✡ CLXXII
Capítulo 172: El Poderoso Zoden
✡
Raidel y los demás quedaron completamente enterrados debajo de la hambrienta horda de ratas asesinas, mientras que Dowen soltaba una risita y se felicitaba a sí mismo sobre lo fácil que había sido eliminarlos.
Pero luego su sonrisa se le borró repentinamente del rostro al notar una extraña perturbación en el ambiente. Era como si… alguien le estuviera observando.
Y entonces en el fondo del pasillo apareció a la vista un gigantesco halcón blanco, el cual se dirigió hacia mago a una velocidad sin precedentes, revoloteando rápidamente sus largas alas de arriba a abajo.
—¡AHORA! —gritó una voz grave.
Desde algún lugar encima del halcón, una flecha salió disparada hacia Dowen, quien ni siquiera se tomó la molestia de esquivarlo debido al traje protector que llevaba puesto.
La flecha impactó sobre la túnica del mago, en el centro de su pecho, pero éste ni siquiera parpadeó. Al instante siguiente se desató una explosión lo suficientemente intensa como para envolver a Dowen en una nube de polvo gris y anaranjado.
Y mientras ocurría aquello, cinco figuras oscuras bajaron del halcón y aterrizaron sobre el oscuro suelo en una estricta formación de batalla. No desperdiciaron ni un segundo y empezaron a avanzar por el pasillo, abriéndose paso a patadas a través de la nauseabunda horda de ratas asesinas.
Xendor, el ex asesino a sueldo, iba a la cabeza. Haciendo uso de sus formidables espadas de dos metros, una en cada mano, Xendor lanzó una incesante lluvia de tajos y estocadas a diestra y siniestra, matando de esta forma a una gran cantidad de alimañas con cada ataque. Sus golpes eran extremadamente rápidos a pesar de sus espadas tan grandes y pesadas.
Por su parte, Selia hizo que su halcón se desvaneciera, el cual se transformó en un báculo mágico que cayó justamente en sus manos. A continuación lo utilizó para lanzar una gran cantidad de rayos.
Dem, el hombre de goma, agrandó el tamaño de sus pies hasta que éstos alcanzaron la increíble extensión de tres metros. Acto seguido fue pisoteando a las ratas como si se tratasen de cucarachas.
Mientras tanto, Rodol lanzó más flechas… Y, por último, el viejo de las empanadas simplemente se mantuvo detrás de todos ellos sin hacer nada.
Se escucharon algunos estornudos y Dowen surgió de la columna de polvo que se había formado alrededor de él a causa de la explosión.
—Así que una flecha explosiva, ¿eh? —se encogió de hombros—. Debo admitir que no me lo esperaba.
Al notar la presencia de más carne fresca, varias decenas de ratas dejaron de acumularse sobre los guerreros del Equipo Ceifador y empezaron a correr hacia los nuevos invasores.
La montaña de alimañas sobre Fran disminuyó de manera drástica, por lo que él pudo sacar un brazo al exterior. Luego recubrió su cuerpo en lava.
El efecto de esto fue instantáneo: Un sinnúmero de ratas empezaron a soltar chillidos agudos e intermitentes de dolor y se apartaron inmediatamente de Fran al sentir el repentino calor que brotaba de su cuerpo. Los monstruos que tuvieron contacto directo con la lava murieron al instante.
Acto seguido el líder del Equipo Ceifador se puso de pie con el rostro congestionado por la furia. La piel de sus manos y cara estaban repletos de marcas de colmillos y garras, muchas de las cuales habían logrado penetrar la piel y ahora fluían por ellas rojos hilillos de sangre. Además, debido a las heridas ocasionadas en el cuero cabelludo, el pelo de Fran, anteriormente de color castaño, se encontraba ahora casi completamente rojo; tan rojo como el cabello de Raidel.
Fran fulminó a Dowen con la mirada.
—¡Estás muerto, mago!
El segundo en salir de la montaña de ratas fue Raidel, quien acabó de recuperar la consciencia con un dolor brutal que atenazaba todo su cuerpo. El muchacho soltó unos gruñidos y prendió su cuerpo en llamas, lo que ocasionó que las alimañas quedaran chamuscadas al instante. Unas pocas, las que se encontraban a una distancia suficiente, sobrevivieron y salieron huyendo a la carrera.
El muchacho se podía considerar afortunado. La mayoría de las ratas lo había atacado por debajo de los hombros. Si Raidel no hubiera tenido la armadura negra e impenetrable del White Darkness seguramente habría muerto. Pensó que lo mismo iba para los demás.
