Capítulo 14 - Secuelas (Parte 1)

«Nathan. Necesito de tu ayuda», solté algunos sollozos sin darme cuenta. Comencé a pensar en Nathan porque fue la primer persona en aparecer en mi mente. A pesar de no poder sentir su presencia, siento que pensar en él me tranquiliza, me conforta con tan sólo oír su voz.

«Rosalie», logré escuchar su voz con total claridad como si realmente se encontrara conmigo, es mucho más nítido que tan sólo un recuerdo. Por un momento me extraña que pueda oír la voz de Nathan con demasiada claridad, pareciera que no sólo mi cuerpo sino también mi mente no funcionara correctamente. «¿Rosalie?, ¿eres tú?», nuevamente escucho su voz con la misma claridad de antes, esa era su voz propia, no era posible que proviniera de mis pensamientos; en ese momento lo entendí.

«¿Nathan?, ¿me estás escuchando?», sopesé por un segundo para posteriormente soltar con asombro. No tenía idea de cómo es que habíamos podido establecer una conexión de esta forma.

«Sí, ¿realmente eres tú?» prosiguió en tono dubitativo con el mismo asombro.

«Sí, soy yo pero, ¿cómo nos estamos comunicando?», cuestioné por la rareza de la situación; es como si nos encontráramos hablando frente a frente pero sin vernos. «¿Lo hiciste tú?, ¿estás usando magia?», interrogué con la primer respuesta que pasó por mi mente.

«No, yo nunca he hecho este tipo de cosas. Al menos sé que no he sido yo», añadió con extrañeza.

«¿He sido yo?», continué ante la sorpresa de que pudiera haber sido yo la responsable de que eso sucediera. «Nathan, tengo miedo. Algo extraño me está pasando», aseveré en compañía de leves gimoteos que esperé el no fuera capaz de escucharlos.

«Tranquila Rosalie, ¿me puedes explicar que es lo que te sucedió?», inquirió en tono amable, esperando pacientemente mi respuesta.

«Yo... no sé qué pasa. Pero algo extraño sucede conmigo. No sé qué es, necesito tu ayuda; eres el único al que puedo recurrir», solté en pequeños suspiros tratando de finalizar mi mensaje.

«De acuerdo. Está bien, iré contigo, ¿en dónde te encuentras?», pronunció con urgencia debido a mi respuesta desordenada.

«Estoy en mi casa pero ahora no puedes acceder, es demasiado noche», articulé dándome cuenta de las consecuencias de mi advertencia. «Tú debes continuar en la fiesta de Amelia; de cualquier manera lamento que lo que te haya dicho sonara muy mal. Yo sólo... necesito hablar contigo, necesito hablar por lo que una vez dijiste sobre mí; tengo... miedo», lo último lo mencioné casi en un susurro, abrazándome a mis rodillas y haciéndome pequeña en un intento por sentir protección.

No entendía nada. ¿Por qué?, ¿por qué estaba pasando? No sé qué sucedía conmigo, necesitaba respuestas y a la vez me sentía asustada de encontrarlas.

Dentro de mí, deseaba que este momento ni mis recuerdos fueran reales pero debía admitir que eso no era parte de la normalidad, que yo realmente no era normal.

«Entiendo. Confiaré en ti. Entonces te veré mañana temprano en el mismo lugar. Yo también necesito hablar contigo», emitió la última frase lentamente como si se tratara de un murmullo.

Aguardé quietamente en la misma posición aferrada en un ovillo. Limité mi mente a no tener ningún tipo de pensamiento; si pensaba sólo arruinaría más mi situación. No quería recordar nada, y así es cómo se deshizo la conexión.

