento yo. Desde que murió mamá yo he estado sola, sin poder hablar de lo que realmente necesito. Pero vosotros estáis tan centrados en lo de los institutos que ni siquiera me preguntáis como estoy. ¿Creéis que yo misma me he llenado de agua?- espeté mostrando mi pelo-. ¡Ojalá no hubiera sido ella la que hubiera muerto! Porque ahora las cosas serían diferentes, ella me hubiera entendido.
Las palabras salieron solas de mi boca. La bomba había estallado. Ni siquiera era consciente de lo que había dicho hasta que vi la cara de mi padre. Perplejo y dolido. Nick estaba prácticamente igual, pero nadie decía nada.
-Lo siento no puedo- me levanté del sillón y salí por la puerta de casa sin decir nada. No sabía porque lo estaba llamando a él. En realidad quería hablar con Emma, pero ni siquiera tenía su número.
-¿Charlie? ¿Estás bien? Te estaba buscando- dijo Derek al otro lado de la línea. Ni siquiera respondí a eso, sólo me puse a llorar.
-Necesito que vengas a por mí- confesé entre lágrimas.
-Claro, ahora mismo voy. ¿Dónde estás?
- A dos calles de mí casa. Me he peleado con mi padre. Todo es un desastre- me senté sobre la acera mientras escuchaba su respiración al otro lado-. Te necesito Derek.
¿Por qué había dicho eso? Nunca me gustó mostrarme débil ante el resto, ni siquiera mi familia, pero en ese momento esa era yo.
-Estoy ahí en cinco minutos. Te lo prometo.
[...]
Seguí llorando sin saber muy bien como era posible que me quedaran lágrimas. Hacía un frío horrible y estaba empapada. Sentada sobre la acera a las tres de la mañana. Vi unas luces acercarse y reconocí el coche de Derek, sin embargo, no me moví sólo me puse de pie esperando que ocurriera algo.
Le vi correr hacia mí. Me rodeó entre sus brazos mientras besaba mi cabeza, era reconfortante.
-Ya estoy aquí- enterré la cabeza en su pecho para empezar a llorar de nuevo-. Tranquila, ya estoy aquí. Todo va a salir bien.
Nos quedamos abrazados durante un largo rato hasta que consiguió calmarme entre sus brazos. Parecía ser el único que podía entenderme. Era cruel pensar eso de tu familia, pero no podía evitarlo.
-Debes estar helada- me separó de él para quitarme la chaqueta y después hizo lo mismo con la suya. Me ayudó a ponérmela y volvió a rodearme entre sus brazos- Vamos a mi casa.
Caminamos hacia su coche. Supongo que debí quedarme dormida porque cuando abrí los ojos me encontré su mirada de frente, azul y brillante.
-Tranquila. Duérmete- besó mi frente mientras siguió cargando conmigo hasta su habitación.
[...]
Una sensación cálida acarició mi piel, los rayos del sol jugaban por mis piernas mientras abría los ojos con lentitud. Era placentero, reconfortante incluso. Giré sobre mí misma quedando de lado y ahí estaba él. Respiraba lentamente con los ojos cerrados y la boca medio abierta. La luz del sol hizo que sus mechones fueran dorados como el oro, y su piel clara y cálida.
Me levanté con cuidado de no despertarlo pero tropecé con una de sus botas cayendo con el pecho al suelo. Me quedé en el suelo unos segundos y por suerte él seguía durmiendo apaciblemente. Cerré la puerta a mi espalda y bajé a la cocina.
Derek me había contado que sus padres viajaban mucho y que no pasaban casi tiempo en casa, así que la casa era para nosotros o mejor dicho la mansión. Su cocina era inmensa, con muebles clásicos y un toque moderno. Recogí mi pelo en un moño alto, aún manchado por el líquido. La nevera estaba repleta de cosas: huevos, leche, frutas de muchos tipos, bebidas energéticas...
Cogí los huevos, la leche, mantequilla y un paquete de bacon medio vacío. Lo mínimo que podía hacer era prepararle un buen desayuno de agradecimiento. Coloqué todo en la isla central y rebusqué entre los armarios en busca de una sartén.
Terminé de preparar el café y lo serví en dos tazas: una con forma de gorila y otra blanca. Olía a quemado. Me giré corriendo y aparté la sartén del fuego. Acababa de quemar los huevos. Por suerte quedaban dos más.
-¿Por qué huele a quemado?- dijo desde la puerta. Llevaba únicamente un pantalón de deporte negro. Se rascó el pelo bostezando.
