Capítulo 19: Forever Young - Alphaville

Mi madre toda la vida había dicho que las desgracias venían de tres en tres. Eso significaba que, cuando tenías una mala noticia, era solo cuestión de tiempo que te dieran dos más detrás. Aquel día yo ya había cubierto el cupo y esa última se llevaba la palma.

Conforme me acercaba al edificio mi corazón se aceleraba más y más. Noté el olor a quemado de lejos, lo que me asustó en gran medida. Cuando giré la esquina y observé la fachada de mi casa, el shock me hizo cubrirme la boca. Ahí estaba nuestro piso, justo al lado de otro que estaba completamente quemado. Las llamas parecían también pulular por nuestro pequeño balcón y salón, lo que me hizo sentir cómo el corazón se me encogía dentro del pecho. Había un camión de bomberos, junto con coches de policía y una ambulancia.

Vi a Vero abajo, visiblemente nerviosa junto a Luisa, nuestra casera. Me acerqué a ellas esquivando a la gente, sintiendo un nudo enorme en el estómago. El olor a quemado me llegaba al cerebro en cada respiración que realizaba.

—Pero ¡¿qué ha pasado?! —pregunté, a lo que Vero se acercó a mí para abrazarme.

—Joder, Vega, casi me ha dado un infarto cuando me ha llamado el vecino. ¡Pensaba que estabas dentro! —me contó, agarrándome con un nerviosismo que me hizo saber que ella se había imaginado que algo malo me había pasado.

—No, no... yo me había quedado hoy para estudiar en la universidad. —En ese instante fui consciente de que, si hubiera vuelto, no sabría qué es lo que habría ocurrido conmigo aquel día—. Pero ¿qué ha pasado?

—Por lo que se sabe, el vecino de la izquierda se ha dejado el aire acondicionado encendido. Se ha creado un incendio a partir de ahí —habló Luisa, quien me puso una mano en el hombro. Vi cómo se le caían las lágrimas, ya que ese piso era suyo. Luego miré a Vero, ese hogar también era de cierta forma nuestro.

Mi corazón seguía latiendo acelerado. Alcé la vista, sintiendo una angustia terrible. ¿Y si el fuego había alcanzado a personas? Lo material también dolía, eso estaba claro (dentro de aquellas cuatro paredes estaba mi vida como universitaria), pero lo que más ocupaba mi mente era saber que todos los integrantes del edificio estaban bien. Conocíamos a nuestros vecinos, el piso que estaba ardiendo era de Jose, un señor que trabajaba en un supermercado cercano.

—¿Había alguien dentro? ¿Hay heridos? —pregunté, nerviosa, mirando como las llamas engullían nuestro piso. Sentí un nudo enorme en la garganta. Tenía pavor.

—No, Jose estaba fuera. Hay dos personas que han tragado humo al comprobar que no estábamos en casa, por eso está la ambulancia, pero están bien. De momento solo ha afectado a nuestros dos pisos y dicen que está controlado, pero, chicas... esto no tiene buena pinta. —La desolación en la cara de Vero ante las palabras de nuestra casera me hizo saber que aquello iba muy en serio.

Efectivamente, Luisa tenía razón.

Vero y yo estábamos, literalmente, en la calle. Fueron los agentes de seguridad quienes nos indicaron que hasta que no se apagara y se asegurara que no había peligro, no podríamos acceder al edificio a por nuestras cosas. Por ello, debíamos encontrar algún sitio donde dormir y pasar unos días. De momento, parecía que nuestras habitaciones estaban parcialmente afectadas. Sin embargo, el salón, el balcón y la cocina sí se habían visto muy mal. No era seguro siquiera que pudiéramos volver más adelante, ya que Luisa tendría que hacer frente a los desperfectos y a nosotras nos quedaba poco de curso.

De repente nos encontramos Vero y yo sin un lugar donde dormir, tratando de buscar a alguien que pudiera acogernos. La casera nos ofreció quedarnos con ella, pero la familia de Vero no dudó en acudir a por su hija, ya que no vivían demasiado lejos. Sin embargo, el problema fue donde encontrar yo una casa donde quedarme. Si me quedaba con Vero, su familia no tenía medios de transporte como para traerme a Valencia por la mañana, en su pueblo contaban con dos autobuses que no coincidían con mi horario. Mi familia, a quien llamé, vivía demasiado lejos como para llevarme y traerme todos los días a clase (por eso yo vivía en Valencia). No quise molestar a mis compañeras de clase, yo sabía que ambas tenían dificultades para acogerme.

