✡ CXLIV
Capítulo 144: Trampa
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Eran al menos mil guerreros. Todos ellos miraban a sus presas con expresiones extrañas en los rostros. La sed de sangre que tenían era muy elevada, pero al mismo tiempo parecían decepcionados de que sus enemigos solamente fueran cinco personas... Habían esperado mucho más.
Raidel ahogó una exclamación de asombro y frustración. Ninguno de los compañeros sabía qué estaba ocurriendo en aquel lugar. Se suponía que esta era la base de la Organización de las Almas Muertas, pero ¿quiénes eran entonces esos individuos que llevaban tatuajes de un escorpión en la parte derecha de sus rostros? Sean quienes fueren, esto no era nada bueno... Eran mil personas... demasiados para ellos...
Fran miró a sus alrededores. Estaban completamente rodeados.
Eran individuos generalmente robustos. Algunos llevaban cotas de malla sobre sus torsos o rudimentarias armaduras de cuero, pero la mayoría de ellos traían grandes e imponentes armaduras metálicas con hombreras anchas y las cuales terminaban en una afilada punta.
—¿Se puede saber quiénes son ustedes? —gruñó Fran con su mejor tono amenazante en la voz.
—No importa quienes seamos —dijo un hombre alto que estaba al fondo, de pie en el umbral de la puerta del edificio—. El asunto aquí son ustedes... —los miró de arriba a abajo—. Juzgando por sus armaduras, ustedes deben ser miembros del White Darkness. ¡Pero qué sorpresa! Nunca hubiéramos imaginado esto —escupió al suelo—. El Imperio ha caído muy bajo como para contratar a alimañas como ustedes...
Los cinco compañeros se prepararon para la inminente batalla... Suponían que era algo inevitable... Sus músculos se encontraban tensos como las cuerdas de una flecha que están listas para el ataque.
Fran soltó un gruñido.
—Ya veo —suspiró, mientras observaba fijamente a sus enemigos—. Sin duda ellos deben ser mercenarios... La Organización de las Almas Muertas ya sabía que el Imperio iba a mandar guerreros a por sus cabezas, así que ellos contrataron a sus propios mercenarios... Todo fue una trampa desde el principio... Aquí no hay ninguna reunión...
El hombre alto que parecía ser el líder del grupo de mercenarios dio unos cuantos aplausos.
—Vaya, impresionante deducción —sonrió—. Efectivamente, nos contrataron para eliminar a los posibles enemigos que vayan a venir... Pero la verdad es que es una gran decepción... Solo son cinco...
Y pese a que los compañeros estaban en una aplastante desventaja, Sendor dijo con gran firmeza en la voz:
—No deberían entrometerse en nuestro camino... Nosotros formamos parte de la poderosa Organización White Darkness. Y puesto que ustedes no son nuestro objetivo, les perdonaremos la vida si se retiran ahora...
El líder de los mercenarios soltó una fuerte carcajada.
—Sin duda el White Darkness nos cazaría si supiera que vamos a matar a cinco de sus miembros. —Una desquiciada sonrisa se formó en su rostro—. No obstante, ¿por qué ellos tienen que enterarse que nosotros fuimos quienes los asesinamos?
Fran sacó una daga de su pequeña bolsa y la arrojó hacia aquel hombre con gran potencia.
El arma surcó los aires con tanta rapidez que en menos de un segundo ya había llegado hasta su objetivo.
Sin embargo, el líder de los mercenarios la esquivó con extrema facilidad moviendo su cabeza unos centímetros hacia su izquierda. La daga impactó fuertemente contra la pared del edificio, hundiéndose en ésta y formando una pequeña grieta.
—Vaya, buen ataque —se burló el líder. A continuación sus ojos fueron a posarse sobre sus hombres, mientras decía—: ¿Qué esperan? ¡Matenlos!
La horda de salvajes mercenarios se lanzaron contra los cinco rivales, quienes se apretujaron entre ellos para protegerse las espaldas. Puesto que los enemigos eran innumerables, quizá ésta sería la última vez que lucharían juntos...
Con poderosos rugidos de guerra, y sujetando firmemente sus armas en lo alto, los mercenarios se acercaron con gran rapidez hacia sus presas. Varias docenas de rayos salieron disparados de los báculos mágicos en dirección hacia los miembros del White Darkness.
