✡ CLXXVI
Capítulo 176: Demonio
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El camaleón gigante avanzaba a paso firme por el lóbrego y desértico pasillo, el cual era tan ancho como la avenida principal de algún reino. El lugar estaba en completo silencio, solamente roto por el débil y repiqueteante chasquido de las patas del animal al chocar contra el suelo.
Y allí, sobre el lomo del camaleón, iban los cinco miembros del Equipo Thorsis, quienes apenas se permitían parpadear. Sus ojos no se despegaban del frente ni por un segundo.
Hace apenas unos minutos atrás, ellos habían tenido la mala suerte de encontrarse con un Mago Oscuro especialmente poderoso. La batalla que se libró a continuación había sido ardua e intensa, pero la superioridad numérica había estado de su parte, de modo que al final pudieron derrotarlo sin llevarse mucho daño de por medio.
A excepción de Lorthys, quien había perdido cuatro de sus dientes frontales al recibir el brutal impacto del enorme martillo hecho de Xen, todos los demás miembros habían quedado prácticamente ilesos.
Pese a su aplastante victoria, ninguno de ellos tenía muchas ganas de volverse a encontrar con otro Mago Oscuro, por lo que sus miradas estaban atentas al frente, en espera de algún posible movimiento enemigo.
Fue Herfus, el anciano mago del equipo, quien lo escuchó primero.
—Hey, ¿qué es eso? —inquirió con los ojos entrecerrados, mirando de izquierda a derecha. Sus músculos se habían puesto repentinamente rígidos, como si estuvieran anunciando la inminente batalla.
Zeida giró rápidamente su cabeza, lo que hizo que su largo y oscuro cabello se revolviera bruscamente, azotando el ya de por sí lastimado rostro de Lorthys quien iba detrás.
Éste abrió la boca para proferir una maldición, pero entonces sus oídos también escucharon los aullidos lejanos.
En un primer momento los miembros del equipo creyeron que se trataba de los vociferantes y horriblemente desentonados chillidos de los demonios, pero luego sus ojos se abrieron como platos al creer reconocer la palabra que éste estaba balbuceando.
—Deon —dijo Lorthys finalmente, tras emitir una profusa exhalación. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Alguna clase de monstruo infernal estaba gritando la palabra “Deon” una y otra vez.
—Es verdad —concedió el mago. A continuación se giró hacia su capitán para decir—: ¿Qué significa esto? Pareciera que te estuvieran buscando para… matarte.
—Para empezar, ¿cómo cuernos sabe tu nombre? —preguntó Erton con un ligero temblor en la voz.
El líder del Equipo Thorsis no respondió de ninguna manera; no sabía qué decir al respecto.
Los compañeros guardaron silencio, cada quien intentando buscar una explicación lógica para este inaudito acontecimiento. Mientras tanto, el demonio seguía gritando incesantemente en algún lugar detrás de ellos.
Herfus tragó saliva antes de decir:
—Parece que nos está persiguiendo.
—Vamos, Creknor, acelera el paso —dijo el líder con una especie de gruñido en la voz. Nadie sabía si estaba tranquilo o alterado, ya que él iba al frente, por lo que nadie podía ver su rostro.
Los minutos transcurrieron y un estremecimiento de terror sacudió el cuerpo de Zeida. Ella no creía ser capaz de seguir manteniendo la calma por mucho más tiempo ante semejantes horrores. La voz de aquel demonio era espantosa. Gruesa y potente como un trueno. Retumbaba fuertemente por las paredes de aquellos macabros túneles, haciendo eco y amplificando aún más esos horribles aullidos demenciales.
Y pese a que el camaleón había acelerado considerablemente la marcha, los gritos infernales sonaban cada vez más y más cerca de ellos en una melodía enloquecedora y profundamente horripilante:
—¡Deoooon! ¡Deooooooooon! ¡Deooooooooooooooooon!
Zeida se cubrió las orejas con ambas manos, cerró los ojos y agachó la cabeza. Lorthys notó que ella estaba temblando ligeramente. Pero nadie la podía culpar porque en el poco tiempo que habían estado en aquel maldito castillo, sus ojos habían sido víctimas de horrores indecibles. Y por si eso no fuera lo suficientemente malo, ahora resultaba que un diabólico esperpento de la oscuridad conocía el nombre de Deon y los estaba persiguiendo, seguramente con intenciones asesinas. ¿Qué podía ser peor?
Lorthys colocó una mano sobre el hombro de su compañera e intentó tranquilizarla… pero vio que era en vano: Llegados a estas alturas, ella ya estaba demasiado afectada como para seguir fingiendo tranquilidad. Por lo visto, su compostura había sido derribada tan repentinamente como un edificio de barro al que un meteorito acaba de golpear.
