Capítulo XVIII: Nuevo objetivo: Ares.
Los pies de la joven aterrizaron en el suelo cuando el remolino de luz se desvaneció a sus espaldas; dejando una huella de energía en aquel desconocido lugar al que había llegado junto a los dos guardianes. Caslya abrió sus ojos y su cuerpo recobró la masa que parecía desvanecerse cada vez que se dejaba sumergir por los portales que Gideon creaba. Durante un instante el mareo la abordó, sin embargo, esta vez la bilis no escapó de su boca.
—¿Te sientes bien? —le preguntó Gideon, quien se encontraba a su lado.
Ella elevó la mirada para encontrarse con la del contrario y asintió intentando no dar importancia al mal sabor que por segundos había sentido.
—Aún no me acostumbro a esa sensación —comentó al incorporarse; provocando que una ligera sonrisa se acentuara en la dulce expresión del joven—, pero no tardaré en hacerlo, ¿verdad?
Gideon se encogió de hombros pensativo.
—Depende de ti —dijo él—, y de tu organismo. Por ejemplo, la primera vez que Anissa atravesó el portal nada sucedió con ella, en cambio Kyriel tuvo que viajar decenas de veces antes de conseguir no vomitar. Era totalmente desagradable, en especial porque...
—Avancen. O pasaremos la noche en ElOtroLado. —La orden de Kyriel los hizo estremecer a ambos, y provocó que ella se volteará para fijar sus ojos en la figura del joven que avanzaba por el sendero de tierra en el que habían caído. Luego, Gideon le dedicó una mirada divertida antes de hacerle un gesto para que avanzaran detrás del otro.
Mientras lo hacían, Caslya no pudo evitar recorrer con su mirada todo a su alrededor. Buscaba algo que despertara esa emoción en ella por estar fuera y lejos de cualquier morada, sin embargo, no fue así; el exterior lucía tal como el bosque que se extendía más allá de la granja o del palacio. Los sonidos eran sencillamente parecidos y por un momento ella se sintió desilusionada. De cualquier forma, rebuscó la esperanza de que tal vez, solo tal vez, podrían pasar por algún pueblo... Su corazón dio un salto en su pecho ante la idea.
Solo debería convencer a Kyriel...
Y aquel pensamiento derrumbó sus ánimos. Él nunca saciaría aquel pequeño deseo de ella y en parte, estaba bien, después de todo no había ido a pasear, ni a conocer absolutamente nada por voluntad propia. Era una misión y debía centrarse.
—¿Iremos a la fortaleza del Norte? —preguntó Caslya recordando las palabras que le había dicho el castaño minutos atrás; espantando las fantasías de niña pequeña que habían rehuido de su mente.
—Sí. Buscarán provisiones para el viaje y luego partirán, supongo —explicó él. Tras decir eso arrugó su nariz de una forma que a ojos de Caslya fue graciosa y añadió—: La comida no se lleva muy bien con mi poder.
—¿Crees que tardemos mucho en hallar a Vreya?
—No lo sé, Cass —confesó—, sin embargo, estoy más que convencido de que él hará todo lo posible por completar la misión en el menor tiempo posible —aseguró desviando su mirada a Kyriel, quien avanzaba como si el mundo entero a su alrededor no existiera; como si solo fuese él y un destino al que llegar. Nada más. Caslya notaba que él no se dejaba impresionar por el aroma que desprendía el bosque a su costado, ni se distraía por el cantar de los pájaros o por el sonido de las criaturas que se escondían más allá.
—Créeme, eso es algo que ambos queremos —pronunció ella en una tonalidad invadida por el agotamiento y la sonrisa de Gideon se ensanchó como si por su mente hubiese pasado un comentario gracioso—. ¿Qué?
Él negó con la cabeza.
—Nada.
El entrecejo de ella se frunció ligeramente.
—Dime.
—No lo haré. —Luego su mirada regresó al frente—. Mira, ya llegamos.
La atención de Caslya se desvió del joven para contemplar que más allá de ellos y continuando el camino de tierra que caminaban se alzaba una gran casa de campo que, incluso desde la distancia, lucía acogedora. Mientras más se aproximaban, Caslya admiraba la construcción y todo lo que la rodeaba: un jardín y un pequeño establo que la hizo pensar en el que se encontraba en su propio hogar. Apartando la añoranza, llevó su mirada de regreso a la casa y presenció cómo Kyriel se introducía en la misma sin previo aviso.
Antes de que ella pudiese pensar en sí entrar de aquella manera era lo correcto, Gideon la alentó a subir los escalones y ella no pudo negarse. De cualquier forma, antes de que ella llegase a sujetar el pomo, la puerta fue abierta completamente. Caslya retrocedió repentinamente varios pasos y se tambaleó hacia atrás con el fin de caer, no obstante, una mano desconocida se deslizó por su cadera para impedir que su cuerpo tocase el suelo.
