Capítulo 1
Apresuró el paso hacia el bosque de Yuuei ante las miradas curiosas de las personas del pueblo que cotilleaban hacerca de lo que hacía en el misterioso y peligroso lugar.
Aquel día de hace ya tres semanas desapareció entre los árboles alrededor de cinco horas donde todos ya lo declaraban muerto, pero al anochecer apareció con la capucha de su abrigo puesta escondiendo su cara (aquella contaba con las adiciones que todos llamaban "orejas") además la parte baja desgarrada. Algunas de las personas asumieron que fue atacado por algún animal, otras personas, como Bakugou, pensaban en que estaba fingiendo, pero solo una castaña con regordetas y rosada mejillas le preguntó.
Al ver la sonrisa en su rostro fue todo lo que necesitó para saber que su pecoso amigo estaba bien aunque eso no evitó que se preocupara.
Con una bolsa cruzada y llena de vegetales sus pies casi flotaban sobre la nieve del bosque tratando de no perderse entre la vegetación que a cada día era más escasa.
Cuando divisó al animal de pelaje marrón claro recostado sobre sus cuatro patas con una de ellas cubierta por una tela blanca se sentó al lado de este.
—Hola, ciervo —saludó a la criatura—. Hoy traje más comida y una pomada natural, aunque tu herida ya está casi sana.
Le había sonreído al ciervo quien mamtenía su mirada con interés sobre las cosas que llevaba Midoriya en la bolsa. Sobre todo, la comida. Al estar lastimado de la pata trasera no podía caminar mucho sin cojear y caer luego del intento; por esa razón Izuku le prometió que lo cuidaría.
Era algo extraño realmente, porque el animal no parecía entenderlo pero se había quedado ahí de todas formas, esperando su presencia sin falta todos los días.
Levantó las frutillas en sus manos hacia el hocico del contrario el cual aceptó la comida tomándola con la lengua pues los frutos eran muy pequeños a comparación de su tamaño. Izuku solo admiraba como el animal se acercaba a él y frotaba su nariz contra su mano. Le recordaba a los perros o gatos que los niños de la aldea acariciaban con cariño.
Mientras daba mimos a la gran cabeza del animal le acercó unas bellotas que este aceptó nuevamente.
Suspiró con satisfacción.
—Me gustaría ponerte un nombre —comentó al aire—. Pero eres un animal del bosque, no una mascota.
Los ojos bicolores del ciervo se centraron en su persona que buscaba más comida en la bolsa.
—Pronto te curarás y yo ya no podré volver hasta la primavera.
El animal detuvo su almuerzo para verlo, como si hubiera entendido lo que dijo y estuviera sorprendido por lo dicho. Para Midoriya era extraño, pero llamaba su atención el peculiar ser que lo acogía entre las patas delanteras como si lo protegiera.
—Bueno, al ser invierno no podré salir mucho y debo guardar comida porque no habrá cultivos para todos; así que supongo que nos veríamos después de las fiestas también. Navidad se acerca y no creo que papá se haga cargo de la cena —pensó un momento en como serían las fiestas, la celebración era grande en el reino, pero había una idea que inundaba su mirada de tristeza—. La primera Navidad sin mamá.
Soltó un suspiro cansado y siguió dando cuidados al ciervo que a la semana de tratar de acercarse con la intención de curarlo finalmente se dejó hacer. Los primeros días no estaba seguro si el animal estaría ahí, pero no creía posible que desapareciera con la herida que no lo dejaba caminar; por ello insistió hasta que la criatura cedió a quedar bajo sus cuidados y caricias.
Esbozó una sonrisa sintiendo al ciervo acercarse un poco para restregar su cabeza sobre los risos verdes de Midoriya quien se dejaba querer. De cierta forma le parecía tierno el como le demostraba cariño.
Nunca tuvo la oportunidad de tratar con animales que no fueran las gallinas de su madre o la cabra de su padre, aunque todos eran ariscos y siempre terminaban persiguiéndolo desde que era un niño. Ahora solo se quedaba del otro lado de la cerca rogando que Kurone —la cabra— no mordiera su ropa.
La lengua del ciervo contra su mejilla lo despertó de aquellos recuerdos aterradores de como un conjunto de gallinas lo perseguía haciendo que Izuku se preguntara algo más.
—Eres muy grande, ciervo —comentó al aire a la par que sacaba de la bolsa la pomada para la herida ya casi cicatrizada de la pata del animal—. No es normal que un ciervo macho tenga tu altura, usalmente hasta son más bajos que yo, y eso que yo soy alguien bajo.
Rió acercándose a la lastimada pata quitando el vendaje que luego consiguió en la segunda semana. Puso un poco del ungüento en su mano para lo pasarlo por encima de la zona inflamada y con una cicatriz en proceso.
—Creo que... —murmuró el chico para luego mirar al animal—. Por favor, ciervo, trata de levantarte.
Ayudando a la estabilidad de la criatura que se levantó temblando y posteriormente dio unos pequeños pasos con sus pezuñas siendo resguardado por Izuku que lo ayudaba. Al ver que podía seguir de pie y caminar el chico sonrió levantando los brazos con efusividad.
—¡Muy bien, ciervo! Ahora podrás... —su voz bajó a ser casi inaudible mientras acariciaba el lomo del animal—. Ahora podrás volver a casa ¿no? Y yo... Ya no puedo volver aquí, es peligroso.
El ciervo nuevamente frotó su cabeza contra la de Midoriya. Este se sentía feliz de haberse hecho amigo de un animal tan majestuoso como lo era aquel ser. Suspiró nuevamente correspondiendo el cariño animal.
Este último se agachó, casi golpeando a Izuku con sus cuernos, jaló la manga de la camisa con su boca para que lo pusiera por sobre su cabeza. El chico no entendía que hacía el animal, pero tan curioso le parecía que seguía las órdenes.
Luego de eso intentó quitarle el guante, el pecoso entendió y así hizo. La criatura se alejó hacia uno de los árboles para raspar suna de sus patas delanteras, claro que superficialmente. Cuando unas pequeñas gotas de sangre salieron pasó su frente y se encaminó devuelta al peliverde para que este pusiera su mano sobre la escaza sangre.
Midoriya seguía preguntándose que pasaba, mas siguió la corriente pensando que eso harían los ciervos del peculiar bosque de Yuuei, realmente ya no le sorprendería, últimamente cuando iba a buscar al ciervo sentía las miradas de algunos animales que se ocultaban entre los árboles y arbustos antes de su descanso invernal.
Para cuando el sol se comenzaba a esconder se despidió de la gran criatura acariciando la cabeza recibiendo una lamida y volvió a su hogar.
Realmente no pensaba que volvería al bosque, cada vez el pueblo desconfiaba más de él y lo que hacía dentro del mar de árboles cubiertos de nieve, incluso su padre había comenzado a preguntarle a donde iba. Ya no creía que podría volver a ver al ciervo al menos hasta que los rayos de la primavera volvieran.
Y sin pensarlo realmente se había propuesto dentro de su cabeza a que esa despedida era la definitiva.
No esperaba que lo que pasaría al día siguiente pondría su mundo y el de todo su pueblo de cabeza.
Creo que sí publicaré los viernes a partir de ahora, espero no olvidarme porque mi memoria no ayuda mucho :'v
Si desesn que algo pase pón ganlo en los comentarios que los estaré leyendo uwu
Nos leemos el próximo año ;3
Prospero año nuevo :D
Bye bye, deers ❤💚💙
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