Capítulo 5 - El día de las elecciones
Tal vez yo sintiera que este día sería ordinario como tantos otros pero eso no cambiaría el hecho de que hoy sería el día en que tendría que presentar mi discurso, que afortunadamente a la vez terminaría todo porque hoy se realizarían las votaciones y elegirían al representante de grupo. Había ensayado y dormido lo suficiente para que mi discurso fuera perfecto y sin vacilaciones.
El primer discurso fue el de Mariela, aunque fuera sencillo, sus palabras eran sumamente fuertes y veraces, dándole la seriedad necesaria para considerarla una líder innata. Posteriormente tuvo lugar el discurso de Lisandro, al que la mayoría de mis compañeros aplaudieron en símbolo de simpatía, todo debido a su gran carisma. Después fue mi turno y traté de hacerlo lo mejor posible, tome el micrófono en una postura correcta y hablé de manera fluida a través de él, al final no fue tan difícil como pensé a pesar de absorber todo mi nerviosismo. Seguido de mí fue el turno de Nathan, no se veía en lo absoluto diferente, actuaba como él mismo con palabras llenas de franqueza y seguridad; definitivamente no se podría notar que realmente no le interesaba ser un representante, daba su mejor esfuerzo para ser completamente responsable con la decisión que habían tomado sus compañeros al elegirlo como candidato.
Finalmente cuando habían terminado todos los discursos me sentía mucho más relajada, aunque aún faltaba la parte más importante, las votaciones.
—Rosalie, tu discurso fue increíble. —Era de esperarse que el momento justo de bajar del podio, Lidia comenzaría con sus adulaciones.
—Gracias Lidia, pero no creo que haya sido el mejor.
—Tienes razón. —La voz de Amelia salió justo detrás de mí.
—¿Eh? —Lidia sonó expectante.
—Pero tu postura y tu voz son serios y llenos de gran convicción, lo que causaría gran impacto. —Amelia debe de haber escuchado miles de discursos políticos para hacerla toda una experta.
—Gracias Amelia, gracias a las dos, realmente esta experiencia fue muy divertida.
—¿Yo también podría recibir una palabra de agradecimiento? —Nathan acababa de situarse al lado mío.
—Por supuesto que sí, nos ayudaste mucho y te robé bastante de tu tiempo, pido disculpas también por eso. —No puedo creer que se me haya olvidado darle las gracias apropiadamente a Nathan, ¿qué pensará de mí?, pensará que soy una persona desagradecida.
—No necesitas ser tan formal Rosalie, sólo era una broma, me disculpo por mi comportamiento.
Sólo un poco más y mi temperatura habría descendido otra vez por el comentario de Nathan.
—No, no tienes por qué disculparte, realmente estoy agradecida.
En unos momentos más se realizarían las elecciones y posteriormente se darían a conocer a los ganadores. Realmente no me importaba ganar pero aun así no podía evitar sentir tensión.
—Ánimo Rosalie, no tienes por qué estar nerviosa.
—Yo te daré mi voto.
—También recibirás el mío.
A estas personas cercanas a mí ya las podía considerar mis verdaderos amigos.
—Muchas gracias a todos.
—Te deseo suerte, Rosalie —mencionó Nathan tendiéndome una mano.
—Te deseo suerte igualmente —contesté cortésmente con una sonrisa, quizá era la primera sonrisa que le brindaba, lo hice naturalmente sin darme cuenta y Nathan reaccionó de manera complacida. Desde ahora, que éramos amigos, debería existir más confianza y ese ambiente se crearía consecuentemente.
Al momento de pasar a las casillas, cada grupo estaba formado por número de lista. Antes de acceder, debía marcar mi huella dactilar en una placa de cristal junto con el broche que llevaba en mi uniforme, que contenía mi número de identificación.
Después de marcar mi voto y dejarlo en la caja, de alguna manera se sentía extraño aunque lo había hecho un año antes también; era casi como una elección real y a la vez era divertido simularla.
Una vez realizado el conteo de votos, los encargados se disponían a realizar una gráfica de acuerdo a la estadística de los votos para presentarlas en la gran pantalla de la explanada junto con el ganador. El proceso fue lo más acelerado posible, por lo que no tardaron mucho en mostrar los resultados.