Por su parte, Lorthys habría mentido si hubiera dicho que estaba calmado. Él no recordaba la última vez que estuvo tan aterrado como ahora. Esta misión era una maldita locura. Pero aún con todo, él estaba algo sorprendido de que Zeida se hubiera desmoronado tan súbitamente. Lorthys la conocía desde hacía cuatro o cinco años y jamás la había visto en ese estado tan lamentable. Zeida era una guerrera sumamente experimentada que había servido al White Darkness por al menos una década entera, más o menos desde que tenía unos veinte años de edad. Sus compañeros sabían que su poder era tan grande que fácilmente podría superar a varios capitanes de otros Equipos… pero ahora se había derrumbado como un muñeco de trapo.
Lorthys concluyó que encontrarse con tantos de esos terribles engendros procedentes de los lóbregos abismos de la locura podría quebrar incluso la firme determinación del guerrero más fuerte y experimentado…
Pero todos sabian que los engendros no podían hablar ni pronunciar palabras articuladas. Sea quien fuese el monstruo que los estaba persiguiendo, debía tratarse de alguien mucho peor que un simple engendro. Quizá quien estaba tras ellos era el mismísimo demonio que gobernaba este Castillo, ya que no cualquiera debía ser capaz de saber el nombre de alguien a quien nunca ha visto. Y fue precisamente ese pensamiento el que había hecho colapsar la voluntad de Zeida.
—¡Más rápido, maldita sea! ¡Más rápido! —gritó Deon de repente, al percibir que los espantosos aullidos se estaban acercando cada vez más a ellos.
Deon sabía perfectamente que el camaleón ya había llegado al límite de su velocidad, pero aún así seguía gritando una y otra vez que se apresurara. Su voz sonaba agitada y entrecortada. ¿Acaso él también estaba profundamente alterado?
—¡Muévete! ¡Muévete! —gritaba como un desquiciado. Evidentemente era presa del terror. Después de todo, era su propio nombre el que estaba siendo articulado por el demonio que los perseguía.
Una nube de temor y confusión había caído sobre ellos, invadiendo sus frágiles mentes. Todos sabían con absoluta certeza que el demonio que los perseguía no tenía buenas intenciones. Aquellos estremecedores aullidos eran proferidos con tal grado de cólera y furia que parecía que el monstruo quería despedazar y mutilar a Deon por encima de todas las cosas.
—¡Maldita sea, he dicho que aceleres el paso! —rugió Deon con la nuca palpitante. Sus puños estaban cerrados con tal fuerza que se formaron unas cuantas arrugas en sus manos. Las venas parecían sobresalirle del cuello.
—Hey, tranquilízate un poco, ¿quieres? —dijo Herfus, quien parecía que era el único que aún conservaba la cabeza fría en aquel lugar. Claro que él estaba alterado, pero no demasiado como para dejarse llevar por impulsos irracionales—. Analicemos este asunto con algo de raciocinio…
—¿Raciocinio? ¡No me jodas! —estalló Deon con las fauces tensas en una mueca de horror—. ¡Una bestia de las profundidades del infierno me está persiguiendo y tú quieres detenerte a pensar este asunto tranquilamente? ¿De qué diablos nos ayudaría eso?
El mago soltó un suspiro de disgusto que no se molestó en disimular. A decir verdad, Deon no era precisamente el mejor líder del mundo. Era joven e inexperto. Apenas tenía veintiún años. Y si bien era ligeramente más fuerte que los demás miembros del Equipo, su inexperiencia e impulsividad no le hacía el más apto para ocupar el puesto de líder. Herfus y Zeida eran mejores opciones. Sin embargo, había una buena razón del por qué él era el líder. Resultaba que Deon era un Inmune, por lo que era una persona muy valiosa para el White Darkness.
Para explicar qué es un Inmune hay que recordar que ninguna persona que sepa controlar el Rem o la magia puede entrar a Roca Blanca (el primer continente), ya que hay una barrera invisible pero impenetrable que separa dicho continente de todos los demás.
Por eso se dice que Roca Blanca es el hogar de las personas débiles, ya que nadie que sepa usar el Rem o la magia puede entrar allí debido a la barrera. Roca Blanca es el lugar en el que las personas sin poderes de otros continentes van a refugiarse.
Sin embargo, los llamados Inmunes son los únicos que, a pesar de poder controlar el Rem o la magia, son capaces de atravesar la barrera para entrar a Roca Blanca.
Y la inmunidad no es una habilidad que uno pueda aprender a controlar, sino que se nace con ella. Se dice que una de cada cien mil o un millón de personas en el mundo es Inmune. Nadie sabe por qué la barrera no les impide el paso como a todos los demás; es un completo misterio. Simplemente algunos nacen con aquella habilidad. Ninguna otra persona, por poderosa que sea, puede entrar a Roca Blanca. Hay un rumor que decía que Nirek, el último portador de la Espada de las Sombras, quien gobernó el mundo tiránicamente, quiso entrar a Roca Blanca para añadirlo a su reinado del terror, pero ni siquiera él pudo atravesar dicha barrera… También se ha rumoreado que el fundador de Immortal Blood (una de las Cinco Grandes Organizaciones) también intentó atravesarla desesperadamente por alguna desconocida razón... Pero claro, tampoco lo logró.
En resumidas cuentas, Deon es un Inmune y por ello es el líder del Equipo Thorsis.
