Capítulo 17

La luz del sol cayó sobre sus ojos todavía cerrados pues se hallaba despertando. Se removió entre las mantas que compartió felizmente con Todoroki, pero esa agradable sensación desapareció al percatarse de la ausencia del bicolor a su lado.

Lanzó un suspiro cansado al ver que su pareja no estaba, pero no era momento de deprimirse por eso.

Ese día iba a estar tan ocupado que no tendría tiempo para pensar demás en Todoroki.

Se cambió rápido, tomó el desayuno que el bicolor le dejó en la mesa bajo un protector mágico de comida que la mantenía a la temperatura adecuada. Antes de salir fue al balcón en el segundo cuarto para ver si no había un cuervo arcoíris esperando verlo, al verificar que no era así pensó positivo anhelando que solo tardara en responder y que el cuervo estaba bien junto a su carta.

Al salir de casa e ir donde Mina y Kaminari recordó lo que había escrito en la carta.

"Querida Ochako,
Ha pasado poco más de un mes desde que no nos vemos. No tengo mucho que decir, solo te pido que no te preocupes por mí, estoy bien. En este momento he encontrado a alguien muy especial en un bello lugar, no sé si pueda volver, pero lo intentaré.
Te alegraría ver en donde estoy y con quienes, lo sé, aún así me quedaré un poco más, te pido que no le digas a nadie sobre esta carta más que a Iida. Si deseas contárselo a mi padre eres libre de hacerlo, no sé como estará pero les deseo lo mejor en lo que regreso aunque no podré quedarme con ustedes.

Puedo mantener mensajes contigo gracias a esta ave, si deseas responder dile mi nombre al cuervo cuando pongas la nueva carta en su pata, él sabrá regresar.

Los extraño, chicos.
Midoriya Izuku.

Entre los habitantes de aquel pueblo casi sin personas caminando ella corría como si su vida dependiera de ello buscando con la mirada a dondequiera que estaba su amigo de lentes.

Al mismo ritmo siguió mientras chocaba con diferentes personas que se quejaban de los golpes, mas ella los ignoraba por la desesperación de encontrar a Iida por alguna de las calles del pueblo.

El invierno había azotado al pueblo, la nieve comenzaba a aglomerarse tanto que sus pies se hundían de no ser porque corría con gran agilidad. Su abrigo casi se le caía mientras lo sostenía junto la carta que su mejor amigo, aquel que todos declaraban muerto, le había enviado desde quien-sabe-donde hasta su persona.

Finalmente lo había encontrado.

—¡Iida!

Este se hallaba caminanado por las orillas del río que desenvocaba más allá del bosque de Yuuei, ultimamente se mantenía mucho tiempo allí con la esperanza de ver a su amigo de nuevo.

La castaña casi cayendo sobre la nieve llegó a tropezones hasta el caballero de armadura argentina y de mirada seria que volvió a la normalidad al ver a su mejor amiga en medio de la nieve tratando de llegar a él desesperadamente con la amenaza de lágrimas por las comisuras de sus ojos.

—Uraraka, ¿qué pasó?

—E-Es... I-Iz... —su llanto no la dejaba hablar bien—. B-Bien...

—Por favor, cálmate, ¿qué sucede?

Sacó de entre sus cosas un pañuelo para limpiar el rostro lloroso de Ochako. Este acto ayudó a que la muchacha se calmara sin dejar de sollozar un poco. Ella retiró el pañuelo de la mano del chico para entregarle la carta que ella había recibido en su ventana en la pata de un cuervo.

Tratando de calmarse le explicó esto mientras Iida leía el papel tratando de hallar algo, una pista, un mensaje oculto, pero se leía como el mismo Midoriya. La letra era la misma, su forma de expresarse también. No tenía duda de que su amigo estaba a salvo.

Había una duda sobre la parte de "he encontrado a alguien muy especial en un bello lugar" y se lo hizo saber a su amiga.

—No estoy muy segura —se siguió limpiando el rostro hasta que dijo con una sonrisa tranquila:—. Pero está vivo, Iida, está vivo y a salvo.

—Sí, además dice como podemos responder a la carta.

—Vamos a mi casa para mandar la carta de vuelta a Izuku.

Tenya se resistió un poco, no quería salirse de su rutina de vigilancia, pero enserio quería escribir algo con Ochako para su pecoso amigo. Así que por circunstancias que eran de mayor importancia fueron a casa de la castaña evitando a la gente que recién salía de sus casas. Aunque el fin de año estaba a un par de días y el invierno sacudía con fuerza al pueblo.

Corriendo hasta el hogar de la castaña por accidente se chocaron con Bakugou quien llevaba un hacha apoyada en su hombro casi lastimando a la chica de no ser por Iida.

—Ten más cuidado, Bakugou.

—¿¡Ah!? ¡Ustedes! ¡No corran así por donde sea, bastardos!

—¡No lleves así de despreocupadamente un hacha!

—¡No te metas en mis asuntos, cuatro ojos!