-Puede que se haya quemado un poco el desayuno- sonreí tímidamente y eché los dos huevos en otra sartén-. Luego deberías ir a comprar huevos, no quedan.
-No me imagino por qué será- dijo sarcástico caminando hacia mí.
Inesperadamente me rodeó la cintura y me acercó hacia él para besarme. Coloqué las manos alrededor de su cuello y sonreí entre sus labios. Me podía acostumbrar a eso. Mordió mi labio. Sin duda me podía acostumbrar a aquello. ¿Un «flechazo»? No estaba segura, pero tenía claro que me encantaba.
Ni siquiera habíamos tenido una conversación sobre esto y mucho menos sobre la posibilidad de que hubiera algo entre nosotros. Pero estar con él me hacía bien y necesitaba dejar de pensar por un momento.
-Buenos días Charlie- me dio un corto beso y subió sobre la encimera- Cuidado no se te queme la comida.
Tardé unos segundos en darme cuenta y retiré la sartén del fuego. Serví todo en unos platos y le entregué uno de ellos junto con un café. Repetí su acción. Desayunamos tranquilamente sobre la encimera hablando de lo que podíamos hacer esta tarde. Por suerte no me preguntó sobre nada de lo de ayer.
[...]
Entramos en el instituto bajo la mirada de todos. Se me había olvidado el horror de la fiesta. Además llevaba los jeans del día anterior y una sudadera de Derek. Todo era perfecto.
-Hombre si está aquí la reina de las fiestas- dijeron a nuestra espalda. Derek apretó su puño con fuerza y se giró hacia el lugar de procedencia de la voz. Ahí estaba el castaño, con sus guardaespaldas rubios.
-Nathan para- espetó con rabia.
-Conoces las reglas Derek. Además esto no es nada más que principio- respondió el moreno sonriente. No sé que reglas tenían pero me iban a dar problemas de un modo u otro.
-Sé que tu vida ya no tiene sentido sin mí Nathan, pero tengo que ir a clase. No me eches mucho de menos- le lancé un beso con una sonrisa sarcástica para después irme con el rubio hacia las aulas. No había visto su cara, pero sin duda se había quedado cortado porque mandó a sus dos amigos callar.
[...]
Sonó el timbre que marcaba el final de la clase de historia y empecé a recoger mis libros. Derek, en cambio, estaba con la mirada fija en la pizarra. La mayor parte de la hora había estado así, solo habíamos hablado un par de veces porque no dejaba de perderse.
-Eooo, tierra llamando a Derek- no reaccionaba- Houston tenemos un problema, el teñido se ha quedado congelado.
-Ey yo no soy teñido- dijo volviendo en sí.
-Por fin. ¿Qué se supone que es tan importante? Ni siquiera me escuchas ya.
-Creo que sé como devolvérsela a Nathan. Pero necesito tu ayuda- me tomó la mano espectante.
-Oh no, no quiero más problemas con nadie. Demasiados por una semana. Yo haré como que no he escuchado esto y te cubriré si te atrapan.
Me miró como un cachorro y no pude evitar aceptar.
-Vale, pero si nos pillan te mataré. Sufrirás mucho- me dio un corto beso en la mejilla y se levantó de un salto.
-Oye y enserio no soy teñido- tomó mi mano tirando de ella y salió corriendo del aula.
Llegamos hasta una taquilla y miró a ambos lados antes de abrirla. En ella tenía material suficiente para gastar cientos de bromas. Petardos, rotuladores, líquidos raros...
-¿Rosa o morado?
-Rosa. ¿Para qué?- me enseñó un pequeño bote y ambos sonreímos con malicia. Iba a ser una gran broma digna de los Zeta.
El vestuario del equipo de baloncesto era un asco, tenían toallas por el suelo y un repugnante olor a sudor. ¿Cómo podía existir alguien tan guarro? Ni siquiera mi casa estaba así y eso que convivía con cinco tíos bastante ¿hombres? Sí esa era la definición. Aparté con el pie una camiseta sudada y salté por encima de toallas mojadas.
-Es aquí. Toma- me lanzó uno de los botes-. Cuidado no te de en las manos, no podemos dejar pruebas. Y no escasees, recuerda que todo esto es por una buena causa.
-Será nuestra aportación al anuario del instituto- proclamé divertida y me miró sorprendido.
-Yo iba a decir que nos íbamos echar unas risas, pero tu idea es mucho mejor.