A continuación el muchacho observó con gran alivio que Alisa, Sendor y Keila también empezaron a surgir de entre la legión de pequeños monstruos. No parecía que estuvieran en mucho mejor estado que Fran o Raidel, pero al menos estaban vivos, y eso era lo que contaba…
—Hey, ¿todos están bien? —dijo Keila, visiblemente preocupada y confundida.
—Me alegro de que tú lo estés —respondió el muchacho con una sonrisa. Era una gran noticia que Keila ya no estuviera siendo controlada por el mago.
Alisa desvió la mirada y entrecerró los ojos, como si se estuviera preguntando por qué Raidel no le decía lo mismo a ella, ya que también había sido víctima de los Poderes Psíquicos del mago.
Sendor soltó una especie de gruñido colérico y se puso en posición de batalla al fijarse en las figuras oscuras y borrosas que se estaban acercando a ellos haciendo gran escándalo. Eran cinco siluetas con forma humana que brotaban de la oscuridad.
—¡Hey! —les gritó Sendor a sus compañeros—. ¡Creo que tenemos más enemigos!
—No lo creo —dijo Fran—. Ellos están viniendo por el mismo camino que nosotros lo hicimos. ¡Deben ser aliados!
Pero Sendor no estaba tan seguro. Podían ser los demonios que estaban fuera del Castillo, quienes quizás los persiguieron a la carrera al verlos entrar… Esta no era una situación favorable; no era para nada favorable…
Pero entonces se escuchó el inconfundible sonido de voces, y luego, cuando las figuras se acercaron lo suficiente, pudieron ver que eran humanos. Y no solo eso, sino que llevaban puestas las armaduras del White Darkness.
La tensa expresión del mago cambió repentinamente a una mueca de desbordante alegría. Incluso tuvo que contener el impulso de prorrumpir en carcajadas triunfales, sin embargo luego recordó el terrible y hasta casi infinito poder de Dowen… Aunque llegaran refuerzos, ¿ellos serían suficientes para vencerlo? ¡El Mago Oscuro había derrotado a todos los miembros del Equipo Ceifador en apenas un par de segundos!
Fran, Raidel y los demás observaron la impresionante escena que tenía lugar ante sus ojos. Los recién llegados parecían un grupo de exterminadores profesionales de plagas porque iban aniquilando a todas las alimañas que osaban a cruzarse en su camino con una precisión extraordinaria. Su trabajo de equipo era impecable. Fran pensó que su equipo tenía mucho que aprender de ellos…
Entonces una voz femenina de aquel grupo resonó fuertemente:
—Hey, abuelo pulgoso, deberías de ayudar en algo, ¿no crees?
—¡Trata con más respeto a tus mayores, demonios! —replicó una voz ronca, oxidada, de épocas pasadas—. Yo estoy demasiado viejo y débil como para servirles de algo… Lo siento, muchachos, tendrán que hacer esto solos…
—¡Miserable viejo aprovechado! ¡Abusas de tu posición de anciano para escupir sandeces sobre tu supuesta debilidad y así no tener que mover un dedo! Si ni siquiera puedes luchar, entonces ¿para qué diantres te uniste al White Darkness?
—¿Pero qué es lo que acabo de escuchar? —exclamó el anciano—. ¡Ese no es el lenguaje de una señorita! ¡Parece que tus padres no criaron a una dama, sino a una bestia!
—¡No cambies de tema, viejo rabo verde!
A unos treinta metros de distancia, Fran frunció el ceño. Había cambiado de opinión. Ahora le parecía que el Equipo Ceifador no estaba tan mal…
Raidel y Keila se mostraron sorprendidos al escuchar aquella conversación.
—¡Esas voces! —exclamaron ambos al unísono.
—¿Qué ocurre? —inquirió Sendor—. ¿Acaso conocen a estas personas?
Los recién llegados se acercaron más y Raidel y Keila pudieron distinguir sus rostros. ¡Efectivamente eran ellos!
Dem, el hombre de goma que ahora iba a la cabeza se detuvo cuando sus ojos se fijaron en sus antiguos compañeros de Equipo.
—¡Ustedes! —exclamó, casi sin poder creerlo.
Xendor, Seila y Rodol también los reconocieron y sus rostros parecieron iluminarse.
—¿Pero qué es lo que sucede? —quiso saber el viejo de las empanadas—. ¡Qué alguien me lo diga! Mis ojos solo ven oscuridad…
—No sé cómo diablos lograste llegar tan lejos, anciano —replicó Selia.