—¡Iida! —Uraraka interrumpió la pelea de los hombres para mostrarle la carta doblada en sus manos. El caballero entendió asintiendo mientras se disculpó con ella—. Vamos.

—¿AH? —Katsuki mostró su desconcierto ante lo que vio, pero estaba claro que estaba pasando con esos dos.

Escondían algo con respecto al pecoso del pueblo.

Con la mayor discreción había estado caminando detrás de la castaña desde hace un rato cuando la vio correr por la aldea con una prisa descomunal. Hasta donde se sabía ella no era la más atlética del pueblo aunque a muchas jóvenes no se les permitía correr por los largos vestidos. Tradiciones extrañas que al rubio poco le importaban.

Lo único que le interesó de la conversación que escuchó fue que estaba vivo y bien, que podían devolver el mensaje y que era Midoriya.

Bufó escondiendo el hacha debajo de la capa que lo protegía del frío invernal para encaminarse a su destino original.

El bosque de Yuuei.

Con su clásica mirada molesta pasó de largo hasta la entrada del bosque que era tan temido por las personas del reino de One for All. Bufó al llegar y siguió su camino hasta que lo único que podía ver era blanco y algunos delgados troncos de tonalidades marrones. Buscó la planicie a la que siempre iba a talar árboles, mas siempre sembraba cuatro por cada que cortaba uno.

Este año no parecía un invierno normal, se suponía que desde hace un mes debió de haber nevado, y ahora una ola de nieve cayó sin compasión sobre ese pequeño pueblo en el que se había criado sin que todos ya tuvieran suficientes recursos para soportar el invierno.

Aprovechó para ver si algún animal salía de su escondite para cazarlo aunque sea con el hacha; no tuvo suerte.

Chasqueó la lengua frustrado de pasar varios minutos caminando por ahí sin ninguna presa a su disposición. El ligero sol se filtraba entre las espesas nubes que se hallaban de una tonalidad grisácea y de aquella luminosidad esta trataba de alumbrar el camino de los que se atrevieran a sumergirse en el espeso bosque tal cual Bakugou hacía.

Escuchó nieve caer más adelante de donde estaba él y por pura inercia se escondió tras un tronco grueso. Se asomó con cautela tratando de ver por él rabillo del ojo hasta donde escuchó la caída. Al ver que no había nada suspiró.

«Quizá solo fue la nieve de una rama delgada la que cayó»

Siguió su camino sintiendo como sus pies se hundían y se le hacía más difícil continuar, pero no se detuvo. Plantó una sonrisa en su rostro al saber la nieve no iba a impedir que siguiera su camino, era lo suficientemente capaz de superar aquello.

O eso pensó cuando pocos pasos delante de él unas criaturas salieron de la nada para verlo.

Cinco seres de pelo y piel negra como el carbón, sus apariencias eran horribles, magullados, llenos de heridas que escupían sangre en pequeños borbotones ensuciando lo blanco del suelo. Los ojos variaban entre el morado y rojo, sus dientes y garras también tenían más sangre escurriendo de ellos caminando en cuatro patas cual animal salvaje.

Si realizar un solo sonido se escondió detrás de otro árbol.

«Esto no puede ser, las criaturas mágicas no existen», no pudo evitar pensar sintiendo como sus manos temblaban al sujetar el hacha. Aquellos relatos de seres extraños y peligrosos siempre le parecieron patrañas inventadas por los mayores para que los niños no se acercaran al bosque. Ahora podía decir que su pensamiento era totalmente errado.

Pasó saliva asumiendo que tendría que asesinar a esos monstruos con la única arma que tenía a su disposición además de la daga que era su fiel compañera para peleas callejeras que ahora pocas veces había. Era ridículo el pensar que tuviera que hacer esto y salir ileso, sería una suerte terminar vivo siquiera. Sin embargo, no tenía otra opción.

Pelearía por sobrevivir.

Iba a saltar hacia una de las criaturas hasta que por él rabillo de sus ojos carmesí notó que otra persona salió desde arriba con una espada de filo rojo para encajarla en la espalda de uno de los monstruos logrando que este soltara un alarido infernal para los oídos del rubio.

Las otras cuatro criaturas al ver a su atacante trataron de lastimar a este con sus garras y dientes.

—¡Ahora!

Una voz masculina se escuchó de donde la persona escapuchada con la espada estaba.

De un segundo a otro una cantidad sorprendente de picos de hielo vino de otra dirección atravesando a dos de las criaturas. Las otras tres restantes fueron rodearas por guardias de capas blancas y azules con un extraño símbolo en medio de estas hasta donde Katsuki logró apreciar desde la distancia actual.

El chico de espada saltó nuevamente hacia las criaturas que quedaron para encajar su arma en el lomo de otra bestia. Saltó para lanzar más ataques a esos monstruos, finalmente volvieron a ser atravesados por el hielo.

Los cuerpos de esos seres quedaron quietos sobre aquellos picos helados que venían del mismo lugar.