Fran soltó un gruñido al saber que no podrían esquivar todos esos ataques, ya que procedían de todos los flancos y ángulos. Era simplemente imposible, por lo que ni siquiera valía la pena intentarlo... Tal vez su destino fuera morir miserablemente en aquel horrible y olvidado lugar...
Pero entonces, Sendor murmuró unas pocas palabras a gran velocidad, lo que hizo que su báculo se convirtiera repentinamente en una descomunal rana de color azul que se alzó frente a ellos, imponiendo gran presencia. Su tamaño superaba varias veces a cualquier individuo que había en el lugar.
—¡Vamos, suban! —gritó Sendor—. ¡El tiempo apremia!
Los cinco miembros escalaron la rana a gran velocidad, y luego ésta dio un gran salto, elevándose por los aires, encima de los enemigos y en dirección hacia la salida...
—¡No los dejen escapar! —rugió el líder de los mercenarios desde la lejanía.
Medio centenar de magos murmuraron conjuros.
Varios báculos sagrados se transformaron en cadenas y, como si tuvieran vida propia, éstas salieron disparadas por sí solas hacia la rana y enredaron sus patas de manera que el animal no pudiera moverse libremente. Y mientras sucedía aquello, docenas de rayos impactaron contra la gigantesca criatura, la cual no pudo soportar tanto daño y desapareció tan repentinamente como había aparecido, lo que hizo que los cinco miembros cayeran estrepitosa e inevitablemente al suelo desde una prominente altura de varios metros en la que se encontraban. Cada uno cayó por su lado.
Al chocar contra el suelo, Fran soltó un gruñido de dolor y frustración. Lo que le molestaba más era que se habían separado los unos de los otros... Sería más difícil luchar de esa forma...
Raidel había caído de cabeza contra el piso, por lo que tardó unos segundos en recuperarse, y cuando lo finalmente hizo, vio que una veintena de guerreros eran los que estaban arrojándose contra él con sus armas en lo alto.
Sin pensarlo dos veces, el muchacho prendió su cuerpo en grandes y crepitantes llamas. Acto seguido aprovechó la sorpresa de sus rivales para desplegar su inmensa guadaña y arremeter contra ellos a gran velocidad.
El primer tajo cortó limpiamente varios brazos y una cabeza, las cuales cayeron al suelo con profusos chorros de sangre, manchando la armadura del muchacho de rojo. Los alaridos de dolor que se escucharon posteriormente se alzaron al cielo en una terrible melodia espectral. El campo de batalla se vio invadido con el inequívoco olor a muerte y caos.
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Los rayos volaban por los alrededores e impactaban contra el suelo con gran fuerza, emitiendo ruidos graves y atronadores. Los cinco compañeros se veían obligados a moverse de un lado a otro, intentando eludir los ataques, lo que resultaba especialmente complicado dada la gran cantidad de enemigos.
Fran vio que una espada voladora y corrosiva estaba surcando los aires, cortando las cabezas y extremidades de sus enemigos. En cambio, en el otro extremo del campo de batalla se podía ver una figura blanca y gélida con carámbanos de hielo en las manos. Mientras tanto, el báculo de Sendor, quien se encontraba a varios metros a su izquierda, estaba brillando con una luminosidad tan intensa como ningún otro báculo del lugar tenía. Las dagas voladoras del mago se movían a su alrededor, protegiéndolo de sus enemigos, mientras él recitaba un hechizo tras otro. Innumerables rayos empezaron a salir del extremo superior de su báculo sagrado y fueron a impactar contra sus adversarios más próximos, electrocutándolos en el acto. Los cuerpos calcinados empezaron a caer al suelo sucesivamente. Fran también observó unas llamas danzantes a lo lejos. Se alegró al comprobar que todos sus compañeros estaban vivos y luchando, así que suponía que no debía preocuparse por ellos... Su cuerpo entero se vio recubierto por una candente y burbujeante lava que derretía todo lo que tocaba. Algunas gotas cayeron al piso y un hilillo de humo se alzó al cielo. A continuación se lanzó al ataque, liberando toda su furia contenida. Hacía tanto tiempo que no utilizaba su poder al máximo...
Mientras tanto, Raidel, con su cuerpo prendido en llamas, seguía encargándose de los enemigos cercanos. Su guadaña era inmensa, pero extremadamente ligera, por lo que ésta se movía con gran velocidad y precisión.