—¡Era una simple broma, por dios! —escupió el viejo—. Ya estoy al tanto de que nuestros viejos compañeros aparecieron: el mocoso delincuente con el cabello teñido de rojo sangre y la chica que siempre lo acompañaba y que parecía su madre… Desde un principio supe que estaban aquí —mintió.
Keila se sintió indignada al escuchar sus palabras. ¡Ella solo tenía ocho años más que Raidel! ¿A qué clase de idiota le parecería que era su madre?
—Perdonen al viejo —dijo Selia con un suspiro—. Este pobre anciano tiene demencia senil y no sabe lo que dice. Por favor, disculpenlo.
—¡Demencia senil mis calzones! —gruñó el abuelo—. ¡Estoy en mis mejores años de la juventud!
—Cómo ven, no sabe lo que dice.
En el otro extremo del pasillo, Fran se rascó la barbilla.
—¿Entonces ellos fueron tus antiguos compañeros? —preguntó, recordando las palabras que había dicho el viejo.
—Algo así —replicó Keila, encogiéndose de hombros.
Una risita ronca resonó detrás de los miembros del Equipo Ceifador.
—Vaya gente más graciosa —dijo Dowen—. Ojalá yo tuviera compañeros así… Lástima que la mayoría de las personas que conozco es sombría, tenebrosa y habla menos que una piedra… —meneó su cabeza de un lado a otro—. Es una verdadera pena que tenga que matarlos a todos ustedes…
Llegados a este punto, todas las ratas monstruosas habían muerto o huido hacia las profundidades del Castillo.
Dem y su equipo llegaron hasta los demás compañeros, y se colocaron en posición de batalla, listos y preparados para el combate.
—Diez contra uno —comentó Rodol, mientras colocaba dos flechas en su arco, tensaba la cuerda y apuntaba hacia el objetivo.
—Pueden ser cien o mil contra uno —dijo Dowen encogiéndose de hombros—. El resultado será el mismo.
—Hey —dijo Raidel, dirigiéndose hacia el equipo de Dem—. Hay algo que deberían saber…
Pero su advertencia llegó demasiado tarde.
Sendor, quien se encontraba justo delante del arquero, levantó su báculo mágico y lanzó un rápido y potente golpe de revés. El extremo superior del bastón impactó directamente contra el lado izquierdo de la cabeza de Rodol, y éste cayó de espaldas al suelo, emitiendo un crujido sordo. Al soltar involuntariamente la cuerda del arco, las flechas salieron disparadas hacia Alisa y Fran, quienes rodaron en el suelo y lograron esquivar los proyectiles por los pelos.
Las flechas chocaron contra la pared, desatando una fuerte explosión.
Acto seguido Sendor hizo uso de su báculo para lanzar varios rayos en dirección a los recién llegados, pero éstos ya estaban alerta así que pudieron eludir los ataques sin mucha dificultad.
—¿Qué demonios significa esto? —rugió Dem, rojo de la furia, pero Raidel se apresuró a explicar la situación:
—¡El mago oscuro está utilizando Poderes Psicodélicos para controlar a nuestro compañero!
Pero lejos de servir como aclaración, Dem quedó aún más confundido.
—¿Poderes Psicodélicos? ¿Acaso es drogadicto?
Alisa soltó un suspiro. Se dirigió hacia Raidel para espetarle:
—¡Son Poderes Psíquicos, no psicodélicos, mocoso tonto!
—¿Poderes de control mental? —murmuró Dem con los ojos entornados. Aquella simple información revelaba que el enemigo sin duda era alguien de temer.
—No se preocupen —dijo Selia—. ¡Yo lo mantendré ocupado, mientras ustedes se encargan del Mago Oscuro!
—Lo dejamos en tus manos —gruñó Rodol, poniéndose lentamente de pie. Un hilillo de sangre le corría por el labio inferior. A decir verdad, él mismo hubiera querido enfrentarse contra Sendor para devolverle el golpe, pero era mejor que Selia se encargara de él. Al fin y al cabo, los dos eran magos…
—Eso nos deja ocho contra dos. Seguimos teniendo ventaja —manifestó Xendor, mientras colocaba sus espadas de dos metros frente a su cuerpo, en posición de X.
—”Seguimos teniendo ventaja” —repitió Dowen en tono burlón—. Necesitarían a cien mil guerreros como ustedes para “tener ventaja”.