Con su ya usualmente discreción trató de ver a todas las personas de diferente armadura de la que el reino de One for All tenía. Pero más curioso era el logo de extraña forma en las capas de muchos de los muchos guardias. Siguió revisando a los que se hallaban ahí hasta posar su mirada en alguien de apariencia extraña.

Era como si la mitad de dos personas se hubieran juntado. Rojo y blanco, turquesa y gris. Pero sobre todo, aquellas grandes astas de ciervo que imponían un respeto a quien estuviera enfrente.

Era demasiado peculiar, lo más extraño que había visto en toda su vida.

No, mentía. Midoriya era primera persona más extraña que había visto en su vida. No era normal que su cabello y ojos fuera de un verde esmeralda perfecto, sus pecas resaltaban aquellos atributos de los que las mujeres en la aldea deseaban.

Pero eso no era importante.

Sin pensarlo mucho decidió que seguiría a ese grupo de "personas", si es que así podía llamarlos.

O lo hubiera hecho de no ser porque cuando iba a moverse él encapuchado de espada roja volteó a su dirección. Rápidamente se escondió.

Escuchó que decían algo sin entender por lo lejos que se hallaban, luego de esto unos pasos ligeros que casi no sonaban lo alertaron. Tenía que escapar de allí o probablemente moriría.

El encapuchado con un caminar sigiloso avanzó hasta donde creía haber escuchado a alguien. Desenvainó su espada de aquel filo rojo para dar un salto hasta el árbol que era sospechoso.

Al ver que solo era nieve guardó el arma para volver a donde sus compañeros.

—¿Qué fue lo que encontraste, Ryu?

—Oh, no fue nada. Tal vez fue la nieve de una rama que cayó.

—Shika-san —habló uno de los guardias, el bicolor volteó hacia ellos—. Todos estamos bien, puede darnos la señal para volver cuando quiera.

—Esperen, necesito que se pongan detrás de los árboles alrededor de los cuerpos.

—¡Hai, Shika-san!

Bakugou se removió ligeramente desde su escondite para ver que era lo que iban a hacer.

Con mucha sorpresa pudo contemplar como los cuerpos de esas criaturas era incinerado por las llamas que salían del chico de cabellos extraños.

Luego solo quedaba la parte del camino que se quedaba sin nieve y cuerpos.

—¡Ahora! —gritó el joven de poderes.

Los guardias movieron con mucho esfuerzo los árboles para que la nieve cayera desde lo alto para cubrir el camino con más nieve.

Al hacer lo mismo con la otra dirección se reagruparon en medio del "desastre" que había quedado limpio.

—Ya podemos volver —el bicolor habló—. Estos eran los últimos.

—¡Hai!

El grupo de siete guardias se miraron aliviados entre ellos felices de haber acabado temprano este día comenzando a charlar en la marcha hasta su hogar.

—Ya deseo ver a mi esposa, está muy preocupada por mí.

—Yo quiero que mi hijo se sorprenderá de que llegaré temprano.

Seguían conversando mientras desde la retaguardia del grupo el bicolor con el encapuchado miraban a los demás.

—Y ahora podrás ir a acompañar a tu conejo ¿no?

—¿Qué hay con ese apodo?

—Bueno, Midoriya me recuerda a un conejo.

—¿Y eso?

—No lo sé, simplemente me pareció así.

—Bueno, es verdad —el bicolor sonrió con ternura—. Deseo verlo, Midoriya será mi esposo después de todo.

—¡Jaja, que cursi, hombre! ¡pero es de hombres aceptarlo tan simple!

Cuando ya no pudo percibir ningún sonido de ninguna parte Katsuki salió de su gélido escondite bajo la gran cantidad de nieve que le había caído encima antes de que ese espadachín saltara a su posición.

Se deshizo de toda la que había caído sobre él para tomar el hacha y tratar de seguir a ese grupo.

¿A qué se referían con que Midoriya se iba a casar? ¿Sería con ese híbrido? ¿Por qué se casaría? ¿En qué se habían metido ahora?

Esas y muchas más preguntas surgieron en la cabeza del rubio al percatarse que aquel grupo había repentinamente desaparecido.

Sin saber bien que hacer con todos los datos que tenía decidió volver al pueblo y pensar, pensar mucho en lo que pasaría o haría.

No sabía donde estaba el peliverde, no sabía quienes eran esas personas en el bosque, no sabía que diablos eran esas criaturas que le parecían un mismo demonio.

No quiso pensar más por ese día.

Solo se fue del bosque.

Se acepta cualquier buena intención de regalarme un separador u,w,u

No voy a publicar en un tiempo, se vienen nuevos capítulos que deseo escribir con calma y continuidad, aunque la universidad no me deja en paz aksndskfnfb así que espero su comprensión

Por cierto, participaré en el BNHAtober aunque en fanfics y ya estoy escribiendo los primeros "fics" por lo que me consume más tiempo también

Espero entiendan u.u

Por cierto, cambié la portada, ¿qué les parece?? Xd

Bueno, sin más que decir que comenten que quieren o piensen que pase...

Bye bye, deers 💚❤💙

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