Sin percatarme me sumí en un sueño profundo en el que mi realidad no existía en absoluto. Sólo era yo mi vacío, un espacio en el que reinaba la tranquilidad, y la luminosidad era intensa a tal punto de ser cegadora, pero a pesar de eso era cálida y confortable como un suave manto. En aquella luz me sentía segura y apacible, libre de todo el dolor que había atañido mi cuerpo. Deseaba para siempre permanecer en ese lugar y no despertar, no quería pero una voz me obligó a hacerlo; una voz conocida que había pronunciado la misma palabra extraña de mis sueños.

Mi cuerpo se sentía pesado la primera vez que intenté incorporarme. Froté mis ojos incontables veces seguidas para espabilarme. Inmediatamente de levantarme me dirigí al espejo más cercano; nada había cambiado, yo seguía teniendo la misma apariencia que mi habitación, eso al menos en mi aspecto externo. No había rastro de mis ojos hinchados ni de la opresión que había sentido; sin embargo mi mente volvía a ser igual de caótica que ayer.

Tuve que aclarar mi mente antes de continuar. Había acordado encontrarme con Nathan; por sus palabras inferí que nos encontraríamos en el bosque antes de mediodía. Me encontraba ansiosa y a la vez sentía temor, aquél encuentro producía en mí sensaciones contrarias debido a todos los sucesos que habían acontecido desde el día de ayer. No sabía siquiera la forma en la que pudiera dirigirme de frente a él y mucho menos pedirle ayuda, pero lo necesitaba, era el único que conocía que podía ayudarme; al menos esclarecer mis dudas y disipar mis temores. Si es que yo era una maga o un hada como había mencionado, tal vez encontraría la verdad, la respuesta a todas las cosas extrañas que me han sucedido desde pequeña.


No tenía siquiera ganas de bajar al comedor y desayunar, pero debía hacerlo para que nadie se preocupara y probar que me encontraba mejor; era la única manera en que me dejarían salir y permanecer sin vigilancia; en este momento realmente lo necesitaba.

Decidí apresurarme para tomar un rápido cambio de ropa y bajar al comedor, antes de que Camila entrara a revisar mi habitación.

Me presenté a la mesa donde se situaban mis padres esperando por el desayuno, quienes parecían sorprendidos porque me encontrara en ese instante con ellos.

—¡Buenos días! —intenté sonar lo más clamada posible para evitar que sospecharan cualquier cosa sobre mi comportamiento.

—¡Buenos días! Rosalie; es muy temprano para que te encuentres levantada. —Mi madre fue la primera en expresar, revelando la actitud que antes había advertido.

—No, ya es bastante tarde. Son poco más de las siete —afirmé con una calma casi mecánica. 

—Pensamos que te levantarías más tarde debido a la fiesta y que te encontrabas cansada. —Mi mamá me dirigió una mirada compasiva acompañada de su angustia—. Pensamos dejarte dormir, por eso no enviamos a Camila a llamarte; podrías descansar un poco más —sugirió casi de manera impaciente.

—¿Ya te encuentras mejor, Rosalie? —Esta vez intervino papá con la misma mirada de inquietud—. No hagas ningún sobresfuerzo.

—No, ya me encuentro bien. Sólo necesitaba un pequeño descanso. Además he dormido mucho y ye me siento mejor —aseveré lo más creíble que pude. Por el momento no podía decirles nada al respecto. Después de todas las cosas que sucedieron, ni siquiera yo era capaz de explicar todo con claridad ni describir todas las sensaciones que había experimentado.

Finalmente logré convencer a mis padres que no era necesaria demasiada vigilancia, y accedieron a dejarme salir siempre y cuando no me dirigiera a los límites.

Poco tiempo después de prepararme a salir, recibí una llamada por parte de Nathan. Al principio me causó un poco de sorpresa, porque no acostumbraba a usar demasiado el celular y esta era la primer llamada que recibía por parte de él.

—¿Rosalie?, ¿estás ahí? —Nada más acceder al teléfono, la voz de Nathan se había instalado con apremio y un atisbo de preocupación.

—¿Nathan? Sí, estoy aquí, aún me encuentro en mi casa —respondí con toda la quietud posible.

