Capítulo 21 - Problemas y enemistades (Parte 2)
Que Amelia mostrara esa indiferencia a nosotros como si fuéramos piezas carentes de valor era algo peor que si ella abiertamente se dirigiera a mí con recelo como lo había hecho la última vez que hablamos.
Amelia simplemente se marchó de nuestras vidas y continuó de manera inmutable; la relación que había existido entre nosotros simplemente se desvaneció, encontrando otro grupo al que pertenecer, uno con el que nunca habríamos sentido comodidad, algo que quizás en el pasado me habría resultado sorpresivo. Ella encajó perfectamente en el nuevo grupo, o eso al menos parecía por el comportamiento amigable que expresaba, así como la forma en que la recibieron con los brazos abiertos.
Ya habían pasado un par de días y aun así no lograba asimilar todos los cambios que habían transcurrido en un periodo tan corto, que se sentían como un abrir y cerrar de ojos.
Lidia y yo nos encaminábamos al comedor del instituto donde esperaríamos a Nathan después de que le entregaran los resultados de su evaluación, así que decidimos situarnos en un lugar próximo a la entrada.
—¿Puedes creer lo que ha hecho? —mencionó Lidia con un tono un poco amargo—. Realmente actuar de esa manera y, ¿a qué grupo de ha ido? —agregó dolida con un deje de decepción.
—Lo siento Lidia. —Me disculpé; yo sabía que a ella le seguía pesando más que a nadie.
—Ya dije que debes dejar de disculparte, tú no tienes la culpa de nada —replicó con la mirada compasiva.
—Pero ella era tu mejor amiga...
—Bien lo has dicho, era, pero siempre es mejor conocer la verdadera cara de los demás a tener a alguien así cerca —respondió tajantemente.
Yo entendía que a Lidia le dificultara aceptar las acciones de Amelia porque ella fue quien estuvo a su lado por más tiempo y que aún le dolía como a mí que ya no pudiera ser su amiga.
—Ay ya, esos mustiecillos ni siquiera saben divertirse. —La voz de nuestra antigua amiga fue clara y fuerte, lo suficiente para que alcanzáramos a escuchar, como si tal vez ese fuese su objetivo.
—Realmente no puedo creer que pudieras soportar tanto tiempo estar con ellos. —Le siguieron otras voces.
Yo intenté hacer oídos sordos a lo que Amelia había mencionado; no lo hizo así Lidia, quien cambió su expresión a una me molestia dispuesta a ir directamente a su mesa para encararla.
Sostuve el brazo de mi amiga para detenerla, aunque realmente no habría sido necesario, puesto que alguien más intervino dirigiéndose a la mesa donde se encontraba Amelia con sus nuevos amigos.
—¿Es en serio Amelia? No puedo creer que hicieras esto —enunció Lisandro con notable disgusto.
—Espera... Lisandro. —La respuesta que había recibido le hizo palidecer.
—Ya Lis, ¿acaso no ves qué clase de personas son ellos? —intercedió Santiago, quien hasta ese momento me había percato se encontraba en el mismo círculo.
—¿En serio? —reaccionó incrédulo—. Lo esperaría de cualquier otro pero que estés del lado de Amelia ya es suficiente.
—Ja, ¿de verdad vas a tomar su lado? —Le recriminó—. Espero que no te arrepientas o terminarás lamentándolo —continuó, retándolo con desagrado, algo que en cierto punto entendía, pero no el hecho de que eso fuera suficiente para establecer una distancia con su amigo.
Lisandro se retiró, con el semblante molesto, hasta que reparó en nosotras y cambió sus pasos en nuestra dirección.
—Rosalie, Lidia, espero que no hayan escuchado nada de lo que acaba de suceder. —Se apresuró, con notable incertidumbre y nerviosismo en la voz.
—Realmente me disculpo por lo que sucedió con Amelia, pero aun así no quiero que surjan malentendidos, sobretodo con tus amigos —sentencié, verdaderamente no deseaba que se creara un mayor conflicto.