Terminamos de rellenar todos los botes de champú y gel después de cinco minutos. Justo a tiempo para escapar antes de que sonara de nuevo el timbre que marcaba el fin del entrenamiento. Mientras ellos se duchaban, nosotros llamamos a parte de la fraternidad y a otros muchos que encontramos por el pasillo. Aquello tenía que ser visto por todos. Me las iban a pagar por todo. Ya era hora de que el marcador fuera 2-1. Tras unos largos minutos, al menos para mí, empezaron a salir poco a poco. No solo tenían el pelo rosa, algunos tenían la piel teñida de azul. Las risas inundaron el pasillo. Y los flashes empezaron a aparecer. Le tocó el turno al moreno, bueno mejor dicho al chicle, y las risas fueron aún mayores.
-Aquí tenemos al equipo pitufo y a su jefe el chicle- gritó Derek divertido y todos aplaudieron sus palabras. Nathan se acercó corriendo a él y le chocó contra las taquillas. Me acerqué a ellos dispuesta a decirlo cuatro cosas pero Adrian me paró.
-No puede pegarle tranquila. Son las reglas- se acercó a ambos- Nathan aparta.
El chico obedeció. Sólo le fulminó con la mirada y se fue con sus amigos protegiendo su espalda.
Le felicitaron por la broma e inesperadamente a mí también. Era reconfortante que la gente te felicitara por algo así, aunque fuera una tontería. Derek me abrazó en signo de felicitación y besó mi mejilla antes de separarse.
-Creo que esto es una bienvenida oficial.
Sonreí divertida mientras comentaban los mejores momentos de la broma. Todos concluimos que fueron los chicos que tenía tanto el pelo rosa como la piel azul. La pintura duraba por lo menos una semana.
-Charlie, ¿podemos hablar?- miré a mi hermano Aiden. Daba toquecitos con el pie en el suelo y me miró nervioso.
-Claro, vamos fuera mejor- caminé a su lado sin decir nada.
Nos sentamos en un banco de piedra el uno frente al otro. Respiró hondo y me abrazó con fuerza. Me tomó por sorpresa, sin embargo correspondí con ternura el abrazo. Lo necesitaba más de lo que podía imaginar.
-Perdóname por favor. Eres mi hermana y debería haberte cuidado más, tendría que haberme dado cuenta de lo que ocurría. Soy un hermano horrible.
-No pasa nada Aiden, está todo bien. Ayer estaba cabreada y dije cosas que no pensaba realmente. Crucé la línea- se separó para mirarme y tomó mis manos entre las suyas. A veces resultaba tan «cursi».
-Pero eso no quita que no fueran verdad. Cuando murió mamá cada uno se encerró en sí mismo y no pensamos en lo unida que estabas tú a ella. A veces se nos olvida que eres la única chica de la familia. Por eso ayer cuando te oí desde la cocina me di cuenta de todo. Así que a partir de ahora quiero que me cuentes todo, quiero ayudarte. Y sobre todo que me perdones- toma aire al final. Me río de él y de la rapidez con la que ha dicho todo.
-¿Lo traías aprendido de casa?- torció el gesto, parecía molesto, pero finalmente sonrió-. Vale vale, quedas perdonado. Te absuelvo de todos los cargos- hizo un gesto de militar.
-¿Algún día dejaremos de hacer eso?- negué con la cabeza-. La gente debe pensar que estamos locos. Aunque lo hacemos desde pequeños, así que ya deben pensarlo.
-¿Puedo preguntarte una cosa Winnie?
-Te he dicho que no me llames así en público. Nadie debe saber eso.
-No es mi culpa que durmieras con winnie de pooh hasta los catorce años, y que aún ese peluche siga en tu armario. Te ganaste el mote tú solo.
-Entonces pregúntame, meona- contraatacó.
-Fue solo una vez. Ese no debería ser mi mote- levantó las cejas divertido-. Conseguiré cambiarlo. Pero ahora necesito saber que es el reglamento. Hoy ya he escuchado hablar de él dos veces así que debe ser importante.
-Pues...son unas reglas que se pactaron cuando esto de las fraternidades empezó. Bueno cuando los Omega y los Zeta empezamos a llevarnos mal. Hay una historia muy larga detrás que ya te contaré algún día. Ahora centrémonos en el reglamento.
***
¡Hola, feliz viernes ! ¿Cómo estáis?
Nueva parte, nuevas dudas y teorías. Una semana más os traigo nuevo capítulo para quitaros las ansias de saber que pasa, pero creando aún más intriga. Lo primero decir que siento la demora, he tenido unas semanas muy ocupadas.
¿Os ha gustado este capítulo ?
*Si
*No
¿Os gusta de Charlie y Aiden? ¿Crees que todo se arreglará para Charlie? #TEORIA
Así que ya sabéis cargar pilas y nos vemos la próxima.
Att: m_watt47
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