Por causa de la sorpresa, Caslya había cerrado sus ojos, sin embargo, el contacto la llevó a abrirlos para encontrarse con el rostro de una chica. Si la belleza de Anissa era celestial, la de aquella joven era exótica, pues la tez de su piel era de una tonalidad oscura que realzaba lo claro de su mirada parda, asimismo, sus largas pestañas y su largo y lacio cabello negro que brillaba en una tonalidad azulada otorgaban un salvajismo a su apariencia que se acentuaba con sus prendas de cazadora.
—Si siempre llegaran con una doncella de tal belleza, procuraría hacerles venir más seguido —comentó la chica con una sonrisa en sus labios, provocando que las mejillas de Caslya se tiñeran de un leve rubor ante sus palabras. Su reacción hizo que la sonrisa que se insinuaba coqueta cobrara un aire divertido en la expresión de la desconocida.
—¡Luvia! —El chillido de Gideon hizo a Caslya reaccionar a lo que acontecía, pero no fue necesario que ella se apartará como lo había pensado, ya que él tiró de ella hacia atrás.
—¿Qué? —Luvia se mostró desconcertada de una forma que lució inocente; sorprendiéndose con la reacción del de cabellos castaños quien, al colocarse entre ambas parecía estar incluso aún más avergonzado que Caslya—. Solo estoy siendo honesta con la hermosa joven, ¿eso tiene algo de malo?
—No, pero...
—¿Ves? Ahora déjame presentarme correctamente —pidió y con un leve empujón apartó a Gideon de su camino con el fin de, tras dar unos pasos, tomar la mano de Caslya en un gesto que despedía delicadeza. Con ello, besó sus nudillos—. Es un placer conocerte, Rollito de canela.
¿Rollito de canela? Se repitió la castaña, demasiado confundida para hacer algo más que mirar a la chica. De todas maneras, apartó aquella sensación de repentina timidez que la había abordado y respondió:
—El gusto es mío. —Creo. Agregó para sí—. Soy Caslya.
—Caslya, ¿uh? —repitió Luvia como si saborease su nombre en sus labios—. Bonito nombre. Aunque no esperaba menos de una hermosura como tú. —Tras ello, la joven le guiñó un ojo sin desprenderse de ese aire coqueto que parecía rodearla y liberó su mano—. De cualquier forma, pasen. El desayuno está casi listo.
Cuando Luvia volteó, Caslya también lo hizo para echarle una mirada interrogante a Gideon, quien suspiró a modo de respuesta. Luego, hizo a Caslya entrar.
El interior de la casa reflejaba la calidez que por fuera simulaba; muebles de madera, cuadros y sutiles decoraciones otorgaban una simpleza que distaba mucho de la exuberancia del palacio en el que ella se había albergado. Aun así, no denotaba pobreza o falta de recursos, pues en realidad, por el tamaño de la propiedad y gracias a lo que lograba contemplar, Caslya pensó que así debía verse el hogar de un noble.
La chica siguió a Luvia a través de una gran sala hasta una amplia cocina donde no encontró a Kyriel. Por alguna razón, Caslya se preguntó dónde estaría el guardián que debía ser su guía y su protector en aquel viaje, no obstante, decidió no pensar en él. Después de todo, aparecería tarde o temprano. Así que se dispuso a observar a la joven de cabellera negra preparar una bandeja de plata con alimentos que lucían realmente llamativos; exquisitos frutos rojos, pan y unos postres que hicieron a Caslya sentir hambre con solo inhalar su fragancia a nueces.
—¿Entonces tienes pensado ir a ElOtroLado? —le preguntó Luvia, cediéndole la bandeja a Gideon, el cual la tomó con una nota de sorpresa en su expresión.
Caslya asintió sutilmente sin estar convencida de cómo Luvia sabía lo que haría.
—Iré con Kyriel —indicó—. Luego de recoger algunas cosas de aquí, creo.
Luvia lució pensativa durante un breve instante, tras él, sonrió como si algo le causase gracia.
—De haberlo previsto, le habría solicitado a Haniel ser tu guía por tal lugar —comentó apagando el fuego que calentaba una caldera; caldera que tomó por el mango para empezar a caminar hacia una puerta. Caslya no quiso preguntar qué era lo que deseaba haber previsto la contraria. En su lugar, se mantuvo en silencio—. Ahora, mejor vayamos al comedor. Allí podremos conversar a gusto.
Tras un intercambio de miradas con Gideon, Caslya fue detrás de la joven hacia la acogedora habitación conjunta donde una mesa para varios se encontraba bastamente preparada para el desayuno. Con cuidado, Luvia dejó la caldera y Gideon apoyó la bandeja en el centro. Después, la joven les pidió que tomaran asiento, y ellos, sin poder oponer resistencia, lo hicieron.