Sin embargo los enemigos eran demasiados y su poder no se comparaba al de los guerreros que habían en Roca Blanca, de modo que lentamente fueron ganando terreno tras el golpe inicial de los miembros del White Darkness.
Raidel se tambaleó por unos segundos y soltó un profundo gruñido de dolor al sentir cómo algo afilado impactaba contra su espalda. Tal vez era una daga. El muchacho se había estado moviendo constantemente de un lado a otro para evitar ataques a su espalda, pero aquellos mercenarios eran bastante fuertes, y hasta Raidel lo reconocía.
Aprovechando su confusión, los magos cercanos dispararon sus rayos contra él, y Raidel tuvo que rodar en el suelo para esquivarlos. Sin embargo, un rayo amarillo logró impactar contra su brazo izquierdo, lo que le arrancó otro gruñido de dolor. El brazo se estremeció en una fuerte sacudida, y Raidel sintió el entumecimiento provocado por la electrificación. La piel en el punto de impacto se había puesto algo negra. Sin embargo, esta herida no era gran cosa para Raidel... Él estaba acostumbrado a aguantar cosas mucho peores... Aquel tipo de dolor era idéntico al que le había hecho sentir Deon cuando apareció en Ludonia.. Aunque había una diferencia importante... El rayo de ahora era mucho más débil que las descargas eléctricas de Deon... De modo que el muchacho apretó muy bien las mandíbulas y se lanzó al ataque con una furia asesina tan marcada como no la había tenido en mucho tiempo. Los rayos de los magos le habían hecho recordar a Deon, y ahora el muchacho empezó a luchar con tanta furia e intensidad como si Deon fuera su oponente...
Por su parte, Keila ya se había ganado varios cortes en el cuerpo. Pese a que ella era muy rápida y ágil, los enemigos también lo eran, por lo que no tardaron en hacerle varias heridas, ninguna de las cuales afortunadamente era muy profunda, pero aún así la gran cantidad de heridas pequeñas se estaban acumulando poco a poco, lo que empezaba a afectar su rendimiento.
Keila llevaba dagas en las manos, además de la espada voladora que le era de gran ayuda, pero de todas formas no podía hacer frente a la gran cantidad de enemigos que la habían rodeado....
Y mientras luchaba, ella miró a sus alrededores para comprobar si habían aliados cerca de su posición... pero lamentablemente el más cercano era Sendor, quien encontraba a unos cien metros de distancia... No parecía mucho, pero los mercenarios eran tan numerosos que ocupaban cada centímetro del suelo... No había ninguna ruta libre para llegar hacia él, ni a ninguno de los otros compañeros.
Alisa recubrió su cuerpo de hielo y luchó como siempre lo hacía, sin aparente interés en sus compañeros, ni tampoco parecía estar preocupada por la inmensa cantidad de enemigos. Ella simplemente se concentró en su propia lucha y en aniquilar a tantos enemigos como le fuera posible. Nada más importaba en aquel momento...
La guadaña de Raidel reclamó innumerables vidas, pero los rayos no dejaban de ser disparados hacia su dirección.
Para los magos, Raidel era un blanco fácil, ya que él estaba envuelto con grandes y brillantes llamas que delataban fácilmente su posición aún en las grandes distancias, de modo que los magos no desperdiciaban la oportunidad de atacarlo.
El muchacho recibió innumerables descargas eléctricas en los pocos minutos que había durado la batalla, pese a que él se movía con gran velocidad, generalmente en dirección hacia los magos para reclamar sus cabezas... No obstante, las heridas que aparecían en su cuerpo eran mayores que el número de enemigos a los que mataba... Raidel pensó por un momento que éste debía ser el fin, pero entonces se fijó en algo a lo lejos que lo dejó con la boca abierta: Se trataba de una abrumadora muestra de poder.
Fran estaba despedazando brutalmente a sus oponentes. Los cuerpos de los mercenarios salían disparados hacia los aires en masa, completamente destrozados tras recibir los salvajes ataques del líder del equipo Ceifador. Era una masacre sin precedentes. Un incontable número de cuerpos estaban siendo pulverizados a cada segundo por los puños recubiertos de lava de un sonriente Fran, quien parecía estar disfrutando la batalla más que ningún otro.
A Raidel se le iluminó el rostro. Por un segundo había olvidado el increíble poder de su líder... Con Fran de su lado ellos eran invencibles... ¡La batalla ya estaba ganada!
Y con ese pensamiento en mente, Raidel reanudó su ataque.
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