Se anunciaba al ganador de acuerdo al grado y al grupo, comenzando por 1° "A" hasta llegar a mi grupo, 3° "A". Quien se posicionaba en primer lugar por mayoría de votos era Lisandro, el chico no solo más popular de todo el salón sino que también de todo el instituto. Aunque no me haya impresionado tanto, yo aún estaba segura de que Nathan podría haber logrado alcanzar una posición más alta, y como era de esperarse, yo me encontraba en último lugar. El segundo lugar lo ocupaba Mariela, otra de las chicas más populares del instituto siendo la rival eterna de Lisandro; el año pasado estuvo a punto de ganar pero a causa de un voto ganó Larisa, la considerada genio intelectual que había ganado 3 reconocimientos en las olimpiadas nacionales de conocimientos y 1 reconocimiento en química a nivel internacional, sin ninguna duda un claro ejemplo de enorgullecimiento de este instituto.
Justo al momento que terminaran de anunciar a los ganadores, llamaron a los candidatos restantes para darles un pequeño presente por su participación y esfuerzo. A todos nos regalaban pequeños pastelillos por nuestra presencia en las elecciones.
Acto seguido de terminar con este evento, todos regresamos a lo que restaba de nuestras actividades normales de acuerdo a nuestro horario
—En fin, después de todo no hay novedad.
—Después de que me esforcé tanto en que Rosa ganara.
—Sí, pero al final no fue una causa perdida, yo me divertí mucho, tal como habías dicho Lidia.
—Yo también, fue una grata experiencia; nunca había participado en algo así. —Nathan se encontraba detrás de mío. A decir verdad yo tampoco lo había hecho, ni en mi primer secundaria, he de suponer porque este instituto es distinto, eso cualquier persona lo podía decir con sólo mirarlo.
—En realidad sí fue divertido, ¿verdad Amelia? —Lidia se dirigía a Amelia con su característico entusiasmo y efusividad.
—Sí, claro.
Satisfecha de que terminaran mis lecciones, al regresar a casa ingresé al gimnasio para realizar mi rutina diaria de ejercicio; lo que más me gustaba era relajarme parándome de manos porque así podría obtener más concentración y poner a prueba mi resistencia, al igual que obtener buenas ideas, como todos decían. Justo en ese momento se me ocurrió la mejor manera de agradecer a mis amigos por haberme ayudado en la campaña, hacer galletas caseras; era la primera vez que hacía algo así y eso me ponía un poco nerviosa.
Le diría a Camila que me prestara un poco de espacio para preparar mis galletas, ya que ésta era una receta especial y sólo la sabíamos mi mamá y yo; mi mamá me enseñó a preparar galletas desde que era pequeña, desde que vivíamos en nuestra antigua casa, ella tenía su forma especial de prepararlas. Las galletas que hacía Camila también eran deliciosas, galletas rellenas de chocolate, aunque antes debían tener cuidado conmigo porque me terminaba comiendo la mezcla de chocolate, mi favorito era el sabor del chocolate amargo. Camila ya sabía que este tipo de galletas las hacía sola, y ella sólo me ayudaba a sacarlas del horno.
Ya terminadas mis galletas, le di las gracias a Camila y metí las galletas en tres cajitas para entregárselas a mis amigos mañana; sólo esperaba que les agradara mi respuesta de agradecimiento.
A la mañana siguiente me desperté temprano para alistar mis cosas porque me había quedado dormida hasta tarde sobre mi escritorio sin que me diera cuenta.
Estaba lista para que éste fuera un día normal como cualquier otro a excepción del pequeño obsequio que les daría a mis amigos. Me gustaba ser puntual al igual que mis amigas, Amelia y Lidia ya habían llegado cuando ingresé al salón de clases.
—¡Buenos días chicas!
—¡Buenos días Rosalie!
—¡Hola Rosa!, llegas justo a tiempo. —A pesar de que siempre llagara a esta hora, Lidia siempre decía lo mismo.
—En este momento estaba hablando con Amelia sobre que podíamos realizar un día de campo todos juntos.
—¿Todos juntos?
—Claro que con eso me refiero a nuestro nuevo amigo Nathan también, ya le diremos a él.
—¿En qué día?...
—Este fin de semana, el sábado.
—De acuerdo, le pediré permiso a mis padres, ¿pero en qué...