—Tú solo espera ahí —gruñó Dem—. ¡Te borraremos esa maldita expresión de arrogancia del rostro en menos de lo que a ti te toma parpadear!
Dowen parpadeó, y tras ver que no sucedía nada, dijo:
—Qué desilusión.
Más enfadado de lo que cualquiera le había visto hasta ahora, Dem gritó:
—¡MATEN A ESTE PAYASO!
Rodol tensó su arco y disparó tres flechas.
Xendor empezó a correr hacia él a gran velocidad con sus espadas en posición defensiva.
Los miembros del Equipo Ceifador no desaprovecharon la oportunidad y también se lanzaron al ataque. En esta ocasión iban mucho más concentrados y sus movimientos eran más cautelosos que la vez anterior.
En vez de mostrarse intimidado ante el elevado número de enemigos, Dowen simplemente soltó una especie de bostezo.
—Así que estos novatos aún no lo comprenden, ¿eh? —murmuró con una sonrisa que parecía compasiva—. Pues es una lástima. Morirán antes de darse cuenta de la infinita diferencia que hay entre ustedes y yo…
En esta ocasión tampoco lograron verlo. El primero en salir expulsado por los aires fue Raidel, quien, una vez más, no supo qué fue lo que lo golpeó.
La siguiente fue Alisa, cuya coraza de hielo protector no evitó que soltara un grito de dolor en cuanto el mago le propinó una patada en la sien.
Keila simplemente perdió la consciencia ante el brutal gancho descendente de izquierda que recibió.
Por su parte, Fran ya había previsto que el mago utilizaría nuevamente su monstruosa velocidad, así que preparó de antemano una táctica defensiva la cual al mismo tiempo le serviría de contraataque. Era algo que jamás podría fallar… o eso creyó él, porque solo hizo falta un simple puñetazo para que Fran saliera despedido nuevamente hasta el techo y se quedara allí atascado, con la cabeza atorada en el agujero ocasionado por el impacto.
La velocidad de Dowen fue tan increíble que a todos los que vieron aquella escena les pareció que Raidel, Keila, Alisa y Fran habían salido volando al mismo tiempo.
Al instante siguiente, Dowen usó sus propias manos para agarrar las flechas que habían sido disparadas hacia su cabeza y, antes de que explotaran, las arrojó contra Xendor, quien se encontraba más cerca del mago oscuro.
A pesar de que Dowen lanzó las flechas con una potencia y velocidad mucho mayor de la que el arco de Rodol podía proporcionar, Xendor era bien conocido por sus buenos reflejos, por lo que logró tirarse al suelo a último momento. En el trayecto sintió como la punta de las flechas rozaba sus cabellos.
Sin embargo, Dem, quien iba detrás de Xendor, no tuvo tanta suerte.
El hombre de goma había planeado lanzar un rápido e inesperado golpe elástico en cuanto el mago estuviera distraído luchando contra Xendor… No obstante las cosas no habían salido como lo planeado y las flechas fueron a clavarse directamente en la frente de Dem.
Tres potentes explosiones, que parecieron una sola, sacudieron el desafortunado cuerpo de Dem y éste cayó, inerte, sobre el frío suelo de piedra.
De hecho, el estallido resultó tan poderoso que también afectó al propio Rodol, quien soltó una especie de chillido y se tiró al piso, presa del terror. Parte de su armadura estaba ardiendo en llamas.
Por su parte, el viejo de las empanadas había sido derribado hace unos segundos atrás por uno de los rayos de Sendor, el cual lo golpeó impensablemente por la espalda y lo arrojó al suelo.
Dowen meneó la cabeza de un lado a otro, decepcionado. Observó que los únicos que seguían en pie eran Sendor y Selia, quienes seguían enzarzados en una feroz batalla campal.
—Carajo, esto resultó más rápido de lo que pensé —suspiró Dowen—. Ni siquiera me sirvieron como calentamiento… Yo ya había escuchado que el White Darkness era una Organización de baja categoría, pero esto roza lo ridículo.
—C-cierra el pico —murmuró una voz a varios metros detrás de Dowen—. ¿Qué puede saber sobre nosotros un tipo cuyo cabello tiene un sospechoso parecido con el excremento de vaca?
Dowen dio media vuelta y vio que el muchacho pelirrojo se estaba poniendo lenta y dificultosamente de pie. Su armadura se encontraba agrietada por varios lugares y apenas parecía capaz de mantenerse consciente. La sangre fluía abundantemente por su piel, la cual tenía su origen a partir de un sinnúmero de heridas diseminadas por todo el cuerpo.