Por ello, Luisa me dejó quedarme con ella aquel día, a lo que accedí. Tuve que ir a comprarme ropa a una tienda, donde cogí lo necesario como para pasar un día (un vestido y ropa interior). Estaba tan emocionalmente agotada que no era capaz de poner buena cara, me sentía ansiosa y el nerviosismo se me había instaurado en el pecho. De repente, todo el mundo hacía demasiado ruido a mi parecer.

Estaba punto de pagar cuando me llegó un mensaje, mi ánimo en ese momento estaba por el completo suelo. Pensé que se trataba de mi familia, ya que mi madre me estaba preguntando cada hora cómo estaba y mi padre seguía insistiendo en venir a por mí. Los quería demasiado, pero era lo mejor para poder seguir con la universidad quedarme en casa de Luisa hasta que viéramos donde nos llevaba todo el asunto del incendio.

Marc:

Vega, perdona. No te he podido contestar. Se me ha alargado un asunto de la uni y acabo de salir ahora.

Suspiré. La verdad es que no tenía ningún ánimo.

Vega:

No pasa nada, no te preocupes.

Respondí, con muy pocas ganas. Vi como él escribía, para de nuevo dejar de hacerlo y volver a hacerlo al segundo.

Marc:

¿Estás bien? Te noto rara.

Me parecía un poco surrealista que Marc y yo no fuéramos unas personas cercanas de siempre y que él supiera leer mis acciones tan rápido, sobre todo por un chat dentro de una red social. Estuve tecleando, tratando de encontrar las palabras exactas sin sonar demasiado borde por el poco ánimo que tenía encima. La realidad es que tenía muchas ganas de llorar. Solo me salía algo como:

"Mi piso ahora es la falla de la calle. Se ha quemado. El de mi vecino también. Estoy a punto de tener que volver a mi casa y teletransportarme todas las mañanas a Valencia. O eso o me dejo toda la vida en taxis y arruino a mis padres, por lo que también nos quedaríamos en la calle en formato familiar. Debí haberme sacado el carné de conducir a los 18, pero estaba preocupada por otras cosas como la enfermedad de mi hermana. Ahora estoy prácticamente en la calle".

Sí, definitivamente sonaba un tanto agresivo.

Casi agradecí demasiado ver cómo mi pantalla se iluminó, indicando que tenía una llamada entrante de Marc. Descolgué, cogiendo aire.

—Hola —musité, tragando saliva.

—Hola, Vega. Perdona que te llame, es que... no sé. ¿Estás bien?

—Pues, si te soy sincera, no —exclamé, tratando de ser neutral con el tono de mi voz. Lo escuché respirar al otro lado de la línea—. Mi piso se ha... se ha quemado.

—¡¿Qué?! —expresó, dejándome notar la sorpresa de su voz.

—No hay nadie herido, solo unas personas habían aspirado humo, pero han indicado por el grupo de vecinos que ya están bien. De momento creen que es el aire acondicionado de mi vecino, que se lo ha dejado encendido y puede que eso lo haya provocado. —Solté aquella retahíla de palabras muy nerviosa, todavía sin terminar de creer que eso me estuviese ocurriendo a mí. Es que era surrealista.

—Hostia puta —su exclamación no me sorprendió, si hubiese sido él quien me contara algo así, creo que habría reaccionado de la misma forma— ¿Necesitas algo? Cualquier cosa, Vega. Voy allí y te ayudo en lo que haga falta —sonreí. La verdad es que agradecía demasiado que se ofreciera de aquella forma.

—No, tranquilo. Estoy en casa de mi casera. Vero se ha ido con su familia porque la pueden llevar y traer, pero sabes que de Chelva...

—Es imposible ir y venir. Menudo martirio —respondió, a lo que lo escuché suspirar—. Oye, pero ¿tú estás bien ahí con tu casera? Quiero decir, ¿estás cómoda? —sus preguntas me hicieron fruncir el ceño, mientras adelantaba un puesto más en la fila para pagar.

