¿Fiesta? ¡Me apunto!

-Vamos Tyra, no será tan difícil.- Rogó Kyle una vez más, mi mejor amiga desde los seis. -¿Por favor?-Alargó la palabra en un gesto divertido, frunciendo el ceño y empujando sus labios en un pequeño puchero. –Sabes lo mucho que me gusta Jonas y es mi única oportunidad

-No lo sé...-Suspiré ladeando la cabeza y soltando una leve risada por su gracioso gesto a cachorro con hambre. –Tengo cosas que hacer en casa y....-Me miró una vez más con aquella expresión. Era imposible que ell aceptase un no como respuesta, había sido así desde que la conocí. -¿De quien digiste que era la fiesta?

-Paul, jugador del equipo.-Guiñó un ojo enquanto yo buscaba fallidamente ese nombre en mi cabeza.-¿Te acuerdas de esa vez que fui a las cabañas en el campamen...

-Lo recuerdo.-Reí interrumpiéndola, internamente agradeciendo por hacerme recuerdo de la persona, Kyle en definitiva era conocida como la Don Juan de la escuela y mismo con su reputación por los suelos, la popularidad le había ayudado a ganarse el respeto. Y después estaba yo, una nerd atípica que se las arreglaba entre la vida social y los estudios, y aun así tenía tiempo para hacerme algunos enemigos en el camino.

El timbre sonó brevemente haciendo que tapase mis orejas casi por instinto; si de alguna cosa yo estaba segura, era que las campanas eran tan fuertes para que después los alumnos no escucharan nada en clases y reprobaran de año y pagaran de nuevo el año y... sí, en definitiva, esa era mí única teoría por más loca y conspirativa que sonase. Pegué el material de mi casillero y di una leve sonrisa hacia Kyle a modo despedida; ella ya conocía bien mi rutina puntual de chica estudiosa, por más que yo no fuera el estereotipo de una.

-Pasen los papeles para adelante.-indicó el profesor sin quitar la vista del libro blanco, que iba leyendo hace ya dos clases seguidas, sin prestar atención a los alumnos hasta que la campana volvió a sonar, esta vez indicando el inicio de las aulas.

Mis ojos ya estaban cansados, ¡Hasta se cerraban por su propía cuenta! Por suerte, las clases acabrían en cinco minutos más. Trescientos segundos, nada que no pudiera aguantar, creo.

Bufe quejosa. Pensándolo bien, no lo podría aguantar.

Había pasado cincuenta y cinco minutos, lo que equivalía a tres mil trescientos segundos, unos largos y acalorados segundos que había pasado escuchando al Señor Carter hablar apasionadamente, como si la vida le fuera en ello, sobre la teoría de la relatividad.

Ese hombre, más bien debería decir viejo, ya que me apostaba lo que fuera a que no le faltaba mucho para llegar a los ochenta, se había pasado toda la hora, y no exagero, caminando de un lado para el otro, con la mirada siempre fija al frente y las manos cruzadas contra su espalda baja, sin ni siquiera parar un segundo para tomar aire y dejar que alguno de los alumnos presentes pudiera consultar dudas relacionadas con ese estúpido tema.

Excepto cuando se trataba de Loganl. él siempre era el chico correcto, el ejemplar, los ojos del profesor parecían como si solo la clase tratase de Logan y punto. El Señor Carter hizo la pregunta final, de seguro hoy nos dejaría salir más temprano.

- ¿Quien sabe la teoría del Big Bang? Pues esa será su proxima tarea.- Nadie levantaba la mano....digo, solo Logan la levantaba. Parecía desesperado por contestar. Y el profesor le dio el gusto.

-En cosmología física, la teoría del Big Bang o teoría de la gran explosión es un modelo científico que trata de explicar el origen del Universo y su desarrollo posterior a partir de ....- Blah blah blah, no preste atencion a sus palabras, y aunque su voz era profunda, molestaba. Era como un Loro parlanchin, quizá como el que yo tenía a los nueve años.

Nunca olvidaré el dolor de cabeza por las noches.








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