—Me sorprende que sigas intentando hacerte el duro cuando te encuentras en esas condiciones tan miserables —señaló Dowen.
—M-me importa un bledo lo que piense una basura que tiene que recurrir a las Artes Prohibidas para ser más fuerte que los demás…
Dowen caminó lentamente hacia él. Observó que los ojos del muchacho estaban hirviendo con una llama de determinación tan intensa y profunda como él jamás lo había visto antes.
—¿Cuándo fue la última vez que alguno de mis oponentes me miró con esa expresión de confianza en el rostro luego de haber visto mis habilidades en batalla? No lo recuerdo —A continuación observó fijamente a Raidel y añadió—: Enhorabuena. Te doy mis más sinceras felicitaciones. Te has ganado el título de idiota; un idiota que no tiene ningún aprecio por su propia vida.
—¿De qué hablas, viejo? —dijo Raidel, intentando componer una sonrisa, pero más bien parecía una mueca de dolor—. Yo sé perfectamente que no moriré. ¡No hoy!
Dowen soltó una risita.
—No, muchacho, lo tuyo no es la ingenuidad de la juventud —dijo el mago—. Lo tuyo es idiotez de nivel extremo —seguía sonriendo—. Dime, ¿qué crees que te salvará? ¿Un milagro, acaso? ¿O piensas que el propio Agaroth hará caer un rayo sobre mi cabeza para así salvarte?
Y al instante siguiente, como si se tratase de una profecía, sonó una especie de zumbido en algún lugar detrás de Dowen.
El mago oscuro se giró y vio que una persona estaba volando por los aires hacia ellos. Se trataba de un hombre moreno e inmenso, el cual llevaba unas magníficas hachas doradas y resplandecientes en la espalda. Sus ojos eran dispares y tenía una infinidad de tatuajes en el rostro.
Raidel se quedó con la boca abierta al observar semejante escena. ¡Se trataba de Zoden!
¡El mismísimo Zoden en persona se había presentado para ayudarlos! ¡Él jamás pudo haber imaginado que algo así ocurriría!
Raidel se permitió soltar una risita triunfal. Acto seguido observó a Dowen y le gritó:
—¡Ahora sí estás muerto, imbécil! —sonrió—. ¡El hombre que viene hacia nosotros es el guerrero más poderoso del Batallón 42! ¡Jamás podrías sobrevivir a una lucha contra él!
Pero lejos de estar intimidado, Dowen pareció complacido.
—Bueno, si ese es el caso, entonces por fin lucharé contra alguien medianamente decente —dijo—. Solo espero que sea tan bueno como dices...
Raidel soltó una risita. Zoden no solamente era bueno, sino que era el mejor… Raidel todavía no había olvidado la paliza que aquel hombre le había dado en el Imperio Arkandor… De un simple golpe casi le había enviado al infierno.
Sin duda alguna, Zoden era el mejor guerrero que Raidel hubiera visto jamás. Su fuerza física no se podía comparar con ningún monstruo ni demonio de este mundo.
—¡Y eso no es todo! —dijo el muchacho con gran emoción—. Zoden derrotó y aniquiló a tu amigo que controlaba aquellas gigantescas figuras de piedra de cincuenta metros...
Al escuchar aquel comentario, Dowen pareció más emocionado que el propio Raidel.
—¿Así que él mató a Korthys? —dijo—. No cualquiera hubiera sido capaz de realizar semejante hazaña… Al parecer el tal Zoden sí es poderoso después de todo…
—Tú espera y verás. Zoden destrozará tu cráneo en mil pedazos… Él es mi héroe…
Zoden fue acercándose más y más a ellos.
Dowen pareció prepararse para la batalla. Sus músculos se habían puesto repentinamente tensos.
Sin embargo, Zoden no se detuvo en cuanto debió de haberlo hecho, sino que pasó por arriba de ellos y siguió volando sin detenerse, como si ni siquiera se hubiera percatado de la batalla que estaba teniendo lugar debajo de él pese al gran estrépito y a los rayos de colores que producían Sendor y Selia.
Zoden siguió con su recorrido sin importarle quiénes estaban luchando debajo y poco a poco fue alejándose hasta que desapareció de la vista.
Dowen esbozó una sonrisa.
—¿Así que ese es tu héroe?
Raidel contempló el punto lejano por el que había desaparecido Zoden por un buen rato. A continuación gritó:
—¡ERES UNA MALDITA ESCORIA!
✡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top