—Pues es lo único que tengo, Marc. Vive con su marido y su hijo pequeño, pero me dejan una habitación. No sé qué va a ser de mí, me huelo que voy a tener que buscarme otro piso, el nuestro... seguro va a necesitar algo de reforma. Yo qué sé, joder, qué agobio. —La realidad es que me sentía súper perdida, la incertidumbre de no saber qué hacer me tenía incómoda. Daba gracias al menos de haber salido de casa aquella mañana con mi documentación y mi portátil, ya que toda mi identidad y lo de mi carrera estaba ahí.

—Vega, ¿no prefieres quedarte conmigo? —su ofrecimiento me hizo dar un saltito por la impresión, lo que hizo que el paquete de bragas que tenía pensado pagar se me cayera de la mano. Me agaché, recogiéndolo, sujetando el vestido que me quería comprar en un brazo

—¿C-contigo? ¿En tu piso? —Ahora veo las preguntas tan tontas que hice, pero tenme paciencia, estaba nerviosa.

—Hombre, dudo que mi vecino quiera que una duende-hada con el pelo rosa se cuele en su casa. Así que sí, conmigo, dentro de mi piso, en una de mis habitaciones —escuchar su pequeña risa me hizo tragar saliva y sonreír, a la vez que obligaba a mi cabeza a conectar todos los cables. Venga, Vega, debías pensar. Y hablar, eso también era importante.

—No sé, Marc. No sé el tiempo que tengo que estar en esta situación y no te quiero molestar.

—Puedes quedarte todo lo que necesites y quieras. Vivo solo y no me vas a molestar. Creo que si yo estuviera en una situación así, tú me ayudarías, así que puedes entender que quiera ayudarte —respondió, a lo que pensé que sí tenía razón.

El problema era que en mi mente no paraba de sonar un nombre como rebote, con alarmas estridentes, luces rojas y un neón parpadeando. Era cierto, Vero no tenía por qué enterarse, pero lo acabaría haciendo. Recordaba también a Gala diciendo que lo que teníamos Marc y yo era el destino, mientras Lara lo calificaba como putada.

—Está bien —exclamé, sin terminar de creerme yo misma que estuviera de acuerdo con esa situación—, pero tenemos que hablar acerca de qué aportaré de forma económica. No voy a quedarme de gratis.

—Bueno, no quiero que me pagues alquiler.

—Marc...

—Eso mejor lo hablamos en persona. Estoy en casa, si quieres voy y te ayudo.

—Vale, con lo de hablarlo en persona tienes razón —accedí—. Puedo ir sola, tranquilo, solo llevo una totebag —suspiré. Esa era toda mi vida ahora, una bolsa de tela—. Voy a avisar a Luisa y... voy hacia allá.

Yo me preguntaba qué sería vivir toda aquella situación para terminar viviendo con Marc, ¿el destino o una putada?

***

Hola, amores. Después de todo lo que ha ocurrido estas semanas, estoy tratando de volver poco a poco a la normalidad.

Para quien no lo sepa, vivo en la Comunidad Valenciana, un territorio que ha sido azotado por una DANA con precipitaciones torrenciales, desbordamientos de ríos y destrozos en muchas partes del territorio valenciano. Han muerto más de 200 personas y todavía hay gente desaparecida. Me siento demasiado afortunada de decir que tanto yo como mi familia estamos bien. Mi corazón y mente está con toda esa gente a la que esta catástrofe ha hecho tanto daño, a quienes les mando toda mi fuerza y apoyo. No estáis solos.

Además, durante un mes y medio he estado encadenando de forma constante el estar enferma con fiebre y demás. He estado con fuerzas mínimas y poniendo todo lo que podía para seguir, tanto física como mentalmente. No quiero entrar en demasiados detalles, pero estoy tratando de cuidarme y de poder mejorar.

Después de estas semanas, ya me siento preparada para volver a escribir y continuar con las actualizaciones y demás. Para mí eso es una forma de desahogarme porque durante este tiempo había paralizado todo, ya que la situación lo necesitaba. Ahora estoy de vuelta y trataré de hacerlo lo mejor posible.

Os mando un abrazo enorme y cientos de besos. Cuidaros mucho, por favor.

Os amo con toda la patatita. ❤️❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top