No sabría qué dirían mis padres porque los fines de semana eran de reunión familiar y los únicos días completos en los que ellos se encontraban conmigo además de mi cumpleaños, y otras celebraciones importantes; aun así no creo que sería un problema, ya que mis padres me animaban a hacer más amigos y relacionarme.
—Cerca de la hacienda de mis padres hay un lugar hermoso y una cascada espectacular. Todos se pueden reunir en mi casa y mi mamá nos puede llevar a todos, más tarde nos pondremos de acuerdo en que llevaremos cada uno. —No hacía falta que pronunciara una palabra más, era como si Lidia descifrara mis pensamientos y contestará a cada pregunta que tenía.
—Ahora sólo falta que Nathan acepte, y hablando de eso, miren quién llegó.
—¡Hola, buenos días a todas! —La voz de Nathan provenía a pocos centímetros de mí, sin que volteara sabía exactamente que se encontraba detrás de mí.
Con esa actitud silenciosa de llegar, algún día me daría un paro cardíaco y no sólo se me congelaría la sangre de la impresión, o probablemente me caería al instante.
—Justo estábamos hablando de ti, ¿verdad Rosalie? —Lidia raramente me llamaba por mi nombre de pila, debería de estar tramando algo.
—¿Referente a qué? —La voz de Nathan seguía siendo usualmente seria.
—Pensábamos en invitarte a nuestro especial día de campo. —Amelia interrumpió a Lidia antes de que pudiera hablar—. Va a ser este fin de semana, si es que te gustara acompañarnos.
—Sí, no hay problema, iré con ustedes —contestó Nathan con voz despreocupada.
—Más tarde te avisaremos sobre la hora, el lugar y demás cosas necesarias.
—Disculpen, ya que están todos juntos, me gustaría darles un regalo; si me pueden esperar...
Saqué las tres cajitas que llevaba guardadas en una bolsa y le ofrecí una a cada uno.
—Es un pequeño agradecimiento por haberme ayudado durante mi campaña.
—Gracias, pero no debías molestarte. —El rostro de Lidia se mostró serio al responderme.
—Pueden abrirlas.
—¡Son galletas! —La expresión normalmente alegre de Lidia regresó—. Entonces probaré una. —Lidia fue la primera en comer una de mis galletas—. ¿Son caseras? —Lidia preguntó al momento de terminar de probar una.
—Mmm... sí, yo las hice.
—Deliciosas. —Parecía que Lidia se terminaría todas las galletas en menos de cinco segundos.
—Me alegra que te hayan gustado.
—Gracias por haberme dado este regalo a mí también, aunque yo no haya ayudado mucho.
—Por supuesto que sí nos has ayudado mucho Nathan, por eso te ofrecí uno a ti también.
—Si no te importa Rosalie, las guardaré para más tarde —decía Amelia al momento de colocarlas en un compartimento de su mochila.
Seguidamente, Nathan también probó una de mis galletas quedándose sin expresión.
—Estas galletas no contienen leche, ¿cierto?
—¿En serio?, yo no he notado nada extraño. —El rostro de Lidia parecía absorto, ni siquiera había notado un sabor diferente, ¿entonces cómo lo había hecho Nathan?
—Discúlpame por haberte dado este tipo de galletas, nunca habían adquirido un sabor extraño.
—No, no es eso...
—O, ¿tal vez no comes este tipo de galletas?
Gracias a Dios, había guardado un par de galletas caseras que me dio Camila; las saqué inmediatamente y se las ofrecí en cambio.
—Mmm... si gustas, estas son galletas normales.
—No...
Inmediatamente recordé que también tenía algunas trufas de chocolate.
—En ese caso, ¿preferirías chocolate? o...
—A lo que me refiero es que son galletas veganas y nunca las había probado, por lo que pensé que eras vegetariana. —Es cierto, eso suena congruente porque últimamente no me apetecía comer carne; realmente debo de ser demasiado tonta y grosera.
—Bueno, la comida vegetariana es deliciosa, pero a decir verdad como de todo, así que no tienes por qué preocuparte, la próxima vez les daré otra cosa, y me disculpo por las molestias—. Como siempre, lo había estropeado todo.
—No tienes por qué disculparte, en esta situación, el que debería disculparse soy yo por hacer un comentario equivocado.
—No puedo disculparte, porque la que malinterpretó todo soy yo.
—En ese caso, creo que se debería resolver este malentendido sin disculpas, ¿es un acuerdo?
—Bien, pero además te debo un favor.
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