—Pero nada de lo que ha sucedido ha sido culpa tuya.
—Lo siento yo también Lisandro, —Lidia le cortó— solo que yo también apoyo a Rosa y no queremos crear ningún tipo de problema.
—Vamos Rosa, es mejor que... —Mi amiga me tomó del brazo, dispuesta a que saliéramos de inmediato del comedor.
No bien nos dirigimos a la salida, Nathan nos sorprendió antes de ingresar al pasillo principal; no pensé que él hubiera ya finalizado de obtener sus resultados.
—Rosalie, Lidia, ¿qué sucede? —preguntó al notar nuestro semblante intranquilo.
Lidia mantenía una expresión pálida ante lo que acababa de suceder como si se encontrara fuera de sí.
—Vamos, Nath... —actué por instinto, tomándole de la mano para retirarlo lo más posible; no presentía algo bueno de permanecer más tiempo.
—¿Qué sucede? —Nathan volvió a inquirir, todavía desconcertado por nuestro comportamiento.
Ya nos encontrábamos lo suficiente alejados, al menos lo necesario para que mi amiga se recompusiera y pudiera hablar. Parecía que la atmósfera se hubiera tornado densa hace unos minutos y al fin ella lograra respirar.
—Lo que pasa... lo que sucedió es que escuchamos a Amelia —inicié, reafirmando mi voz como si se encontrara en un nudo.
—Ella no deja de decir estupideces. —Lidia soltó finalmente encolerizada.
—Lidia, tranquila. —La tomé por los hombros para que respirara adecuadamente.
—Es cierto, estoy harta de que sea una mentirosa y diga todas esas tonterías, y ahora tiene hasta a Santiago de su lado.
—Realmente no esperé que esto escalara tanto —suspiró Nathan—, lo entiendo Lidia, aunque es algo que no me sorprende.
—¡Ya estoy harta de ella! —continuó, dejando ir toda su frustración.
—Tranquila, lo mejor será ignorar sus comentarios. —Las palabras hirientes de Amelia aún resonaban en mí, pero había comprendido que por ningún medio cambiaría lo que pensaba de nosotros y que sólo nos agotaría.
—Ya lo sé, pero en serio no entiendo cómo no puedes enojarte Rosa.
—En realidad si estoy decepcionada y no me agrada la forma en la que ella se está comportando, pero no quiero que eso nos siga dañando.
—¿Quién se imaginaría que terminaría juntándose con esa clase de «amigos»? Me gustaría que todos conocieran cómo es ella en realidad, pero de seguro que ellos son iguales.
—Al igual que Rosalie, pienso que es mejor dejar de pensar en ello, al final no tiene sentido.
—Tienen razón, pero ahora no dejo de pensar que será una pesadilla encontrarla a cada rato con su «grupito».
Aceptar que Amelia ya no era más parte de nuestro grupo de amigos aún resultaba difícil de asimilar, no así por parte de ella que había decidido cortar lazos de manera rotunda, ignorándonos como si nuestra existencia fuera nula e incluso así todavía no comprendía el cambio tan drástico, o quizás era como realmente ella había expresado, nunca conocí a la verdadera Amelia.
Nuestra antigua amiga se integró de manera rotunda a su nuevo grupo de amigos, hablando a nuestras espaldas; aunque verdaderamente eso no era algo de lo que me habría gustado estar al pendiente, de no ser porque siempre procuraba que todos la escucháramos, al igual que de las continuas intervenciones de Lisandro que terminaban en discusiones con Amelia y con Santiago.
El mismo actuar de Amelia y de mis compañeros que la apoyaban ya me estaba agotando por completo. Simplemente quería ignorar lo que decían, algo que muy probablemente tanto Nathan como Lidia también sentirían. Los días escolares cada vez parecían más largos y solo encontraba tranquilidad cuando me distanciaba del ambiente del instituto, algo que sorpresivamente hizo que me dedicara con mayor ánimo a seguir aprendiendo a controlar mi magia y mis sentidos, pese a que se avecinaban eventos aún mayores.
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