—¿Es que acaso no puedes ir más deprisa, maldito camaleón? —escupió Deon, entre furioso y aterrado.
Herfus sacudió la cabeza de un lado a otro. Se acomodó el sombrero puntiagudo con su mano libre, mientras reflexionaba en la mejor manera de exponer sus puntos. Pero la verdad no había mucho que pensar. Aunque lograra escoger sus palabras cuidadosamente, no creía que eso fuera suficiente para tranquilizar y convencer a Deon, así que lo escupió de cualquier manera:
—El demonio que viene tras nosotros nos alcanzará tarde o temprano y tú lo sabes mejor que nadie —dijo—. Lo mejor que podemos hacer es...prepararnos para su llegada…
Zeida se estremeció al escuchar esas últimas palabras.
—¿Prepararnos para su llegada? —Su voz no podía revelar más terror—. ¡Debe haber alguna otra manera!
—Lamentablemente no la hay —dijo Herfus con gran pesar—. La voz del monstruo se hace más y más fuerte conforme se acerca a nosotros. Es solo cuestión de tiempo…
—Demonios, estoy de acuerdo —tuvo que reconocer Lorthys—. ¡Tenemos que preparar un contraataque cuando él llegue!
Deon tragó saliva. Inspiró algo de aire para calmarse un poco.
—Está bien —dijo tras una breve pausa—. Tengo un plan.
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Tal y como había predicho Herfus, el perseguidor fue acercándose más a ellos hasta el punto en que pudieron ver su silueta que venía corriendo detrás. Los miembros del equipo giraron sus cabezas para verlo.
Se trataba de una criatura que parecía tener forma humana. No era muy alto ni robusto, pero aún así la voz que expulsaba desde las profundidades de su caja torácica era absolutamente aterradora, la cual inundaba el pasillo con tal ímpetu que los compañeros no podían escuchar nada más que sus ensordecedores aullidos demenciales.
—¡Deooooooooooon! ¡Deooooooooooooon!
La furia asesina que estaba impregnada en su voz habría bastado para enloquecer a cualquier persona normal.
Llegados a este punto, hasta Herfus se estaba cubriendo sus viejas y arrugadas orejas, mientras soltaba gruñidos intermitentes, pensando que sus tímpanos podrían reventarse en cualquier momento.
Deon giró su mirada hacia el mago.
—¡VAMOS! ¡HAZLO! —gritó para hacerse escuchar—. ¡ES AHORA O NUNCA!
Herfus no pudo escucharlo pero sabía lo que había dicho, así que con una mano temblorosa agarró su báculo sagrado y apuntó el extremo superior de media luna hacia la bestia que venía detrás.
A continuación docenas de rayos salieron disparados del báculo en dirección a su objetivo. Mientras tanto, los demás miembros lanzaron todas las armas arrojadizas que poseían en su arsenal: cuchillos, dagas, estrellas ninja…
Sabían que no podrían matarlo ni mucho menos, así que su objetivo no era ese, sino simplemente herirlo para desacelerar y ralentizar su rápida marcha.
Casi todos los rayos y algunos proyectiles dieron directamente en el blanco. Erton arrojó una piedra explosiva, la cual explotó cerca del demonio.
Y fue entonces cuando los aullidos dejaron de resonar súbitamente.El lugar quedó en completo silencio.
Lorthys y Herfus se permitieron esbozar una pequeña sonrisa.
Erton abrió la boca para anunciar la victoria, pero entonces sus ojos saltones se abrieron en una mueca de horror y confusión.
Todos pudieron ver como el monstruo surgía de la nube de polvo que había producido la explosión. A continuación emitió furiosos chillidos ininteligibles y empezó a correr nuevamente hacia ellos.
Lo único que habían logrado los miembros del Equipo Thorsis con sus patéticos ataques había sido enfurecerlo aún más. Si antes el demonio era rápido, ahora comenzó a desplazarse cinco veces más rápido.
El demonio alcanzó al camaleón en cuestión de segundos. A continuación golpeó sus cuartos traseros con tal furia y poder que el animal se levantó unos centímetros por los aires y luego cayó al suelo lateralmente, mientras los miembros del Equipo Thorsis caían con él y prrorrumpían en una mezcolanza de exclamaciones, gemidos y maldiciones.
—¡Deon! ¡Deon! ¡Deon! ¡Deon! —chillaba la desquiciada criatura infernal. Sus pasos crujieron cerca de ellos.
Herfus y los demás se pusieron rápidamente de pie, listos para luchar o morir en el intento.
Fue entonces cuando lo observaron.
Zeida no pudo contener una exclamación aterrorizada ante el horror que mostraban sus ojos.
Ahora que lo veían de cerca, el monstruo era absolutamente espantoso y horripilante.
Tenía la piel del rostro negra y calcinada debido al impacto de los rayos contra su cuerpo. Estaba cubierto de sangre fresca pero también seca. Su expresión delataba una locura total e irreversible. Sus ojos eran completamente negros...
Pero lo peor de todo era ese cabello… Ese maldito cabello tan rojo como la sangre…
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