—¿Te encuentras bien? —prosiguió inmediatamente escuchar mi respuesta.

—Mmm... sí. Estoy bien. —Procuré sonar con normalidad, a pesar de sentirme completamente extraña—. Lamento haberte alarmado; ayer simplemente actué de manera inconsciente. —Intenté disculparme con total sinceridad.

—Me alegro que estés bien. Sólo, espero que mi venida no haya no tenido sentido —soltó suavemente, como si se hubiera distanciado un poco. 

—Espera, ¿ya te encuentras aquí? —mencioné con asombro, y del otro lado de la línea pude captar la misma reacción.

—Sí... ya me encuentro cerca de tu casa, por eso te llamé. Necesitaba avisarte porque ayer no tuve tiempo de mencionar nada más después de... —añadió con dificultad, tratando de hallar las palabras correctas.

—Sí, ya lo entiendo. Eso fue muy raro —sostuve con ligereza, intentando eludir mis pensamientos, y de alguna forma amainar la pesadez de la atmósfera.

—Oh, bien. ¿Puedes salir? Te esperaré —continuó con la misma actitud parsimoniosa que transmitía confianza.

—Sí, ya estoy por salir —concluí tratando de imitar su serenidad antes de finalizar la llamada.

Únicamente tomé un bolso con un par de artículos guardados y me lo coloqué de manera transversal para mayor practicidad, encaminándome a la salida donde sabía me esperaría Nathan.

Nathan me encontró antes de que siquiera yo lograra visualizarlo. Efectuó un ademán de saludo, indicándome situarme a su lado.

Me examinó minuciosamente como si intentara encontrar heridas o algún indicio que desvelara lo que me había sucedido para finalmente reparar en mi mirada, con una expresión indescifrable y mostrándose impasible al mismo tiempo. La actitud de Nathan me hizo sentir incertidumbre, y el miedo y la inseguridad se apoderaron nuevamente de mí; mis movimientos se volvieron temblorosos y por poco sentí que una fuerza tomaba control sobre mí.

—Tranquila Rosalie. —Sentí la mano de Nathan apoyar mi espalda, atrayéndome a su lado y rodeándome brazos. La calidez de su abrazo me hacía sentir protegida como si ya no tuviera necesidad de nada más, y a la vez una oleada de culpabilidad llegó a mi mente inundando mi temperatura corporal con calor.

«¿Por qué tenía que sentirme de esa manera? ¿Por qué siempre tenía que acudir a Nathan por ayuda? No era justo, no quería pasar por este tipo de situaciones.» Cada vez más las lágrimas eran incontrolables y me debatía con fuerza por soltarme de su abrazo, pero él me sostenía con más apremio, rindiéndome por fin a las indicaciones de Nathan.

—Lo siento —pronuncié amainada. Pareciera que mis fuerzas se habían ido con toda mi resignación. Ya no quería luchar, no quería luchar contra mí ni nada más para descubrir la verdad, encontrar las repuestas que necesitaba. Tan sólo quería descansar y vivir de manera normal.

—No tienes por qué disculparte. Ya te he mencionado que estoy aquí para protegerte, te lo prometí, soy... tu amigo —soltó con pesadumbre, la misma que siempre me hacía sentir culpable.

—No tienes por qué hacerlo, no eres alguien que pueda interferir en mi vida —declaré con despreocupación, sin siquiera reparar en el rostro de mi amigo.

—Creo que tienes razón, pero para mi eres alguien importante y no puedo dejarte sola. —Sus palabras me causaron conmoción volviendo toda capacidad de juicio a mí. Tomándome por sorpresa asió una de mis muñecas y me atrajo hacia sí nuevamente—. Porque eres como yo.

***

Esta es una pequeña reedición del capítulo.

Sí, ya se que soy super lenta. Son libres de enjuiciarme.

Como saben, soy muy malvada y esta es la actualización del día :(

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