—¿Eres solo tú en esta casa? —preguntó Caslya tras observar que nadie más llegaba para el apetitoso desayuno que la joven había preparado; preguntándose si habría cocinado todo eso especialmente para ellos. La idea la llevó a servirse tal y como Gideon estaba haciendo.
—No —contestó Luvia tras servirse un trozo de pan con jalea—, ¿por qué? ¿Querías venir a hacerme compañía, Rollito de canela? —Caslya se sintió terriblemente avergonzada de repente y Gideon pareció atragantarse con la fruta que había llevado a sus labios. Luvia, a modo de respuesta, rió divertida—. Los guardianes de almas no vivimos solos. Necesitamos un compañero en toda circunstancia, por ello vivo con otro guardián que no tardaras en conocer y un ángel caído que actualmente es nuestro mentor.
Impidiendo que Caslya pudiera preguntar el paradero de los mencionados, la puerta que se situaba a sus espaldas se abrió de golpe, provocando que la joven diera un salto de la silla para mirar a quién había sido el responsable de tal irreverencia. Para su propia sorpresa, no se sorprendió al darse cuenta que quién se hallaba allí de pie era, ni más ni menos, que su apático compañero de viaje.
—No está —sentenció el rubio con una molestia que se acentuó cuando frunció el ceño—. Ni él, ni nuestras malditas provisiones.
—¿De qué hablas? —preguntó Luvia e inevitablemente, el desentendimiento invadió a Caslya también.
—El bastardo de Ares no preparó nuestras cosas para el viaje —explicó Kyriel. Había irritación en su voz—. Y no conforme con eso, el muy hijo de puta se desapareció.
La chica observó como Luvia sujetó el puente de su nariz durante un segundo como si intentase pensar en una explicación.
—¿Quién es Ares? —preguntó Caslya.
—Un imbécil —respondió Kyriel.
—Mi actual compañero —replicó Luvia poniéndose de pie con el fin de regresar su mirada a Kyriel con cierta seriedad—. Es probable que esté en el pueblo, así que iré a buscarle. Con suerte tiene las provisiones consigo.
—Iremos —le corrigió el de cabellera dorada sin esconder ni por un segundo aquella perpetua molestia en su rostro—. Quiero decirle un par de cosas acerca de hacerme perder el tiempo.
Luvia pareció ir a dar respuesta, no obstante, Gideon habló primero.
—Kyriel, no sabemos por qué Ares no preparó las provisiones —indicó en un tono tranquilizador—. Quizá le surgió un inconveniente. De cualquier forma, concuerdo en que deberíamos ir todos. —La mirada verdosa del joven se dirigió a Caslya, quien atentamente observaba la situación—. ¿Qué te parece, Cass? ¿Quieres ir a dar un paseo al pueblo?
La ilusión se ganó total lugar en el rostro de la castaña, sin embargo, cuando sus labios se abrieron para responder, la voz de Kyriel la interrumpió.
—Debes estar bromeando —dijo.
Gideon enarcó una ceja confundido.
—¿Por qué bromearía en una situación así? —comentó sin esconder su desconcierto—. Cass puede sernos de mucha ayuda.
—Gideon tiene razón —indicó Luvia—. Abarcaremos más terreno de esa forma y le encontraremos más rápido.
—Ni siquiera conoce a Ares —agregó Kyriel—. Dudo mucho que pueda sernos de ayuda. Además, fue criada en un barril, ¿quién nos asegura que no entrará en pánico al estar rodeada de muchas personas?
—No voy a entrar en pánico por estar rodeada de personas —aseguró Caslya poniéndose de pie; atrayendo las miradas de los presentes a ella—. Si no me crees, tal vez deberías informarte acerca de mi comportamiento en el palacio, pues en ningún momento entré en pánico al estar cerca de cualquiera de los que viven allí. Incluso ahora, estoy hablando con ustedes de forma normal. Así que no comprendo cual sería la diferencia en estar en un pueblo donde, seguramente, habrá humanos más amables que tú.
De acuerdo quizá no debí haber dicho lo último. Se dijo Caslya al contemplar la forma en la que la expresión de Kyriel había cambiado, no obstante, y para su sorpresa, él no dijo nada de lo que ella hubiese esperado que le dijera, en su lugar, le dio la espalda y antes de salir de la habitación, pronunció:
—Mientras no te conviertas en un estorbo, has lo que quieras.
Al oír eso, una sonrisa victoriosa se ganó lugar en el rostro de la chica al tiempo que Luvia y Gideon intercambiaron una mirada que concluyó cuando los tres salieron detrás del rubio con el único objetivo de ir a buscar a Ares.
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